Por una soberanía alimentaria para una producción de base campesina y un comercio internacional en beneficio de los pueblos
Propuesta de Via Campesina sobre la posición frente a la agricultura campesina con una producción y un comercio sostenible. "La producción campesina sostenible y los productos de calidad para los consumidores locales requieren de la más alta prioridad. La mitad de la población mundial está trabajando en el sector agrícola de base campesina, y muchas otras personas dependen de este. La agricultura campesina es el más grande “empleador” en todo el mundo. La alimentación es un bien esencial que no puede dejarse a los caprichos del mercado internacional. Los gobiernos de los países tienen una responsabilidad ineludible para mantener las condiciones bajo las que las familias pueden producir de manera sostenible frente a sus necesidades"
Primero una Soberanía Alimentaria de los Pueblos!
Fortalecer la soberanía alimentaria de los pueblos implica muchos pasos concretos así como cambios en las políticas que tienen que tomarse a nivel local, nacional, regional e internacional; pasos hacia una producción sostenible campesina y un consumo basado esencialmente sobre la producción alimentaria local y doméstica.
Hasta el momento, instituciones como la OMC, el FMI y el Banco Mundial conducen políticas a nivel nacional e internacional en dirección a la desregulación, privatización y liberalización que llevan a la destrucción de millones de sustentos de vida, al aumento de las migraciones alrededor del mundo y al crecimiento de grandes suburbios urbanos.
Estas políticas tienen que cambiar! Clave de esto es la construcción de alianzas fuertes dentro de nuestras sociedades a escalas locales, nacionales, regionales e internacionales. Se requiere aparte de un diálogo continuo, abierto y constructivo y de un entendimiento mutuo de los objetivos y estrategias a largo plazo así como de acciones conjuntas que permitan a los movimientos sociales acumular fuerzas para equilibrar de una manera más efectiva la balanza del poder, con el apoyo de aliados (ONGs, medios de comunicación, investigadores/as). El objetivo será el de implementar una agenda que mejore los sustentos de las personas y que los proteja del “saqueo” corporativo que se está realizando en este momento en el sector agrícola.
La producción campesina sostenible y los productos de calidad para los consumidores locales requieren de la más alta prioridad.
La mitad de la población mundial está trabajando en el sector agrícola de base campesina, y muchas otras personas dependen de este. La agricultura campesina es el más grande “empleador” en todo el mundo. La alimentación es un bien esencial que no puede dejarse a los caprichos del mercado internacional. Los gobiernos de los países tienen una responsabilidad ineludible para mantener las condiciones bajo las que las familias pueden producir de manera sostenible frente a sus necesidades y forjar una vida decente con la ganancia de lo que producen, teniendo un acceso pleno a sus mercados locales y domésticos. Los consumidores que dependen de estos mercados para su alimentación deberán recibir un ingreso mínimo para cubrir este y otros gastos básicos para sus necesidades y siempre disfrutar de insumos suficientes a precios accesibles que a su vez garanticen un correcto salario a los productores campesinos.
Dentro del contexto actual es fundamental establecer correctamente las prioridades.
Los intereses directos del campesinado, la pequeña agricultura y consumidores deben tener mayor prioridad sobre los intereses de las transnacionales, las industrias nacionales y los grandes terratenientes que explotan los recursos en beneficio de ellos mismos y/o sus accionistas.
La producción con miras a un consumo local y doméstico debe presuponer la más alta prioridad sobre el comercio internacional. Los mercados deben ser organizados de tal manera que no puedan ser controlados por los intereses privados de los procesadores, los comerciantes y los minoristas y deben permitir y posibilitar las relaciones directas entre los productores campesinos y los consumidores. Tanto el campesinado como los pequeños productores necesitan acceso a los mercados domésticos para vender sus productos; no mercados lejanos donde el comercio está controlado por multinacionales que no dejan ningún beneficio a los campesinos o a los pequeños agricultores en cuestión.
