LLAMAMIENTO Contra la patentabilidad de los seres vivos y la monopolización de los recursos genéticos
La patentabilidad de los seres vivos y de sus genes constituye un trastorno de los valores sin precedente. La patentabilidad de los seres vivos instaura la mercantilización de la vida misma
En EEUU, las empresas pueden pedir patentes de los organismos vivos, genéticamente modificados o no, así como que sobre los genes, notablemente humanos, incluso sin haber identificado la función. La descripción sencilla de un gen basta para apropiársela.
La directiva europea 98/44 CE, a pesar de algunas precauciones oratorias y de ciertas condiciones impuestas para la presentación de la patente, admite también transformar los genes de las especies vivas, comprendidos los humanos, en objetos de comercio (1).
Este no es más que el primer paso: a través de los acuerdos sobre propiedad intelectual negociados en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC), EE.UU. van a intentar extender su legislación al resto del mundo.
Además de lo que estas patentes de nuevo género (2) tienen de ofensivo en el plano ético, tendrán graves consecuencias prácticas para la salud, el medio ambiente, la agricultura y la investigación científica.
En cuanto a este último punto, un informe de la Academia de las Ciencias señalaba recientemente: «Ciertos grupos industriales o sociedades de genómica consideran que los datos de la genómica deben ser hechos públicos rápidamente, de manera que se permita un avance normal de la investigación a escala internacional. Por otra parte, esta actitud está fuertemente impulsada por la Carta internacional sobre el genoma que ha hecho adoptar el Comité Internacional de Bioética (UNESCO) considerando que los genes, en tanto que tales, no son patentables porque pertenecen al patrimonio común de la humanidad» (3).
En el campo de las aplicaciones médicas, sean cuales sean, por otra parte, las reservas que se puedan presentar sobre las terapias génicas o la «medicina predictiva» (y notablemente sobre la utilización que de ella hacen los empleados y las empresas de seguros) (4) , ya se constatan los primeros efectos de la patentabilidad de los genes. Varios laboratorios americanos han tenido que cesar su actividad ligada a genes humanos sobre los cuales la sociedad Myriad Genetics ya detentaba una patente. En el Reino Unido, hay otros quince laboratorios amenazados (5).
Algunos incluso van a registrar peticiones de patentes sobre bacterias peligrosas ¡para obtener derechos sobre las vacunas que podrían derivarse de éstas! (6)
La batalla para el control de los territorios estratégicos de esta «nueva frontera» causa pasión (7). La oficina americana de patentes y marcas (USPTO) ya ha aceptado más de 2000 patentes sobre genes y las peticiones se cuentan por millones. Sólo la sociedad Celera Genomics totaliza más de 6500 peticiones de patentes sobre genes humanos.
En lo que se refiere a la agricultura, la cuestión de la patentabilidad debe ser examinada en un contexto global: en todo el mundo, las empresas de semillas están bajo el control de un número muy pequeño de empresas agro-químicas. En el futuro estarán en condiciones de organizar la rareza de las semillas naturales (8) y su finalidad es perfeccionar la integración de sus diversas actividades en una misma lógica industrial para no proponer, a más o menos largo plazo, más que semillas transgénicas acompañadas de insecticidas, abonos y herbicidas ad hoc (9).
Los organismos genéticamente modificados (OMG), sin embargo, no han suscitado ningún entusiasmo entre los consumidores y agricultores; los países del Sur los perciben como una amenaza para su agricultura y su capacidad de alimentar a sus poblaciones (10).
Para el complejo genético-industrial, no obstante, los OMG tienen la ventaja de ser patentables (11), lo que debe permitir establecer un verdadero monopolio y operar la captación de recursos genéticos.
Para retomar la fórmula de la Enciclopedia de los Daños (12), este proyecto hegemónico “se dirige nada menos que a desprender definitivamente a la humanidad de todas sus ‘miserias’ ”, a impedirle el acceso a las riquezas naturales elaboradas a todo lo largo de la historia, para poder venderle la “palabra” técnica».
