Reclamar / recuperar los comunes

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"En el más reciente libro de la reconocida ambientalista de la India Vandana Shiva, Reclaiming the commons: biodiversity, indigenous knowledge, and the rights of Mother Earth [Reclamar / Recuperar los comunes: biodibersidad, conocimiento indígena y derechos de la Madre Tierra], publicado por Synergetic Press el año pasado, se da cuenta de la guerra que las corporaciones trasnacionales sostienen desde hace treinta años contra la naturaleza, la biodiversidad, las semillas y los modos de ser, estar, hacer y conocer de millones de personas campesinas e indígenas en todo el mundo".

COLUMNA LEER Y CAMINAR PREGUNTANDO

Por Pablo Reyna Esteves

Hace un mes, en este mismo espacio, decíamos que la milpa, el solar, la chacra y el huerto son espacios-grietas-territorios desde los cuales sintonizarnos con la diversidad e integralidad de la vida frente al caos y las violencias que la civilización moderno occidental ha impuesto  [1]. La importancia y potencial de estos territorios-vida es inmensa, tanta que las instituciones occidentales más poderosas, Estados, empresas transnacionales y ejércitos, han invertido todo el capital y fuerza disponibles para desgarrarlos, despojarlos de las culturas que les quieren y cuidan y, finalmente, cercarlos.

En el más reciente libro de la reconocida ambientalista de la India Vandana Shiva, Reclaiming the commons: biodiversity, indigenous knowledge, and the rights of Mother Earth [Reclamar / Recuperar los comunes: biodibersidad, conocimiento indígena y derechos de la Madre Tierra], publicado por Synergetic Press el año pasado, se da cuenta de la guerra que las corporaciones trasnacionales sostienen desde hace treinta años contra la naturaleza, la biodiversidad, las semillas y los modos de ser, estar, hacer y conocer de millones de personas campesinas e indígenas en todo el mundo.

A lo largo de las más de trescientas páginas del libro, Vandana Shiva recupera la historia de las batallas desatadas por las corporaciones para apropiarse de plantas y semillas en todo el mundo a través de la imposición de regulaciones sobre propiedad intelectual, patentes y biopiratería obligando a las comunidades y pueblos campesinos e indígenas a organizarse y hacerles frente a través de largos y desgastantes procesos legales en sus países y en instancias multinacionales como la Organización Mundial de Comercio.

Se escalofría el cuerpo al leer los argumentos llenos de triquiñuelas y francas mentiras que las empresas trasnacionales han presentado ante distintas cortes y juzgados. Aterroriza la franqueza, que raya en el cinismo, con la que presentan su visión de mundo, su desprecio por la diversidad biocultural para imponer su objetivo: cercar cualquier común, ya sea conocimiento, práctica, territorio, planta o semilla, para obligar a todas las personas del mundo a comprarles sus semillas modificadas y los paquetes de fertilizantes y plaguicidas químicos que estos requieren para su producción. En breve, las tres megacorporaciones (Bayer-Monsanto, Dow-Dupont, Syngenta-ChemChina) que hoy en día controlan los alimentos y la salud global a través de semillas, agroquímicos, farmaceuticas y biopiratería de gran escala, buscan ser propietarios de la vida en la Tierra y obtener todas las ganancias económicas posibles a partir de rentas y regalías a las que obligan, en una nueva colonización, a las personas campesinas a pagar.

Para hacer frente a esta guerra corporativa, el libro recupera los principales escenarios y muestra un camino difícil pero posible para proteger la biodiversidad, como un deber, en el mundo. Hay, se argumenta, dos grandes y contradictorios paradigmas para la conservación de la biodiversidad: el comunitario y el de los intereses económicos globales. El primero, vinculado entrañablemente a las propias comunidades cuya supervivencia depende del acceso y uso de la biodiversidad local en sus territorios. A la segunda no le interesa la biodiversidad en sí misma dado que para ellos ésta no tiene valor salvo como materia prima para la producción de commodities. Acá el Convenio sobre la Diversidad Biológica (CBD), ratificado por casi doscientos países, es un avance, limitado, pero avance al fin. El CBD reconoce que los conocimientos, innvocaciones y prácticas tradicionales son de vital importancia para la conservación de la diversidad biológica y que las comunidades locales, campesinas e indígenas son fundamentales para esto. Para complementar y ampliar este marco legal, la organización y trabajo colectivo de las propias comunidades es fundamental a través del registro comunitario de la especies, prácticas y conocimientos que sustentan el florecimiento de la biodiversidad en lo local. Estos registros comunitarios son fundamentales porque evitan la pérdida de conocimientos y especies, y son al mismo tiempo espacios de creatividad para nuevas alternativas de sustentabilidad.

Los registros comunitarios de especies y conocimientos, además, pueden servir como antecedente jurídico de reconocimiento de propiedad intelectual comunitaria frente a otro de los embates de las corporaciones: el Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados al Comercio (TRIPS, por sus siglas en inglés) de la Organización Mundial de Comercio. A través de los TRIPS, Monsanto al mismo tiempo ha jugado a ser el paciente, el médico internista y el médico especialista. El marco general de los TRIPS fue redactado por las mismas trasnacionales imponiendo sus intereses comerciales y exclusivamente reconoce la propiedad intelectual como un derecho privado. Esto excluye todo tipo de conocimientos, ideas e innovaciones que suceden en el ámbito de los comunes intelectuales y en las comunidades. El detallado relato de las batallas contra los TRIPS muestra el alcance maquiavélico de estas corporaciones que han buscado patentar plantas y semillas genéticamente modificadas para que este Convenio obligue a los países firmantes a introducirlas a sus mercados en condiciones indignas para las personas y comunidades campesinas. Ha sido a través de estos TRIPS que en algunos países se ha prohibido, ¡imagínense!, el intercambio de semillas de campesinx a campesinx.

Así, paso a paso, las corporaciones han borrado, incluso de nuestras conversaciones y militancias, los derechos de las personas campesinas y pequeño productoras. Sin traba alguna, las corporaciones dueñas del monopolio de las semillas seguirán avanzando hasta tener el control total de la cadena alimenticia y de la salud de la humanidad.

La reivindicación y lucha por la biodiversidad, las semillas y el ser, estar y conocer de las comunidades campesinas e indígenas son parte de una mayor: reclamar y recuperarlas como comunes. Vandana Shiva argumenta que ésta es la batalla más crucial de nuestros tiempos. Los comunes y commonings (palabra en inglés que hace referencia a las prácticas que producen y reproducen los comunes) son hoy en día parte del un proceso político amplio y diverso que busca crear y ampliar modos de vida digna en relación con la naturaleza.

Recuperar el cariño por la chacra, el solar, el huerto, a la vez que luchamos por recuperar y potenciar los comunes son dos de las luchas que estamos dando por la vida y contra toda política y economía de muerte.

Notas:

[1] Leer y caminar preguntando:  https://desinformemonos.org/leer-y-caminar-preguntando-1/

Fuente: Desinformémonos

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades, Derechos de propiedad intelectual

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