Enrique Leff: “Aprender a vivir en la armonía de lo múltiple es el gran desafío político de la humanidad"
Hoy la humanidad contempla aterrada la crisis ambiental donde las formas dominantes de estar en el mundo nos han llevado. Desde el Papa Francisco hasta Greta Thumberg, desde los pueblos originarios y los movimientos campesinos hasta franjas de la farándula mainstream expresan (claro que de muy distintas maneras) este hecho inocultable. ¿Hemos despertado? ¿Esta constatación tiene correlato con nuevas prácticas? ¿Qué hace que millones que han abierto los ojos sigan reproduciendo acciones y actitudes que refuerzan el rumbo al abismo? ¿Qué hace falta para cambiar?
Enrique Leff: “Aprender a vivir en la armonía de lo múltiple es el gran desafío político
y ontológico de la humanidad"
¿Resuenan estas preguntas? Algo de esto nos llevó a construir Huerquen hace casi 10 años, y seguimos buscando, con otros, otras, otres… tesisonceavamente buscamos comprender porque buscamos transformar ¿Hacia qué? ¿Con qué imágenes e ideas componemos un collage en la arena? ¿Cómo avanzamos desde acá hasta ese “ahí”? ¿Cómo re-existimos? Italo Calvino dice que hay dos maneras de no sufrir el infierno de los vivos: una es volverse parte de él, y la otra, la difícil, es buscar y reconocer quién y qué en medio del infierno no es infierno, y hacerlo durar y darle espacio.
Enrique Leff es un pensador ineludible para abordar la crisis civilizatoria que vive la humanidad. Sus trabajos son verdaderos libros-herramienta para desajustar los engranajes de la monocultura que impone la modernidad occidental, hoy hegemónica. Ahora que encontramos su palabra, les invitamos a darle espacio y tiempo.
Huerquen: Para la gente que no te conoce, contamos quién sos, de dónde venís y cuáles son las principales preocupaciones que te llevaron a transformarte en… ambientalista?
Enrique Leff: ¿Quién soy? Soy quien menos sabe quién soy, pero me llaman Enrique Leff ¡Y vamos! la vida me ha llevado a posicionarme en esta temática, en esta problemática: crisis ambiental, crisis civilizatoria por la cual atraviesa la humanidad y el planeta. Entonces ¿qué es lo que a mí me preocupa? Pues me ha preocupado comprender esa problemática, entender cómo la humanidad llegó a este estado, a este punto de quiebre civilizatorio, dónde está la falla constitutiva de este proceso civilizatorio. Y más allá de entrar en las causas, en la génesis, en la genealogía, me ha preocupado también tratar de pensar casi lo impensable que es la posibilidad de salir, de darle un giro positivo. Salir del pensamiento solamente crítico o de una hermenéutica de la causalidad de la génesis de esta situación. Tratar de romper el cerco de lo impensable, la manera en que la racionalidad y la modernidad ha cerrado el problema. Lo ha cercado del confinamiento de los comunes, que constituyó una de las condiciones de la acumulación primitiva del capital. Es decir, se ha borrado la capacidad de comprender, pensar, entender, esta condición de la vida y de la humanidad en esta fase, que yo espero poder llamar transicional, del proceso civilizatorio. Tratar de construir, de encontrar, de rescatar de la historia del pensamiento, de los momentos más primigenios y más iluminantes de la compresión de la vida, dónde estarían las raíces, las fuentes de esa compresión para abrir el pensamiento. Y desde ahí a la acción transformadora, hacia lo que hoy podríamos decir, en un sentido de más equidad y de sustentabilidad de la vida, de aprender a vivir en las condiciones de la vida.
Hqn: Vos hablas de condición de la vida como si fuera una especie de situación humana a la que llegamos y que inexorablemente nos llevó a este punto de estar en una controversia entre desarrollo alternativo y alternativas al desarrollo. ¿Cuál es el rol de los movimientos sociales y las organizaciones con estas alternativas al desarrollo? Pienso en sectores campesinos e indígenas, que vienen siendo los ejemplos contemporáneos de que las alternativas están, y vienen persistiendo a lo largo de la historia.