A los ojos de estos “creadores de semillas” la vida está dotada de una molesta propiedad, cual es la de reproducirse por sí sola. Su sueño secreto siempre ha consistido en forzar al agricultor a obligarle a volver a comprar las semillas cada año. Con «Terminator» y la esterilización genéticamente programada este sueño se convertía en realidad. Pero esta revelación sin equívoco ha levantado tal escándalo en todo el mundo que esta «repugnante tecnología» (término empleado ¡por el mismísimo portavoz de Monsanto!) quizás será abandonada. No importa, las patentes sobre las plantas permiten alcanzar el mismo objetivo: convertirán al agricultor que resiembra el grano cosechado en ... ¡un «pirata»! Por otra parte, a esta práctica agrícola inmemorial que fundó la humanidad se le llama en el lenguaje de estos “creadores de semillas” el ¡«privilegio del agricultor»!
Aceptar la patentabilidad de las semillas, es en realidad crear un privilegio extraordinario para algunas firmas transnacionales. Supone considerar que hace falta protegerlas de la competencia que les hace la naturaleza reproduciendo gratuitamente las semillas en el campo del agricultor. Esto equivaldría, según la comparación ya clásica, a hacer atrancar puertas y ventanas para complacer a los vendedores de velas ¡descontentos por la competencia desleal del sol!
En el momento en el que la misma FAO recomienda la agricultura ecológica como modelo de agricultura sostenible (13) y compromete importantes programas a escala mundial para su desarrollo (14), uno se puede extrañar de que casi todas las políticas y reglamentaciones vayan en el sentido de una industrialización acrecentada de la agricultura y den plena fuerza a lo que no hay que temer en llamar un atraco planetario a los recursos genéticos (15).
El contribuyente europeo financia por partida doble esta industrialización de la agricultura: por las ayudas directas y por la asunción de los costes de producción «externalizados» (contaminación y agotamiento de las capas freáticas, envenenamiento del entorno por medio de los pesticidas, degradación de la salud pública, pérdida de empleos ...). Además, la investigación pública invierte masivamente en los OMG a menudo en asociación con las firmas que los comercializan (16). Nosotros participamos, en fin, en esta artificialización de la agricultura a escala mundial inundando los países del Sur con nuestros excedentes agrarios subvencionados, arruinando así a su campesinado (17). Los cultivos de subsistencia ceden entonces el lugar a los monocultivos intensivos para la exportación y el hambre se acrecienta otro tanto.
Tales evoluciones comprometen el porvenir de la humanidad de manera irreversible y no pueden ser abandonadas a la única apreciación del mercado. Por eso, más allá del sencillo punto de vista jurídico, nosotros, firmantes de este texto, invitamos a reflexionar sobre la necesidad de un control social real de las aplicaciones de los descubrimientos científicos. La investigación fundamental deberá jugar aquí un papel determinante asumiendo plenamente sus responsabilidades.
De manera inmediata, pedimos:
La derogación de la directiva europea 98/44 CE y la afirmación de la no-patentabilidad de los seres vivos y de sus genes.
Que Europa apoye la propuesta de un grupo de países africanos en la OMC en la que piden la revisión del artículo 27.3b del acuerdo sobre la propiedad industrial (18).
La reorientación de la investigación pública y de la política agrícola común a favor de una agricultura campesina respetuosa del medio natural, de la calidad alimentaria y creadora de empleo rural así como la revisión de las reglamentaciones que la amenazan de asfixia (19).
Una política de protección de los recursos genéticos agrarios empezando por la libertad de comercialización de las variedades tradicionales (20).
Pedimos, en fin, firmar, reproducir y difundir ampliamente el presente llamamiento.
Para firmar el llamamiento dirigirse a:
http://www.ogmdangers.org/brevets/petition.html
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Notas
(1) El párrafo 2 del artículo 3 estipula que «una materia biológica aislada de su entorno natural o producida con la ayuda de un procedimiento técnico puede ser objeto de una invención, incluso si aquella preexistía en estado natural». El párrafo 2 del artículo 5 añade: «Un elemento aislado del cuerpo humano o bien producido por un procedimiento técnico, incluyendo la secuencia o la secuencia parcial de un gene, puede constituir una invención patentable, incluso si la estructura de este elemento es idéntica a la de un elemento natural».
O, por definición, todo gene (o secuencia de genes) susceptible de aplicaciones industriales que haya sido «identificado, purificado, caracterizado y multiplicado» por procedimientos técnicos (véase los considerandos 20 y 21). Resulta, pues, que los genes en sí mismos son patentables, a pesar de las afirmaciones del considerando 16 y del párrafo 1 del artículo 5.
(2) Hasta ahora, sólo una invención era patentable, un descubrimiento no lo era.
