Pensar en cuarentena: “Argentina se ha vuelto hoy un patio trasero de China”
En 1996, Argentina abrió las puertas a la multinacional estadounidense Monsanto. Con ella, entró la soja transgénica a nuestro país. Fue el inicio de un nuevo sistema productivo que modificó por completo los campos y provocó graves alteraciones en los ecosistemas. Un dato: la fumigación de la soja con glifosato exterminó a los predadores naturales del mosquito vector del dengue. Hoy, el Gobierno Nacional está a punto de concretar un acuerdo con China para convertirse en su mega proveedora de carne de cerdo. China es el principal consumidor mundial de chancho. Se habla de una inversión sin precedentes, 27 mil millones de dólares, pero poco se sabe sobre los daños medioambientales que puede llegar a provocar una producción tan grande. Sobre esto, hablamos con Guillermo Folguera, doctor en biología e investigador del Conicet.
- AS: ¿En qué consiste el acuerdo con China? ¿Y por qué China eligió a la Argentina?
- GF: La información es mala. Lo que está circulando es que se trata de la instalación de 250 “megagranjas” en las provincias de Chaco, Corrientes, Santa Fe, Catamarca y La Rioja para la exportación de carne de cerdo. Me impresiona la homogeneización de los territorios, esto también se dio con la soja. Con el llamado proceso de “pampeanización” del territorio argentino. Tratar a todo el territorio como si tuviera las mismas características. China elige Argentina por la presencia de agua y por la producción de granos, de maíz y de soja para consumo de los chanchos. Argentina ya tiene montado el sistema. Nuestro país les queda lejos y para los chinos termina siendo bastante positivo, y además, debemos tener los sistemas de control muy flexibles
- AS: ¿Qué beneficios tiene este acuerdo para Argentina?
- GF: El Gobierno impulsa este acuerdo porque es una manera rápida de obtener dólares. Si uno lo rastrea, está previo a la pandemia, pero esta situación quizás haya acelerado los planes de inversión.
- AS: China es un país inmenso, ¿por qué no instala las granjas en su territorio? ¿Por qué busca otros países para hacerlo?
- GF: China está atravesando una migración marcada. En 1950, tres cuartos de la población china era rural. En el 2012 más o menos mitad y mitad, y en 20 años se calcula que el 75 por ciento va a ser urbano. Con lo cual tenés un despoblamiento del campo. Tienen territorio para hacerlo. Lo hacen y están dispuestos a pagar el kilo de cerdo más caro. Externalizan los riesgos y los gastos en los bienes comunes. Uno de los grandes problemas de este tipo de producción es el consumo de agua que tiene esa cantidad de animales. Imagináte como sería en Catamarca y La Rioja donde el agua escasea.
- AS: ¿Qué riesgos corremos con este acuerdo, en caso de que se implemente de manera inmediata, cuando recién estamos aprendiendo a convivir con una pandemia?
- GF: La pandemia no sólo es negada desde la defensa del proyecto, sino que es negado algo que yo creo que es muy grave, que es no comprender que la pandemia tiene poco de carácter excepcional. Hay acuerdos en toda la gente que trabaja en salud de que la pandemia tiene mucho de escenario que ha venido para quedarse. Dado los niveles de hacinamiento de animales, la inyección de químicos, antibióticos y antivirales que están teniendo los sistemas de producción; dada la mala nutrición que tiene gran parte del globo y dado los hacinamientos en las grandes ciudades, las pandemias hay que pensarlas como un escenario más frecuente. Este riesgo no está planteado en el proyecto. Otro tema es la contaminación. Todo megaproyecto con animales lo tiene. Otro punto preocupante es la destrucción del pequeño productor. Hablan del trabajo y en el fondo hay un efecto directo. El 98 por ciento de los productores porcinos son pequeños productores y sólo 100 productores concentran el 50 por ciento de la producción total. Con este tipo de proyectos intensifican la concentración.
- AS: Considerando la importancia del tema y todos los factores que están en riesgo desde el trabajo del pequeño productor hasta los efectos en el medio ambiente, ¿este proyecto no debería ser tratado en el Congreso, o llevarlo al debate público?
- GF: No hay ningún tipo de apertura. Hay otro punto. Aprovechan las crisis. Toda crisis la sacan a favor. La aprobación de los transgénicos venía de una crisis agraria, la aprobación de la megaminería venía del menemato. La expansión de la soja vino después de la crisis de 2001.
- AS: En los últimos días, científicos de Brasil alertaron sobre una nueva cepa de gripe porcina y no descartaron que pueda convertirse en una nueva pandemia.
- GF: Entiendo que con esto se encienden las señales de alarma y se vuelve especialmente sensible este tema porque estamos en una pandemia. Pero esto es lo esperado cuando vos tenés una producción intensiva de algo. Lo primero que es esperado es que te aparezcan plagas o patógenos que te arrasen una parte de la población. Gran parte del desafío que implicó la agroecología fue justamente comprender que la diversificación es una manera de hacer un sistema más resistente. Cuando vos producís lo mismo, por ejemplo chancho, eso lo exponés a condiciones donde es mucho más probable que se enfermen los animales. Entonces, la forma que tiene el propio sistema industrial de frenar esa enfermedad es agregándole químicos, antibióticos, antivirales. La capacidad de predecir la zoonosis es baja, lo que está clarísimo es que estamos jugando con fuego.
- AS: El presidente Alberto Fernández habló sobre soberanía alimentaria cuando anunció el proyecto de ley de expropiación de Vicentin. Ahí un poco se abrió el debate sobre este tema, pero a veces da la impresión de que no se profundiza la discusión y sólo queda en una cuestión de quién maneja o controla algo. Estado vs Control privado.
- GF: La soberanía alimentaria tiene que ver con la elección que una determinada comunidad hace sobre cómo producir, qué comer y cómo hacerlo. Argentina se ha vuelto hoy un patio trasero de China. En el mejor de los casos, Vicentin representaba la forma que tenía el Estado de maximizar ganancias respecto al sector privado. Pero no parece estar en juego ningún cambio de lógica, ni en formas de producción ni en qué se iba a producir.
- AS: Entonces mientras no cambie la lógica de producción el sistema seguirá siendo el mismo. Pienso en el ingreso de Monsanto a la Argentina y en el actual canciller Felipe Solá cuando en 1996 autorizó a la estadounidense Monsanto para producir soja transgénica en nuestro país. Un acuerdo que también se realizó con total hermetismo y tuvo infinidad de irregularidades.
- GF: El acuerdo con China tiene el sello de Solá y de un Estado llamado “Estado empresarial”, un Estado que busca maximizar sus ganancias y los costos sociales y ambientales los mete debajo de la alfombra. Solá sabía lo que había firmado, lo hicieron entre gallos y medianoche tal como se están moviendo ahora.
Fuente: Agenda Sur