“Nuestra cabeza piensa desde donde pisan los pies” – Belén Romero, de CONAMURI
¿Qué significa “tierra” en clave feminista? Según la FAO en los países del sur las mujeres son las principales productoras de comida: de ellas depende entre el 60-80% de ella. En América Latina y el Caribe las mujeres campesinas son alrededor de 65 millones, y en su enorme mayoría enfrentan jornadas sin fronteras entre “lo doméstico” y “lo productivo”; son mano de obra en las fincas, proveen el agua en los hogares, hacen tareas de labranza y cosecha, cuidado de las semillas, elaboración de alimentos para consumo familiar y venta, además del cuidado de niñxs, enfermxs y ancianxs “puertas adentro”. Sin embargo son las que tienen más difícil el acceso a la tierra propia: sólo el 2% es propiedad de ellas.
¿Qué violencias sufren y cómo las combaten las trabajadoras del campo? ¿Qué otras opresiones señalan y cómo se conjugan hacia adentro y afuera de los movimientos populares de los que son parte? ¿Cómo es el feminismo que construyen y andan?
En medio del 1er Foro Nacional por un Programa Agrario Soberano y Popular conversamos con Belén Romero, integrante de la Confederación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas CONAMURI-VC del Paraguay.
Huerquen: ¿Querés contarnos quién sos, de dónde, y a qué te dedicas?
Soy Belén Romero, soy campesina, soy de Paraguay, trabajo la tierra. Mi familia es campesina, yo también vivo en el campo, nací en el campo, soy del campo, sigo en el campo. Trabajamos la chacra produciendo autoconsumo y produciendo yerba mate también. Pertenezco a una organización de mujeres campesino-indígena, CONAMURI (Confederación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas), una organización a nivel nacional en Paraguay.
Hqn: ¿Cómo está la situación en el Paraguay desde la perspectiva de los movimientos campesinos y pueblos originarios?
BR: En el Paraguay, como en casi todos los países de Nuestra América, estamos sufriendo constantes golpes desde el modelo de producción capitalista, que es el agronegocio; que es lo que más nos ataca, nos expulsa, nos mata, nos desaloja; que es lo que atenta contra nuestra soberanía, contra nuestros territorios; el cultivo de la soja transgénica, el maíz transgénico y la ganadería en alguna parte del territorio. O sea, claramente nuestro país se divide en dos: los oligarcas, los terratenientes, los sojeros, en su gran mayoría extranjeros; y la clase pobre, trabajadora y empobrecida, que somos el sector campesino indígena y urbanos, en su gran mayoría trabajadores expulsados del campo en algún momento. Los campesinos y las campesinas indígenas que seguimos en los territorios, constantemente nos organizamos y resistimos ante este avance del modelo agroexportador, porque es un modelo que nos expulsa de los territorios. Si no nos expulsa de manera violenta con desalojos, nos expulsa con venenos, nos expulsa ideológicamente porque el sistema hace creer que el ser campesinos no sirve para nada, que el ser joven y campesino indígena en el campo, es no ser nadie. Entonces es constante esa batalla que debemos dar con nuestros compañeros, con nuestros hijos, nuestras hijas, para poder resistir en el campo. Porque más allá de la lucha política y de resistencia en los territorios, es una lucha ideológica, la de entender nuestra importancia, de permanecer en el campo, verdad? Desde CONAMURI vemos que las y los campesinos indígenas debemos estar en el campo porque el campo es nuestro lugar; es de ahí donde debemos producir, tener nuestra forma de vida.
Hqn: Como vivís esto que decís de que el poder trata a campesino y a lo indígena como el atraso… ese discurso que habla de “atraso” y de “progreso” que sería de la mano de la biotecnología.
