Las granjas de la esperanza, por Vandana Shiva
Como alternativa a un sistema de producción agrícola a gran escala y globalizado que no es sostenible, existe otro basado en pequeñas granjas en las cuales se logra un uso más eficiente de los recursos naturales con respeto por la biodiversidad, sostiene esta autora
Hay dos modelos que rivalizan por marcar el futuro de la agricultura en el mundo. Uno está basado en la producción industrial a gran escala que utiliza costosas semillas híbridas modificadas genéticamente e insumos agroquímicos. Este modelo es monopolizado por un puñado de gigantescas empresas biotecnológicas/agroquímicas como Monsanto, Syngenta, Dow y Dupont y por un comercio mundial controlado por unas pocas corporaciones como Cargill, ADM y Pepsico.
El segundo modelo se basa en pequeñas granjas con sistemas ecológico-orgánicos e insumos naturales de uso interno de bajos costos y accesibles para los productores pobres.
El sistema de producción a gran escala y globalizado no es sostenible y se convierte en una fuente de desigualdad económica y de inseguridad alimentaria. Pero se le vende al mundo a través de la tergiversación de su verdadero funcionamiento.
Las justificaciones más comunes de las técnicas industriales en la agricultura son las que se refieren a su "alta eficiencia y productividad", aunque, en los hechos, estos sistemas registran bajos niveles de productividad si se miden por el uso total de los recursos y los resultados.
En cambio, las pequeñas granjas que respetan la biodiversidad tienen una productividad mucho más alta en términos de uso eficiente de los recursos y una mayor producción de biomasa y de alimentos por unidad.
Estos cálculos engañosos de las corporaciones sirven para vender como cierta la falsa afirmación de que sin agricultura industrial, sin pesticidas y sin organismos modificados genéticamente el mundo no puede ser alimentado.
Al contrario, la solución para el hambre está en la promoción de pequeñas granjas ecológicas.
El hambre, sin embargo, no es sólo la consecuencia de una carencia de alimentos sino también de una falta de acceso a ellos.
El Premio Nóbel de economía Amartya Sen ha señalado que el hambre es causada por la falta de acceso a los alimentos, debido a la caída de los ingresos de los campesinos, ya sea por el aumento de los costos de producción o por la disminución de los precios agrícolas o por ambas causas a la vez.
La globalización de la agricultura a través de los programas de ajuste estructural del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial o por las normas de liberalización del comercio de la Organización Mundial del Comercio (OMC) está causando una reducción de los ingresos de los pequeños y medianos agricultores en el Tercer Mundo, ya que provoca un aumento del costo de los insumos y una baja de los precios de los productos.
El cambio del uso de semillas polinizadas naturalmente y acopiadas por los propios agricultores al de semillas híbridas no renovables y modificadas genéticamente ha llevado a muchos fracasos en las cosechas, endeudamiento de los agricultores y suicidio de no pocos de ellos.
Por otra parte, las proclamas de las corporaciones acerca del resultado de las cosechas con semillas modificadas genéticamente son habitualmente falsas e infladas. Por ejemplo, sobre el programa de siembra de maíz con esas semillas a cargo de Monsanto en el estado desértico de Rajasthan, India, la propaganda de la empresa afirma que se lograron cosechas de 22 a 50 toneladas por hectárea, mientras los datos de los agricultores de la zona indican tan sólo la cantidad de 1,7 toneladas por hectárea.
Los precios mundiales de las materias primas son distorsionados por otro fenómeno: una combinación de altos subsidios a las exportaciones en el Norte, que reducen artificialmente los precios de las materias primas exportadas; los pagos directos a los agricultores, que permiten a las corporaciones llevar los precios de adquisición por debajo del nivel de subsistencia de aquellos y de los costos de producción; el desajuste entre los costos de producción y los precios de las materias primas que ha hecho del Acuerdo Agrícola de la OMC un instrumento para legalizar el dumping e imponer la eliminación de las restricciones a las importaciones.
Mientras las normas comerciales de la OMC llevan a la eliminación forzosa de los subsidios a la agricultura doméstica en un país como la India, haciendo subir los costos de producción de los granjeros locales, los productos agrícolas occidentales son importados a precios mantenidos artificialmente bajos por los masivos subsidios internos en el Norte, permitidos por la OMC.
En la medida que la gente compra los productos sustitutivos importados porque mediante aquellos mecanismos resultan más baratos, aumenta el excedente de productos indios que quedan sin vender y que entonces deben ser exportados a precios muy reducidos. Es así como la globalización está causando grandes daños en el Tercer Mundo, porque hace morir de inanición a los pobres para alimentar a las corporaciones.
Si queremos crear seguridad alimentaria para todos, desde los hogares a la comunidad y de allí a la región, a las naciones y a escala global, el principio sobre el que se deben basar el comercio y la distribución debe ser la localización y no la globalización.
* La autora es escritora y defensora de los derechos de las mujeres y del ambiente. Recibió en 1993 el Right Livelihood Award, premio alternativo al Nóbel