¿Se volvió el mundo en contra de los transgénicos en el año 2009?
El 2009 fue un año en el que las industrias biotecnológicas, Gates y sus aliados en la administración de los Estados Unidos hicieron todo lo que estaba en su poder para conducir al mundo en el camino de los transgénicos, pero fue también un año de remarcable rechazo a los transgénicos. Boletín N° 369 de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos
Fue un año también en que la verdad emergió más claramente que nunca, no sólo acerca de las graves limitaciones y riesgos de los cultivos transgénicos, sino también sobre la viabilidad de muchas alternativas positivas a los cultivos transgénicos , las mismas que está eclipsada por criterios de la rentabilidad que estos cultivos genéticamente modificados generan, lo que ha desviado mucha la atención y los recursos que estas alternativas necesitan para posicionarse.
La escena se había establecido en el 2008 con el informe de IAASTD, elaborado por 400 expertos científicos y firmado por unos 60 gobiernos. Este informe dejó en claro que después de más de 10 años de comercialización, los cultivos transgénicos no había hecho nada para ayudar en la la erradicación del hambre y la pobreza, o la reversión de la degradación ambiental causada por la agricultura.
La IAASTD defendió que el camino a seguir es la producción agroecológica, y la investigación llevada a cabo por El Programa para el Medio Ambiente de la ONU
también sugirió que la agricultura orgánica, a pequeña escala podría ofrecer mayores rendimientos y sin los impactos al medio ambiente y al tejido social que genera la agricultura industrial. El análisis del PNUMA de 114 proyectos en 24 países africanos reveló que los rendimientos de la agricultura orgánica era de más del doble.
En 2009 también hubieron importantes contribuciones que demostraban que la agricultura sostenible contribuye al enfriamiento del planeta, mientras que los intentos de Monsanto han sido la promoción de monocultivos tranasgénicos como amistosos con el clima, lo que le mereció ganar el premio al peor cabildeo en contra del clima.
Criticas oficiales
Pero lo más notable en el 2009 fue la manera como la crítica a la industria de la biotecnología se posicionó en el mainstream. Fue alarmante para la industria, algunas de las críticas más duras que golpearon a la industria se encuentran en editoriales y artículos de revistas de la talla del Scientific American, el New York Times, Associated Press y, lo más sorprendente de todo, quizá, fueron los artículos en una revista incondicionalmente pro-transgénicos como es Nature Biotechnology.
Y de diferentes maneras todos estaban señalando el mismo punto fundamental – a la industria biotecnológica se le ha permitido obtener un dominio sin precedentes sobre el uso de semillas. Un editorial en la revista Scientific American, por ejemplo, se quejó de que “es imposible verificar que los cultivos modificados genéticamente funcionen como se promociona. Esto es porque las empresas agro-biotecnológicas se han otorgado a sí mismas de poder de veto sobre la labor de los investigadores independientes”.
El editorial señaló a continuación que “la seguridad alimentaria y protección del medio ambiente depende de la fabricación de productos de plantas disponibles para el escrutinio científico regular”, y el Scientific American señaló que “En el futuro, la EPA también debe exigir, como condición para aprobar la venta de nuevas semillas, que los investigadores independientes tengan acceso sin restricciones a todos los productos existentes en el mercado”.
¿Y tu, Brutus?
Un corresponsal de una publicación sobre comercio agrícola señaló que nadie en la industria de la biotecnología ha podido facilitarle un solo ejemplo de cualquier otro tipo de producto en el mercado que está protegido del escrutinio científico, de la misma manera como están las semillas modificadas genéticamente-
Y el corresponsal de la ciencia del Financial Times – otra publicación sólidamente pro-transgénica - se quejó, “Imagine a las empresas farmacéuticas tratando de impedir que los investigadores médicos puedan comparar los fármacos patentados o que investiguen sus efectos secundarios - es impensable. Sin embargo, los científicos no pueden examinar, de manera independiente, las materias primas que se usan en los alimentos, o investigar las plantas que cubren una gran cantidad de zonas rurales de Estados Unidos”.
Un artículo publicado en Nature Biotechnology señala que aun cuando se logró publicar algunas investigaciones críticas a los transgénicos, se encontró con un muro, al parecer orquestado, y fueron objeto de ataques infundados por parte de los defensores de los transgénicos. En palabras de un editor de la revista de la Sociedad Entomológica de América, el desacreditar a un investigador reconocido, por parte de otro investigador reconocido, es un manera emocional, partidista de actuar, que no es útil para hacer avanzar el conocimiento y se encuentra fuera de los ideales de la investigación científica.
Y no fue sólo la falta de escrutinio científico lo que fue criticado de Monsanto. Una investigación hecha por la Associated Press informó sobre las cláusulas de confidencialidad que se incluyen en todos los contratos de Monsanto, las mismas que muestran cómo la mayor empresa productora de semillas más grande del mundo está eliminando a sus competidores y ejerciendo control sobre empresas menores en el negocio de las semillas y protegiendo agresivamente su posición dominante en un mercado de miles de millones de dólares.
Golpe a los agricultores
Mientras tanto, los agricultores desencantados han señalado cómo el gigante de los transgénicos está utilizando su poder de mercado para elevar los precios de sus productos a los agricultores y limitar su acceso a las semillas genéticamente modificadas. Y otro nuevo informe mostró que los precios de las semillas genéticamente modificadas se han incrementado de una manera tan dramática, que han hecho reducir los ingresos promedios de los agricultores estadounidenses
Así en el 2010, en medio de una inevitable avalancha de publicidad a favor de los transgénicos, como vitales para hacer frente al hambre, a la pobreza, a los impacto del cambio climático, el crecimiento demográfico, la escasez de combustible y cada una de las preocupación que aquejan al momento a la humanidad, nadie debería tener duda alguna en cuanto a lo que realmente está en juego: el control sobre la ciencia, la naturaleza, la alimentación y la agricultura. Y sobre ese tipo de dominio, sólo puede librar una lucha a muerte.
Claire Robinson and Jonathan Matthews son co-editoress de GMWatch.
Red por una América Latina Libre de Transgénicos