Ni buenas, ni limpias ni justas: no a las megafactorias porcinas en Argentina

Idioma Español
País Argentina
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El 6 de julio de este año, en plena pandemia de covid 19, el Ministerio de Relaciones, Comercio Internacional y Culto de Argentina anunció la inminente firma de un memorándum de entendimiento con la República Popular China para el establecimiento de megafactorías de producción porcina en Argentina.

Ello dio lugar a un pronunciamiento público intitulado “No queremos transformarnos en una factoría de cerdos para China ni en una fábrica de nuevas pandemias” que fue suscripto por más de 500.000 organizaciones y personas de todo el país, y que abrió un intenso debate público alrededor de esta propuesta de inversión.

A raíz de ello se sucedieron pedidos de acceso a la información pública, reuniones, notas de prensa, conversatorios y varias movilizaciones en distintos puntos del país a pesar del aislamiento social, preventivo y obligatorio decretado por el gobierno nacional.

Si bien la información oficial ha sido escasa y poco transparente, el proyecto sintéticamente contempla la instalación de por lo menos 25 megafactorías de 12.000 madres cada una, con un esquema de integración vertical muy capital-intensivo.

Como consecuencia del intenso debate que se suscitó, el gobierno nacional anunció la postergación de la firma del memorándum para noviembre de este año, de modo de incorporar en el texto la exigencia de la protección de la bioseguridad y los recursos naturales.

Pronunciamiento de la Asamblea de Slow Food Argentina sobre el proyecto para instalar
megafactorías porcinas en Argentina

La Asamblea de Slow Food Argentina ha seguido de cerca el asunto y consideró necesario emitir un pronunciamiento público sobre el tema, que reproducimos a continuación.

La Asamblea de Slow Food Argentina, en defensa del alimento bueno, limpio y justo, se une a la voz de cientos de miles de organizaciones y personas de todo el país que, bajo la consigna “No a las falsas soluciones”, rechazan de manera categórica el proyecto para establecer megafactorías porcinas en Argentina.

El proyecto de inversión, tal como está planteado, y a partir de la poca información oficial que se ha hecho pública, de materializarse, implicaría:

  1.  El mantenimiento o profundización del modelo de agronegocio transgénico impuesto en nuestro país desde 1996, ya que la base de la alimentación de los cerdos, según la previsión oficial, será el maíz transgénico y la soja transgénica, tolerantes a agrotóxicos. Como lo hemos expresado en pronunciamientos anteriores, es necesario, urgente y posible abandonar el modelo de agronegocio transgénico ya que provoca contaminación del suelo, aire, agua, destrucción de los polinizadores; enfermedades crónicas no transmisibles y destrucción de los sistemas inmunológicos, asociadas a la exposición ambiental aguda y crónica a los agrotóxicos; concentración, extranjerización y conflictos por la tierra; desplazamientos de campesinos y pueblos originarios, éxodo rural y hacinamiento urbano; desplazamiento de otros cultivos; deforestación y destrucción de bosques, selvas y humedales; aumento de las emisiones de gases responsables de la crisis climática; degradación de los suelos y desertificación; expansión de malezas resistentes y tolerantes; pérdida de biodiversidad, sequías e inundaciones; desplazamiento creciente de los alimentos reales, buenos limpios y justos, por objetos comestibles ultraprocesados dañinos para la salud y la destrucción de las culturas alimentarias locales.
  2. Destinar grandes cantidades de agua dulce, ya que se prevé un uso diario de 1.500.000 litros de agua para cada una de las 25 megafactorías anunciadas, afectando la disponibilidad y accesibilidad de agua para otras finalidades esenciales, en un contexto de crisis hídrica y climática y en un país que aún hoy no ha sido capaz de garantizar al 10% de su población el acceso a agua potable.
  3. La contaminación del aire, agua y suelo derivada de los desechos, ya que los purines de orina y material fecal de los cerdos contienen más de 300 sustancias tóxicas volátiles distintas, bacterias y residuos de los antibióticos utilizados en este tipo de explotaciones.
  4. Generar mayores emisiones de gases de efecto invernadero responsables de la crisis climática, ya que se prevén megafactorías de integración vertical muy demandantes en toda su cadena de combustibles fósiles;
  5. La generación de enfermedades zoonóticas con potencial de generar nuevas pandemias, ya que la República Popular China decidió externalizar la producción de cerdos después de que en el año 2018 tuviera que sacrificar entre 180 y 250 millones de cerdos debido a un brote de peste porcina africana (PPA), que hoy azota también a varios países europeos, y que ya hay una nueva cepa de gripe porcina H1N1 que infectó a trabajadores chinos recientemente y otra con potencial de ser transmitida a seres humanos en el vecino país de Brasil. Hacinar gran cantidad de animales homogéneos genéticamente en condiciones de estrés, como demuestra la ciencia digna, los hace más vulnerables a sufrir y transmitir enfermedades.
  6. Aumento de la resistencia bacteriana por el uso de los antibióticos, ya que el 80% de los antibióticos que se utilizan en el mundo son para promover el crecimiento y prevenir o tratar enfermedades de los animales en este tipo de explotaciones, generando como consecuencia que, según la Organización Mundial de la Salud y el G-20 que nuestro país integra, ya 800.000 personas mueran al año por resistencia bacteriana, constituyendo uno de los principales problemas de salud pública de la actualidad y los años venideros.
  7. Conflictividad social por la contaminación, los olores, moscas, mosquitos y roedores y las enfermedades asociadas a estas explotaciones.
  8. Institucionalizar la crueldad animal a una escala masiva e inusitada, ya que los animales, reducidos a meros conversores de proteína vegetal en proteína animal, son sometidos a mutilaciones, hacinamiento, estrés y crueldad que obligan a un serio debate ético sobre el modo en que nos relacionamos con otras especies con las que compartimos nuestra casa común.
  9. Generación de trabajos de muy baja calidad y calificación en los que los trabajadores se ven expuestos a sufrir y transmitir enfermedades a las comunidades en las que viven.
  10. La profundización de la concentración del mercado porcino en nuestro país ya que se prevé oficialmente una inversión de 150 millones de dólares por cada megafactoría, en un esquema de negocios de integración vertical que no contempla para nada a los pequeños y medianos productores porcinos. Ello generará no sólo una mayor concentración de un mercado ya concentrado sino el riesgo cierto de que la producción destinada teóricamente de manera exclusiva a la exportación se vuelque al mercado interno, provocando lisa y llanamente la destrucción de los productores porcinos locales.

Por todo ello, exigimos al gobierno nacional, los gobiernos provinciales y municipales que abandonen su pretensión de imponer de arriba abajo falsas soluciones como la propuesta y que, de manera coordinada y coherente, avancen decididamente en la construcción de políticas públicas que propendan a la realización de la agroecología de base campesina, la soberanía alimentaria y el pleno goce y ejercicio del derecho al alimento bueno, limpio y justo para todas las personas que habitan el territorio argentino.

Fuente:  Slow Food Argentina

Temas: Ganadería industrial

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