La soberanía alimentaria no es un concepto teórico
"La soberanía alimentaria no es un concepto teórico que nace de las ONGs o desde las Universidades, sino que nace desde los campesinos, de sus prácticas y luchas. En el año 1996, en el que se propone la seguridad alimentaria, se empieza a construir la soberanía alimentaria y es donde ésta comienza a cobrar cuerpo en la lucha por la tierra, por una producción sin agrotóxicos, sin transgénicos, por la apropiación de las semillas, la lucha de los campesinos del MOCASE cuando impiden que las topadoras derriben el monte en el que viven y del cual se alimentan."
Buenas noches a todos y gracias por venir a compartir sus inquietudes. Trabajo en dos organizaciones no gubernamentales desde hace aproximadamente 20 años. Como organismo no gubernamental, precisamente, nuestra búsqueda es proveer y acompañar a las luchas de los movimientos sociales. Particularmente, con La Vía Campesina somos amigos y compañeros de camino desde hace muchos años en el ámbito internacional y, en particular, en América Latina tenemos una gran experiencia de andar juntos por este camino, construyendo soberanía alimentaria.
Quiero empezar destacando, como algo muy importante, que la soberanía alimentaria no es un concepto teórico que nace de las ONGs o desde las Universidades, sino que nace desde los campesinos, de sus prácticas y luchas. En el año 1996, en el que se propone la seguridad alimentaria, se empieza a construir la soberanía alimentaria y es donde ésta comienza a cobrar cuerpo en la lucha por la tierra, por una producción sin agrotóxicos, sin transgénicos, por la apropiación de las semillas, la lucha de los campesinos del MOCASE cuando impiden que las topadoras derriben el monte en el que viven y del cual se alimentan. Me parece que todo esto es central en la actualidad por varios motivos. En primer lugar, porque a raíz de esta crisis mundial de alimentos todo el mundo habla de soberanía alimentaria.
Entonces, los gobiernos convocan a cumbres de soberanía alimentaria, se reúnen y hacen declaraciones al respecto; con mayor o menor suerte se dictan leyes de soberanía alimentaria. De golpe, uno empieza a decir que la soberanía alimentaria está en todas partes. Sin embargo, creo que es todo lo contrario. ¿Por qué? Como en muchas otras luchas que hemos dado a lo largo de los años, desde el socialismo al ecologismo, el sistema va intentando cooptar la soberanía alimentaria para quitarle contenidos, convertirla en un título más de una ley o de un discurso para seguir alimentando este mismo monstruo de capitalismo voraz.
Creo que este proceso ha sido alimentado por La Vía Campesina, haciendo el Foro Mundial de Soberanía Alimentaria hace un año en África y lucha por seguir dándole contenidos con el próximo foro que vamos a tener y este espacio que estamos compartiendo. Precisamente, la lucha es seguir manteniendo viva la soberanía alimentaria y, sin dudas, son las organizaciones campesinas las que le están dando vida y logrando avances importantes, aún en aspectos que manejan los gobiernos. Hace muy pocos días, para fines de julio, se aprobó en Ecuador un texto para la constitución de ese país, que va a someterse a referéndum a finales de septiembre y que, por las luchas de las organizaciones campesinas tiene un artículo concreto sobre soberanía alimentaria. No se trata solo de una declaración sobre soberanía alimentaria, sino que por la lucha de las organizaciones, establece a la soberanía alimentaria como un derecho para el pueblo de Ecuador y tiene compromisos concretos para lograr la soberanía alimentaria, incluyendo la declaración que establece a Ecuador como país libre de transgénicos. Lo cual es muy significativo no sólo para Ecuador, sino también para todos nosotros para demostrar que, aún con esta invasión de corporaciones y multinacionales, un país puede tener la dignidad de decir: ’somos libres de transgénicos’.
Tuve la oportunidad de compartir unos días allá en Ecuador y, por supuesto, las organizaciones de la sociedad civil, las organizaciones campesinas, no lograron todo lo que querían. Los intereses en juego son fuertísimos. Por ejemplo, el artículo que establece a Ecuador como libre de transgénicos dice, algo así como, que el presidente podrá en situación especial autorizar un transgénico. Hay un montón más de contradicciones, pero creo que por tratarse de la constitución de un país, va a ser muy importante que sea aprobado el referéndum, es una base para lo que nosotros vamos a construir porque, como decía Francisca antes, no es sólo una declaración sino un principio. Seguramente, además, los compañeros y compañeras de Ecuador van a tener que luchar muchos años para que sea real, pero tienen una base por donde empezar a trabajar.
En esto de ponerle contenido a la soberanía alimentaria, hay tres elementos que quiero dejar y que nos parecen absolutamente centrales porque sin ellos no puede haber soberanía alimentaria. Uno, es el tema de los mercados. En un momento en el que la globalización no es tal, sino que es la globalización de la mercantilización de absolutamente todo. Hoy, en el planeta, incluso nosotros mismos somos mercancía, nuestros genes están patentados y las personas se comercian. Uno de los grandes festivales de la mercantilización es en el área de la agricultura y la alimentación. En pocos años, el crecimiento de estos monstruos de los agronegocios, que van desde las empresas de semillas como Monsanto, convertido en la principal empresa semillera del mundo y que controla el 99,9% de la soja que se siembra en la Argentina. Con Monsanto a la cabeza, pero siguiendo en los agronegocios, están los que transportan los granos, como Cargill, aquellos que procesan las semillas, aquellos que producen alimentos industrializados y los que comercializan los alimentos.
