México - NAICM: “La devastación y el despojo como moneda de cambio”
Una semana escasa después de la elección, un sin número de comunidades, pueblos, organizaciones, figuras académicas y personas individuales le exigen al presidente electo AMLO, que cancele el nuevo aeropuerto de la ciudad de México, puesto que dicha obra, impugnada desde principios del siglo XXI, es a todas luces un monstruo de devastación y despojo extremos. La extrañeza aumenta desde que el presidente electo, que al principio apareció como crítico de la obra, ahora es impulsor decidido de ésta, tal vez el acaparamiento de tierras más grande en la historia reciente del país.
El siete de julio, los pueblos dijeron:
“El anuncio hecho por el presidente Enrique Peña Nieto el 2 de septiembre de 2014, del impulso del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM), representó para un grupo económico privilegiado el triunfo de la idea de que la tierra y los recursos naturales son mercancía.
”El golpe asestado al gobierno panista de Vicente Fox en 2001-2002 por parte del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra (FPDT) para echar abajo el NAICM, fue una afrenta que cobró su venganza con la incursión policiaco-militar en Atenco, ordenada por Fox y Peña Nieto en 2006. De esa manera se allanó el camino para la construcción del Nuevo Aeropuerto mediante una estrategia de despojo, cambiando de manera fraudulenta el régimen de propiedad social a dominio pleno en los ejidos de Atenco. Por todos es sabido que desde el 2001, el 2014 y hasta ahora, nunca se le ha preguntado a nuestros pueblos si están de acuerdo con ese megaproyecto. Por su parte, los gobiernos han ocultado los graves daños ambientales, ecológicos e hídricos que le ocasionaría al Valle de México. Únicamente se han abocado a hablar de las bondades del “progreso”, es decir, nos han impuesto un desarrollo sin sujetos sociales. Un “progreso” que no incluye a nuestros pueblos, sino que se nos despoja de nuestros territorios, paisajes, biodiversidad y ecosistemas pero que nos envía los desechos tóxicos de su ambición inmobiliaria.
”Poco a poco estamos padeciendo los graves impactos del inicio de la construcción del Nuevo Aeropuerto. De manera irreparable, hasta ahora, lo están pagando nuestros cerros y territorios por la construcción de carreteras, la extracción de materiales y el tiradero de lodos tóxicos en Ecatepec, Tecámac, Acolman, Tepetlaoxtoc, Tizayuca, Temascalapa, Axapusco, San Juan Teotihuacán, Ixtlahuaca, Tezoyuca, Otumba, San Martín de las Pirámides, Nopaltepec, Tlaminca, Tocuila, Texcoco, Tlapacoya, Ixtapaluca, Amecameca, Tenango del Aire, Chalco, Tlalmanalco, Cocotitlán, San Pablo Atlazalpan y Atenco.
”Sin embargo, sabemos que es una obra que seguirá impactando en toda la zona metropolitana y el Valle de México, ya que una vez construido albergará obras de desarrollo inmobiliario (la nueva Santa Fe), de servicios, turístico y vías de comunicación (autopistas, el tren interurbano México-Toluca, segundos pisos, líneas del metro y metrobus). Es decir, significa la edificación en pocos años de una Aerotrópolis que arrastrará consigo graves problemas de urbanización, de gentrificación, de contaminación, hídricos, ambientales, ecológicos y de seguridad, que deben considerarse políticas públicas de lesa humanidad”.(i)
Hoy la gente de la ciudad sufre una despiadada política de construcciones que paradojicamente destruye la vida común. Es tan vertiginosa, que al interior de los barrios de la megalópolis rebautizada CDMX tal vez no se percaten plenamente de la movilización que crece como ola de enojo e intranquilidad por toda la cuenca. Pero por fortuna hay gente que investiga desde hace años la situación.
Gente que con amor y paciencia indaga la historia de la devastación del llamado “paraíso lacustre de la cuenca del valle de México”.
Uno de ellos es el profesor Sócrates Silverio Galicia Fuentes, que nos resume la historia de “500 años de decisiones equivocadas” [y muchas veces dolosas] que configuran esta catástrofe ambiental, social y humana cuyo capítulo más extremo está en ciernes.(ii)
Para el profesor Sócrates Galicia, estamos hablando de una región de 9 mil 500 kilómetros cuadrados (950 mil hectáreas que abarcaban siete lagos (Chalco, Xochimilco, Tenochtitlan, Texcoco, Ecatepec, Zumpango y Xaltocan) con alcance en 86 municipios de tres estados (Edomex, Tlaxcala e Hidalgo) y el Distrito Federal, más “pequeñas porciones de Morelos y Puebla”.
Una región, de acuerdo siempre con el profesor Galicia, donde “se encuentra una gran diversidad de recursos naturales (geológicos, hidrológicos, edáficos, flora y fauna) disputada desde la época mesoamericana”. En su estudio sobre la región “Movimientos sociales comunitarios frente al ecocidio del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM)”, el investigador de la Universidad Autónoma de Chapingo señala que la cuenca incluye múltiples manantiales (entre ellos el de Chapultepec, Coyoacán y Teotihuacan y treinta ríos grandes, 15 al Poniente y 15 al Oriente, más arroyos, lagunas y acuíferos, “todo un paraíso acuático”.