BR: De hecho, como te digo, para nosotros es fundamental la lucha ideológica en ese ámbito porque el sistema todos los días se encarga de repetir que nosotros y nosotras en el campo, no somos nada, que somos retraso, que nuestra forma de vida no sirve, que ya es inválida, que debemos actualizarnos, incluso desde el gobierno constantemente nos dicen que debemos “cambiar nuestro chip”, nuestro chip campesino indígena, que demos pensar en progresar, ¿verdad? y el progreso que ellos llaman, es ser esclavos, ser dependientes, no tener nuestra semilla, no tener tierra, no tener producción, no tener la soberanía alimentaria, salir del campo. A eso es lo que ellos llaman “el progreso”. Es un progreso que nosotras y nosotros rechazamos, no queremos. Queremos seguir conservando nuestra cultura, nuestra biodiversidad, nuestra producción, la semilla nativa y criolla, nuestra soberanía alimentaria; la forma de comer del campo, que son la comidas nuestras, sanas, saludables, independiente, ¿no?. El mundo campesino no depende de un supermercado, obviamente a las grandes industrias no le conviene eso, porque necesita que nosotros seamos dependientes, que vayamos a comprar lo que vamos a comer, entonces cuando un campesino o una campesina está en el territorio produciendo su propio alimento es soberano, es una familia o un pueblo o una comunidad que está teniendo una cierta independencia, y es una molestia para este sistema de producción y de control capitalista. Y dentro de este marco las mujeres, en Paraguay al menos, somos las que todo el tiempo estamos en los territorios, porque como constantemente nos venden que necesitamos plata para comprar lo que el sistema nos exige, nuestros compañeros, nuestros maridos, necesariamente salen a trabajar por un salario. Y somos las mujeres las que quedamos encargadas de las casas, de los hijos, de las hijas, de la producción, de la huerta; que inventamos lo que vamos a comer. Ahí sufrimos las fumigaciones, los abortos a causa de las fumigaciones, los efectos de venenos, las contaminaciones, los desalojos. Somos las mujeres las que plantamos hasta para embellecer nuestro humilde hogar, y nos tenemos que mudar cuando “ellos” nos expulsan. Es una violencia constante que nosotras sentimos en nuestro cuerpo, como mujeres; y sin contar con la violencia extra o la opresión extra que sufrimos por parte de nuestros propios compañeros por el hecho de que dentro de esta sociedad, donde no se considera productivo lo que las mujeres hacemos; porque, claro, no somos asalariadas… por más que alimentamos a nuestros hijos, alimentamos al pueblo, no es monetariamente productivo para este sistema. Y así, nuestros compañeros vuelven a reproducir hacia nosotras una violencia porque son ellos los que dan la plata, son ellos los que producen, son económicamente productivos y entonces, se invisibiliza nuestro rol de mujer; como mujer en el campo, lo que hacemos para preservar y resistir con nuestra vida campesina indígena.
Hqn: Contamos un poco de CONAMURI, ¿por qué una organización de mujeres?
BR: CONAMURI es una organización de nacional de mujeres campesino indígenas, que este año cumple 20 años de proceso. En sus inicios no nos declaramos feministas. Entendíamos que es súper importante la lucha de clases, pero nos dábamos cuenta que nuestros compañeros no nos daban mucha participación o no la teníamos. Aunque nuestros compañeros volvían a decir nuestros planteamientos, eran ellos los escuchados, no nosotras. Entonces a partir de ahí, nos dimos cuenta que en una sociedad patriarcal muy machista, necesariamente las mujeres debemos encontrar formas de visibilizarnos y de posicionarnos. Ante eso 300 mujeres campesino indígenas, hace 20 años, dijeron “hay que construir una organización propia de las mujeres”, no para dividir la lucha de clases, sino para demostrarle a las compañeras, a los compañeros, al resto del pueblo trabajador que somos capaces de proponer, que somos capaces crecer políticamente, que somos capaces de liderar. A partir de ahí surge CONAMURI, como una organización de clase, de género y de etnia: de clase porque somos de la clase trabajadora empobrecida, de etnia porque somos una organización indígena también donde hay varios pueblos originarios como multiculturalidad, y de género porque nos consideramos feministas desde el feminismo campesino y popular. O sea el feminismo que cuestiona la explotación de clase, que cuestiona este estado burgués que constantemente se beneficia y responde a las grandes multinacionales, a la gran oligarquía que nos violenta constantemente en los territorios; entendiendo que el patriarcado es una pata principal para el capitalismo y que para el capitalismo conviene la opresión del hombre sobre la mujer. Entonces nosotras como mujeres nos organizamos luchando, posicionándonos en contra de estos dos sistemas, y obviamente con miras de llegar en algún momento a una sociedad socialista, feminista, pero con los planteamientos desde el rescate de nuestros saberes, nuestras semillas, conservación de nuestra cultura, nuestra alimentación, de la lucha por la tierra que es transversal dentro de todo esto. Para nosotras las campesinas no existe libertad, no existe independencia ni autonomía sin el acceso a la tierra porque la tierra es medio de producción y en Paraguay es lo que se disputa. O sea la lucha de clases se da en el marco de la lucha por la tierra, y dentro de eso es nuestra forma de entender el feminismo. Es nuestra forma de plantear la liberación de las mujeres y de nuestros pueblos.”
