Los problemas de la nanotecnología: salud y ambiente

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En los años recientes, un número creciente de informes científicos y gubernamentales han alertado que las partículas construidas artificialmente a nano escala (un nánometro es la millonésima parte de un milímetro), podrían presentar nuevos riesgos a la salud y al medio ambiente. En un informe de la Royal Society y la Real Academia de Ingeniería del Reino Unido de 2004, se concluye que las nanopartículas y los nanotubos se deben considerar químicos nuevos, y como tales ser objeto de evaluación y precaución

Un nanotubo es una fibra hueca construida a partir de la estructura molecular del carbono C60, el cual, por sus propiedades únicas de alta resistencia, conductividad eléctrica, conductividad térmica y elasticidad, se usa en numerosas industrias, desde la electrónica y la ingeniería de materiales hasta la industria biomédica.

Cientos de productos que contienen nanotubos o nanopartículas de diferentes elementos circulan en el mercado sin etiquetado ni advertencia, ya que prácticamente no existen regulaciones sobre este tipo de partículas. Es preocupante porque pueden estar en contacto con nuestra piel, por medio de cosméticos y bloqueadores solares; también en los campos agrícolas, como plaguicidas nanoencapsulados; en nuestros refrigeradores, como aditivos alimentarios, y en nuestro cuerpo, como vehículos para la administración de medicamentos. Además, están presentes en materiales que componen muchos objetos de uso cotidiano, como prendas de vestir (camisas y pantalones "que no se manchan"), artículos de cocina de teflón, filtros de lavarropas, coberturas de hornos, neumáticos de automóviles, pantallas de televisión, teléfonos celulares y muchos más.

El supuesto es que como los materiales que se usan, en general ya están bajo regulación, la nueva formulación en nanopartículas se comportaría de la misma forma. Hay crecientes evidencias de que no es así. Aunque en la naturaleza existen nanopartículas, por ejemplo, en cenizas volcánicas o en nanocristales de sal en el aire del océano, nunca habíamos estado expuestos a las nanopartículas artificiales que se están produciendo ahora.

Uno de los problemas es el tamaño de las nanopartículas. Con la miniaturización aumenta la superficie de contacto, y por tanto el potencial reactivo o catalítico de los elementos. Mientras más pequeña es una partícula mayor es su reactividad, por lo que una sustancia que es inerte en la escala micro o macro puede mostrar características dañinas en la escala nano. Por su tamaño, penetran a través de la piel y el torrente sanguíneo, y el sistema inmunológico no las reconoce. Al entrar en contacto con tejidos vivos, las nanopartículas pueden ser origen de la aparición de radicales libres, causando inflamación o daño a los tejidos y posterior crecimiento de tumores.

Si bien los consumidores ya corremos estos riesgos, un grupo particularmente expuesto a los efectos de las nanopartículas son los trabajadores que participan en el proceso de fabricación o en la manipulación continua de los materiales que las contienen. En octubre de 2004, autoridades de salud del Reino Unido (UK Health and Safety Executive) estimaron que más de 10 mil trabajadores estarían expuestos en su región, y concluyeron que se necesitan evaluaciones sobre los riesgos de trabajar con nanopartículas, además de que no se usan métodos efectivos de protección para evitar la ingestión, inhalación o exposición cutánea de nanopartículas en la producción.

En 2005, una autoridad similar en Estados Unidos (US Nacional Institute of Occupational Safety and Health) informó que encontraron daños significativos del ADN en el corazón y arterias de ratones expuestos a nanotubos de carbono. En el mismo año, otro estudio de la NASA, reportó que la inyección de nanotubos de carbono comercialmente disponibles provocaron daños significativos en pulmones de ratas. Los investigadores dijeron que la dosis inyectada era equivalente a 17 días de exposición de un trabajador.

También en 2005, investigadores de la Universidad de Rochester reportaron que conejos sometidos a la inhalación de nanoesferas de carbono mostraron un aumento en la susceptibilidad a formar coágulos sanguíneos.

A principios de septiembre de 2005, la Asociación Australiana de Sindicatos (ACTU, por sus siglas en inglés) exigió al Senado una investigación sobre los riesgos de la exposición laboral a polvos tóxicos, incluyendo nanopartículas, amenazando inclusive con paralizar la producción si no se toman medidas urgentes.

En la reunión de la Asociación Americana de Química, del año 2005, se presentó un informe, el cual muestra que las nanopartículas de carbono se disuelven en agua, contradiciendo el conocimiento científico existente, y que aun en concentraciones muy pequeñas, son tóxicas para las bacterias del suelo, levantando un alerta sobre la interacción con los ecosistemas naturales. Desde 2003, un estudio publicado en la revista científica Nature mostraba que las nanopartículas pueden ser absorbidas por las lombrices y otros organismos del suelo, con la posibilidad de que asciendan en la cadena alimentaria, llegando, inclusive, a los humanos.

Ya existen muchas fuentes de difusión de daños al medioambiente por compuestos formulados a nano escala. Por ejemplo, los desechos de laboratorio o producción industrial de nanopartículas se descartan como basura común. Más grave: multinacionales productoras de transgénicos, como Syngenta, Bayer, BASF y Monsanto están investigando o produciendo plaguicidas en nano cápsulas, algunos de los cuales ya están en el mercado, en campos y cultivos.

Al igual que con los transgénicos, pero en una escala mucho mayor, porque toca prácticamente todos los sectores industriales, las empresas y gobiernos ignoran el principio de precaución que debería guiar la liberación al consumo y al medio ambiente de compuestos construidos artificialmente y sin evaluación de sus potenciales impactos negativos.

Silvia Ribeiro es investigadora del Grupo ETC

Fuentes y más información en ETC Group

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