EL: En primer lugar, la capacidad de resistencia, o sea, el que en ese estado de indefensión, de exclusión, a veces hasta de exterminio, manifiestan lo que puede la resistencia de la vida misma. Una resistencia que no es nada más la capacidad de resiliencia de los ecosistemas, sino que es la capacidad de resistencia de los seres humanos que pueden pensar su condición, y desde ahí abrir un proceso de emancipación. Entonces, el lugar que juegan los movimientos es eso, es la capacidad de emancipación de esta situación; porque una cosa es la capacidad de la vida de recomponerse después de que se siga efectuando esta degradación entrópica de la vida en el planeta y cómo las moléculas se pueden reconstituir; la vida como la vida misma. Acá estamos hablando de la capacidad, la gran encrucijada, el gran momento que vive la humidad es que está poniendo a prueba en un punto extremo a la capacidad de la humanidad no sólo de resistir, sino de re-existir, re-vivir, de recuperar la capacidad humana de dirigir los cursos de la vida. La crisis ambiental significa -y lo que manifiesta es una falla histórica- una falta de comprensión del género humano sobre las condiciones de la vida. Digo del género humano, pero hay que acotarlo, no son todas las culturas, no son todas las civilizaciones.
Se puede generalizar que hay una falla desde el logos en la capacidad de compresión humana. En términos muy genéricos, se ha enfrentado a la dificultad de vivir en condiciones de la vida que solamente recientemente la ciencia empieza a mostrar, de las complejidades de la constitución de esa vida ¿A qué me refiero? A la complejísima trama de la vida, la condición entrópica de la vida, la compleja manera cómo se constituye la vida en sí. No nada más los orígenes de la vida, sino lo que sostiene a la vida misma y cómo la vida manifiesta su propia ontología, el modo de ser de la vida. Pero también, entender la manera cómo se ha constituido la condición humana, es decir, la parte más ardua, engañosa y tenebrosa de la constitución humana, del deseo inconsciente, lo que ha configurado en ese logos humano una voluntad de poder que se ha plasmado en la forma de compresión del mundo, en la forma de objetivación del mundo, en el modo cómo la ciencia busca comprender la naturaleza de la naturaleza. Todos esos esquemas de racionalidad, hoy están conduciendo hacia una degradación inexorable de la vida. Entonces, esa gran responsabilidad ya no es de un filósofo, de un gran científico, de un gran poeta o literato; no va a ser ni un Heidegger, ni un Rimbaud, parece ser que tampoco el papa Francisco o la niña Greta. Es una condición, una responsabilidad, un llamado a la humanidad. Por eso los movimientos sociales hoy tienen una responsabilidad doble: no es nada más la responsabilidad histórica -como el proletariado, de tomar el poder desde el capital-, no es la capacidad nada más de resistir, es la capacidad de repensar, de re-imaginar y de reconocer esas condiciones de la vida, la condición termodinámica, ecológica, inconsciente, qué es lo que motiva las acciones humanas, y reconducirlas en el sentido -hablé de la voluntad de poder como de dominio- por la voluntad de poder querer la vida. Y desde esa voluntad de poder querer la vida, aprender a vivir conforme a esas condiciones de la vida: las biológicas, ecológicas, termodinámicas, pero también las condiciones inconscientes, culturales, políticas.
Entonces, reconstituir el tejido de la vida, esa es la gran responsabilidad de los movimientos. Y digo de los movimientos porque esa responsabilidad, que es de toda la humanidad, hay que saberla diferenciar en sus distintos actores sociales. Hoy en día no se ve que sean los empresarios, los gobiernos, ni quienes detentan el poder, tan enganchados en la lógica del desarrollo y del crecimiento: su racionalidad ya está capturada por este mecanismo de retroalimentación propia del capital. No es de ellos de quienes puede surgir esa imaginación creativa. Es de los pueblos de la tierra, es desde ahí, desde los pueblos que han resistido y han mantenido un arraigo con sus condiciones de vida, con sus condiciones más materiales de existencia, como estrategias de supervivencia a pesar del acoso del capital, desposesión de sus territorios, la pobreza, la desigualdad social. Esto es lo que está puesto a prueba, sin garantía de éxito, pero es lo que se está poniendo a prueba.