(3) Este pasaje extraído de las conclusiones de un informe de la Academia de las Ciencias de julio de 1999 titulado Desarrollo y aplicaciones de la genómica, prosigue: «Otros defienden un punto de vista simétrico, a saber que los nuevos datos sobre las secuencias deben poder ser patentables, incluso antes de que productos o aplicaciones definidos hayan podido ser obtenidos de ellas. Se asiste entonces, según esta concepción, como algunos lo hacen remarcar, a una "confiscación" de un verdadero tesoro de información por una minoría de firmas hegemónicas que aseguran sus posiciones mediante el registro de la patente, tanto en el campo vegetal como en los campos bacteriano o animal».
(4) Para ciertos científicos, la patentabilidad de los genes lleva al riesgo de arrastrar a la medicina al «todo genético», bajo la presión de los laboratorios farmacéuticos. Para éstos, en su enfoque reduccionista, «una enfermedad, un gene, un medicamento» se convierten, de hecho, en una formidable perspectiva de “royalties”. Como señala el informe citado supra de la Academia de las Ciencias:
«La importancia de los trabajos actuales consagrados a la genómica ilumina de golpe los mecanismos del determinismo de las características de la especie considerada. Aquélla sin embargo no debe dar al lector del informe la impresión de que toda la fisiología ‘reside’ en los genes, ni llevarle a subestimar los efectos considerables del medio ambiente.
El conocimiento de las secuencias no podría ser suficiente en sí mismo. El informe lo ha subrayado claramente; aquélla va a tener que requerir imperativamente una "nueva fisiología" (y nuevos instrumentos asociados), de manera que la acumulación impresionante de informaciones pueda traducirse en conocimientos organizados, y por ello útiles (señalemos que la Academia de las Ciencias prepara, en paralelo, otros informes que insistirá en la importancia de desarrollar en Francia "una fisiología integradora").
Desde este punto de vista, la ambición de un organismo como el CNRS (Centro Nacional de Investigaciones Científicas de Francia) acerca del deber de considerar permanentemente el problema de la genómica en su complejidad, y, para resumir, de privilegiar la elaboración de conocimientos en relación con la compilación de datos, dibuja bien la perspectiva de una "biología integradora".
En segundo lugar, se ha recordado el peligro que existiría de otorgar a la genómica un poder predictivo tal que se la pudiera creer en situación de sustituir a la dinámica fisiopatológica y médica».
El «todo genético» se opone sin duda a una concepción más global de la salud, teniendo en cuenta factores patógenos de origen social (higiene cotidiana, estrés, degradación de la calidad alimentaria, contaminación del entorno, etc ...).
(5) La patente de Myriad Genetics concierne a dos genes (BRCA1 y BRCA2) implicados en la aparición del cáncer de mama y de ovarios. Estos son objeto de exámenes genéticos de rastreo del riesgo. «Según Mike Stratton, Profesor del Instituto de Investigación sobre el Cáncer de Londres (ICR), el ICR ha descubierto el BRCA2, con la ayuda del Centro Sanger, el laboratorio sin ánimo de lucro de Cambridge, socio del proyecto internacional de descodificación del genoma humano.
El Profesor Stratton señaló que Myriad se había beneficiado de los datos del Centro Sanger y de informaciones infiltradas provenientes del ICR.
El ICR siempre está en conflicto con Myriad."Utilizan su patente para restringir la utilización de las secuencias BRCA1 y BRCA2 por los laboratorios de análisis que se benefician de financiación pública en Europa", declaró el Profesor Stratton». (The Guardian, Londres, 17 de enero de 2000) .
(6) Una sociedad americana registró una demanda de patente sobre una de las bacterias responsables de la meningitis. Esto podría llevar al pago de derechos por cada tratamiento si se hubiera encontrado una vacuna contra la enfermedad. Julia Warren de la Fundación de Investigación sobre la Meningitis (Reino Unido) declaró: «La idea de que cualquiera pueda intentar patentar una bacteria para exigir a continuación el pago de derechos sobre nuestras investigaciones si nosotros encontramos una vacuna no se me habría ocurrido nunca. Estoy aturdida. Y esto conlleva el riesgo de hacer prohibitivo el coste del tratamiento de los niños. Todo nuestro dinero va a la investigación, nosotros no podemos permitirnos pagar además esos derechos». (The Guardian, 7 de mayo de 1998).
