OMC tambalea ante debacle de Cancún, por Irene León

La Organización Mundial de Comercio -OMC- no será la misma después de su malograda V Conferencia Ministerial, realizada en Cancún (México) del 10 al 14 de septiembre pasado, cuyo colapso da cuenta, por un lado, del surgimiento del Sur como una fuerza capaz de resistir a la embestida autoritaria de los países ricos y, por otro lado, de la perseverancia de los movimientos sociales que, desde la creación de este organismo en 1995, vienen postulando que éste sólo será viable si se fundamenta en principios democráticos y de interés colectivo

Pero la OMC tomó partido por una versión única de los intercambios de bienes y servicios, pautada por el libre comercio, y se avocó a delinear sus políticas en función del fortalecimiento de la vida e intereses de las corporaciones transnacionales y de los países ricos, dejando al margen la vida de los pueblos, sus culturas e intereses.

De allí que el obstinamiento en abordar la problemática de la agricultura bajo estrictos conceptos mercantiles, aún poniendo en riesgo tanto la sobrevivencia del mundo campesino como del medio ambiente, fue la gota que desbordó el vaso y permitió visibilizar, a la vez, los sesgos que subyacen al conjunto del enfoque priorizado por la OMC y las nebulosas reglas de juego que allí se imponen. La debacle de la Conferencia de Cancún, pone en evidencia que los acuerdos comerciales no son neutros, como se pretende, sino que están relacionados directamente con las orientaciones de sociedad y la vida de la gente.

En Cancún, los países del Sur, agrupados en el reciente Grupo de los 21 (1), liderado por Brasil, pero también en otros bloques como el Grupo ACP (2), liderado por Kenia, resistiendo a presiones y chantajes, lograron expresar voluntad política al colocar sus prioridades temáticas con la misma firmeza que los Estados Unidos y la Unión Europea querían imponer las suyas, sin ofrecer nada a cambio.

Así, mientras los primeros proponían que, como estaba previsto, se abordara el tema de los subsidios a la agricultura en los países ricos, entre cuyas consecuencias figuran las prácticas de dumping a los productos nacionales, los segundos pretendían imponer los llamados temas de Singapur, que tienen que ver con inversiones, compras gubernamentales, facilitación del comercio, competencia y otros, de interés especial para las transnacionales.

Por eso, ni siquiera lograron ponerse de acuerdo en la definición de la agenda, ni en las reglas del juego y menos aún en ningún documento de resultados. La Conferencia se descarriló y con ello se visibilizaron los cuestionamientos a la legitimidad de la OMC, a sus prácticas nada consensuales y sectarias, a su desapego de la legislación internacional, los derechos humanos, la protección del medio ambiente, en fin, de los intereses de los pueblos.

Reacios en admitir su fracaso y con explícitos signos de indignación, los negociadores Robert Zoellick y Pascal Lamy, de Estados Unidos y la Unión Europea respectivamente, se apresuraron en transferir culpas y señalar que quienes pierden son los países que creen haber ganado con el colapso.

Es más, en tono similar al usado para anunciar las bravonadas bélicas, distintos representantes de altísimo nivel del gobierno estadounidense han sentenciado que se aplicarán sanciones a los indisciplinados, especialmente a aquellos que aspiran a firmar acuerdos bilaterales con ese país. Mientras, en la misma línea pero con actitud un poco más diplomática, la Unión Europea ha anunciado que se analizará cuidadosamente la larga lista de países que han aplicado para realizar acuerdos con ella.

Con esto queda anunciada la guerra económica contra las pretensiones de soberanía de los países de Sur, que constituyen dos tercios de los 146 integrantes del organismo y, a la vez, tambalea el destino de la OMC, pues ante la demostración de fuerza expresada por el Sur, las potencias han señalado que luego del colapso de Cancún será difícil cumplir con el cronograma y agendas previstas anteriormente.

"Cancún ha fracasado" señaló Pascal Lamy, Comisario de Comercio de la Unión Europea, "Lo que ocurrió aquí es un grave golpe para la OMC" agregó, al tiempo que calificó a esta organización de medieval. Por su parte Robert Zoellick, Jefe de negociaciones de los Estados Unidos, tildó de retórica a la postura de los países del Sur. Mientras que los ganadores, en palabras del canciller brasileño Celso Amorín, afirmaron haber ganado respeto para su grupo, pero que "los plazos para lanzar la ronda de negociaciones, prevista para enero del 2005, son cada vez más impredecibles".