Yo diría que cuando hablamos de movimientos sociales, de la capacidad de esos movimientos sociales de salirse de un rol de mera crítica y resistencia -que es fundamental-, pero hay que pasar de la crítica y la resistencia a la deconstrucción de toda esa maquinaria que esta instaurada, institucionalizada en el mundo; deconstruirla no teóricamente nada más, sino ir poco a poco desmontando esos mecanismos que son los que regulan y determinan la vida cotidiana, al mismo tiempo que se generan otras vías de construcción de la vida, de la sustentabilidad de la vida, de producción de alimentos por empezar, la seguridad alimentaria de la población. Es decir, reinventar los modos de existencia de acuerdo a eso que llamé las condiciones de la vida.
Hqn: Aunque no sea uno de los temas que trabajas de forma directa, es inevitable preguntarte sobre la relación del patriarcado con la crisis ambiental…
EL: Emmm… bueno, mirá, en los diagnósticos de condición de la crisis socio-ambiental, es verdad que por un lado se comprende que es el capital la estructura social causante de esta crisis socio-ambiental. Pero desde el lado del ecofeminismo, lo que se ha destacado es que hay una estructura cultural que se ha instaurado en la historia de la cultura, de las civilizaciones, que se manifiesta como la estructura causante también de la desigualdad social, por una parte, y por otra parte, generadora de un deterioro ambiental que es el patriarcado; es decir, la desigualdad que viene de otra raíz ontológica que es la diferencia de los sexos como lo determinaría el psicoanálisis. Entonces, desde esa constitución, que es una constitución que casi podríamos llamar pre-ontológica, hay una derivación que viene de lo que se llama la diferencia ontológica, como diría Heidegger “el olvido del ser”; lo que ha faltado es pensar en serio el ser, entonces, desde el pensar la presencia de los entes -me estoy remitiendo a la historia de la ontología, de la metafísica- desde ahí se ha ido generando, configurando, el logos humano, un logos humano que ha olvidado la vida y que ha olvidado el ser.
Muchas veces se refiere a uno de los cortes genealógicos estructurales del pensamiento moderno desde la dualidad cartesiana. Entonces, se dice que el problema es que hay que terminar con ese dualismo que separa al cuerpo de la mente; a los sentimientos de la razón; al objeto del sujeto; a la naturaleza de la cultura; esa dualidad es la causante estructural de esta sociedad que no reconoce a la naturaleza. Pero, entonces dicen las ecofeministas, o el feminismo, o el pensamiento crítico que viene de ahí: pero antes del capitalismo, las sociedades humanas fueron construyendo una relación desigual hombre/mujer ¿no? El patriarcado, el predominio del macho sobre la hembra, del hombre sobre la mujer, y desde ahí la asignación de roles sociales desiguales, que le asignaban a la mujer el rol de cuidado -y muchas ecofeministas reivindican incluso eso- frente a un rol más intelectualizado de las tareas de control, de dominio, de poder del hombre.
Yo diría, que todas estas constituciones de lo social que vienen de esa raíz de, por un lado, esa diferencia de los sexos, como dije, y la diferencia ontológica, se conjugan; y se conjugan para generar relaciones de desigualdad. Y hay que matizar en cada caso hasta qué grado es el patriarcado, la gerontocracia, el rol dominante del hombre lo que determina, en este caso, el deterioro ambiental o la desigualdad social. Cuáles se vienen constituyendo desde el orden que parte del olvido de la vida en sí por la formulación ontológica del predominio del pensamiento del ser por sobre la condición de la vida. Y ver cómo todos esos principios fundacionales de la estructura social, hoy se reflejan en una desigualdad social y en la degradación de la naturaleza, de la physis.
A mí me sigue pareciendo, si tuviéramos que remitirnos al pensamiento de las contradicciones primarias y secundarias, que hay una condición fundamental que es el olvido de la vida. Y desde ahí se ha venido objetivando la vida, la naturaleza misma. Y eso ha constituido una racionalidad que es la predominante en la degradación entrópica del planeta, de la vida del planeta, de la biosféra. Pero vuelvo a decir, eso no significa poner de lado, las otras contradicciones o principios estructurantes de una sociedad que hoy están siendo cuestionadas, podríamos decir 2.500 años después del nacimiento del pensamiento filosófico, pero bueno, el patriarcado y la gerontocracia vienen de mucho tiempo atrás.
