“La enfermedad se transforma en una herramienta de dominación de pueblos”
El Covid-19 puso en primer plano la importancia de la salud. Pero se invisibilizaron las causas de la proliferación de virus y pandemias, en su mayoría vinculados a la destrucción del planeta. El libro “Re-cordar, Resistir, Re-existir”, del Instituto de Salud Socioambiental de la Universidad de Rosario, hace hincapié en la relación salud, cuerpos y territorios.
Pensar la crisis antrópica que estamos viviendo a escala global a través de la Geopolítica de la Enfermedad nos permite vincular lo que está ocurriendo con nuestros territorios, con nuestros cuerpos y con nuestra salud de manera directa. La fragmentación propuesta por los sistemas de conocimiento que ordena nuestras sociedades permite el avance de estas lógicas de destrucción y saqueo extractivista, disociando la sociedad del ecosistema.
Es por esto que es necesario un análisis reflexivo sobre las decisiones políticas que se toman en los espacios de poder respecto a lo que ocurre y ocurrirá con nuestros territorios, modificando los modos de transitar nuestras vidas y, por lo tanto, de expresar los problemas de salud de nuestros cuerpos, mostrándonos cómo, en ese contexto, la enfermedad se transforma en una herramienta de dominación de pueblos, de naciones, al servicio del avance de lógicas hegemónicas.
En un momento de la historia del mundo en el que estamos atravesados por diferentes pandemias (no solamente Covid-19) —lo que nos lleva a hablar de “sindemias”— es central interpretar estos procesos sanitarios y la imposición de extractivismos en algunos territorios como estrategias para la dominación de nuestros pueblos a partir de la enfermedad, esto es lo que hemos dado en llamar la “Geopolítica de la Enfermedad”.
Los poderes económicos, que son los que definen los poderes políticos (ya que también cuentan con el poder militar para hacerlo), se han organizado para ir construyendo territorios cada vez más dañados, con personas cada vez más enfermas y por lo tanto más limitadas en sus posibilidades de luchar por una vida digna, de luchar por la libertad de su pueblo. En este sentido, como enseña Giovanni Berlinguer, “cuando predomina la enfermedad lo que se pierde es la libertad”.
Tenemos la necesidad de contar con un sistema universitario, un sistema de construcción de un tipo de saberes y de formación de profesionales que tengan otro compromiso, que tengan otra mirada, que logre librarse de la ceguera académica, y de la lógica de pensamiento en virtud de las necesidades de las corporaciones y de los gobiernos que ordena la mayoría de nuestros planes de estudios, que ordena la mayoría de los sistemas de tecnociencia.
En el año 2000 hablábamos de la importancia de desnudar e incorporar, particularmente en las carreras de medicina, el análisis de lo que significó el anuncio del Banco Mundial en diciembre de 1991 cuando (en el memorándum de Lawrence Summers) manifestaba explícitamente la necesidad de estimular el traspaso de las industrias sucias a los países del tercer mundo, argumentando que en nuestros países nos moríamos antes de otras causas que de la contaminación y, además, como los salarios eran más bajos y movíamos poco el sistema económico-productivo del mundo, éramos más baratos.
Pero, ¿cómo se estimula el traspaso de las industrias sucias sin que haya resistencia de los pueblos, sin que los sistemas universitarios se manifiestan diciendo “señores nosotros no estamos dispuestos a ser los basureros del mundo”? Lo hacen porque previamente hubo un trabajo de endeudamiento de nuestros territorios, de nuestros países, un endeudamiento falaz, un endeudamiento perverso con el único objetivo de facilitar este tipo de procesos, que se encadenan con el hacer negocios con la enfermedad.
Después del “Informe Summers” (1991) el Banco Mundial (BM) difundió el documento conocido como “Invertir en Salud” (1994) a través del cual ese organismo financiero definía dónde había que poner el dinero para hacer aún más dinero con las enfermedades. Este documento instaba a invertir en los países empobrecidos especialmente en las tecnologías de diagnóstico y tratamiento de enfermedades complejas. Claramente el poder económico sabía cuáles eran los perfiles epidemiológicos que generan las industrias sucias que el mismo Banco Mundial planteaba trasladar a nuestros países, avanzando un paso más hacia la mercantilización de la salud y los procesos de cuidado.
En este contexto cobra vital importancia el rol de las organizaciones de científicos, de académicos, de las organizaciones de docentes, caminando en conjunto con los movimientos sociales que deciden resistir, no porque son iluminados sino porque exigen su derecho a seguir existiendo. Estamos en un momento en el que las resistencias son estrategias de re-existencia de los pueblos y territorios arrasados por los extractivismos y definidos por la geopolítica de la enfermedad.
*Extracto del Capítulo: "Geopolítica de la Enfermedad"
Fuente: Agencia Tierra Viva