El comercio internacional puede jugar un rol constructivo y complementario con la tarea de asegurar los sustentos campesinos y mejorar el acceso de los consumidores a la alimentación y a otros productos agrícolas. Sin embargo, hasta ahora desempeña un papel extremadamente limitado. El total del comercio agrícola representa no más del 10% de la producción total. Y una parte importante de esta cifra está representada en el dumping de los excedentes, en su mayoría del comercio entre las multinacionales. Es por esto que difícilmente es de gran importancia para la vasta mayoría del campesinado y la pequeña producción a nivel mundial.
En algunos productos específicos (café, banano, algodón,…) existe un importante número de campesinos y pequeños productores que dependen de los mercados internacionales. En este caso, estos deberían recibir precios justos por sus productos y a los países exportadores debería permitírseles comercializar productos procesados localmente (no solamente productos sin tratar) para que así puedan recibir los beneficios plenos de sus productos de exportación. Para estos productores también es importante diversificar su producción y así tener menor dependencia del mercado internacional.
Qué tipo de políticas se necesitan, dónde se deben decidir y ser implementadas?
Los gobiernos locales y nacionales así como las instituciones internacionales deben apoyar al sector económico más grande a nivel mundial: la producción de base campesina dirigida a los mercados domésticos. Tienen que comprometerse a crear las condiciones en las cuales las iniciativas de los campesinos y consumidores puedan prosperar. El rol activo de éstos últimos debe combinarse a su vez con un papel fuerte del gobierno a escalas diferentes que protejan y apoyen este modelo de producción y consumo. Las decisiones clave respecto a la producción y a la organización de los mercados deben ser tomadas al nivel más bajo posible, incluyéndose tanto el acceso a recursos (tierra, agua, semillas, créditos, conocimiento) como al control de calidad de los productos, los métodos de producción, etc.
La soberanía alimentaria es el derecho de los pueblos y de los gobiernos locales y nacionales a producir sus propios alimentos y a organizar la producción alimentaria y el consumo de acuerdo a las necesidades de las comunidades locales otorgando prioridad a la producción y el consumo locales domésticos. Los pueblos tienen el derecho a definir sus propias políticas agrícolas y alimentarias, a proteger y regular su producción nacional agrícola y ganadera así como a proteger sus mercados domésticos del dumping de los excedentes agrícolas y de las importaciones a bajos precios de otros países. Esto implica a su vez que estos gobiernos no ejerzan prácticas de dumping sobre productos agrícolas y alimentarios bajo los costes de producción en mercados internacionales.
Siendo el 90% de la producción alimentaria mundial destinada a los mercados domésticos y locales, las comunidades locales (campesinos y consumidores) juegan un papel clave dentro de ella. El 70% de la población mundial que está sumida en la pobreza vive en las áreas rurales. Esto significa que los gobiernos tienen que desempeñar un rol activo y fuerte a nivel local y nacional, apoyando la producción campesina y las iniciativas de la comunidad y protegiéndolas de las influencias destructivas del “interior” (acumulación de recursos por parte de las élites, control del mercado por intermediarios,…) y del “exterior” (dumping, apropiación de recursos por parte de los intereses corporativos,…).
Los gobiernos locales y nacionales deben implementar políticas que aseguren:
- Control de la producción (Ej.: gestión de la oferta) a nivel nacional para así evitar sobre producción y dumping. Las estrategias del control de la producción tienen que establecerse en los países de mayor exportación tanto en el Norte como en el Sur, para frenar la sobre producción y garantizar precios mínimos.
- Proteger la producción alimentaria doméstica de las importaciones a bajo costo.
- Estabilizar los precios de los mercados internos a un nivel que cubra el costo de la producción, garantizando una alta calidad y una alimentación culturalmente adecuada.
