Para garantizar el derecho a la alimentación

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Uno de los réditos del Año Internacional de la Agricultura Familiar que propició la ONU en el 2014, con el trasfondo de la crisis alimentaria, es haber contribuido de alguna forma a visibilizar el debate entre el agronegocio y la agricultura campesina, que se mantenía en sordina por la simbiosis establecida entre el primero y el poder mediático.

En el plano oficial, por decir algo, el Director general de la FAO, José Graziano da Silva, en su discurso de apertura del 24 período de sesiones del Comité de Agricultura (COAG) en Roma, expresó: “Los responsables políticos deben apoyar una amplia gama de enfoques para reformar los sistemas alimentarios mundiales, haciéndolos más saludables y sostenibles y reconocer que ‘no podemos confiar en un modelo intensivo de entrada para aumentar la producción y que las soluciones del pasado han mostrado sus límites’… (y) solicitando un ‘cambio de paradigma’, dijo que los principales desafíos de hoy en día son reducir el uso de insumos agrícolas, especialmente el agua y los productos químicos, con el fin de lograr una agricultura, una silvicultura y una pesca más sostenibles y productivas a largo plazo”[1].

Es en este contexto que tendrá lugar el VI Congreso de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC) – Vía Campesina, del 10 al 17 de abril próximo en Buenos Aires, con la participación de delegaciones de más de 80 organizaciones de 18 países de América Latina y el Caribe, donde la disputa con el agronegocio será uno de los temas centrales. De hecho, la programación incluye la V Asamblea Continental de Mujeres y la IV Asamblea de la Juventud[2].

Dos modelos

El agronegocio (agribusiness) es expresión de los cambios estructurales en la producción agrícola de la nueva fase del capitalismo hegemonizada por el capital financiero y las transnacionales que irrumpe en la década de los ’80 del siglo pasado.

Según João Pedro Stedile, dirigente del MST de Brasil, este modelo “se caracteriza sucintamente, por: organizar la producción agrícola en la forma de monocultivo (un solo producto) en escalas de áreas cada vez mayores; uso intensivo de máquinas agrícolas, expulsando la mano de obra del campo; la práctica de una agricultura sin agricultores; la utilización intensiva de venenos agrícolas, los agrotóxicos, que destruyen la fertilidad natural de los suelos y sus micro-organismos, contaminan las aguas en la capa freática e inclusive la atmósfera al adoptar los defoliantes y secantes que se evaporan en la atmósfera y regresan con las lluvias. Y sobre todo, contaminan los alimentos producidos, con consecuencias gravísimas para la salud de la población. Usan cada vez más semillas transgénicas, estandarizadas, y atacan el medioambiente con sus técnicas de producción que buscan sólo mayor tasa de lucro, en menor tiempo”[3].

Ante este modelo del agronegocio -socialmente injusto, económicamente inviable, insustentable para el medio ambiente y toda la biodiversidad, y una producción mercantil de alimentos con graves consecuencias para la salud de la población-, las organizaciones del campo articuladas en la Coordinadora Latinoamericana del Campo (CLOC-Vía Campesina) han desarrollado el concepto de la Soberanía Alimentaria, partiendo del principio de que los alimentos no pueden ser una mercancía, pues la alimentación es un derecho de supervivencia de la humanidad, y que, por lo mismo, en todos los lugares del mundo cada pueblo tiene el derecho y el deber de producir sus propios alimentos.

En tal sentido, el documento preparatorio[4] señala: “Realizaremos nuestro VI Congreso avanzando en la elaboración política de nuestra propuesta hacia una nueva sociedad, donde la Soberanía Alimentaria sustentada en la concreción de Reformas Agrarias Integrales y Populares nos devuelva la alegría y la convicción soberana de continuar trabajando y cuidando la madre tierra para producir los alimentos que nuestros pueblos requieren y que la humanidad necesita para garantizar su desarrollo”. Y más adelante precisa: “La cuestión de la alimentación es un tema estratégico para la autonomía de un pueblo y para la Soberanía de la Nación. Así, vemos que la Agricultura Campesina e indígena cumple un papel fundamental en cualquier país que vislumbre ser soberano”.

