México: Repudio en la Sierra Negra a hidroeléctricas, minería y consultas forzadas
Violencia, intimidación, compra de voluntades, misas del párroco favorables a la empresa, discursos del director de la Primaria para que los niños “convenzan” a sus padres, migajas presupuestales, compra de elecciones… Nada doblega la voluntad indígena
Tehuacán, Puebla.
La resistencia indígena en la Sierra Negra de Puebla contra Minera Autlán sigue abriendo brecha y tomando fuerza, a un año de haber empezado una lucha en defensa de la tierra y del territorio, y en defensa de los ríos Coyolapa, Huitzilac y Tonto.
Esta batalla, contra el consorcio minero y siderúrgico del magnate José Antonio Rivero Larrea, vive momentos cruciales para impedir la construcción de una presa hidroeléctrica que Rivero Larrea necesita para abastecer de energía los hornos de fundición de su planta de producción de acero en Teziutlán, en la Sierra Norte de Puebla.
El 24 de julio, funcionarios de la Secretaria de Energía (Sener), con la ayuda de golpeadores y familiares del alcalde de San Pablo Zoquitlan, Fermín González León, forzaron a que la asamblea general de Coyolapa, decidiera en votación si estaban de acuerdo o no en realizar la consulta que establece el Convenio 169 de la OIT y la Ley de la Industria Eléctrica, para que la empresa brinque el último obstáculo y las autoridades les liberen los permisos para la construcción del llamado Proyecto Hidroeléctrico Coyolapa-Atzalan.
A pesar de la violencia, la intimidación, la compra de voluntades, las misas del párroco de la comunidad favorables a la empresa, los discursos del director de la primaria para que los niños convencieran a sus padres de los “beneficios” de la obra, el condicionamiento de las migajas presupuestales que el gobierno reparte para el control social y la tradicional compra de elecciones, la comunidad votó en contra de que se realice la consulta.
Los corruptos de la Sener, que son personeros de la empresa, caciques y autoridades locales que han vendido su alma al demonio minero, al verse perdidos se trasladaron a Pozotitla —otra de las comunidades nahuas claves para la construcción de la obra— para amedrentar y forzar a una consulta que no fue notificada con tiempo a la comunidad. Al ver que la gente en resistencia se negaba a que se realizara esa simulación de consulta, desesperados por imponer su consulta los personeros lacayos empezaron a agredir y amenazar a los defensores del río, y cuando se desató la violencia que ellos mismos habían provocado ya no encontraban la manera de detenerla. Finalmente, se fueron de la comunidad no sin antes amagar con que regresarían a realizar dicha consulta, la cual está repudiada por la mayoría de la población de las comunidades en conflicto.
Lo que ocurrió deja claro que las consultas que se hacen en el país sólo sirven para imponer los megaproyectos, usando violentas simulaciones para que las empresas puedan entrar a los territorios de los pueblos indígenas a saquear y destruir ríos, montañas, árboles y comunidades enteras.
La resistencia de la Sierra Negra se opone a la consulta de la Sener porque tiene muy claro que ésta debió haber sido libre, previa e informada.
No puede ser libre cuando ya ha habido violencia, como el ataque organizado por el alcalde petista de Tlacotepec de Díaz contra Radio Tleyole, Las Voces del Maíz, el año pasado, que tuvo como resultado un locutor herido a balazos por miembros del crimen organizado.
El objetivo era silenciar a esta radio comunitaria que ha sido una herramienta del movimiento para denunciar los daños que causaría la hidroeléctrica y la manera en que esta empresa ha tejido una red de corrupción y complicidades de caciques y autoridades en la zona baja.
No puede ser previa cuando la minera tiene años prospectando el territorio sin permiso y cuando Semarnat y Sener han autorizado el Estudio y el Manifiesto de Impacto Ambiental sin tomar en cuenta a los pueblos. No puede ser informada si la empresa y gobierno ocultan este proyecto, y orquestan una campaña de mentiras, ofreciendo baratijas, promesas de empleo y beneficios inexistentes.
Minera Autlán ha destruido cerros enteros en Hidalgo para la extracción del manganeso, mineral necesario para la fundición de acero. Para lograr esto ha comprado autoridades sin escrúpulos; ha mentido, torcido las leyes e incluso se ha valido de obispos, sacerdotes y mayordomías, como en Jalamelco, para poder entrar a saquear los territorios indígenas y campesinos.
Lo mismo ha hecho en Tehuacán y Sierra Negra. Se ha hecho de la amistad del Obispo de Tehuacán, Rodrigo Aguilar, y de sacerdotes como el que oficia en las comunidades en donde se encuentra centrado el conflicto. Este cura el año pasado decía desde el púlpito: “Tenemos que salir en defensa de la Madre Tierra”. Ahora no duda en decir en misa: “Piensen en los beneficios de esta empresa, pueden ser muchos y además es una empresa ecológica que no contaminará el río”.
De la misma manera piensa el vicario de la diócesis: “La empresa ya nos visitó y está dispuesta a dar una ofrenda a las parroquias”. Esto ha hecho que la resistencia, que es creyente en su mayoría, tome distancia ante este tipo de párrocos que tienen por dios el dinero.
Este movimiento también tiene muy claro que los partidos políticos no son opción alguna para cambiar las cosas. Están desencantados de los partidos supuestamente de izquierda, porque en la zona las autoridades municipales que más impulsan el proyecto hidroeléctrico pertenecen a Morena, que ya demostró que es ladina y se oxigena el pelo. Valga recordar que Fermín González León, el alcalde zoquiteco, es el principal protegido y aliado del senador Luis Miguel Barbosa Huerta, quien recientemente fue nombrado por Andrés Manuel López Obrador como su organizador en la Sierra Negra. Barbosa Huerta tiene un rancho llamado San Miguel en la comunidad de Tepequexpan, a tan sólo unos kilómetros de la zona tan codiciada por la empresa, y se han negado en todo momento a escuchar a los pueblos en resistencia.
Es por esto que el llamado del Congreso Nacional Indígena empieza a tener eco en el movimiento de resistencia indígena, sobre todo por el llamado a unir fuerzas contra los megaproyectos de muerte y en defensa de la tierra y el territorio.
Esto nos recuerda las visitas del zapatismo en la zona de Tehuacán en 1999, en 2001 en la Marcha del Color de la Tierra y en la última en 2006 en Altepexi, cuando los obreros nahuas libraban emblemáticas luchas por los derechos laborales en las maquiladoras de mezclilla, las cuales siguen explotando la mano de obra de nahuas, mazatecos y mixtecos, entre otros pueblos indígenas.
Pero en la lucha también hay fiesta y baile. El sábado 29 de julio, Radio Tlacuache cumplió su primer año de transmisión para dolor de los que se empecinan en convertir en mercancía la vida de los pueblos, ríos, animales y montañas. Dos días de fiesta para celebrar que la resistencia indígena además de luchar, sabe divertirse, no pierde el humor y se prepara para seguir luchando contra la muerte, celebrando la vida.
Fuente: Suplemento Ojarasca 244