(7) «¿Porqué estas inversiones masivas en genómica? La razón principal es que el análisis sistemático de los genomas y de los genes es un medio directo de tomar posiciones de propiedades industriales que van a condicionar después años de desarrollo y que van a representar un capítulo generador de cánones en numerosos campos. La genómica industrial no surge de la investigación, sino mucho antes de la exploración de un nuevo territorio sobre el que se podrán establecer reivindicaciones de propiedad». (Informe de la Academia de las Ciencias citado supra).
En un comunicado común de 14 de marzo de 2000, los Sres. Blair y Clinton pidieron el libre acceso a los datos referentes al genoma humano y animaron a los científicos a ponerlos a disposición del público. Sin embargo se puede dudar de la eficacia de la petición: la oficina americana de las marcas y patentes (USPTO) afirmó dos días más tarde que la política de patentes de Estados Unidos no sería afectada por esta declaración. Q. Todd Dickinson de la USPTO declaró: «Los genes y las invenciones genómicas que eran patentables la semana pasada continúan siéndolo esta semana, según el mismo conjunto de reglas».
(8) Como reacción a este estado de la cuestión se crea afortunadamente un poco por todos sitios cooperativas de producción y de distribución de semillas. Así por ejemplo el banco de semillas del KKRS, un fuerte sindicato agrario del Sur de India, por sus varios millones de miembros que se han bregado en la lucha contra los OMG. En Francia, diversas semilleras artesanales y asociaciones participan en esta obra de conservación de la biodiversidad agrícola.
(9) Esta lógica de integración encuentra su resultado en las Tecnologías Genéticas de Restricción de Uso (GURT, por sus siglas en inglés) que permiten controlar la expresión de los genes transferidos. La transgénesis de interés agronómico no se manifestará más que en presencia de una «llave» química (por ejemplo un herbicida) vendido al mismo tiempo que la semilla.
(10) « Nosotros, delegados de los países africanos participantes en la Vª sesión extraordinaria de la comisión de recursos genéticos que ha tenido lugar del 8 al 12 de junio de 1998 en Roma, denunciamos firmemente la utilización de la imagen de los pobres y de los famosos de nuestros países por sociedades multinacionales gigantes a fin de promover una tecnología que no es segura ni para la salud, ni para el medio ambiente y que no presenta ninguna ventaja económica para nosotros [...]. Nosotros no creemos que estas compañías o estas tecnologías genéticas ayuden a nuestros agricultores a producir los alimentos necesarios en el siglo XXI. Al contrario, nosotros pensamos que aquéllas destruirán la diversidad, el saber hacer local y las prácticas agrícolas sostenibles que nuestros agricultores han desarrollado después de milenios, minando así nuestra capacidad de alimentarnos a nosotros mismos. Nosotros invitamos a los ciudadanos europeos a hacer un acto de solidaridad con África oponiéndose a estas tecnologías transgénicas a fin de que nuestras cosechas, diversas y naturales puedan seguir creciendo». Declaración de los delegados africanos de la FAO (salvo África del Sur).
(11) Contrariamente a los EE.UU., los países europeos no permitían hasta ahora las patentes de vegetales. La Oficina Europea de Patentes acaba de autorizar el registro de patentes para las plantas transgénicas, estimando que una planta cuyo patrimonio genético ha sido modificado es asimilable a un invento, a diferencia de las variedades resultantes de cruces o de selecciones (comunicado de prensa de la OEP de 20 de diciembre de 1999).
(12) Observaciones sobre la agricultura genéticamente modificada y la degradación de las especies. Ediciones de la Enciclopedia de los Daños, abril de 1999.
(13) Según un documento de la FAO (Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) de 1997, un millardo de hectáreas de tierra fértil han desaparecido en el curso del siglo XX a causa de la agricultura intensiva, es decir, tanta como desde el comienzo de la historia de la humanidad. La agroquímica es igualmente una de las grandes responsables de la pérdida de biodiversidad. Se estima que entre 50 y 300 especies vegetales y animales se extinguen cada día.
(14) «Es competencia de la FAO dar a la agricultura ecológica un lugar legítimo en los programas en favor de una agricultura sostenible y ayudar a los países miembros en sus esfuerzos por responder a la demanda de los agricultores y consumidores en este sector. La agricultura ecológica puede contribuir a la realización de los objetivos globales de sostenibilidad. En primer lugar, los agricultores y transformadores del sector ecológico pueden, en sus esfuerzos por ceñirse a normas de certificación rigurosas, descubrir técnicas de producción nuevas e innovadoras que sean igualmente aplicables a otros sistemas agrícolas. En segundo lugar, la agricultura ecológica puede abrir posibilidades comerciales a los agricultores y a los transformadores que escogen modificar sus prácticas para responder a ciertas exigencias de los consumidores. En fin, la agricultura ecológica favorece el debate público nacional e internacional sobre la sostenibilidad concienciando mejor sobre las cuestiones ambientales y sociales que deben retener la atención». (FAO, Comité de agricultura, XVª sesión, 25 a 29 de enero de 1999, Roma).