- Asistencia pública para el desarrollo de una producción y de una comercialización de base campesina así como de prácticas agrícolas sostenibles y ambientales que construyan economías locales y nacionales fuertes. El apoyo público no debe ser utilizado para generar prácticas de dumping o para perpetuar una agricultura no sostenible, extensiva y orientada a la exportación. Los esquemas de apoyo domésticos para la pequeña producción deben ser combinados con esquemas de control en la producción en los casos en que ésta exceda la demanda doméstica para evitar el dumping. A los países exportadores no debe permitírseles utilizar estos esquemas de apoyo doméstico para beneficiar los grandes productores y exportadores, estimulando la sobre producción para la exportación.
- Acceso al campesinado, agricultores de pequeña escala y comunidades pesqueras a los recursos necesarios a la producción, incluyendo la tierra, las semillas, el agua, los créditos y la tecnología.
- Fortalecimiento de los mercados domésticos para proporcionar un acceso pleno de éstos a pequeños productores, mujeres y hombres.
El papel de las instituciones internacionales
Para permitir a las comunidades locales así como a los gobiernos nacionales y locales desempeñar un rol constructivo, las instituciones internacionales deberán desarrollar mecanismos que ayuden a apoyar y proteger los sistemas alimentarios locales y domésticos y a respetar las políticas locales y nacionales que han sido definidas para organizar estos sistemas.
Esto debe ser ejecutado de la siguiente manera:
- Es necesaria una fuerte legislación contra el dumping que sea capaz de detener a los exportadores en la destrucción de los mercados locales. Debe ser integrado un mecanismo de solución para la argumentación/problemática dentro de una Corte de Justicia Internacional, con el mandato de hacer un alto en el dumping y en los apoyos a los alimentos transgénicos.
- A los gobiernos debe garantizárseles el derecho a controlar y detener las importaciones de alimentos (sin tener que afrontar una retaliación económica o política) para poder estabilizar sus mercados internos. Los recursos esenciales (tierra, semillas, agua) tienen que ser protegidos contra la privatización y el control corporativo. Este y otros principios pueden ser establecidos dentro de una Convención Internacional sobre Soberanía Alimentaria bajo el auspicio de un cuerpo internacional apropiado que sustituirá el Acuerdo sobre la Agricultura (AoA) y las cláusulas más relevantes de otros acuerdos de la OMC.
- Una Declaración Internacional sobre los Derechos Campesinos que definirá y defenderá los derechos del campesinado y de la pequeña producción sobre los bienes y los recursos, y que proporcionará la protección legal necesaria para ejercer el derecho a producir. Este tratado deberá ser integrado dentro del sistema de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos y será asociado con otros tratados relevantes que figuran ya bajo las Naciones Unidas.
- Tratados internacionales sobre los productos que controlen la oferta a un nivel internacional y que garanticen precios justos a los productores campesinos para sus principales exportaciones como el cacao, el café, el algodón, el maíz, el trigo, el arroz, etc.
- Un cuerpo internacional de monitoreo para analizar y evaluar de manera exhaustiva los efectos de la liberalización del comercio sobre la soberanía alimentaria y la seguridad que proporcione a los actores de las políticas y a la opinión pública en general, la información que sea relevante.
Las tendencias actuales van en la dirección opuesta!
La prioridad máxima para los actores dominantes (los gobiernos de los países del Norte, las transnacionales,…) es la promoción de un comercio internacional como la solución a todos los problemas. Este comercio internacional también está visto como “el” punto clave por muchas ONGs activas en este terreno. Todos los gobiernos y las instituciones internacionales están focalizados sobre un comercio “libre” internacional que en práctica significa un apoyo pleno a la agricultura industrial y a las compañías del agro-bussiness relacionadas, casi siempre multinacionales. La imposición de las tan llamadas reglas del “comercio libre” promueve la abolición las políticas nacionales agrícolas y conducen a la destrucción de la agricultura campesina.
