México: Estamos vivos gracias a nuestro maíz. Testimonio de Virgilio Hernández Vera
Nosotros estamos acá en este día donde estoy quitando mi maíz, porque lo estoy echando en este cuarto donde él está, donde nadie lo pueda pisar, donde nadie le pueda hacer daño, porque este maíz lo valoramos mucho, lo valoro mucho yo y lo valoran todos lo que estamos aquí, porque han dicho que este maíz es la vida y la salvación.
Nosotros que estamos en esta tierra, sin el maíz no viviríamos, sin el maíz no andaríamos. Este maíz yo sí creo que está entre nosotros, está vivo, se hace niña se hace niño, se hace como nosotros, se ve como nosotros, porque esta planta cuando no crece es porque también espera el agua, quiere agua, no puede crecer para dar alimento, no puede crecer sólo con frío. También espera el sol como nosotros.
Dicen que este maicito llegó como una persona y por eso se hace niña, se hace niño, porque éste, este maíz amarillo, decimos que es como nuestra carne, nosotros como indígenas somos amarillos, es nuestra piel, y este maíz morado es nuestro cabello o nuestra pestaña, así es como nosotros nos comparamos con este maíz morado, y con este blanco. Este maíz es nuestro hueso, porque nosotros tenemos huesos blancos. Y este maíz rojo es como nuestro cuerpo, como nuestra sangre que nos da fuerza, y tiene cabello, y por eso nosotros, como indígenas, en esta comunidad Oxeloco, lo valoramos y lo queremos.
Nosotros cuando no hay maíz nos encuentra la tristeza o la muerte, pero cuando hay maíz tenemos mucha alegría, nos reímos mucho y sentimos que estamos bien, estamos contentos, y no nos falta nada. Pero cuando no hay maíz hay mucha enfermedad, hay muchos problemas, y por eso nosotros queremos nuestro maíz, porque él es de aquí, él no viene de otro lugar, viene de lo que Dios nos dio con su trabajo, lo que Dios nos entregó para estar vivos, para vivir, y por eso lo valoramos mucho, lo queremos mucho.
Nosotros como habitantes de esta comunidad no descuidamos lo que nuestros abuelos nos dejaron, cuidamos lo que nuestras mamás nos dejaron, hace mucho no tenían que comer y también sufrieron, pero nunca acabaron con el maíz. Ellos escogían el maíz, no tenían mucho, pero lo que guardaban lo colgaban con un hilo o con un lazo para que fuera la semilla que se volvería a sembrar. Ellos a veces no comían una o dos veces o un día pero nunca pensaron acabar con nuestro maicito. Ellos lo valoraban y lo querían y por eso hasta ahora aún lo tenemos, aún sigue aquí, es de aquí porque aquí nos lo entregó Dios. Este maíz no viene de otro lugar, el maíz está aquí y aquí nos lo dio Dios para que estemos vivos.
Por eso cuando trabajamos en nuestras milpas, antes de que vayamos a sembrar, le agradecemos a Diosito, le hablamos al maíz, y le decimos: “yo voy a ir a la milpa a dejarte, a regarte, pero tú no te enojes, yo voy a estar contigo, te iré a ver, te voy a cuidar, tu crecerás, yo te voy a cortar, y si tú me das vida y me cuidas toda la vida, contigo estaré”. Así le decimos al maicito.
Y por eso lo trabajamos, lo cuidamos bien, porque sabemos que él es nuestra vida, nos salva de la muerte, sin el maíz nosotros no podemos existir. Este maíz nosotros debemos de cuidarlo.
Nuestros dioses, nuestros abuelos, nuestras mamás, nuestras abuelas, decían que si nosotros no lo cuidamos, si nosotros no lo valoramos, un día nos va a dejar, se irá lejos, porque él está vivo, porque se va a enojar si no lo valoramos, si no lo cuidamos. Nosotros por eso lo valoramos, lo cuidamos cuando vemos que ya va a empezar a dar, cuando ya empieza a tener elotes nosotros lo protegemos, cuidamos que no se lo coman los pájaros, que no se lo coman los animales, que no le pase nada. Lo cuidamos y nos esperamos para poder ir a traer elotes, y cuando vemos que ya hay elotes nos ponemos de acuerdo, platicamos para ver si podemos ir a traer el elote y qué día podemos ir a traerlos.
Y cuando vamos por él, no vamos así nada más, nosotros le hacemos una fiesta, le ofrendamos, le damos las gracias porque se dio. Le prendemos una vela, le damos las gracias a Diosito porque se dio el maíz, porque hay que comer. Donde hay elotes, cuando hay maíz, se hace una gran fiesta porque nosotros estamos vivos por el maíz, no es como en la ciudad, en la ciudad es diferente.
Nosotros le agradecemos a Dios habernos dado la vida a través del maíz. Para nosotros nuestra vida es el Chicomexóchitl, por eso lo valoramos. Lo recordamos dándole una flor, prendiéndole una vela; le ofrendamos con copal y por eso sabemos que no nos va a dejar, que está con nosotros, porque tiene vida, porque nos da vida, y el maíz es la salvación.
Este maíz no es como el que ahora los ricos nos ofrecen para sembrar, ése no es un buen maíz porque trae enfermedad, provoca enfermedades. Nuestro maíz no es así, nuestro maíz nos cura y nos ayuda mucho. Nos ha salvado mucho, por eso estamos con él, porque él nos da salud y por eso lo queremos y lo valoramos, siempre vamos a estar con él y ninguna persona o ningún rico nos lo va a robar. Lo cuidaremos y lo valoraremos para tenerlo siempre, porque él es la salvación, es con lo que nosotros estamos vivos, porque nosotros no estamos acostumbrados a comer pan o a comer una tortilla de la ciudad para poder vivir. Nosotros estamos vivos gracias a nuestro maíz.
Y al maíz no le gusta estar solo. No quiere que lo tengamos solo. El maíz se da con el frijol. El maíz se da con muchas otras plantas y animales. No se puede quedar solo, no puede vivir solo. Y por eso nosotros queremos nuestra plantita, queremos nuestro maicito. Aunque dejamos la semilla durante un año no se pica, no le pasa nada, vive como nosotros.
Y por eso ahorita ustedes pueden ver que hay cuatro tipos de maíz, que son como nosotros. El maíz tiene vida, puede ver, nos reúne, y también tiene una casa donde se sienta, tiene una casa que nosotros le damos, tiene una casa donde lo echamos: aquí se sienta, aquí se duerme, aquí vive, y por eso nosotros como hijos de Dios, recordamos a Dios y recordamos a Chicomexóchitl semilla, a Chicomexóchitl maíz como el que tenemos en esta comunidad de Oxeloco, y por eso hasta ahora seguimos logrando maíz. Lo hemos procurado, lo hemos cuidado, porque queremos que esté con nosotros. Si no lo cuidamos se hace un gran enojo, nos puede llegar la muerte, nos pueden llegar los problemas. Con este maíz vivimos y todos los días lo cuidaremos porque no es cualquier cosa, vale mucho para nosotros, tiene mucha vida este maicito, nos trae mucha salvación.
Entrevista: Alberto Cortés
Traducción del náhuatl: Nadia Fabiola Castañeda
Para el documental Maíz, origen y destino (2014)
Fuente: Ojarasca