Petroleras y cambio climático
"El dilema está entre que sobrevivan las petroleras y el 1 por ciento más rico del planeta conserve sus inmorales privilegios, o que literalmente desaparezcan bajo el agua países enteros, con centenas de millones de refugiados climáticos".
Las grandes empresas petroleras, principales causantes del cambio climático, han creado una enorme estructura de cabildeo, propaganda y engaños a gobiernos y al público, para negar la existencia de este devastador fenómeno, y más recientemente, para afirmar que si existe, de todos modos no es problema, porque lo pueden contrarrestar con tecnologías de geoingeniería, que les permiten incluso aumentar la extracción de petróleo. Han logrado que hasta el IPCC (Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático, por sus siglas en inglés) incluya empleados de alto nivel de ExxonMobil y Saudi Aramco como autores de sus reportes.
En respuesta a esta realidad, más de un centenar de organizaciones ambientalistas y sociales dirigieron al IPCC una carta señalando esta grave situación de conflicto de interés. La firman organizaciones de seis continentes, que incluyen algunas nacionales y regionales de América Latina, Asia y África, junto a redes globales como Amigos de la Tierra Internacional, Greenpeace Internacional y 350.org y otras; todas activas tanto en la crítica a las causas del cambio climático como en presentar alternativas (ver aquí).
El caso al que se refieren ahora es la presencia de empleados de alto rango de ExxonMobil y Saudi Aramco en el informe especial sobre los impactos del cambio climático con un aumento de la temperatura a 1.5o C sobre los niveles pre-industriales (ver aquí). Esas empresas son la segunda y tercera mayores emisoras corporativas de gases de efecto invernadero desde 1854 (ver aquí)
El IPCC es un panel de expertos científicos creado en 1988 por la Organización Meteorológica Mundial y el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (ONU Medio Ambiente), ratificado por la Asamblea General de ONU. Es la referencia científica para las negociaciones internacionales sobre cambio climático y para la elaboración de muchas políticas públicas nacionales sobre el tema.
Desde 1850, el mundo ha sufrido un aumento de la temperatura promedio de casi 1º C, lo que ha provocado un caos climático que ha extremado huracanes, inundaciones, largos periodos de sequías, acidificación de los océanos por exceso de dióxido de carbono y otros impactos ambientales, sociales y económicos, incluyendo decenas de miles de migrantes climáticos. El Acuerdo de París, firmado en 2015, estableció como meta limitar el aumento de la temperatura a menos de 2º C hasta 2100. Esa meta se basó en la información que entregó el IPCC, que no consideró ninguna opción por debajo de ese nivel.
Pero para algunos países, principalmente los estados islas y los que tienen extensas zonas costeras a nivel del mar, ese aumento será devastador, por lo que la Convención sobre Cambio Climático, acordó al IPCC solicitar un nuevo informe sobre los impactos y condiciones para limitar el aumento de la temperatura a 1.5º C. Así surge la elaboración del informe del IPCC en cuestión.
El tema de limitar el aumento de temperatura global a de 1.5º C es altamente controvertido. Pese a la meta del Acuerdo de París, los compromisos voluntarios de los países (contribuciones determinadas a nivel nacional), sumados significan un aumento de la temperatura de hasta 3.5º C, que podría ser mucho más. El IPCC afirma en su más reciente informe global sobre cambio climático, que son necesarias reducciones de emisiones de gases de efecto invernadero de 40 a 70 por ciento hasta 2050, junto a otra serie de medidas drásticas para estabilizar el clima al 2100. El problema es que una decena de países –y sus empresas– que son causantes históricos de dos terceras partes del cambio climático, no están dispuestos a tales medidas.
El informe del IPCC sobre limitar a 1.5º C, necesariamente tendrá que indicar que los grandes emisores, países y empresas, deben cortar sus emisiones aún más de lo señalado anteriormente. El dilema está entre que sobrevivan las petroleras y el 1 por ciento más rico del planeta conserve sus inmorales privilegios, o que literalmente desaparezcan bajo el agua países enteros, con centenas de millones de refugiados climáticos. Está también en juego que realizar esas reducciones implica fuertes cuestionamientos no sólo a las industrias de combustibles fósiles, sino también al sistema alimentario agroindustrial y otros causantes mayores de emisiones y caos climático.
En este contexto, integrar a este informe a empleados de las petroleras es descabellado, ya que intentarán sabotear cualquier conclusión que afecte sus intereses, y como explica la carta, en lugar de buscar alternativas reales, intentarán promover falsas soluciones, como técnicas de geoingeniería, que implican que las causas del cambio climático (y las ganancias de los que lo provocan) queden intactas y en marcha, mientras los que controlan esas técnicas de manipulación climática tendrán además el poder para ajustar el termostato planetario.
La carta manifiesta que existen muchas vías reales y posibles para detener el cambio climático, como los sistemas agroalimentarios campesinos y agroecológicos, masificar buen transporte colectivo, fuentes de energía renovables ecológicas y controladas localmente, restauración natural de ecosistemas y muchas otras, todas opciones beneficiosas que debe analizar y enfatizar el IPCC, en lugar de dar espacio a los culpables del caos climático y sus propuestas tecnológicas de alto riesgo planetario.
Fuente: La Jornada