Paradójicamente, los campesinos y pequeños agricultores que necesitan protección son marginalizados y llevados a la pobreza, mientras que aquellos que necesitan ser controlados y regulados (transnacionales, países exportadores) son protegidos, obteniendo la libertad para extraer beneficios a expensas de los pueblos y del medio ambiente! Debemos darle la vuelta a esta situación!
Dentro de la producción orientada a la exportación, los monocultivos extensivos son aquellos que reciben la mayor parte del apoyo público nacional, fuertemente estimulados por las políticas del Banco Mundial y los esquemas de ayuda. Este modelo de producción corporativo agrícola de capital intensivo está causando enormes desplazamientos de campesinos y campesinas y genera hambre en las zonas rurales.
Los gobiernos deben reconocer que los modelos basados en las plantaciones y orientados a la exportación son incompatibles con un modelo de producción campesino sostenible. No habrán recursos suficientes para llevar a cabo ambos! Los gobiernos necesitan clarificar que sus posturas deben cambiar en la orientación de sus políticas para servir a los intereses de la mayor parte de la población en vez de favorecer los intereses de una minoría de grandes terratenientes y exportadores.
Los efectos de las actuales políticas neoliberales.
Millones de campesinos y pequeños agricultores se ven abocados a la miseria a causa de la liberalización en el comercio, la desregulación y la privatización llevadas a cabo a través de las instituciones multilaterales OMC, Banco Mundial y FMI y de los Tratados de “Libre” Comercio (TLCs), en su mayoría en beneficio de las transnacionales y de otros actores económicos dominantes. Esto ha causado una crisis en continuo con una destrucción a gran escala de los sustentos en las áreas rurales y una fuerte migración a las periferias urbanas. La pobreza creciente en muchas regiones ha contribuido a la destrucción ambiental y al conflicto escalado por los recursos y los territorios. Los campesinos son convertidos en los pobres que habitan en la ciudad y en aquellos consumidores a los que las transnacionales pueden vender sus productos.
Los antiguos países que poseían una producción alimentaria suficiente se ven obligados a importar alimentos. A la gente se le quita la tierra, el agua, las semillas, el conocimiento tradicional y los servicios públicos para ser puestos bajo el control de las transnacionales y de otros intereses privados que los utilizan para extraer sus propios beneficios.
La Unión Europea (UE), los Estados Unidos y otros grandes exportadores imponen unas reglas que les permiten continuar con el “dumping” sobre los excedentes de su producción con precios de mercado muy bajos, manteniendo y de hecho aumentando sus apoyos a una agricultura orientada a la exportación. Muchos países se han visto forzados a bajar sus tasas de impuestos a las importaciones y a eliminar toda protección primero a través de los Programas de Ajuste Estructural (SAPs) del Banco Mundial y del FMI y luego a través de la OMC. Ambos llevan a la destrucción de la producción doméstica y de los mercados locales.
Como los principales poderes no pueden avanzar lo suficiente a través de la OMC, los TLCs han surgido como una vía alternativa para implementar estas políticas.
Con miras a cambios concretos: qué tipo de estrategias se necesitan?
En esta larga carrera necesitamos ser capaces de cambiar la balanza del poder; del poder que está en las manos de un número pequeño de gobiernos, de las transnacionales y de los medios corporativos. Son ellos quienes definen las políticas, amoldan una cierta opinión pública generalizada y son capaces de empoderar a las instituciones que sirven a sus intereses (OMC, Banco Mundial, FMI, TLCs) y de debilitar a aquellas que intentan regularles (OIT, CNUCED, FAO, Naciones Unidas, Comisión sobre Derechos Humanos,…)
La OMC, el Banco Mundial y el FMI han demostrado que hasta el momento no pueden ser reformadas. Su propia estructura y funcionamiento están dirigidos totalmente hacia la implementación de la agenda neoliberal. Estos elementos combinados con el rol dominante de algunos gobiernos y de las transnacionales hacen pensar que no es una opción realista la reforma real de estas instituciones. Cualquier cambio mínimo en sentido positivo sería logrado bajo el costo del empleo de una gran cantidad de energía y al final estas instituciones utilizarán tanto estos cambios como cualquier compromiso hecho de nuestra parte para comenzar un dialogo, para legitimar y fortalecer su corriente principal de orientación neoliberal hacia los gobiernos y la opinión pública.
