México: la tierra es la base principal de nuestros pueblos
Para nosotros los indígenas zapatistas, la lucha por la tierra y el territorio es la base principal de nuestros pueblos. Es indispensable y por eso desde el levantamiento armado de 1910, que encabezó el general Emiliano Zapata, jefe libertador de sur, se dio la lucha a raíz de la defensa de la madre tierra y el territorio. Desde entonces hemos venido caminando esta lucha por nuestra tierra, y nunca nos cansaremos de luchar porque la tierra es de quien la trabaja
Los pueblos indígenas y campesinos tenemos históricamente nuestras raíces en estos territorios. Ahí producimos nuestros alimentos para vivir, ahí nacemos, ahí nos desarrollamos, en ellos nos multiplicamos y convivimos, con las montañas, con los ríos, con el aire, con la vida de la misma naturaleza, con los manantiales; también en ellos viven todos los seres vivos con derecho a la vida, así como los recursos del subsuelo.
Nosotros los indígenas, los campesinos, cuidamos y amamos a nuestra madre tierra y lo hemos demostrado por siglos. Nunca en la historia de la humanidad, los pueblos indígenas campesinos hemos hecho ningún daño grave a la madre tierra: nunca.
La tierra la trabajamos para alimentarnos, pero la cuidamos. Nunca hemos explotado miles o millones de metros cúbicos para venderlos como si fueran mercancías a cambio de dinero.
En cambio los capitalistas de México y otros países, se la están acabando, más la van a acabar, pobre van a dejar nuestra madre tierra si los dejamos.
Acabarán lo que cuidamos hace siglos, acabarán todos los valores milenarios --y lo sabemos que dependemos en ella, es nuestra vida, sin ella no podremos vivir. Por eso nosotros, los y las zapatistas, decimos que la tierra es de nosotros, nos pertenece, por siglos, ahí nacieron nuestros tatarabuelos y ahí murieron, ahí están sus huesos su historia y la memoria.
Queremos decirles que gracias al movimiento que estamos haciendo hemos descubierto que en todas partes de México y el mundo tenemos los mismos sufrimientos y los padecimientos de despojo, por causa del capitalismo y del neoliberalismo, que quieren someternos a su dominio y ser sus esclavos en nuestro propio suelo y bajo el mismo cielo.
Antes del 94, los indígenas zapatistas estaban sin derecho de libertad, sin derecho a la democracia ni a la justicia. Nos mantenían divididos, sin derecho de reunirnos para organizarnos. Su objetivo era tenernos dispersos pero controlados, pero no en una comunidad, sino de manera acasillada en la finca del patrón que nos mantenía sin ningún derecho de desarrollar trabajos para nuestras familias. Para tenernos callados a los indígenas nos daban trabajos duros de 6 de la mañana a las 6 de la tarde, con un miserable salario de dos pesos. Con trabajos forzosos los indígenas estaban en total sometimiento bajo las órdenes de los patrones, para sus grandes ganancias y desarrollos materiales: los potreros, los pastizales, los alambrados, los corrales de manejo, las milpas de los patrones, la casa de los patrones, el mantenimiento de sus casas y de sus animales, perros, gallinas, caballos y marranos. Todos esos trabajos lo hicimos los indígenas de manera humillante, y los grandes terratenientes fueron logrando adueñarse de grandes extensiones de tierra, de las riquezas naturales, como el agua, las maderas finas y comunes, los ríos, manantiales y lagunas.
No había condiciones de salud y nos moríamos por enfermedades curables, no había educación, la mayoría de los pueblos no supieron escribir ni leer. No había carreteras para ir a una ciudad, de ida y vuelta se llevaba nueve días. Si era por medicina, a veces ya no se encontraba vivo el enfermo.
Los finqueros talaron miles y miles de metros de cúbicos de madera; gobernaban y mandaban en grandes extensiones de tierras que luego pasaron en manos de un señor Matías Castellanos y esto pasó de padres a hijos, con esta explotación de miles de árboles, que nosotros conocimos.