El futuro del campo moviliza y genera propuestas

A estas alturas ya nadie cuestiona la importancia que tiene la agricultura para el futuro de la humanidad pues, como lo viene enfatizando la organización mundial Vía Campesina, de ella depende la soberanía alimentaria que, a su vez, es un determinante para la soberanía de los pueblos, la vida del planeta y su sostenibilidad.

De allí que la demostración de fuerza expresada en Cancún, y en el mundo entero, por el movimiento del campo fue decisiva para los resultados de la Conferencia Ministerial. Pues, mientras las delegaciones de los Estados del Sur se las jugaban en los escenarios de toma de decisión, los movimientos inundaron de propuestas -especialmente de aquella de mantener la agricultura y la alimentación al margen de la OMC-, y movilizaciones de presión tanto en las calles como en el propio centro de convenciones donde se desarrollaba la Conferencia.

Ante la imponencia de una musculosa represión minuciosamente planeada por el gobierno anfitrión, México, y una detallada campaña de estigmatización de la protesta social desatada con antelación, los movimientos opusieron creativas formas de expresión pacífica, a tal punto que lograron derrumbar uno de los muros, que se levantaron para evitar su paso, halando de sólidas cuerdas con la fuerza de miles. Ni una sola piedra fue lanzada y no se reconoció ni el más mínimo gesto violento, por el contrario, cuando éstas cayeron, flores blancas fueron distribuidas entre los y las participantes, pero también entre los policías quienes con la boca abierta se vieron comprometidos a aceptarlas.

Desde el Campamento Lee -montado por las organizaciones del campo e indígenas, jóvenes y otros sectores sociales, en el mismo lugar donde, haciendo honor a los derechos de las personas del campo y advirtiendo sobre los peligros a los que la OMC a ellas expone, se inmoló el líder campesino coreano Lee Kyun-Hae, en el marco de la Marcha Campesina e Indígena-, se desplegaron decenas de movilizaciones pacíficas, que incluyeron a las más variadas organizaciones de jóvenes, prejuzgados como violentos, que adhirieron a las propuestas de la Vía Campesina.

"Nadie puede permitir que nos impongan productos transgénicos, que contaminen el agua y privaticen la poca que queda, ni que se adueñen de los conocimientos de los pueblos indígenas, por eso nos hemos unido a las ideas de la Vía Campesina", señaló a ALAI Mariana X, activista urbana de uno de los grupos de jóvenes de negro.

Y, al igual que los y las jóvenes, con el decorrer de los días, casi no hubo sector social ni movimiento que no expresara su pedido de diálogo o adhesión al movimiento del campo. Hacia el fin de la Conferencia hasta los ministros italianos, Giovanni Alemanno y Adolfo Urso, de agricultura y comercio respectivamente, a nombre de la Unión Europea, se desplazaron hasta el campamento Lee para intentar dialogar con la Vía Campesina y colocar una ofrenda en el sepulcro simbólico levantado en honor a Lee Kyun-Hae. Pero, en el corto diálogo, tuvieron que escuchar sobre las responsabilidades de la Unión Europea en los problemas del campo y no fueron aceptadas sus flores, pues como dice el eslogan que se vitoreaba en su presencia "Lee no murió, la OMC lo asesinó", y al ritmo de "OMC, fuera" tuvieron que abandonar precipitadamente el campamento.

Así con la fuerza de los miles de voces que se levantaron para defender la agricultura, Rafael Alegría, secretario operativo de la Vía Campesina, afirmó que "La violencia proviene de la injusticia económica, que confina en el hambre a mil millones de personas, que mata campesinos/as condenándolos al endeudamiento, a la emigración, a la desesperanza", e hizo un llamado a redoblar esfuerzos, alianzas e iniciativas para salvar el campo de las manos de las transnacionales, enfatizando en que la caída de la Conferencia de Cancún prueba la ilegitimidad de la OMC, especialmente para definir políticas agrarias y alimentarias, pues el campo no está en venta y la vida de la personas tampoco.