Hqn: ¿Podés desarrollar un poquito más cómo es este feminismo para ustedes? Sabiendo que hay debates que atraviesan los feminismos…
BR: Nosotras venimos discutiendo el feminismo, o sea que nuestra organización se define feminista no hace mucho, porque en el mundo campesino indígena muchas veces la explotación de clases es la que más se siente y las compañeras terminan como naturalizando la violencia del compañero, del marido, del hijo hacia la mujer. Como que asumimos que es normal que seamos oprimidas. Nosotras empezamos a plantearnos un feminismo campesino y popular, entendiendo que no es el hombre el enemigo, que los compañeros son machistas y que esa es una práctica concreta de lo que genera el patriarcado ¿verdad? Entonces ante esto, nosotras desde el feminismo campesino y popular lo que planteamos es entender al patriarcado y al capitalismo como dos sistemas que nos oprimen y nos explotan pero ¿cuál es nuestra propuesta de liberación? es desde los territorios, desde la lucha por la tierra, desde el rescate de las semillas, desde fortalecer nuestra forma de producción porque a veces cuando uno mira, así de manera superficial, parece que no tuviera nada que ver la lucha por la tierra o la lucha por la conservación de nuestro sistema de vida con el feminismo, pero para nosotras es fundamental porque nosotras somos las que estamos en los territorios. Y si nosotras tenemos independencia en cuanto a la forma de producir, la forma de consumir, es una violencia menos para nosotras y terminamos siendo más independientes de nuestros compañeros, independientes del sistema. Y podemos tomar ciertas decisiones, ciertas posturas ante lo que surge, porque nos sentimos fortalecidas: qué producimos, qué rescatamos de nuestros saberes y qué planteamos algo concreto ¿verdad? Obviamente tenemos nuestras diferencias con el feminismo más no sé… burgués, liberal, blanco, etc. porque si bien nosotras queremos alianzas campo-ciudad, hay veces que no concordamos… porque nuestra cabeza piensa desde donde pisan los pies. Entonces cuando a veces las compañeras de la ciudad dicen y priorizan sus reivindicaciones como no más acoso en las universidades y las campesinas no accedemos ni al colegio, medio no nos sentimos identificadas con ese feminismo, un poco más acomodado por así decirlo. No desmeritamos esas luchas, esas reivindicaciones, pero para nosotras que ni siquiera accedemos a las universidades, entonces para nosotras no, no es lo primordial. Es desde ahí que nosotras planteamos que hay que cuestionar la propiedad de la tierra, cuestionar la relación entre ricos y pobres… cuestionar la opresión de género inmersa que también sufrimos, verdad? porque al final es consecuencia la opresión que sufrimos las mujeres en manos de nuestros compañeros, es consecuencia de la explotación de clases que se genera desde el capitalismo, y entonces por ahí va nuestra mirada.
Hqn: Este Foro ¿cómo lo estás viviendo? ¿qué sensaciones te dejan estos dos días de debate?
BR: Particularmente nosotras trabajamos mucho con la juventud y con la mujer en Paraguay, desde el valorar y el ser orgullosos de ser campesino indígena. Nosotros no nos sentimos hijos de campesinos, somos campesinas y vivimos en el territorio. Estamos ahí y para nosotras que un país como Argentina, que por lo menos desde Paraguay nosotros… hoy le comentaba a algunos cumpas que cuando pasamos a Argentina pensamos como que todo el mundo está en Buenos Aires, como que todo es Buenos Aires, osea como que es un país netamente urbano, ¿no? (risas). Sí, los que estamos en los movimientos sociales sabemos que hay compañeras y compañeros indígenas, que hay campesinas y campesinos, pero en general la población no le ve así a la Argentina. Entonces venir a un Foro donde hay 70 organizaciones, movimientos políticos, campesinos, indígenas, urbanos, que están pensando y proponiendo cómo quieren producir, cómo quieren consumir, cómo quieren vivir, para nosotras es muy importante, nos fortalece mucho porque desde Paraguay entendemos también que el internacionalismo es una herramienta muy necesaria para liberarnos como pueblos; y participar en un Foro así donde en un país como Argentina se está debatiendo la cuestión agraria, la problemática de la tierra, la forma de producir, cuestionar el modelo de producción capitalista, que la gente proponga desde su saber popular, que se posicione, es super importante. Agradecer por la invitación y estamos felices por estar; aprendimos mucho y esperamos haber aportado también en el debate y en las propuestas.
Microestadio de Ferrocarril Oeste, 8 de mayo de 2019
Fotos CONAMURI y Huerquen
Fuente: Huerquen