No solo el viento: la uniformidad de las plantaciones forestales como factor de propagación de incendios

En las últimas décadas, la expansión de las plantaciones de monocultivos de pino y eucalipto para la producción comercial de madera y pulpa de celulosa en el centro y sur de Chile ha generado distintas problemáticas en el aspecto ambiental, de acceso a la vivienda y respecto al avance descontrolado de los incendios al generarse en medio de sus enormes extensiones de monocultivo forestal. Su estructura homogénea y densa ha mostrado ser un caldo de cultivo perfecto para la propagación descontrolada de siniestros forestales en la zona centro sur.
Estudios recientes revelan que la disposición uniforme de los árboles, plantados en filas con escasa distancia entre sí para maximizar la producción, contribuye a la rápida diseminación del fuego. Esta configuración crea una biomasa bien conectada, inflamable y abundante, ideal para alimentar las llamas. De hecho, un estudio de 2018, que analizó los incendios forestales en seis regiones de Chile, encontró que los monocultivos forestales son los principales responsables de la mayor parte de los incendios en comparación con otros tipos de vegetación, como los bosques nativos o matorrales. En este sentido, se concluye que la estructura homogénea de estas plantaciones es un factor determinante en la expansión de los incendios.
Cada temporada estival, la región del Maule, junto con otras áreas del centro-sur de Chile, se ve asolada por megaincendios que destruyen vastas extensiones de tierra, afectando tanto a comunidades como a ecosistemas locales. Estos devastadores incendios, como el 2017, tienen un impacto directo sobre el paisaje y las comunidades rurales, las que enfrentan la incapacidad del Estado para prevenir o controlar tales desastres. Investigadores y comunidades coinciden en señalar que la industria forestal es uno de los principales responsables de este fenómeno, exacerbado por las políticas de plantación y la falta de medidas adecuadas de prevención.
Además de la alta inflamabilidad de los monocultivos, la falta de diversidad en las plantaciones y su cercanía a bosques nativos, zonas rurales y fuentes de agua hacen que estos territorios sean aún más vulnerables a los incendios. A medida que las condiciones climáticas se hacen más extremas debido al cambio climático, con veranos más calurosos y secos, la probabilidad de incendios devastadores aumenta. Investigadores han advertido que, en el futuro, estos eventos se volverán aún más frecuentes y destructivos, ya que las plantaciones de pino y eucalipto, al estar conformadas por especies altamente inflamables, ofrecen una continuidad de combustible que alimenta los incendios durante mucho más tiempo.
Un estudio de 2018 mostró que las plantaciones de monocultivos son más propensas a los incendios debido a su configuración homogénea, que favorece la conectividad del combustible. Este fenómeno se agrava por las constantes fuentes de ignición, tanto accidentales como intencionales, que se encuentran cerca de estas plantaciones. Además, las especies como el pino y el eucalipto, tanto en su composición individual como en su combinación con el bosque nativo, presentan características que favorecen la propagación del fuego, lo que convierte estos territorios en un foco constante de peligro.
La expansión de estos monocultivos ha transformado el paisaje de Chile, reemplazando a los bosques nativos, más heterogéneos y menos inflamables, por una matriz forestal que, en conjunto con la sequía y el aumento de las temperaturas, ha propiciado un escenario ideal para la propagación de incendios. Los expertos alertan que la falta de medidas de restauración ecológica, como la regeneración de bosques nativos y la restauración de fuentes de agua, está empeorando la situación.
Es urgente que se tomen decisiones para cambiar este modelo de plantación, diversificando los paisajes forestales y haciendo frente a los desafíos climáticos que se nos presenta. El restablecimiento de los ecosistemas nativos no solo reduciría la vulnerabilidad a los incendios, sino que también ayudaría a mitigar los efectos del cambio climático, favoreciendo la biodiversidad y la estabilidad del ciclo del agua en el país. El futuro de las comunidades afectadas por los incendios depende de un enfoque más sostenible, que ponga en el centro las necesidades de los ecosistemas y las personas, y no los intereses de la industria forestal.
Las lecciones de los incendios pasados deben servir de base para una reforma radical que reduzca el riesgo de futuras catástrofes, cuestión que debe traducirse a la brevedad en una Ley de Incendios para Chile.
La recuperación de los bosques nativos, la mejora de las políticas de manejo forestal y la implementación de una regulación efectiva del negocio forestal son pasos esenciales para evitar muertes y pérdida de bosque nativo u otros ecosistemas amenazados por las miles de hectáreas de monocultivo forestal presente en el centro sur de Chile.
Fuente: Resumen