La agricultura campesina, acota el texto, “es una forma de ser, de vivir y de producir en el campo, se basa en el rescate de tradiciones, costumbres y culturas de los Pueblos Originarios. El campesinado y los pueblos indígenas viven en una constante lucha por la autonomía productiva, a través de la diversificación de la producción y de la utilización de subproductos de una producción para la otra, en la búsqueda del equilibrio ecológico, a través de una fuerte relación con la naturaleza, el auto abastecimiento y el abastecimiento local y regional de alimentos saludables, constituyéndose en elemento basal para la promoción de la soberanía alimentaria”.

Y para confirmar que la agricultura campesina no es menos productiva que el agronegocio y que le supera en razón de factores sociales, culturales y ecológicos que cumple, el documento señala: “Los campesinos e indígenas acceden a apenas al 24,7% de las tierras y territorios, son responsables de más del 70% de la producción de alimentos del mundo. Grandes cantidades de esos alimentos son comprados a bajos precios por las grandes transnacionales y trasladados lejos de las áreas donde se producen o se destinan a otros fines que no son la alimentación, existiendo una distribución no equitativa de los mismos, generando hambre y miseria en los sectores y países más pobres del mundo. La tierra y el territorio son las bases fundamentales para la Agricultura Campesina e Indígena y la soberanía alimentaria, tener acceso a ella y explotarla racional y adecuadamente es vital para el desarrollo humano equitativo”.

Conexión global: salvar el planeta

Como integrante de la Vía Campesina, una delegación de la CLOC participó en el Encuentro Mundial de Movimientos Populares (Roma-Vaticano, 27-29 de octubre 2014), donde las organizaciones del campo en el diálogo con el Papa Francisco destacaron la gravedad de la destrucción ambiental, “por una ínfima minoría, que con un modelo de producción y consumo que prioriza el lucro antes que la vida, está devastando el planeta y las formas de vida y culturas que lo sostienen. El cambio climático que ha producido este modelo y esa minoría está amenazando la existencia de la Tierra y todos los seres vivos, incluidos los humanos”[5]. Y convocaron a los siguientes compromisos.

- La defensa de la permanencia de los pueblos del campo en sus territorios y de la agricultura campesina y otras formas de producción de los pueblos como base de nuestra alimentación
- Llamar a detener los graves impactos sociales y ambientales de la minería, la deforestación y otras industrias contaminantes y abogar por su control.
- Un rechazo claro a los organismos y cultivos transgénicos y sus efectos… los transgénicos son un peligro grave y que sus promesas de mayor productividad y de terminar con el hambre no tienen base económica, ni científica ni biológica.
- Pronunciarse contra el patentamiento y manipulación de todos los seres vivos.
- Rechazar la privatización del agua, la tierra, las semillas y los bienes naturales
- Rechazar las falsas “soluciones” frente al cambio climático, como la energía nuclear, las mega-represas, la geoingeniería y los mercados de carbono.

Agroecología

En su VI Congreso Continental, la CLOC-VC se propone avanzar en la construcción del proyecto político popular y la generación de propuestas para políticas públicas. En tal sentido, en el documento preparatorio señala, como uno de sus desafíos, que el programa “debe defender una nueva matriz de producción de los bienes agrícolas, basada ahora en la agroecología, como una forma concreta de enfrentar la forma capitalista de expoliar la naturaleza. La agroecología es más que un conjunto de técnicas alternativas para producir en el campo, es un modelo, un instrumento necesario para derrotar el modelo capitalista, que solo consigue producir con venenos, destruyendo la naturaleza”.

Bajo esta perspectiva, “la Agroecología y la Transición Agroecológica como una nueva base técnica y científica para la producción de alimentos, fibras y biomasa, en cantidad y calidad suficiente para el abastecimiento nacional y las exportaciones, preservando y conservando la base de recursos naturales existentes en los biomas y ecosistemas, constituyendo condiciones para la transición a través de conocimientos técnicos y una nueva ruta de insumos, con estructuras industriales locales y regionales para producirlos y distribuirlos”.

