Los campesinos palestinos entre la espada de Israel y la pared de la Autoridad Palestina
Al cultivo de la tierra en Palestina se le atribuye el reconocimiento popular de ser la columna vertebral de la sociedad y la economía palestinas, y a los campesinos el de ser el último bastión de la resistencia.
Cultivar la tierra representa la cultura de la firmeza, y es que no en vano son los campesinos quienes han seguido preservando y reclamando la tierra, consolidando su autosuficiencia y haciendo frente a la dependencia forzada y a la asimetría económica. En esencia, ser campesino es también un acto político de combate contra la opresión y por la libertad.
Pero la realidad es que esta columna vertebral ha sufrido graves perjuicios, cuando no estancamiento, como consecuencia de la ocupación de Israel y de las perniciosas políticas de la Autoridad Palestina (AP). Los campesinos palestinos están subyugados tanto por el colonialismo israelí como por el neoliberalismo palestino.
El robo de la tierra
Como potencia colonial, Israel mantiene su política de confiscación de tierras y de anexión territorial. Expande los asentamientos y fomenta la violencia de los colonos, roba las tierras y los recursos naturales palestinos, impone políticas de asedio y bloqueo y ejerce su control sobre las exportaciones e importaciones. Cada una de estas facetas integra una matriz de control encauzada para colonizar a los palestinos.
En las últimas décadas las autoridades israelíes han arrancado más de 2.5 millones de árboles frutales y 800 mil olivos palestinos, en superficie lo equivalente a 33 veces el Central Park de Nueva York.
Por su parte, las políticas de la AP y el modelo de “desarrollo” impulsado por los donantes han contribuido al deterioro del sector agrícola: el presupuesto de la AP únicamente asigna menos del 1% a un sector ya asediado. Una devastadora negligencia que ha inflingido un proceso generalizado de de-desarrollo que a su vez ha privado gradualmente a la agricultura de su potencial transformador mientras se intensifica el dominio y el control territorial de Israel.
Aunque este proceso de raigambre política tiene implicaciones que se extienden más allá de la agricultura, es en este sector donde se manifiestan nítidamente sus problemas inherentes. Al adoptar sin tapujos el mantra de “individuos ricos, nación pobre”, la AP se ha hecho eco imprudentemente de las prácticas de la ocupación israelí.
Perspectivas sombrías
Hay más indicadores que ilustran las sombrías perspectivas para el sector. La agricultura apenas contribuye al PIB palestino; la fuerza laboral agrícola ha disminuido dramáticamente en el porcentaje de la fuerza laboral total. El rendimiento medio por dunum (mil metros cuadrados) es la mitad del de Jordania y solo el 43% del de Israel, a pesar de que estos países comparten un entorno natural casi idéntico al palestino. Se estima que el uso palestino de agua para la agricultura es una décima parte de la que usa Israel, según Naciones Unidas.
Solo uno de cada cuatro hogares de Cisjordania y Gaza tienen seguridad alimentaria, mientras que más del 70% de las comunidades ubicadas total o predominantemente en el Área C de Cisjordania ocupada (bajo control total de Israel) no están conectadas a la canalización del agua. Alrededor del 95% del suministro en Gaza no es seguro para consumo humano sin tratamiento.
El Banco Mundial estima la producción potencial directa de varios sectores, incluida la agricultura, en unos 2.200 millones de dólares, equivalente al 23% del PIB palestino de 2011. Por su parte, la Conferencia de Naciones Unidas para el Comercio y Desarrollo ha calculado que el sector agrícola palestino opera en una cuarta parte de su potencial.
Sin embargo, desde la perspectiva de Israel, este perjuicio se traduce en beneficios netos para su economía y para sus colonos. La agricultura es para el gobierno israelí un arma ofensiva que sirve para denegar a los palestinos sus derechos. Son muchos los productos agrícolas cultivados por colonos israelíes en los territorios ocupados palestinos y sirios que se exportan a Europa.
Estrategia colonial
Las deficiencias elementales que aquejan al sector agrícola palestino se derivan de las décadas de colonización israelí de Palestina. Este proceso de colonización se basó en conquistar tierras palestinas para restringir y limitar el desarrollo palestino independiente tanto en lo político como en lo económico. El de-desarrollo no es casual ni un infortunio del azar: es el fruto de una estrategia colonial deliberada y planificada.
Lejos de hacer frente u objetar al poder colonial, la AP ha funcionado demasiadas veces como su cauce. El sector agrícola palestino, entre la espada y la pared, está atrapado entre el colonialismo israelí y el neoliberalismo palestino que frustran su desarrollo presente y futuro.
En estas circunstancias, seguir trabajando la tierra es comprometerse con un acto de resistencia: cultivar en Palestina es cultivar para la libertad.
Por Alaa Taatir - Asesor de programas de Al Shabaka, Red de Políticas Palestinas. Es investigador asociado en el Centro de Conflictos, Desarrollo y Consolidación de la Paz (CCDP) del Instituto de Estudios Internacionales y Desarrollo (IHEID) de Ginebra.
17 de enero, 2019
Twitter: @alaatartir
Blog: www.alaatartir.com
Fuente en inglés: Palestinian farmers caught between Israeli rock and PA hard place
Fuente: Alaa Taatir, Middle East Eye / Rebelión (Traducción para Rebelión de Loles Oliván Hijós)