Transgénicos: lo que pasó en 2016 - Boletín N° 678 de la RALLT
"En 2016 se cumplió los 20 años de comercialización masiva de los cultivos transgénicos en el mundo. Recordemos que estos empezaron a plantarse en Estados Unidos, Argentina y Canadá. A lo largo de este período se han hecho entre 40 mil y 50 mil pruebas de campo, pero a pesar de todas las promesas de que en estos cultivos se encontrará la respuesta al hambre en el mundo, bajará el uso de plaguicidas y se encontrará alivio al campo climático, el 96% de estas pruebas de campo se han hecho mayoritariamente con maíz, seguido por soya, canola y algodón. En América Latina la mayoría de pruebas de campo son de algodón y maíz."
RED POR UNA AMÉRICA LATINA LIBRE DE TRANSGÉNICOS
BOLETÍN 678
LO QUE PASÓ EN 2016 EN EL TEMA DE TRANSGÉNICOS
En 2016 se cumplió los 20 años de comercialización masiva de los cultivos transgénicos en el mundo. Recordemos que estos empezaron a plantarse en Estados Unidos, Argentina y Canadá.
A lo largo de este período se han hecho entre 40 mil y 50 mil pruebas de campo, pero a pesar de todas las promesas de que en estos cultivos se encontrará la respuesta al hambre en el mundo, bajará el uso de plaguicidas y se encontrará alivio al campo climático, el 96% de estas pruebas de campo se han hecho mayoritariamente con maíz, seguido por soya, canola y algodón.
En América Latina la mayoría de pruebas de campo son de algodón y maíz.
Las características más evaluadas son la resistencia a nuevos herbicidas y a plagas de insectos; que son los cultivos que dominan los territorios sembrados con semillas transgénicas. Es decir, se ensaya cómo abrir la puerta a nuevas y más peligrosas fumigaciones.
Es así como, se hacen cada vez más evidentes los impactos de los plaguicidas asociados a los nuevos transgénicos, y tal vez por ello, se empiezan a ver respuestas más fuertes desde la sociedad organizada. Un resultado concreto se refleja por ejemplo en la petición hecha por un fiscal federal en Argentina, quien pidió que se suspenda el uso de glifosato en todo el país, debido a los graves efectos de este herbicida, y por ser Argentina el segundo país en cuanto al uso de plaguicidas / hectárea en el mundo[1]. En otras regiones se solicita que se limita el área de fumigación, o que se deje de fumigar en zonas cercanas a centros poblados o escuelas[2].
En Estados Unidos se consiguió una prohibición temporal a los transgénicos resistentes al herbicida 2,4D (herbicida muy tóxico y uno de los ingredientes del agente naranja, defoliante usado en la guerra contra Vietnam). Estos nuevos cultivos transgénicos se han aprobado en Argentina y Brasil, por lo que la sociedad civil pide una prohibición al uso del 2,4D (y de esa manera, prohibir los transgénicos resistentes al herbicida).
Otra cosa que ha quedado evidente es el afecto de los transgénicos y sus plaguicidas asociados en la producción de miel. De hecho, ya hay varios apicultores afectados en América Latina[3]. Un caso positivo fue el de México, los productores de miel ganan un caso en contra de Monsanto y se suspende, al menos temporalmente, la siembra de a soya transgénica en los Estados de Campeche y Yucatán[4].
Aunque Brasil es el segundo productor de transgénicos a nivel mundial desde hace algunos años (hoy cuenta con 42,2 millones de Ha), ha habido también un gran impulso a la producción agroecológica y la agricultura familiar. Sin embargo, este año, con el golpe, ha habido retrocesos también en este campo, y se ha afectado mucho al sector campesino; y en Argentina (con 24,3 millones de hectáreas), el nuevo gobierno ha optado por una política que, con mucho más fuerza que antes, favorece al agronegocio.
En Bolivia se ha empezado a debatir cómo ampliar la frontera agrícola, y no se descarta que esto se haga con transgénicos. Preocupa especialmente la adopción del maíz transgénicos, para alimentar a la industria avícola de ese país, no sólo por los impactos inherentes de esta tecnología, sino porque Bolivia es uno de los más importantes centros de diversidad del maíz, donde este cultivo tiene una importancia cultural muy grande.
En Colombia, el proceso de paz lamentablemente podría incluir una expansión de los cultivos transgénicos en ese país, según se insinuó en el foro "Cultivos más productivos: innovación, desarrollo y paz", organizado por la Asociación de Biotecnología Vegetal Agrícola (Agro-Bio). El llamado “rey de la soja”, el mayor productor de soya transgénica del mundo, el argentino Gustavo Grobocopatel declaró que el gobierno colombiano le ha invitado para que participe en la etapa post-conflicto[5].
En Costa Rica, país que podría ser el mayor consumidor de agrotóxicos del mundo, hubo la intención de cambiar la legislación sobre plaguicidas para permitir el registro de nuevos compuesto, y se han presentado peticiones para aprobar nuevos eventos transgénicos.
