Los defensores de los transgénicos, ¿Juegan limpio?

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La única verdadera conclusión que se puede sacar sobre la candente controversia en torno a los alimentos genéticamente modificados- también llamados transgénicos- es que la discusión científica sobre el asunto no está resuelta. De hecho, no existe consenso científico en torno a la inocuidad de los alimentos transgénicos.

Para hacer este punto de manera contundente, la Red Europea de Científicos por la Responsabilidad Social y Ambiental publicó una declaración a este efecto. Desde su publicación original en 2013, sobre 300 científicos la han firmado y ha sido revisada por los pares para publicación. Según el preámbulo de la declaración:

"Una amplia comunidad de estudiosos e investigadores científicos independientes cuestiona las recientes alegaciones de un consenso sobre la inocuidad de los organismos transgénicos (OGM). En la siguiente declaración conjunta se demuestra que el alegado consenso es un constructo artificial que ha sido falsamente perpetuado mediante diversos foros. Irrespectivamente de la evidencia contradictoria en la literatura referida, como se documenta más adelante, la afirmación de que ahora hay un consenso en torno a la inocuidad de los OGM continúa siendo diseminanda ampliamente y de manera acrítica. Por décadas, la inocuidad de los OGM ha sido un tema calurosamente controversial que ha sido muy debatido alrededor del mundo. Los resultados publicados son contradictorios, en parte debido a la amplia gama de diferentes métodos investigativos empleados, procedimientos disponibles inadecuados, y diferencias en el análisis e interpretación de datos."

"La declaración conjunta desarrollada y firmada por sobre 300 investigadores independientes no afirma que los OGM sean peligrosos o seguros. En lugar de eso, la declaración concluye que la escasez y naturaleza contradictoria de la evidencia científica publicada hasta la fecha impide hacer declaraciones conclusivas sobre la inocuidad o falta de ésta, de los OGM. Las alegaciones de consenso sobre la inocuidad de los OGM no están apoyadas por un análisis objetivo de la literatura referida" (ver informe).

Según la declaración, nunca se han hecho estudios epidemiológicos humanos para determinar los potenciales efectos sobre la salud de los alimentos transgénicos, por lo tanto la afirmación escuchada a menudo de que millones de personas han comido estos alimentos por los pasados 20 años sin experimentar efectos adversos tiene cero fundamento científico.

En la ausencia de investigación epidemiológica humana, sólo contamos con estudios de alimentación animal para acceder a datos de salud reales. ¿Demuestran tales estudios que no hay riesgos a la salud, como alegan los promotores de los transgénicos? Los autores de la declaración hacen referencia a una revisión minuciosa de estudios de alimentación animal revisados por los pares, que concluye que hay aproximadamente tantos estudios con resultados preocupantes como estudios que no encuentran razón para uno preocuparse. La gran mayoría de los últimos fueron financiados por la industria de biotecnología (ver informe).

Los firmantes de la declaración también discrepan de los "innumerables estudios" que alegadamente encuentran que los transgénicos son seguros. El Proyecto de Investigación de la Unión Europea, el cual cita 50 estudios financiados por la UE realizados entre 2001 y 2010, que es a menudo citado a ese efecto, "no fue diseñado para probar inocuidad y no provee evidencia confiable de inocuidad" (ver informe). Y los "cientos de estudios" a los que hace referencia la página web pro-transgénicos Biofortified en su mayoría no atienden el asunto de la inocuidad y algunos hasta presentan preocupaciones a respecto.

Este debate ha asumido una nueva urgencia en vista de la aprobación por parte de las autoridades reguladoras de Estados Unidos de la manzana transgénica "ártica" en febrero de 2015, a pesar de la acalorada oposición de agrupaciones de consumidores y ambientalistas*. En respuesta a la cobertura mediática carente de sentido crítico que alabó y celebró este producto novedoso, los firmantes publicaron la declaración de nuevo y le exhortaron a los medios a ser más honestos en su cobertura del debate de los transgénicos.

"Ni un solo estudio de inocuidad independiente y público ha sido realizado sobre la manzana ártica, y aun así algunos reportajes en los medios han afirmado que es 'segura'", dijo Michael Hansen, científico de Consumers Union. "Hacemos un llamado a la prensa a que reporte con precisión sobre la ciencia de los transgénicos, particularmente sobre las preocupaciones de salud y ambientales presentadas por científicos y la falta de estudios de inocuidad requeridos, la cual nos deja con cuestionamientos sobre la inocuidad de los alimentos transgénicos."

Los críticos de los transgénicos estuvieron particularmente molestos con un artículo en el ejemplar de marzo 2015 de la revistaNational Geographic, titulado "The War on Science" (La guerra contra la ciencia) (ver informe). El artículo, de la autoría de Joel Achenbach, denuncia la popularidad de la seudociencia y creencias irracionales y después coloca los adversarios de los transgénicos en la misma categoría que los creacionistas cristianos y los negadores del cambio climático, basándose en el inexistente consenso científico en pro de los alimentos transgénicos.