La única opción que tenemos es deslegitimar a estas instituciones, hacer un alto a las negociaciones y detener la implementación de políticas aún más negativas, haciendo ir en marcha atrás su influencia.
Las políticas para sectores esenciales como la agricultura, la pesca, el agua, la energía y los servicios públicos no pueden ser definidas ni por la OMC, el Banco Mundial o el FMI ni a través de los tratados internacionales de comercio.
Exigimos que los gobiernos detengan el avance de las actuales negociaciones en la OMC, y además paren las conversaciones sobre el NAMA y otros nuevos temas, que cancelen las negociaciones que buscan mayor liberalización del comercio agrícola dentro del contexto del Tratado sobre Agricultura (AoA), que se cancelen todas las cláusulas respecto al acceso obligatorio a mercados y que se tomen medidas activas para proteger la protección doméstica alimentaria del dumping y de las importaciones a bajos precios en general.
Tenemos que presionar a los gobiernos para que inicien medidas que eliminen tanto la alimentación como la agricultura del control de la OMC y trabajar sobre las alternativas propuestas antes. La OMC tiene que apartarse de la agricultura, los alimentos y la pesca para permitir posibilitar políticas que respeten el principio de la soberanía alimentaria de los pueblos.
Tenemos que urgir a los gobiernos a llevar este debate fuera de la OMC y usar los foros internacionales como la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (CNUCED), la Organización sobre Alimentos y Agricultura (FAO) y el Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNEP) para comenzar este cambio.
Para poder construir nuestro contra poder necesitamos de una estrategia que fortalezca nuestros movimientos y nuestras capacidades, siguiendo nuestra propia agenda y focalizándonos en nuestros objetivos a largo plazo. Tenemos que encontrar vías que refuercen nuestras iniciativas locales, que construyan nuestro movimiento y que aumenten la capacidad de movilización a través de la capacitación y de la educación. Tenemos que defender una visión coherente a largo término, siendo abiertos al diálogo crítico pero independiente de la agenda dominante. Tenemos que fortalecer nuestra presencia dentro de los medios y desarrollar nuestros propios medios alternativos de comunicación. Necesitamos más y mejor profundidad en el análisis y en la investigación para probar con información basada en hechos los efectos negativos de las políticas neoliberales y desenmascarar su ideología para así incrementar el nivel de conciencia y de comprensión crítica de los reales intereses que existen detrás de estas políticas.
Tenemos que aprovechar las oportunidades en el sistema institucional para continuar con nuestra agenda y continuar a fortalecer los espacios afuera de las instituciones como el proceso del FSM, la articulación coordinada con el CPI sobre el tema de la soberanía alimentaria y con redes como Nuestro Mundo No Está En Venta (OWINFS) y la Red de Soberanía Alimentaria (FSN). Tenemos también que construir puentes directos y coaliciones con las fuerzas que pugnan por la soberanía alimentaria dentro de los gobiernos nacionales y con instituciones existentes para poder llevar nuestros análisis y nuestras propuestas también dentro de éstos gobiernos e instituciones.
El camino de Seattle a Cancún: Las movilizaciones han jugado un papel clave dentro del colapso de las dos cumbres ministeriales y han ayudado a retrasar la agenda neoliberal.
Las primeras movilizaciones masivas contra la OMC tuvieron lugar en Seattle. Estas, sumadas a la combinación de un conflicto de intereses entre los Estados Unidos y la Unión Europea y la resistencia en aumento de los países terceros hicieron que se produjera este colapso. Las movilizaciones desempeñaron un papel fundamental al llevar este problemática a la opinión pública en general y al mantener una presión sobre los gobiernos nacionales.