(15) Las patentes sobre los vegetales (sean o no acordes en razón de modificaciones genéticas), permiten pretender la exclusividad comercial sobre conocimientos y recursos genéticos desarrollados a lo largo de siglos por los pueblos indígenas y comunidades campesinas del mundo entero. Un informe de RAFI (Rural Advancement Foundation International) censa 147 casos de «biopiratería» referentes a plantas alimentarias (quinoa, alubias mexicanas, garbanzos indios, arroz Basmati...), plantas medicinales y plantas susceptibles de utilización industrial.
En Le monde n'est pas une marchandise (“El mundo no es una mercancía”) (Ed. La découverte), José Bové ilustra el propósito de un ejemplo indio: «La mayor parte del reservorio genético del planeta se encuentra en los países del Sur pero son los países ricos los que detentan mayoritariamente las técnicas y la experiencia necesarias para la manipulación y la apropiación por la protección jurídica del ser vivo. Los prospectores genéticos de las grandes multinacionales peinan los países del Sur a la búsqueda de especies raras susceptibles de ser valorizadas económicamente. El ejemplo del neem (21) es esclarecedor: sus virtudes insecticidas, medicinales, combustibles, alimentarias hacen de ella una planta casi sagrada a la que, después de milenios, se le rinde verdadero culto. Así pues, una firma americana ha tenido la buena idea de aislar el principio activo insecticida de la planta y ha patentado los procedimientos utilizados. Por su parte, los indios aislaron después de mucho tiempo este principio activo del neem, pero nunca se les había ocurrido proteger esta técnica y este principio activo, considerando implícitamente que el neem pertenecía al dominio público. Hoy, hay que lamentar que la firma que posee los derechos de explotación de esta planta impide a los campesinos indios utilizar el insecticida natural, que entra en competencia con el producido por la firma».
(16) Jean-Pierre Berlan, director de investigación del INRA (Instituto Nacional de Investigación Agronómica, Francia) señalaba, acerca de la investigación pública, en una carta abierta a sus colegas de octubre de 1999, que reproducimos in extenso:
Buenos días,
Para entender bien la apuesta que supone la patente sobre la materia viva »(!) (un oximorón que permite escapar al hecho de que el derecho tradicional de patente excluye a los seres vivos de la patentabilidad) para la agricultura, hay que pensar siempre que, ¡ay!, para las empresas «semilleras» y en primer lugar, para las empresas semilleras transnacionales que ahora son nuestros interlocutores, las plantas y los animales se reproducen y se multiplican en el campo del campesino. En tanto que esto sea así, la empresa semillera no puede vender «semillas» (en un sentido lógico). El objetivo final de la empresa semillera es pues hacer variedades que el campesino no pueda ni reproducir, ni multiplicar. (Seguro que la semillera no va a decir que su objetivo es desembarazarse de esta desafortunada facultad, ni que el campesino es su enemigo porque pone en práctica esta maravillosa facultad en su campo. La empresa semillera va a decir que quiere resolver la cuestión del hambre en el mundo, o producir más ecológicamente, o mejorar las plantas – en pocas palabras, una bobada cualquiera).
La patente constituye un avance importante para desembarazarse de lo que el complejo genético-industrial llama el «privilegio del agricultor» (!), la práctica constitutiva de nuestra humanidad, sembrar el grano recogido. Este objetivo se conseguirá por etapas, por jurisprudencia y por la redacción alambicada y contradictoria de la directiva europea 98/44 que se dirige a dejar a los tribunales al cuidado de terminar en dulce el trabajo de la confiscación del ser vivo.
Querría decir algunas palabras sobre el abandono de “Terminator”. No gritemos victoria demasiado deprisa.