"El artículo apenas toca la controversia transgénica o la ciencia", dijo Timothy Wise, profesor de la Universidad de Tufts, comentando sobre el artículo del National Geographic (ver noticia). "Lo que estamos viendo es una campaña concertada para hacer exactamente lo que el National Geographic ha hecho consciente o inconscientemente: pintar los críticos de los transgénicos como anti-ciencia, sin ofrecer una discusión seria sobre la controversia científica que aun continúa a todo furor."

Los defensores de los transgénicos ridiculizan y le arrojan abuso verbal no solamente a quienes cuestionan si la tecnología es segura, sino también a quienes plantean la realidad de que no existe consenso científico en el asunto. ¿Por qué? Considerando el historial de manipulación corporativa de la opinión pública mediante expertos "independientes" quienes incidentalmente son financiados por las mismas industrias que defienden, no es injusto preguntar si algunas personas en el debate de los transgénicos están recibiendo paga. No es una preocupación irrazonable, en vista de este reporte de febrero de 2015:

"Una petición hecha bajo FOIA (Ley de libertad de información de Estados Unidos) por Greenpeace ha logrado la liberación de documentos que muestran que el científico del Centro de Astrofísica Harvard-Smithsonian Wei-Hock Soon, uno de los científicos más frecuentemente citados que decían que las emisiones de gases de efecto de invernadero no contribuyen al calentamiento global, ha recibido $1.2 millones en financiamiento de la industria de combustibles fósiles en la pasada década. En ese tiempo Soon regularmente ha evitado mencionar el conflicto de interés en sus publicaciones científicas, aparentemente violando en al menos ocho ocasiones las pautas éticas de las revistas que publicaron sus trabajos" (ver informe).

¿Cuán independientes son los expertos "independientes" que abogan en pro de los alimentos transgénicos? ¿Están recibiendo paga secretamente como el "escéptico" del clima señor Soon? El grupo activista U.S. Right to Know decidió averiguar. En febrero de 2015 radicó una petición bajo FOIA para ver los correos electrónicos y correspondencia de profesores de universidades públicas que escriben para GMO Answers, una página web pro-transgénicos establecida por la agencia de relaciones públicas Ketchum. "Nosotros los contribuyentes merecemos saber los detalles cuando nuestros empleados pagados por el público contribuyente se prestan de pantalla para corporaciones privadas y sus escurridizas firmas de relaciones públicas", declaró Gary Ruskin, director ejecutivo de la organización.

En un comunicado de prensa, la organización dijo "Los pedidos de documentos públicos radicados por U.S. Right to Know cubren correspondencia entre profesores que trabajan para universidades financiadas por el público, y compañías agroquímicas como Monsanto, al igual que entre ellos y firmas de relaciones públicas como Ketchum y Fleishman Hillard, y entre ellos y gremios empresariales como la Grocery Manufacturers Association y el Council for Biotechnology Information. Estos pedidos no son un esfuerzo por obtener información personal o sobre investigaciones académicas que estén realizando los profesores" (ver informe).

Según informes de la prensa, las universidades peticionadas se molestaron con el pedido, y por lo menos una se negado a cooperar (ver aquí). El 12 de febrero Biofortified publicó un comentario del profesor Kevin Folta, de la Universidad de Florida, titulada "Silencing public scientists" (Silenciando a los científicos del sector público), que describía el pedido FOIA como un acto de mala fe dirigido a intimidar científicos (ver informe).

Al día siguiente, Ruskin le contestó a Folta con una carta abierta. "Estos profesores son empleados públicos", dice la carta. "Ellos son pagados por los contribuyentes para trabajar en pro del bien público; sus afiliaciones universitarias les dan el estatus de expertos 'independientes', y son frecuentemente citados en los medios como expertos independientes. Pero cuando estos profesores están estrechamente coordinando con corporaciones agroquímicas y sus firmas de relaciones públicas para darle forma al diálogo público en modos que fomentan la ganancia privada para corporaciones, o cuando actúan como la cara pública de las relaciones públicas de las industrias, entonces tenemos derecho a saber qué hicieron y cómo" (ver informe).

De particular interés para USRTK es averiguar si profesores de universidades públicas, particularmente la Universidad de California (UC), estuvieron involucrados en la campaña financiada por la industria de biotecnología en contra de la Propuesta 37 de 2012, una medida sometida a voto popular en California que de haber sido aprobada por el electorado hubiera hecho compulsorio el etiquetado de alimentos transgénicos en el estado.

¿Estuvieron profesores de la UC, empleados del estado de California, involucrados en afectar el resultado de un referendo estatal? Y si es así, ¿Estaban recibiendo secretamente dinero de industrias privadas?

Por lo tanto, no está mal preguntar, Las personalidades públicas y expertos supuestamente independientes que hacen campaña por los transgénicos, ¿están jugando limpio? Si se niegan a hacer públicos sus contactos con la industria de los transgénicos, ¿Qué esconden?.

Este artículo fue publicado originalmente en inglés en la página web de Telesur English el 20 de marzo de 2015 (ver sitio)

Fuente: Blog de Bioseguridad

Temas: Sistema alimentario mundial, Transgénicos

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