Agricultores y movimientos sociales exigen una profunda reestructuración del sistema alimentario mundial
La alternativa existe: la soberanía alimentaria, por la que cada Estado tiene derecho a definir su propia política agrícola. Todo lo que se necesita es la voluntad política para ponerla en práctica.
La Conferencia de Alto Nivel sobre la Seguridad Alimentaria en Madrid excluye a los principales interesados en el debate sobre la crisis alimentaria a partir de una participación significativa. Es un foro dominado por el Banco Mundial, el FMI y la OMC, así como por las empresas transnacionales como Monsanto. "Es un escándalo que se les da espacio en los paneles de debate, mientras que los representantes de los pequeños agricultores - que producen el 80% de la mundial de alimentos - se quedan a sólo unos minutos en el piso para dar su posición", ha apuntado Javier Sánchez, representante de COAG dentro de Vía Campesina.
Durante los últimos treinta años, la política agrícola internacional ha sido dominada por las políticas de estas instituciones internacionales y, a pesar de sus promesas de reducir a la mitad el número de personas que para el año 2015 a través de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, el hambre ha seguido aumentando en todo el mundo, alcanzando más de 1 mil millones de personas este año. Las políticas de estas diversas instituciones y empresas transnacionales han fracasado completamente; es hora de poner en práctica la alternativa, la soberanía alimentaria.
• Los pequeños agricultores y los movimientos sociales de todo el mundo promueven un modelo basado en la soberanía alimentaria y orientada a los campesinos, basados en la agricultura campesina de pequeños y medianos productores y la pesca artesanal, dando prioridad a los mercados locales y métodos de producción sostenibles. Este modelo se basa en el derecho a la alimentación y los derechos de los pueblos a definir sus propias políticas agrícolas.
• La crisis alimentaria no es una oportunidad para ganar más dinero mediante la venta de fertilizantes, agroquímicos y semillas modificadas genéticamente . "No se puede permitir que los grandes multinacionales traten de sacar provecho de la desesperación de más de mil millones de personas. Por ello, la agroindustria y los organismos financieros internacionales no pueden ser los que lideren las respuestas a la crisis alimentaria. No se puede confiar la solución a los que la han causado", ha argumentado Sánchez Ansó.
• Pedimos que se ponga fin al desarrollo de nuevas iniciativas como el Grupo operativo de alto nivel o Asociación Mundial. Otras iniciativas, como el Consejo Mundial de la Alimentación y la Alianza Internacional contra el Hambre, han fracasado. Hacemos un llamamiento para un único espacio en el interior de la ONU para hacer frente a la crisis alimentaria con la participación plena de los movimientos sociales y pequeños productores de alimentos.
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