Nos faltan los 43, Santiago Maldonado y miles más
La desaparición del joven Santiago Maldonado, que participaba en una protesta del pueblo mapuche en Chubut, y fue visto por última vez el 1 de agosto cuando fue detenido por la Gendarmería en medio de violenta represión, ha conmocionado a toda la Argentina y mucho más allá. Al igual que pasa con los 43 estudiantes de la Escuela Rural Isidro Burgos, de Ayotzinapa, México, su desaparición forzada hace aparecer realidades que se pretendía ocultar.
En Argentina mostró que los monstruos siguen activos y cobijados por el gobierno, cuando la mayoría pensaba que la desaparición forzada en democracia era cosa del pasado.
El 24 de agosto, ante la negación del gobierno de reconocer la desaparición y tomar medidas, hubo una manifestación masiva en Buenos Aires, donde decenas de miles de personas, incluyendo a las madres de Plaza de Mayo, reclamaron la aparición con vida de Santiago, al clamor de “Nunca más”. En las décadas de 1970-1980 desaparecieron en Argentina más de 30,000 hombres, mujeres y niños, a manos de las fuerzas oficiales y militares. Gracias al trabajo ininterrumpido de madres, abuelas, familiares y compañeros de los desaparecidos, se logró conocer la verdad sobre lo sucedido en esos años, conocer el paradero de muchos desaparecidos y llevar a la cárcel a algunos de los responsables. Pero faltan muchos y el trabajo sigue, en un tejido colectivo que va desde las incansables madres y abuelas a las y los muchos jóvenes que hoy también salen a la calle a exigir la aparición con vida de Santiago.
El crimen contra Santiago Maldonado también tuvo el efecto de romper el cerco de mentiras oficiales y medios dominantes sobre la lucha de los mapuches en defensa de su territorio. Santiago acompañaba la ocupación de la comunidad mapuche Pu Lof en Cushamen, Chubut, en conflicto con el grupo empresarial italiano Benetton. Esa trasnacional es el mayor latifundista en la Argentina y afirma ser dueño de muchas tierras ancestrales de los mapuches, que son malhabidas, aprovechando huecos legales y el favor de gobiernos provinciales y federales contra los indígenas. No es la primera vez que los intentan desalojar, ya en enero de 2017 habían sufrido un ataque brutal, pero pese a ello mantuvieron la ocupación. Aunque no es raro, indigna ver a las fuerzas públicas a las órdenes de una trasnacional contra los verdaderos pobladores originarios.
Los gobiernos de Argentina están entre los que más han negado a los indígenas en América Latina. Además de haber tratado de exterminarlos en varios períodos, por ejemplo, con la salvaje “Campaña del Desierto” (1878-1885), también han trabajado asiduamente para negar que existen y que puedan ejercer sus derechos como pueblos, incluyendo el derecho a su territorio.
Tal como relata el periodista Darío Aranda, estamos presenciando un “ plan sistemático para desaparecer a los pueblos originarios” , para dar más lugar a las empresas mineras, petroleras, de mega plantaciones forestales y de transgénicos. Ese es el verdadero trasfondo del asunto, no las mentiras plantadas por empresas de marketing contratadas por Benetton y otras empresas para calumniar a los indígenas.
Los mapuches –y otros pueblos originarios de Argentina– explica Aranda, vienen sufriendo un genocidio que no termina y ni siquiera ha sido reconocido: “Robo de bebés. Desaparición de personas. Torturas. Campos de concentración. Asesinatos. Lo sufrió la sociedad argentina en manos de la última dictadura cívico-militar. Lo sufrió el pueblo judío en manos del nazismo. El Pueblo Mapuche también padeció robo de bebés, desaparición de personas, torturas, campos de concentración, asesinatos. Pero no hubo jamás pedido de perdón, tampoco reparación ni justicia. No hubo un “Nunca más” para lo sufrido por los pueblos indígenas.”
Paradójicamente, la desaparición de Santiago Maldonado rasgó este velo que intentaba ocultar esta historia, negando la lucha de los mapuches, a los que intentan presentar como revoltosos que invaden propiedad privada. El crimen contra Santiago sacó también a la luz esta injusticia que no cesa.
De la mismo forma, la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y la extendida protesta nacional e internacional que desató, fue un parteguas que rompió la muralla informativa y mostró al mundo la realidad en México, los miles de desaparecidos, la represión, asesinatos, feminicidios, la colusión de funcionarios de todos los niveles con el narcotráfico y empresas. A casi tres años de su desaparición el 26 de septiembre de 2014, la impunidad persiste y el gobierno sigue increíblemente afirmando su “verdad histórica”, que es probadamente una histórica mentira.
El 16 de septiembre una gran cantidad de jóvenes salieron en Argentina a manifestarse por el 41 aniversario de la “Noche de los lápices”, como se llamó al secuestro de diez estudiantes en La Plata, de los cuales sólo cuatro sobrevivieron luego de torturarlos por más de una semana. Los jóvenes siguen sintiéndose parte de esas muchachas y muchachos, de sus ideas, ilusiones y esperanzasy salen a la calle a mostrar que no habrá olvido ni perdón. Cuenta lavaca.org que León, de 14 años, lleva pintado en la cara “prohibido olvidar” mostrado un cartel que dice “los lápices siguen escribiendo”. En el megáfono grita ¿dónde está Santiago Maldonado? Unen así pasado y presente. Tienen una herramienta poderosa y lo saben: la memoria.
Nos falta Santiago, nos faltan 43 y miles más, también en México. La memoria colectiva que no ceja ni desaparece con el paso del tiempo, ni en un mes, ni en tres años, ni en 41, ni en los más de 500 de guerra contra los pueblos originarios. Porque no depende de una o algunas personas, sino de un vasto tejido colectivo que seguirá clamando ¡Vivos los llevaron, vivos los queremos!
Por Silvia Ribeiro - Periodista y activista uruguaya, directora para América Latina del Grupo ETC, con sede en México.
Fuente: Desinformémonos, 19 de septiembre, 2017