Rumbo al Caracol de La Realidad, y antes del ejido Chiapas, hasta llegar a ejido Nuevo Momón, toda esa cañada fue explotada, por tercera ocasión, entre Absalón Castellanos Domínguez y Ernesto Castellanos, hasta finales de 1987.
Estas tierras fueron vendidas por grandes cantidades de dinero. Apoyados de los malos gobiernos, a través de los bancos. Más cerca de La Realidad, hicieron lo mismo en la finca La Petema de José Villatoro que luego pasó en manos del señor Antonio Villatoro y después fue vendida a un señor Efrén, proveniente del norte del país.
Eran grandes extensiones de tierras que tenían estos terratenientes: la finca Las Delicias y la finca El Rosario, la San José, la Nuevo México, El Edén, La Victoria, El Recreo, la finca Campo Grande, la finca San Lorenzo, la finca San Antonio, la Santa Rita, y la Santa Isabel. De tres mil hectáreas para arriba cada una. Sólo por mencionar las grandes extensiones que estos señores poseían, por ejemplo la finca San Quintín de los señores Bulnes actualmente la ocupan diez comunidades indígenas, esto para que imaginan las extensiones que poseían.
Y talaron los miles y millones de árboles y de metros cúbicos de madera que sin duda alguna llegaron en manos de grandes compañías nacionales y extranjeras. Estos señores disfrazados dueños de las tierras fértiles y de los recursos naturales, nos despojaron de manera engañosa, usando sus mañas para legalizar los despojos que nos hicieron en complicidad con las instituciones y los malos gobernantes.
En esta misma época, llegaron las grandes compañías que se conocen como las monterías, compañías que se dedicaron a la tala de madera preciosas, como son el cedro y la caoba. Así explotaron la riqueza de nuestro territorio. También llegaron compañías chicleras explotando y destruyendo nuestra ecología, dedicándose de extraer resina de un árbol conocido como el chicle, que una vez acumulado enviaban al dueño de la compañía. Usaban a los indígenas y campesinos para este trabajo sin importar los riesgos, exponiéndolos a padecer enfermedades y fracturas.
Todos estos señores con sus actos de destrucción de los recursos naturales, son para nosotros ladrones ambicionados, saqueadores, explotadores de las fuerzas de trabajo, la discriminación, el desalojo, el despojo.
El delito de estos señores es muy grave ante los pueblos indígenas de México y se puede decir que son criminales en contra de nuestra madre tierra.
Nunca estas tierras fueron entregadas en manos de los indígenas y campesinos. En vista del olvido de estos malos gobiernos, todas las organizaciones campesinas estaban dispersas, cada organización buscaba lo que entonces planteaban y como siempre andábamos dispersos. En esos tiempos se dieron muchas luchas pacificas para gestionar las tierras y como respuesta vino el asesinato, el encarcelamiento, el desalojo, las desapariciones y las amenazas.
Por eso debemos preguntarnos ¿los vamos a dejar que hagan y lleven libremente sus planes de exterminio en contra de nuestros pueblos? Y si lo dejamos ¿adónde iremos a parar? ¿Cómo será la vida allá donde nos irán a llevar?
Esa respuesta nadie nos la va dar, la respuesta vendrá de nosotros mismos. Estos bandidos, malvados y bárbaros llevarán adelante su plan de exterminio contra nuestros pueblos originarios. Sí contestamos bien las preguntas, entonces es tiempo de saber qué hacer desde ahora.
Palabras del comandante Tacho,
del Comité Clandestino Revolucionario Indígena del EZLN,
durante el Encuentro con Campesinos del Mundo",
San Cristóbal de las Casas, Chiapas, 19 de julio de 2007.
Publicado en Suplemento Ojarasca 124 - agosto 2007