La demanda china por carne brasileña aumenta los riesgos de deforestación
La carne brasileña batió récord de exportación, pero presiones de la ganadería en la Amazonia preocupan a los ambientalistas.
El año pasado, la industria de carne brasileña batió récords de exportaciones. Brasil exportó 1,6 millones de toneladas de carne, o un 11% más que el año interior, según la Asociación Brasileña de Industrias Exportadoras de Carne (Abiec).
Pero mientras la industria celebraba, las alarmas sonaban para los ambientalistas.
“En Brasil, la ganadería es el gran vector de la deforestación”, afirma el ingeniero forestal Paulo Barreto de Imazon. Él explicó que el aumento de las exportaciones puede poner más presión en los bosques, ya que la demanda nacional es casi del mismo tamaño que todo el rebaño. “Si fuera sólo por el mercado interno, esto no sucedería”.
Según el Imazon, el 40% de los nuevos rebaños están en la Amazonia. Aproximadamente el 80% de las áreas deforestadas recientemente serán usadas para la ganadería, con el 20% de la nueva producción de carne dirigida a la exportación, y el 80% al cuero.
Mucho de este crecimiento va a China, el mayor comprador de carne brasileña. Los chinos compran casi un cuarto de toda la exportación y los números crecen rápidamente. El año pasado, China compró un 50% más de carne brasileña que en 2017, un aumento mayor en términos de volumen, que cualquier otro importador.
Desde 2012, la deforestación ha vuelto a crecer en la región, luego de ocho años de baja. En el mismo año, las exportaciones de proteína animal crecieron un 7,8% si se las compara con las del año anterior, según la Abiec.
Desvincular deforestación y crecimiento
El agronegocio brasileño suele pelear contra los esfuerzos de agencias de protección ambiental para contener la deforestación, argumentando que la industria es esencial para el crecimiento del país.
El año pasado, la bancada ruralista – que representa los intereses de los grandes empresarios agroindustriales en el Congreso nacional – apoyó la candidatura exitosa de Jair Bolsonaro a la Presidencia, mientras él denunciaba lo que llamaba “industria de la multa”, al referirse a las agencias de protección ambiental. La nueva ministra de Agricultura de Bolsonaro prometió crear un ambiente “más favorable” para el agronegocio.
Pero el efecto de deforestación en la Amazonia no necesariamente está atado al desarrollo económico. Según muestra el estudio “La Amazonia necesita una economía del conocimiento de la naturaleza”, la producción agrícola en los bosques amazónicos puede ser extremadamente ineficiente, en términos de uso de la tierra.
El estudio, realizado por Ricardo Abramovay, profesor senior del ciencia ambiental del Instituto de Energía y Medio Ambiente de la Universidad de Sao Paulo, muestra que, al haber deforestado 750 mil quilómetros cuadrados, una superficie equivalente al doble del territorio de Alemania, “la región contribuye con un 14,5% al total del producto agropecuario brasileño”. El estado de São Paulo produce casi el mismo valor con una cuarta parte del área.
De la superficie deforestada, muchas veces en forma ilegal, cerca del 65% es destinado al pastoreo de baja productividad, “con menos de una cabeza de ganado por hectárea”. La cifra fue calculada por el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM).
Cadenas productivas mapeadas
El proceso de rastrear ganado creado en tierras deforestadas para mercados internacionales es complejo por cuestiones logísticas, entre otros desafíos.
Todavía no hay pruebas que demuestren que la carne producida a partir de pastoreo en áreas deforestadas de la Amazonia haga camino hacia China.
Tomando en cuenta solo los costos del transporte, la carne de la región sur, no la del norte, es la mejor opción para el mercado chino, porque es más cercana a los puertos que unen a Brasil con Asia, como el de Santos, en el estado de São Paulo.
Sin embargo, los investigadores entienden que, dado que la región sur habría asumido la demanda externa de proteína animal, otras regiones, como la de la Amazonia, podrían haber aumentado su producción para dar abasto al mercado nacional.