Este mercado de las semillas, realmente, se ha convertido en un monstruo que está descontrolado, que gobierna nuestro mundo en lugar de nuestros gobiernos. De hecho, la crisis del campo que vivimos en la Argentina en estos meses, está claro que ellos dominan todo y que nadie les discutió. Monsanto no se mencionó ni una vez en todo el debate del campo. Pero sí se hablo de las retenciones, de la renta agraria, sólo se habló de la cotización como un problema sin ir al fondo que es el problema de los agronegocios. Estamos fumigando 16 millones de hectáreas con glifosato y vendiendo al resto del mundo ese forraje para alimentar chanchos. Entonces, cuestionar el agronegocio y esta mercantilización de toda la cadena de producción de alimentos, es central. No puede haber soberanía alimentaria si no se desmantela ese monstruo.
Más allá de las iniciativas que cada organización campesina tiene para trabajar en producción local, para crear mercados solidarios, es muy claro para las organizaciones campesinas que la lucha está contra los tratados de libre comercio y contra las corporaciones del agronegocio, de manera definitiva. De alguna manera, creemos que esa voz tiene que multiplicarse entre las personas que viven en las ciudades y que tiene que empezar a escucharla nuestros gobiernos, porque si no, no hay ninguna manera de que podamos empezar a revertir esta situación.
Otro de los temas que para nosotros es un eje central en la discusión de la soberanía alimentaria, es el tema de la tierra. En Argentina lo vivimos, ya sea porque la tierra está concentrada en los grandes terratenientes históricos o concentrada por los nuevos terratenientes que la han comprado en estas décadas, lo cual es visible en toda la periferia de Rosario, o concentrada porque no la manejan los dueños sino los pool de siembra que arriendan la tierra, solamente para hacer soja o maíz transgénico. Este es el ejemplo puntual que vivimos en la Argentina y que se expresa en miles de tambos y cientos de producciones de todo tipo de alimentos, que han perdido tremendamente a partir de que los pool de siembra arriendan las tierras para producir soja transgénica. Este es un tema increíble, presente en Argentina desde hace varios años, y del cual el movimiento campesino indígena viene volviendo a hablar, de la necesidad de una reforma agraria integral.
No se trata solamente de pensar en repartir la tierra sino en hacerlo en función de la soberanía alimentaria, de las necesidades de producción y alimentación de los argentinos y, por último, en función de un modelo de producción agrícola, que es el que debe ser debatido. El modelo corporativo y la concentración de la tierra van, claramente, detrás de un modelo de producción industrial que ha planteado en convertir nuestros suelos en una fábrica de granos. Siempre decimos que, en Argentina con la producción de soja, lo que pasa en Uruguay con la producción de madera y en toda América Latina en todas las zonas donde se hacen monocultivos, en realidad, lo que se está haciendo es minería y extracción de agua. Se están llevando todos los nutrientes de nuestros suelos, toda el agua que es una riqueza tremenda, en los mismos barcos que se llevan la soja y el aceite. Es un modelo industrial absolutamente destructivo. Esto no es discutible, y no lo es, no porque ahora lo digamos los ecologistas. Me acuerdo que hace 15 años, el sector ecologista organizó una reunión con técnicos del INTA que venían y mostraban un mapa de la provincia en el que señalaban, a partir del monocultivo, el grado en el que se estaba erosionando el suelo, se creaban grietas, y todo el desastre que se estaba generando en el suelo. Esto fue hace 15 años, antes de la soja transgénica.
La discusión de este modelo, que es un amplio proceso que están trabajando las organizaciones campesinas, va desde el rescate de las prácticas tradicionales de la agricultura campesina e indígena, hasta los nuevos caminos que se van abriendo con las búsquedas de agroecología, en un diálogo que no parte de ingenieros agrónomos o sabios que le dicen a la gente las prácticas agroecológicas que deben hacerse. Por el contrario, parte de lo que los campesinos quieren producir y lo que ellos ya están haciendo en todas partes con técnicos, con las comunidades locales y, también, generando mercados locales. Hay una nueva agricultura que, hace por lo menos 20 años, están haciendo de la mano de miles de años de la agricultura, que ya tiene respuestas concretas y sabemos que produce más que la agricultura industrial. Todo el cuento de la revolución verde, de que había que producir más y que la agricultura industrial iba a producir más, es una absoluta mentira. Lo claro es que estas prácticas tradicionales y agroecológicas producen más y mejores alimentos, simplemente, lo que hace falta es dar la lucha para lograr estas transformaciones políticas que no van a ser sencillas.
En un mundo que está en crisis y un capitalismo que se alimenta de estas crisis para generar más acumulación de capital, es indudable que el camino que está tomando ese capitalismo es el abismo y que el futuro es el que estamos generando desde estas prácticas y compromisos que no son institucionales, sino que son compromisos de vida de cada uno de los que nos embarcamos en esto.
Carlos Vicente - Acción por la Biodiversidad - GRAIN, Argentina. Exposición de la charla "Construyendo Soberanía Alimentaria", Viernes 8 de agosto, Centro Cultural La Toma, Rosario, Argentina. Esta actividad fue desarrollada durante el Seminario Internacional ‘Cambio climático: Impacto en las mujeres y en la soberanía alimentaria’ que fue realizado por la Vía Campesina y la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo (CLOC).
Fuente: Programa Argentina Sustentable