En Cancún las negociaciones volvieron a colapsar como resultado de los conflictos continuos entre la UE, los EEUU y sus aliados que presionaban por un mayor acceso al mercado en los países terceros mientras mantenían intactas sus subvenciones a la exportación directas e indirectas. El incremento de la crisis global generó más presión en muchos gobiernos quienes no aceptaron más concesiones en el sector de la Agricultura.
Esta presión estuvo ampliamente demostrada en las grandes protestas encabezadas por campesinos y campesinas, comunidades pesqueras, pueblos indígenas y toda la gente que los apoyaba en Cancún, siendo dramatizada además por la auto-inmolación del líder campesino coreano Lee Kyung Hae. El impacto de estas protestas en los corredores y salas donde se llevaban a cabo las negociaciones de la OMC en Cancún fueron fuertes y eléctricas y recordaron a los representantes gubernamentales de su situación en sus propios países asegurando así sus posiciones. Luego de Cancún, las negociaciones para el ALCA fueron detenidas después de tumultuosas Conferencias gubernamentales, incrementando la resistencia en muchos países latinoamericanos.
Brasil e India agotaron los intereses del campesinado y la pequeña agricultura.
Después de Cancún, la OMC se encontró en medio de una profunda crisis viendo peligrar su futuro. Era también claro que esta crisis continuaría y se vería estancada si no había ningún progreso dentro del dossier referente a la agricultura. Durante las negociaciones sobre agricultura en julio 2004, tanto los EEUU como la UE presionaron enormemente a los países en desarrollo para acordar sobre el “Marco de Trabajo de Julio”. Esta conclusión sólo pudo ser posible gracias a que los gobiernos de Brasil e India tomaron partes con los EEUU y la UE.
Este acuerdo no contenía compromisos firmes de la parte de la UE y los EEUU sobre las reducciones a sus niveles de los subsidios directos e indirectos a las exportaciones, sin embargo si se esperaba que otros países estuvieran de acuerdo en las reducciones aduaneras, abriendo de manera drástica sus mercados para un mayor dumping de EEUU, de la UE y de otros exportadores.
Las movilizaciones a nivel nacional y durante las reuniones en Ginebra son cruciales dentro del camino a Hong Kong.
Para evitar que las negociaciones continúen y lleven a resultados que profundizarán la crisis en la agricultura es crucial levantar una presión sobre nuestros gobiernos nacionales y evitar que acepten más concesiones que puedan sacrificar la producción de base campesina.
Tenemos que ejercer presión sobre los países para que tomen medidas que defiendan sus mercados domésticos y que acepten políticas que logren detener el dumping. Debemos que denunciar tanto a los EEUU como a la UE que continúan haciendo trampa de manera masiva al cambiar las ayudas de una caja a la otra y manipulando las notificaciones. Estos países no permiten la protección que ellos mismos ejercen sobre si agricultura de la parte de otros países!
En Ginebra, no hubo ningún progreso amplio en las negociaciones durante la reunión del Concejo General en julio y octubre 2005 y es por esto que la presión aumentará para lograr resultados durante la reunión en diciembre del Concejo General de la OMC así como durante la misma Conferencia Ministerial de la OMC en Hong Kong.
Es crucial una fuerte presencia tanto en Ginebra como en Hong Kong así como en las capitales de cada país para mantener la presión sobre las negociaciones. Necesitamos lograr otro colapso en la Cumbre Ministerial y descarrilar a la OMC, siendo esta la única vía para detener este proceso y desplazar la atención hacia otros espacios para desarrollar políticas alternativas.
Por la Defensa de la Soberanía Alimentaria de los Pueblos!
Detengamos a la OMC, 10 años son suficientes!