Destaca además que las semillas criollas, “patrimonio de los pueblos al servicio de la humanidad, son determinantes de la calidad, diversidad y cantidad de alimentos producidos, por lo tanto tienen vinculación directa con la Soberanía Alimentaria. Las semillas determinan el modelo productivo adoptado. Las semillas nativas están adaptadas al suelo, clima de su región, por lo tanto son determinantes en el enfrentamiento del modelo agroquímico, por lo tanto fundamentales para el enfrentamiento a las multinacionales”. Mientras que, “el uso de las semillas transgénicas, aumenta la utilización de agrotóxicos e insumos químicos, aumentando el desequilibrio ambiental y creando un ciclo vicioso donde cada vez se usa más venenos e insumos químicos, generando más desequilibrio y necesitando así utilizar más insumos químicos y venenos”.

Políticas públicas

Para fortalecer la agricultura campesina e indígena y la soberanía alimentaria, la CLOC-VC reconoce que es necesario luchar por políticas públicas, tales como:

a) Reforma Agraria Popular e Integral. Distribución de tierras, juntamente con políticas de fortalecimiento del sector productivo. Límite en el tamaño de la propiedad; prohibición de la venta de tierras para extranjeros, etc. Expropiación de tierras con explotación de trabajo esclavo o situación análoga.

b) Política de stocks (acopios) reguladores. Donde el Estado compre la producción en período de zafra-cosecha, forme stocks (acopios) y coloque en el mercado en el período entre cosechas.

c) Política de precios mínimos. Garantizando un precio mínimo que cubra los costos de producción y un margen de renta para las familias campesinas y limite los precios pagados por los trabajadores urbanos.

d) Asistencia técnica. Orientada hacia los sistemas campesinos de producción, incentivando la producción de alimentos, con equipos multidisciplinarios, de forma gratuita y capaz de atender a todas las familias campesinas.

e) Créditos subsidiados para la producción de alimentos. Garantizando que las familias campesinas produzcan alimentos, obtengan renta y puedan colocar los alimentos en el mercado a precios accesibles para los trabajadores urbanos.

f) Derechos de los agricultores. Reconocimiento por los servicios ambientales prestados, protección del conocimiento tradicional, re-distribución de los beneficios, participación en las decisiones sobre la conservación y el uso sustentable de los recursos fitogenéticos para la alimentación.

g) Legislación. Legislación específica para la producción, industrialización y comercialización de la producción campesina, como forma de incentivo para la producción de alimentos.

h) Educación campesina. Orientada hacia la realidad local, contextualizada, que prepare a la juventud campesina para actuar en el campo, con orgullo de ser campesina.

i) Mercados institucionales. Que los gobiernos compren alimentos para los programas de alimentación escolar, hospitales, asilos y el sistema provisional directamente de los campesinos y sus organizaciones.

j) Nueva circulación de insumos. Reconocer, apoyar la estructura productiva y organizar la logística de distribución de insumos naturales, que no agredan al medio ambiente.

k) Programa de transición agroecológica. Reconociendo y apoyando procesos, con una ampliación gradual de incentivos de acuerdo con el avance implementado por las familias campesinas en el proceso de transición.

l) Apoyo a procesos de cooperación. Cooperativas, asociaciones, empresas comunitarias, agroindustrias, mercados populares…

m) Reconocimiento del modo campesino de hacer agricultura. Es el único capaz de dar respuestas a los principales dilemas de la humanidad:

Crisis alimentaria.
Crisis energética.
Crisis ambiental.

Éstas y otras medidas pueden resolver el problema de la crisis de los alimentos, disminuir la presión en las grandes ciudades y garantizar condiciones de vida digna para las familias trabajadoras del campo y las ciudades. Con estas políticas públicas y esta lógica de producción campesina podremos alcanzar la Soberanía Alimentaria.

Notas:

[1] Comunicado de prensa FAO, 30 de septiembre 2014
[2] La CLOC se fraguó al calor de la Campaña Continental “500 Años de Resistencia Indígena, Negra y Popular”, para constituirse formalmente en el congreso realizado en Lima, Perú, del 21 al 25 de febrero de 1994.
[3] “Las tendencias del capital sobre la agricultura”, América Latina en Movimiento nº 459, ALAI, octubre 2010.
[4] Rumbo al VI Congreso Continental. Secretaría Operativa CLOC-VC - Argentina, Abril 2015.
[5] Mensajes leídos al Papa, EMMP, ver aquí.

* Texto publicado en la revista América Latina en Movimiento No. 502 de marzo 2015, sobre el tema "Agricultura Campesina para la Soberanía Alimentaria" - http://www.alainet.org/

Fuente: ALAI

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Agronegocio

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