Sin poder ahondar en los pormenores del estudio, baste decir que a la llegada de los españoles Tenochtitlan contaba en toda esa región con innumerables chinampas (tierras de cultivo en islotes pequeños entreveradas de canales de riego y tránsito), terrazas en todos los cerros aledaños hoy atacados, y albarradas, diques de contención, acequias, acueductos que permitían que las masas de agua no inundaran las zonas habitables y de producción como había ocurrido en varias ocasiones desde la época prehispánica.
Al momento de la conquista los invasores “destruyeron el dique de Nezahualcóyotl durante el sitio de Tenochtitlan” y ya en la reconfiguración de la ciudad como espacio de sometimiento destruyeron las obras hidráulicas, comenzando la destrucción del complejo sistema territorial lacustre. Esto culminó en una gran inundación en 1555 que les hizo suponer que desecando los lagos tendrían una ciudad vivible. Gravísimo error. Comenzó así el combate contra los lagos mediante entubamientos, canales del desagüe, cárcamos profundos, para que la ciudad se ensanchara y alargara como una amiba o “mancha de aceite” sobre los antiguos lagos, ríos y manantiales.
Hoy estamos tal vez ante la última oportunidad de revertir tantos años de políticas de ingeniería erróneas, aunadas al complejo proceso de erradicación del mundo campesino indígena en aras de una metrópolis cada vez más inmensa (deshabilitadora de la vida y la dignidad humana) y al borde del colapso.
De acuerdo con el estudio del profesor Galicia, son diez los graves impactos generados en la región a partir del desecamiento de la ciudad.
1. “Aumento de 2.5 grados de temperatura media anual”, algo que se combinará de manera negativa con los otros efectos.
2. “Sobrexplotación de los acuíferos del Valle de México”, pues 70 por ciento del agua se ha ido extrayendo del subsuelo sin que haya habido una recarga equivalente.
3. “Explosión demográfica”: hoy estamos en cerca de los 28 millones de personas a partir de “los 417 mil habitantes que había en 1900”.
4. “Expansión de la mancha urbana”, de “17 kilómetros cuadrados en 1900 a más de 2 mil km2 (200 mil hectáreas) de asfalto y concreto”.
5. “Desertificación de la Cuenca del Valle de México”, por la devastación de los bosques, la erosión de los suelos, el abatimiento de acuíferos, la fuerte evaporación y la expulsión de excedentes de agua”, principalmente, según los datos proporcionados por Gerardo Cruickshank en 1998.(iii)
6. “Hundimientos del subsuelo de la ciudad y la cuenca del Valle de México.” “Hoy la ciudad está 12 metros debajo del nivel más bajo del lecho del ex-lago de Texcoco, mientras en 1864 se calcula que la ciudad estaba a 1.907 m, arriba”. Hablamos de un hundimiento de 10cm/por año promedio pero en zonas llega hasta 40 cm/anuales. “Los hundimientos se deben a la compresibilidad de la capa arcillosa superior en un espesor variable de 30 a 60 metros. Los contenidos de agua en este material alcanzaban valores de hasta 450%. La extracción del agua de los acuíferos del subsuelo ha generado un proceso de consolidación de arcillas y el hundimiento del subsuelo, con las consecuencias ya expuestas”.(iv)
7. “Magnificación de los sismos”. Lo principal es el “efecto de resonancia, que significa que el material del subsuelo amplifica las ondas de los sismos”. Esto significa que si bien los sismos tienen las consecuencias resultantes de su movimiento, “las arcillas blandas y saturadas de agua del extinto lago sobre las cuales está construida gran parte de la ciudad, resuenan y magnifican las ondas sísmicas”. Es decir, la renovada devastación de los sismos es en buena parte irresponsabilidad humana.(v)
8. Un efecto más es la “deforestación extrema”. Para el M en C Sócrates Galicia en “1900 existían 142 mil héctáreas de bosque, 58 por ciento de las 246 mil hectáreas” que tuvo alguna vez. Cien años después había sólo 46 mil 800 hectáreas, es decir 19 por ciento.
9. “Disturbios eólicos, erosión eólica y tolvaneras.” Para Sócrates Galicia “El intenso calentamiento del aire superficial origina movimientos convectivos de masas de aire (remolinos) que se proyectan a gran altura, llevando grandes cantidades de polvo”, alterando el equilibrio de la cuenca y la salud. Además de magnificar la erosión general.
10. Por último está el efecto integral de “rompimiento del equilibrio hidrológico y ecológico de toda la cuenca”, lo que hace desaparecer lagos y bosques, aumenta la torrencialidad de las corrientes, inundaciones, pronunciada evaporación, remolinos, es decir, los diez puntos resumidos actuando sinérgicamente para ocasionar un escenario de catástrofe.(vi)
Tal vez todo lo anterior lo hemos sabido y sufrido y aguantado durante décadas enteras. Lo que hoy ocurre es que ante este escenario de devastación hemos visto crecer la irresponsabilidad (y/o complicidad) de gobernantes y corporaciones que siguen su desenfrenada carrera por construir y construir dentro de la ciudad, y ahora en este “polo de desarrollo” del NAICM, sin importar las consecuencias.