Pero hay también buenas noticias: el Parlamento Andino declaró a la región andina libre de Cultivos y Semillas transgénicas, e hizo un pedido a los países que ya han adoptado esta tecnología que hagan un proceso de conversión hacia técnicas más sustentables. Como resultado de esto, un grupo de científicos “mercenarios”, escribieron una declaración rechazando esta declaración
Esto parece ser parte de una estrategia. Recordemos que un es grupo de más de 100 premios nobel y otros investigadores hicieron una declaración defendiendo los transgénicos, particularmente el poco famoso arroz dorado. Una respuesta similar hizo la Academia de Ciencia de Estados Unidos. Han habido además pronunciamientos “científicos”, que cuestionan la resolución de la resalta la decisión de la Agencia Internacional para la Investigación sobre el Cáncer (IARC, ámbito especializado de la Organización Mundial de la Salud), en 2015 de cambiar la clasificación de este herbicida como un posible agente cancerígeno para humanos.
Como parte de esta estrategia, se sigue promocionando con mucha fuerza los transgénicos en el mundo, y estos esfuerzos están dirigidos hacia América Latina, a aquellos países que aún no han adoptado esta tecnología gracias a la presión de la sociedad como Ecuador y Perú.
Por otro lado, con motivo de los 20 años de la comercialización de los cultivos transgénicos, en 2016 ha habido varias publicaciones que develan los graves impactos de los transgénicos y desmitifican las falsas promesas de esta tecnología[6].
Debido a la crisis económica debido a la caída del precio de las commodities agrícolas. Se producen megafusiones de empresas: Bayer – Monsanto, Dow – BASF y Dupont, y la compra de Syngenta por parte de la empresa china ChenChemicals, lo que significará que el comercio internacional de semillas (y agroquímicos), estará cada vez en menos manos. Estas empresas invierten además en otras áreas económicas como la producción de agrocombustibles[7], biología sintética[8] y otros
Concomitantemente con esto, se continúa con mucha fuerza en el proceso de aprobación de nuevas leyes de semillas que pretenden que todas las semillas que circulen en los mercados nacionales sean semillas registradas y certificadas, lo que significará el desplazamiento de las semillas nativas y criolla, y la consolidación de las semillas industriales en los mercados nacionales. Recordemos que a nivel del Tercer Mundo, entre el 70 y 80% de semillas que se plantan provienen de la agricultura campesina.
Este año se ha visto también como se posicionan con mucha fuerza la promoción de nuevas tecnologías moleculares. Los mosquitos transgénicos para el control del dengue (y probablemente del sika), sigue cobrando relevancia. En Brasil, un grupo de científicos cuestionaron las aseveraciones que se hicieron en relación con el sika y los problemas que podrían generar en mujeres embarazadas, señalando que se podría utilizar como una medida de implementar políticas públicas como la liberación del mosquito transgénico y otras.
En las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos, se hizo un referéndum en el Estado de Florida, en el que la población aprobó la liberación del mosquito transgénico para el control del dengue. Es importante anota sin embargo, que en la zona donde se haría la liberación la población se pronunció en contra.
La biología sintética sigue desarrollándose, y las empresas que invierten en esta tecnología han preferido producir principios activos que son sintetizados en pequeñas cantidades por organismos vivos (especialmente plantas). Algunos de estos productos en el mercado: se comercializan ya saborizantes de vainilla, uva, naranja. Para uso cosmético se produce el ecualeno (un hidrocarburo), el aroma de pachuli, el resveratrol (un tipo de fenol de origen natural) y el principio activo del vetiver (una gramínea cuya raíz es usada con fines medicinales por la medicina ayurveda). Están en proceso de aprobación una lista de otros productos como la stevia, el azafrán, la mantequilla de cacao y sustitutos de leche y huevo.
Después de varios años de debatir una moratoria a la biología sintética, en la 13ra. Conferencia de la Partes del Convenio sobre Diversidad Biológica (COP13), los países debilitaron la idea de la moratoria, y acordaron investigar las secuencias genéticas que se encuentran almacenadas en bases de datos digitales (que pueden ser utilizados para cometer la biopiratería), y se pusieron de acuerdo en una definición de trabajo de la biología sintética. Este pequeño progreso fue socavado con la disolución del grupo permanente de expertos que estaba desarrollando directrices para la evaluación de riesgo de la biología sintética.
La tecnología Cas9-CRIPS, como ya ocurrió hace 20 años con los transgénicos, se promociona como la panacea, como la bala de plata que van a resolver los problemas del mundo. Cada día se publican las grandes nuevas maravillas que podrían obtenerse a partir de esta tecnología, pero además, se pretende decir que los productos obtenidos con esta tecnología no son transgénicos, y por lo mismo no requieren pasar por todos los requerimientos legales de bioseguridad. Así, el maíz con alto contenido de amilopectina de DuPont Pioneer podría ser la primera planta desarrollada con la tecnología CRISPR en ser comercializada pasando por alto la supervisión del USDA.
Una aplicación de esta tecnología son “impulsores genéticos” que podrían producir extinción de especies enteras o al menos, de poblaciones biológicas. En la COP13, varias organizaciones de la sociedad civil pidieron que se llame a una moratoria a esta tecnología. Lo que se consiguió fue que se haga un llamado de advertencia a esta tecnología.
Notas
[1]Ver por ejemplo, aquí
[2] Una revisión de esta problemática fue hecha por RALLT y UCCSNAL. Disponible aquí (pdf)
[3] Una revisión de los impactos de los plaguicidas y los transgénicos en la producción de miel fue hecho por la RALLT, y está disponible aquí (pdf)
[4] Más información: aquí
[5] http://www.infobae.com/...
[6] Ver por ejemplo el artículo del New York Times de octubre 2016. Aquí
[7] Ver por ejemplo aquí
[8] Ver por ejemplo aquí
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