Problemática alimentaria y crisis sanitaria en Ecuador
La crisis provocada a nivel mundial por la pandemia del Covid – 19 está dando la vuelta a todo, nada está quedando en su lugar, empezó siendo un problema sanitario, pero alcanza a poner en cuestión al conjunto del modelo civilizatorio levantado en los últimos setenta años, luego de la posguerra de mitad del siglo XX para acá, esto es el capitalismo globalizado.
En algunas regiones y países con mayor complejidad que en otros, y al parecer las evoluciones en el Ecuador están quedando entre las de mayor drama: ¿Quién no quedo estremecido con las imágenes que los medios de comunicación, nacionales e internacionales, transmitieron el 1 de abril, la exposición de cadáveres en las vías públicas de la ciudad de Guayaquil y la quema de llantas en las barriadas que acumulaban muertos por varios días? Al momento de escribir este artículo se reconoce oficialmente que los datos generados tienen subregistro.
Una de las cuestiones que ha emergido en su gravedad es la problemática alimentaria: hay países enteros que tienen dificultad para acceder a alimentos, y en otros países hay zonas, como las barriadas populares, que tienen muchas trabas para acceder a alimentos, además que las cadenas privadas de expendio solo se ubican en zonas de ingresos medios y altos, pero no en los espacios donde viven poblaciones con ingresos bajos. Añadiendo que la situación sanitaria demanda alimentos frescos y sanos, no solo enlatados o envasados, pero aún producidos con insumos contaminantes.
Es la consecuencia de setenta años de un sistema corporativo que construyó a nivel mundial la concentración de la producción y del comercio alimentario, basado en una injusta e irracional división internacional, sostenida sobre la base de tratados comerciales, bajo auspicio de la OMC, que monopolizó fertilizantes y semillas, que obligó a que las mejores tierras del mundo se orientaran a los productos que demandan los países centrales y las grandes transnacionales de consumo, y volvieran dependientes de alimentos a la mayor parte de países en África, Asia y Latinoamérica.
Lo que es peor, en los últimos años, con la promoción de los agrocombustibles, que la producción fuera a alimentar automóviles y la monopólica industria de cárnicos. Irracionalidad pues aleja la producción de alimentos de las necesidades de las poblaciones humanas circundantes, es más se impone un modelo que obliga a los campesinos a abandonar sus mecanismos de cultivos tradicionales al ritmo que multiplica fertilizantes y semillas de marca transnacional.
Un ejemplo de ello es Ecuador, las mejores tierras del país, aquellas con mayor fertilidad de suelos, con acceso a riego, ubicadas en las zonas planas y valles, conectadas con las principales vías de transporte, con gran apoyo estatal, están orientadas a productos que se consumen en Europa, Estados Unidos o China: camarón, banano, flores.
Los productos agrícolas para el mercado nacional se producen en tierras de poca fertilidad, con poco o ningún riego, alejadas de las principales vías, con escaso apoyo estatal, en unidades productivas pequeñas o medianas: maíz suave y maíz duro, plátano, tomate, frejol, melloco, alverja, pimiento, cebolla, entre otros. Ahora las bodegas de las grandes compañías, en puertos y aeropuertos están abarrotadas de productos que no pueden salir del país y que jamás tuvieron el propósito de consumirse en el país. Ahí varados y pudriéndose. Los barcos llenos de petróleo sin tener a donde ir. Y en las empresas despidiendo a los y las trabajadores/as.
Mientras en las ciudades, en las barriadas populares con habitantes por miles, hombres y mujeres demandan alimentos para sostener su vida: frutas, hortalizas, cereales, leche, huevos,
carne. Y quienes producen esos alimentos, algunos de ellos se vuelven con mayor demanda por su valor nutritivo como quinua, o su aporte para enfrentar las enfermedades de vías respiratorias: naranja, limón, miel de abeja, son los y las campesinos, agricultores, de la costa, sierra y amazonía, que se mantuvieron necios produciendo para los mercados nacionales.
Evidencia de lo dicho es que del año 2000 para acá en el Ecuador decreció la superficie en cultivos transitorios, donde está la mayor parte de los alimentos para el consumo nacional, se
perdieron doscientas mil hectáreas. Mientras que, en permanentes, donde están la mayor parte de cultivos para la exportación, se incrementó en ciento cincuenta mil hectáreas.
Francisco Hidalgo Flor es profesor de Sociología del Desarrollo en la Universidad Central del Ecuador, investigador del Sistema de Investigación sobre la Problemática Agraria del Ecuador – Sipae.
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