La extraña realidad de la minería como fantasía colonial

La asociación de ‘minería’ con ‘desarrollo’ constituye, qué duda cabe, uno de los ‘argumentos’ predilectos del discurso oficial minero, esto es, el discurso que sostienen los cómplices y partícipes del gran negociado minero: entre otros, mercaderes del conocimiento que circulan impunemente entre lo público y lo privado, funcionarios ‘desprevenidos’ y/o inescrupulosos, y comerciantes diversos del rubro.

Develar que hay detrás de esta engañosa identificación entre ‘minería’ y ‘desarrollo’ nos lleva a lo más profundo y complejo de las implicaciones de la minería moderna y contemporánea para nuestros pueblos, culturas y territorios: la cuestión del colonialismo y la de la colonialidad.

Prácticamente inescindibles, colonialismo y colonialidad refieren a dos aspectos diferenciables de un mismo y único fenómeno histórico-geográfico: el de la expansión imperial de Occidente y la conquista colonial del mundo operada por esta (La) ‘civilización’. La minería, con su pasado y su presente, con su larga historia de sacrificios realizados en pos del progreso moderno y su vigente actualidad estratégica como base extractiva del consumismo-para-pocos, puede resultar un interesante ejemplo para anclar sobre concreto las referencias a ambas dimensiones del mundo colonial.

Atendiendo, por un lado, a la trayectoria histórica, es posible ver las conexiones necesarias entre minería moderna y colonialismo. En efecto, desde los orígenes de la Era Moderna, una y otro han surgido y se han ‘desarrollado’ a través de un estrecho vínculo necesario: desde la dominación colonial clásica impuesta por España y Portugal entre los siglos XVI y XVIII, siguiendo por el dominio comercial y ‘diplomático’ ejercido por Gran Bretaña en el siglo XIX, hasta el control imperial indirecto ejercido por Estados Unidos, primero a través de sus grandes corporaciones transnacionalizadas, luego a través del andamiaje institucional del orden global creado desde Washington (FMI, BM, GATT-OMC, etc.), nuestras poblaciones y territorios han sido incorporados subordinadamente a la ‘economía mundial’ como proveedores de materiales y energía ‘baratos’, muy baratos, en realidad, subsidiando con el trabajo esclavo y cuasi-esclavo y con la expoliación ambiental de nuestros territorios, el ‘desarrollo’ industrial – científico-tecnológico y militar de las ‘grandes potencias’ mundiales.

Primero la plata y el oro a mano de ‘adelantados’ y ‘bandeirantes’; luego el salitre, el estaño y el plomo por parte de las compañías y la flota británica; más tarde el cobre, la bauxita y el resto de los metalíferos industriales por parte de las grandes corporaciones norteamericanas (luego también, canadienses y anglo-australianas), la historia de la minería moderna, para América Latina, ha sido la del despojo de sus materias primas[1] para abastecer el ‘desarrollo’ de las industrias modernas de los países del Norte, industrias que, por lo demás, surgieron y se expandieron bajo el formato tecnológico de la industria bélica y al amparo de los intereses militares de las ‘grandes potencias’.

Pero así como el pasado de la minería moderna devela el trayecto del colonialismo, la actualidad del nuevo ‘boom minero’ nos ayuda a dar cuenta de la colonialidad. Ahora, como entonces, asistimos a un nuevo ciclo de una vieja historia: la propaganda oficial que impulsa la avanzada de la gran minería transnacional sobre los bienes comunes de nuestro ambiente constituye uno de los más emblemáticos ejemplos de la colonialidad en nuestros días.

La colonialidad -condición naturalizada del colonialismo- da cuenta de cómo las históricas relaciones de explotación y saqueo sobre los cuerpos y los territorios que inauguraron el mundo moderno se asumieron como ‘lógicas’ y ‘normales’… Permite comprender cómo las diversas formas de ver-pensar-sentir el mundo fueron violentamente uniformizadas bajo la lógica única de la mirada colonial; lógica única que, justificando el expansionismo de los conquistadores y alimentando la fantasía desarrollista de los conquistados, crea un mundo nuevo, el mundo ‘patas arriba’ de nuestro tiempo…

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Temas: Minería

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