Veinte años de TLCAN: el protectorado mexicano
El Tratado de Libre Comercio para América del norte (TLCAN) fue concebido con el propósito de hacer irreversible la imposición del neoliberalismo en México. Las relaciones económicas con Estados Unidos crearon un marco jurídico de subordinación que efectivamente parece hacer inalterable las instituciones del neoliberalismo.
En el vigésimo aniversario del TLCAN no hay nada que festejar. El comercio se encuentra concentrado con Estados Unidos (alrededor del 77 por ciento de las exportaciones mexicanas van hacia ese país). La vulnerabilidad de la economía mexicana es la otra cara del incremento del comercio con el país norteño.
El saldo comercial de México con Estados Unidos se mantiene positivo. Pero si se observa la composición de las exportaciones hacia Estados Unidos se puede comprobar que los dos componentes principales son las maquiladoras y el petróleo. En el 2012 estos dos componentes son responsables del 85 por ciento de las exportaciones hacia Estados Unidos. Es decir, las principales exportaciones de México hacia el vecino norteño son recursos naturales y mano de obra barata.
Las exportaciones de maquiladoras implican por definición el empleo de mano de obra barata, o como prefieren decir los neoliberales, con salarios competitivos. Eso significa que la aportación en materia de creación de empleos es sobre la base de salarios deprimidos. Pero ese no es el único punto negro de las maquiladoras.
La industria maquiladora prospera en la medida en que los segmentos del proceso productivo de una mercancía que son intensivos en mano de obra pueden ejecutarse en México. Pero los demás segmentos se llevan a cabo en otro espacio económico y eso significa que los vínculos inter-industriales son muy débiles. Eso es lo que explica el poco valor agregado de las maquiladoras y su escaso efecto de arrastre sobre las demás ramas de la industria en México. Por eso el comercio con Estados Unidos creció en los veinte años de TLCAN mientras que la economía mexicana se mantuvo estancada.
Quizás el sector más golpeado es el campo mexicano. El economista Tim Wise acaba de publicar la culminación de una serie de estudios sobre el impacto del TLCAN en el sector agropecuario (los resultados pueden encontrarse en www.globalpost.com y en www.ase.tufts.edu/gdae). Sus investigaciones dividen en dos etapas la vigencia del TLCAN y sus efectos sobre el campo. En el primer lapso, que corre de 1994 a 2004, Estados Unidos inunda el mercado mexicano con productos agropecuarios fuertemente subsidiados y presiona los precios de los productores a la baja. Para los tres millones de pequeños productores de maíz, el precio cayó un 66 por ciento debido a que las importaciones de maíz provenientes de Estados Unidos aumentaron 400 por ciento. Esas exportaciones se realizaron a precios situados 19 por ciento por debajo del costo de producción de los granjeros estadounidenses. Tim Wise bautiza esta etapa como la Era del dumping agrícola.
En esos años los gobiernos mexicanos no sólo no hicieron nada para frenar el abuso, sino que dieron por terminado el plazo de transición que originalmente se había introducido en el TLCAN para proteger el sector maicero mexicano. Los demás apoyos al campo siguieron su caída vertiginosa.
Una suerte similar marcó las exportaciones de Estados Unidos hacia México de soya, trigo, algodón y arroz. Y aunque las exportaciones de hortalizas de México a Estados Unidos también aumentaron, la balanza agropecuaria no pudo equilibrarse por el peso de los alimentos básicos. Para 2005 México ya estaba importando alrededor del 42 por ciento de los alimentos que consume. La dependencia en maíz pasó del 8 por ciento antes del TLCAN a 32 por ciento. México importa hoy 60 por ciento del trigo y 70 por ciento del arroz que consume.
En 2007 la economía mundial experimentó un fuerte incremento de precios en alimentos básicos. Para países como México que se habían enganchado con la ilusión de importaciones de alimentos baratos, el impacto fue desastroso. Aquí comienza la segunda etapa que Wise llama la Era de la dependencia.
La política agrícola y energética de Estados Unidos tiene mucho que ver con este aumento en los precios internacionales de alimentos. Diversos subsidios y otros incentivos desviaron alrededor del 40 por ciento del maíz estadounidense (15 por ciento de la oferta mundial de maíz) a la producción de etanol. Esto provocó el incremento de precios en toda una constelación de productos agrícolas y pecuarios. Las importaciones mexicanas de productos agropecuarios superaron los veinte mil millones de dólares y el déficit agrícola superó los cuatro mil millones de dólares.
El neoliberalismo mexicano tiene tres pilares: el TLCAN, la política monetaria (y financiera) y la política fiscal. Esa mezcla explica que hoy tengamos 55 millones de mexicanos sumergidos en la pobreza. Y no es exagerado decir que con el TLCAN México se convirtió en un protectorado de Estados Unidos. Su política económica, energética y de relaciones exteriores se definen en Washington.
Fuente: Red en Defensa del Maíz