La Cumbre de los pueblos y los otros temas de Cancún

La agricultura no fue el único asunto controversial referido a la abortada Conferencia de Cancún, también estaban sobre el tapete otros temas tales como el de la propiedad intelectual y las patentes; los servicios públicos como la salud, la seguridad social, la educación; los derechos laborales; la comunicación; la comercialización de la cultura, y otros, relacionados con las políticas de libre mercado, contenidos tanto en la agenda de Singapur como en la de Doha.

Por eso, en sentido contrario al empantamiento gubernamental, estos fueron abordados, con una visión integral, en sendos paneles y debates que fueron parte de las actividades realizadas en el marco de la Cumbre de los Pueblos, puesta en marcha por distintas organizaciones y redes internacionales y del país anfitrión.

Pero, también esta Cumbre se vio afectada por la escisión de la ciudad en dos partes: la zona hotelera, donde se realizaba la Conferencia, y la ciudad de Cancún, pues los controles policiales y las vallas que se habían levantado para evitar el libre flujo de personas, impidieron la movilidad para asistir a los eventos que diversas organizaciones planearon en ambas zonas.

Aún así, nada impidió que se hicieran visibles las posturas críticas ante la OMC por parte de distintos actores y actoras de la sociedad, ni que se pudieran tender puentes entre propuestas similares provenientes de distintos continentes o contextos. En el tema de la salud y su correlato con las leyes del libre mercado, por ejemplo, se visibilizó la existencia de una confrontación entre la salud, como reconocido derecho humano fundamental, y los intereses de las corporaciones farmacéuticas transnacionales, de seguros privados, y de servicios médicos mercantiles, que la perciben como una fuente de rentabilidad y no de bienestar. Aquí, merece especial atención el tema de las patentes sobre las medicinas, su duración y alcance, protegidas por el Acuerdo sobre patentes y propiedad intelectual -APDIC- de la OMC que, además de garantizar el monopolio de las corporaciones, deja, por un lado, campo abierto a la determinación de los precios por parte de éstas, y por otro lado, incentiva la apropiación privada de los conocimientos, que son propiedad colectiva de los pueblos. Las medidas de protección que devienen de la propiedad intelectual sobre los medicamentos, impiden a los países no sólo la importación o producción de medicamentos genéricos a bajo precio sino que delimitan las posibilidades de diseño de políticas nacionales.

Situaciones análogas a la de la salud se manifiestan en cuestiones relativas a otros asuntos, que hasta ahora son tema de políticas públicas, como es aquel de la educación, cuya mercantilización conduciría a la anulación de su calidad de derecho universal y revocaría sus implicaciones culturales y sociales.

Existen asimismo otros temas, aparentemente poco relacionados a los debates de la OMC y que, sin embargo, son pieza central para la aplicación de las políticas que este organismo delinea, tal es el caso de los derechos laborales que perderían vigencia ante la predominancia de los acuerdos sobre liberalización de mercados, pues al otorgar derechos a la rentabilidad comercial y priorizarlos antes que aquellos de las personas, el trabajo de estas últimas pasaría a ser una simple mercancía sujeta a los precios y condiciones impuestas por las corporaciones y el mercado.

Igual suerte correrían las mujeres, los pueblos indígenas y otros grupos excluidos, cuya desventaja estructural y la discriminación que históricamente los afecta, se verían refrendados por la prioridad acordada al comercio antes que a las personas y colectividades.

Finalmente, está un rango de temas que se percibe como lejano a lo que trata la OMC, pero que son pieza nodal de la imposición del libre mercado, como es el del comercio de armas y la militarización, cuya jugosa rentabilidad se multiplicaría con una mayor liberalización. Por eso en eventos organizados principalmente por la Campaña por la Desmilitarización de las Américas y el Consenso de Jakarta, se puso en evidencia el estrecho vínculo entre la guerra económica y la comercial, y se decidió aunar esfuerzos en pos de la erradicación de bases militares, armas nucleares, y cualquier tipo de intervenciones neocoloniales.