¿Qué es lo que está pasando con esta crisis socio-ambiental y cultural, la crisis civilizatoria? Se está cuestionando la constitución misma de la humanidad en el planeta y cómo está esa humanidad, constituida de esta manera; cómo está derivando la vida en el planeta, la vida en el sentido más amplio. Se habla de antropoceno, del capitaloceno, es decir, de la constitución de una fuerza que está instaurada en la sociedad, institucionalizada en la sociedad por completo y que está orientando la evolución de la vida en el planeta. Y por primera vez en la historia eso se ha convertido a un llamado a la humanidad en su conjunto, no a los líderes tales, no a los gobernantes, sino a toda la sociedad para repensar la constitución de la vida, y de la vida humana, que es la que está impulsando, desviando, orientando los horizontes de la vida en el planeta.
Hqn: Para cerrar, ya que estamos en esto de pensar en el desafío de imaginarse ¿Cómo te imaginás el futuro?
EL: Tú me preguntas si se puede re-imaginar el mundo. Sí, por supuesto que se puede re-imaginar. Pero, hay grandes autores que han reivindicado la imaginación como un proceso de reconstitución de la sociedad, Castoriadis por ejemplo, con el “imaginario instituyente” ¿Qué es el imaginario instituyente? Pareciera como que basta que uno se imagine cualquier utopía y basta con que esté en tu imaginario y tenga la capacidad y entonces instituye. Yo creo que sí, esa imaginación abre la posibilidad incluso de la ciencia. Pero ahí tiene que haber una correlación, entre lo que te estás imaginando como una utopía y lo que es realizable. Y lo que es realizable te lleva a pensar en la potencia misma de lo real. Entonces hay que articular lo que te estás imaginando, cómo estás constituyendo tu pensamiento y cómo reconstituir los modos de producción y de vida con lo que puedes articular y rescatar de lo que potencialmente es posible y realizable desde lo real. Entonces, desde ahí, tu imaginario social está anclado y arraigado en una fuerza real, no en una imaginación utópica en el peor sentido, utópica de que tú te imaginas “bueno, pues que yo quiero un mundo feliz”, bueno sí, yo también quiero un mundo feliz, pero ¿cómo se hace un mundo feliz, no? No, yo estoy hablando de reorientar este mundo que hoy en día desde el capitalismo está encaminando a la muerte entrópica del planeta; a refundarlo desde la physis misma; desde la potencia creativa de la vida, reconstituir el tejido de la vida.
Yo me imagino que la única posibilidad de una vida sustentable basada en la ontología de la vida, en cómo es la vida, es un mundo que rompa con el régimen unitario, con el dominio totalitario del capital. Un pensamiento que rompa con la hegemonía de “lo uno”, de lo universal. Un mundo anclado y arraigado en una ontología de la diversidad, una política de la diferencia, una ética de la otredad, esos son mis tres principios. Y desde esos principios se abre un ideario social de cómo reconstituir la vida humana, articulada a las condiciones de sustentabilidad de la vida. Yo sé que lo estoy diciendo de una manera esquemática, pero eso abre como decía el Subcomandante Marcos, a a un mundo donde quepan muchos mundos. Hoy se dice desde el foro social mundial “otros mundos posibles”, sí, porque la vida no es nada más que otro mundo posible, otro desarrollo, la vida va hacia la constitución de muchos mundos posibles porque cada mundo de vida es un mundo diferenciado y singular. Mi apuesta sería la proliferación de los mundos posibles, a la diversidad sociocultural ambiental. Ese sería el ideal de un mundo plural, para eso hay que romper los esquemas hoy instaurados que remiten a la homogeneidad del mundo, a la unidad del valor del mercado, a la medida de las cosas. A todos esos patrones que unifican y que constriñen la diversidad de la vida. Entonces, ese sería mi ideal. Y, otra vez, sabiendo administrar las condiciones que son ineluctables de la vida, que es la entropía que está presente en todos los procesos de transformación de la materia en energía y hacerse cargo el ser humano de su voluntad de poder, de su falta en ser, de eso que te mueve a quererte afirmar dominando al otro o a la otra. Romper las relaciones de dominación y abrirse a relaciones más armónicas, más sinérgicas, donde siempre habrá la contradicción: esa contradicción que es casi constitutiva de todo lo que existe en la vida, como lo dijeron desde Heráclito hasta Nietzsche ¿no? Es decir, hay una condición que es siempre inherente a la vida y, aprender a vivir en esas contradicciones, en esas oposiciones, pero rompiendo su traducción a esquemas de opresión y dominación. Aprender a vivir en la armonía de lo múltiple, ese es el gran desafío político y ontológico de la humanidad.
Fuente: Huerquen