“Se trata de un tipo de efecto indirecto”, dice Barreto. “La conexión es muy fuerte”.
La organización internacional Global Canopy, que realiza mapeos de cadenas productivas que impactan en la deforestación de las selvas tropicales, está cruzando datos para identificar de cuáles municipios brasileños sale la carne que compran los chinos.
“Nuestra idea es conectar empresas e ir al municipio de origen de la carne para relacionar el origen de la carne con la deforestación”, afirma Simone Bauch, directora para América Latina de Global Canopy. Es estudio es complicado, explica Bauch, “porque el ganado se mueve”.
En los meses de enero y febrero del corriente año, la investigadora Christina MacFarquhar, una de las responsables del mapeo, publicó datos preliminares sobre la ruta del ganado que abastece la creciente demanda doméstica china. De las veinte empresas, nueve provienen de la cadena productiva de la carne y once del cuero.
Entre los compradores de carne hay empresas como Kai Bo Supermarket, una de las importadoras más importantes, y la gigantesca red minorista China Resources National, a cargo de CR Vanguard.
Para la tercera y última etapa del proyecto de Global Canopy, prevista para el mes de julio, el equipo investigará si las empresas están o no comprometidas con la deforestación y las buenas prácticas en su cadena de producción.
“El resultado básicamente no es bueno, porque en los sitios web de las empresas chinas no hemos encontrado cuáles son sus políticas contra la deforestación”, afirma MacFarquhar. “Lo que sucede es que este movimiento también es nuevo en China”.
Sin embargo, hay evidencias de que las empresas chinas quieren mejorar la sostenibilidad de sus cadenas productivas agrícolas.
Jun Liu, presidente de Cofco, mayor procesador de alimentos de China, anunció en un artículo en enero que coincidía con el Foro Económico Mundial de Davos en Suiza, que la empresa apoyaría normas más duras en el comercio de soja cultivada en áreas deforestadas.
El propósito del mapeo, afirmó, no es provocar que las empresas chinas o de otros países dejen de comprar en Brasil debido a los altos índices de deforestación, sino hacer que las empresas impulsen cambios en la cadena productiva de la carne para impedir la deforestación.
“Apostamos al poder de estas empresas para influenciar y estimular a Brasil a cambiar”, añade MacFarquhar.
Gases de efecto invernadero
La deforestación viene ganando importancia a nivel internacional debido a su relación con la emisión de gases y con el cambio climático.
En 2016 Brasil entró en otro ranking, el de los mayores emisores de gases de efecto invernadero, ubicándose en el séptimo puesto. Según el Grupo de Trabajo por la Deforestación Cero, más de la mitad fueron causados por la deforestación.
Según el Observatorio del Clima, existen además las emisiones generadas por el consumo de fertilizantes y las emisiones de metano de los rebaños, es decir, no se está tomando en cuenta la deforestación que tiene por objetivo posterior la cría de ganado.
El último dictamen del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas, realizado a partir de la revisión de más de seis mil estudios, indicó que la deforestación cero es urgente y que es una de las principales contribuciones de Brasil para la lucha contra el calentamiento global.
En el Acuerdo de París Brasil asumió el compromiso de reducir sus emisiones en un 37% hacia 2025 y en un 43% hacia 2030.
Por más que el nuevo gobierno brasileño, bajo Bolsonaro, no haya sacado el país del Acuerdo de París como temían ambientalistas, es muy improbable que avance políticas que conducirían a menos emisiones. La semana pasada, el presidente Bolsonaro dijo que Brasil “no debe nada al mundo” cuando el asunto es el ambiente.
La falta de cooperación del gobierno Bolsonaro puede poner más énfasis en la responsabilidad del sector privado de avanzar medidas sostenibles en sus cadenas productivas. Los investigadores creen que además de proteger los bosques, producir carne sin deforestación puede ser bueno para los negocios. La tendencia es mundial, desde Brasil a China.
“No se trata sólo de salva al planeta y a las selvas”, dice MacFarquhar, “sino de salvar las finanzas y tu negocio”.
Fuente: Diálogo Chino