En suma, tanto la debacle de la Conferencia de Cancún como las amplias propuestas encaminadas por los pueblos, a pesar de sus amplias diferencias en contenidos, transmiten un mismo significado: la tierra, el aire, el agua, los conocimientos y, menos aun, la propia humanidad, no están en venta y la OMC deberá, de ahora en adelante, tomar nota de ello.

El post-Cancún y la región

Para los países de América Latina y el Caribe, la debacle de Cancún tiene varias implicaciones. Luego de haber logrado una postura defensiva unificada de la mayoría de ellos en la Conferencia de Cancún, donde unos se involucraron en el Grupo de los 21 y otros en el Grupo ACP, quedó sentada la fuerza de una coalición posible.

Ahora se plantea el reto de sustentar estas alianzas a largo plazo y pasar al desarrollo de una agenda propositiva unificada, que abarque todos los temas relacionados con el libre comercio: los del ALCA, la OMC, y los acuerdos bilaterales que distintos países vienen avanzado con los Estados Unidos. Más aún, el triunfo de Cancún coloca, de manera más tangible, la posibilidad de desarrollar acuerdos subregionales, que podrían fortalecerlos en todos esos escenarios.

Mientras tanto, con la indignación que provocó en los Estados Unidos el resultado de Cancún, la reacción inmediata ha sido la de bajar el perfil al multilateralismo y vindicar el bilateralismo, donde los países pequeños son más susceptibles a sucumbir a presiones y a hacer concesiones unilaterales. Y, no queda duda, de que el país del Norte cumplirá con sus amenazas de "sancionar" a quienes consideran le dieron las espaldas en Cancún.

En cuanto a las negociaciones del ALCA, cuya agenda inmediata es la Conferencia de Ministros en Miami (Estados Unidos) en noviembre próximo, se auguran casi nulas esperanzas de éxito. Ya nadie cree que se logrará concluir las negociaciones previstas para 2005, pues el abordaje de varios temas pendientes, como el de la polémica agricultura o aquel de los aranceles, dependían de los resultados de la fracasada conferencia de la OMC.

Una vez más, el tema de la agricultura aparece en el escenario del ALCA como el asunto más delicado de todos pues, contrario a otros temas como el de compras gubernamentales o el comercio de servicios, éste es sujeto de sólidas presiones tanto de los movimientos del campo como de los productores nacionales, que ya están sufriendo consecuencias de la liberalización tales como el dumping y la imposibilidad de competir en el mercado internacional con los productos subvencionados de los países ricos.

Según el canciller brasileño, Celso Amorin, si la agenda del ALCA es muy sobrecargada se complicarán las negociaciones, pues este país apenas se dispone a negociar, por ahora, en ese escenario el tema de las tarifas, las barreras a los productos importados, y algunas de las reglas de comercio, mientras otros temas como el de inversiones, compras gubernamentales y comercio de servicios serían encaminados hacia la OMC. Al igual que Brasil, otros países importantes en la economía regional, como es el caso de Venezuela, tienen agendas distintas para los dos escenarios.

Los Estados Unidos, por su parte, habían puesto sus ojos en el avance del acuerdo regional, entre otros, como una fuerza de presión hacia la Unión Europea, especialmente en el tema de la reducción de los subsidios agrícolas, mientras que en los escenarios mundiales ambos hacen causa común contra el resto del mundo, los Estados Unidos necesitan de una alianza hemisférica para refrendar su fuerza ante las otras potencias.

En cualquier caso, la legitimidad ganada por el Sur en los escenarios de Cancún desdibuja cualquier escenario previo de sumisión incondicional de los países pobres hacia las decisiones del Norte, ahora queda por ver si esta experiencia será reeditada en el futuro. Pero no hay que olvidar un detalle: por ahora Estados Unidos son un caballero solo, pues en Cancún hasta sus aliados del TLCAN participaron en espacios distintos: México estuvo en el Grupo de los 21 y Canadá figuró entre los primeros en abandonar la Conferencia, precipitando su fracasado cierre.

1) Compuesto en realidad por 23 países: todos los países de Sudamérica, excepto Uruguay, India, China, Sudáfrica, México, Marruecos, Tailandia, Guatemala, Costa Rica, Egipto, y otros

2) Conformado por 100 países de Africa, el Caribe y el Pacífico

Fuente: ALAI, Agencia Latinoamericana de Información

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