Pero no sólo está en juego la viabilidad de la ciudad de México, no sólo está en juego la continuidad milenaria de una comunidad emblemática y en resistencia digna como San Salvador Atenco. Es la continuidad de un modo de vida campesino en innumerables comunidades y localidades situadas en esa cuenca, que durante milenios no sólo cuidó, gestionó y sustentó el agua que los sabios y sabias (tiemperos, graniceros) rejuntaban de ambas vertientes, las aguas del Golfo y el Pacífico, filtradas y refiltradas en los escurrimientos y precipitaciones de ambas sierras madres.
Toda esa civilización mantuvo y mantiene la posible continuidad de la vida en general, y también la vida humana.
Con gran tino Gloria Muñoz dice que el problema es que el NAICM simboliza promover un capitalismo salvaje que no quiere que las y los jóvenes tengan un futuro en lo que saben hacer, es decir, trabajar el campo, relacionarse con la naturaleza. Lo que se promueve es el desarraigo y la sumisión, la precarización extrema como manera de someter a la gente a modos de vida dependientes de empleos en condiciones tremendas. ¿O acaso trabajar de limpia-pisos en un aeropuerto o en los desarrollos comerciales, turísticos y urbanísticos de la aerotrópolis puede compararse con la dignidad, la mirada, y la libertad de resolver por tus propios medios lo que más le importa a la gente, a las comunidades, urbanas o rurales?
Por eso es tan crucial este trance. El propio secretario en ciernes Víctor Villalobos ya lo aclaró al igual que José Eduardo Calzada, hasta marzo pasado titular de la Sagarpa: “hay que retener a los jóvenes en el campo, o hacerlos volver, para que trabajen en las agroindustrias”.(vii)
Lo que más se les ocurre es que laboren de jornaleros precarizados en los invernaderos a 40 grados de temperatura, con sueldos de hambre rodeados de agroquímicos.(viii)
Pero el aeropuerto ni siquiera ofrece esa opción. Promoverá concreto y asfalto, construcciones sin fin y empleos precarios en limpieza y servicios. Promoverá una urbanización salvaje que pretende duplicar la población de la ciudad ( de casi 30 millones a ¿60?) en ese nuevo “paraíso” en el oriente de la ciudad. Así, está también en entredicho la viabilidad final de toda la ciudad de México.
Ya se mira desde lo alto la devastación de los cerros de Tepetlaoxtoc o Tecuautitlán (y en toda la cuenca) por el descuajamiento para hacerse de los materiales de construcción o para cumplir la enloquecida propuesta (relatada por Sócrates Galicia) de las corporaciones que ya avanzan desmadrando todo, de exprimir la irreverente agua que se empeña en salir aplicando 12 metros parejos de tezontle y 12 de basalto para que el peso expulse el agua.
Pero el agua, como los pueblos, no se deja. Y tarde o temprano los pueblos, como el agua, fluirán hasta revivir las condiciones rescatables de uno de los lugares más sorprendentes de la antigüedad: Anáhuac (el lugar a la vera del agua).
Hoy el destino del territorio original de infinidad de comunidades aledañas y de la megaurbe de casi 30 millones de personas (con la devastación que acarreará para el equilibrio de toda la meseta central del país, si no es que más), es moneda de cambio del tránsito presidencial: por la voracidad de ganancias en este verdadero “negocio del sexenio” para las corporaciones y empresarios promotores de la aerotrópolis y el NAICM; y por el ansia de posicionamiento por parte del próximo presidente y su grupo que tal vez crean que dar este paso los afianzará como nuevo gobierno.
Notas
i) Pronunciamiento de la Plataforma Organizativa en contra del Nuevo Aeropuerto y la Aerotrópolis, 7 de julio de 2018
ii) MC Sócrates Silverio Galicia Fuentes, “Movimientos sociales comunitarios frente al ecocidio del Nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (NAICM)”, copia impresa, Departamento de Fitotecnia de la Universidad Autónoma Chapingo, julio, 2018
iii) Gerardo Cruickshank, Proyecto lago de Texcoco, Rescate Hidrogeológico, 2 edición, Comisión Nacional del Agua. DF, 1998.
iv) Ibidem
v) Sócrates Galicia, op.cit.
vi) Todo lo anterior lo presentó de viva voz en el Taller en Defensa de los Territorios y del Patrimonio Biocultural organizado por la Dirección de Etnología y Antropología Social, en la Coordinación de Antropología del INAH, 10 de julio de 2018
vii) Entrevista de Eduardo Curzio con Víctor Villalobos, ADN 40, 4 de julio, 2018.
viii) Thad Thompson, “Food exports surpass oil for Mexico”, The Produce News, 11 mayo, 2016, ver aquí
16 de julio, 2018
Fuente: Desinformémonos