El abandono de “Terminator” por Monsanto es, cierto, un repliegue de esta empresa y un éxito para todos los que han combatido esta tecnología repugnante (casualmente, el término «repugnante» acaba de ser utilizado por un portavoz de ... ¡Monsanto en el New-York Times!). Había deseado que un gran número de investigadores de nuestra Casa dieran a conocer su reprobación, pero, desafortunadamente, el silencio ha sido ensordecedor. Pero permanezcamos lúcidos. Monsanto se ha retirado en gran parte por la presión de la Fundación Rockefeller. Esta última ha jugado un papel central en el desarrollo del programa reduccionista de la biología llamada «molecular». Warren Weaver, Presidente de esta fundación, forjó el término y el programa científico correspondiente en 1938, el cual se inscribe en una problemática política de control social y de ingeniería social. (Sobre estos puntos, véase el excelente libro de Lily E. Kay, La visión molecular de la vida, que debería abrir bien los ojos). La Fundación no podía sino lamentar el despropósito de Monsanto (y del Ministerio americano de agricultura) consistente en revelar el objetivo final que la economía política de nuestra sociedad asigna a los biólogos en la agricultura. Sí, las biotecnologías agrícolas desembocan necesariamente en nuestra sociedad sobre un ser vivo despojado de su facultad más fundamental, reproducirse y multiplicarse. Estas son pues, in fine, necro-tecnologías.
En realidad, Monsanto no ha perdido nada en esta renuncia. Monsanto (y sus concurrentes/aliados) disponen de otros medios diferentes a “ Terminator”. Y está la patente bien entendida (volveré a esto). Pero hay también las técnicas citadas «Traitor», muy parecidas en realidad a “Terminator”, consistentes en introducir genes de interés agronómico que no se expresan más que en presencia de un producto químico de la firma que ha introducido estos genes. (En vista del carácter primitivo de nuestros conocimientos en materia de trangénesis, queda por saber si un montón de genes como este llevará a dar los resultados descontados, pero este es otro asunto).
Está también la «esterilidad» contractual. Esta exige que las firmas hayan tomado el control de la industria de las «semillas» - el cual ya es el caso - y que éstas controlen la investigación pública (lo que ya ocurre en Inglaterra, donde Monsanto ha tomado el control del Plant Breeding Institute, privatizado en 1989 por la Sra. Thatcher, y lo que está actualmente ocurriendo en Francia). El mecanismo es el siguiente. Las firmas tienen el monopolio de la creación varietal. Ellas introducen nuevas variedades que responden mejor a las demandas de los agricultores. Estos últimos quieren comprarlas, pero no pueden hacerlo sino mediante la firma de un contrato que les compromete a no sembrar el grano que recogen.
La condición de éxito consiste pues en eliminar toda competencia de la investigación pública, es decir, de tomar el control efectivo, directamente como en Inglaterra, o indirectamente como lo intentan hacer en Francia – siendo la Genoplanta la manifestación más evidente de esta privatización de un servicio público.
Nosotros tendremos entonces derecho al progreso agronómico más provechoso para las transnacionales y el más ruinoso para la colectividad (el ejemplo del maíz llamado «híbrido» lo demuestra, con toda claridad). Las transnacionales decidirán la agenda de nuestros trabajos como investigadores «públicos». Si nuestros antepasados podían negociar con las «empresas semilleras» tradicionales (las Deprez, Pichot, Benoît, Vilmorin, Tezier) y hacer prevalecer el interés «general» sobre el interés particular), esto no será posible con Monsanto, Novartis, Rhône Poulenc, o DuPont-Pioneer. Ninguno de entre nosotros, espero, alimenta la menor ilusión con respecto a este propósito.
Deseo que tomemos conciencia del “impasse” al que nos compromete la Dirección General del INRA y que hagamos conocer nuestro desacuerdo con su política suicida consistente en convertirnos en los criados de las multinacionales en nombre de la bobería de la competitividad y de la «revolución» de las biotecnologías.
Permítanme que me repita, la agricultura transgénica es una trampa. Es el producto de la voluntad de poder y de dominio de algunas firmas. ¡Monsanto acapara el 78% de los OMG comercializados en el mundo! Meditemos esta cifra. En lo que nos concierne, nosotros, investigadores públicos, tenemos mucho mejor quehacer por otros métodos diferentes a la transgénesis - para la colectividad, para los que vendrán después de nosotros, para nuestro medio ambiente - que trabajar en dar un poder inmenso a estas pocas empresas.
Muy cordialmente,
Jean-Pierre Berlan
G.E. Séralini, profesor de biología molecular en la Universidad de Caen, subraya que el 99% de los OMG comercializados en el mundo son plantas de pesticidas (que producen insecticidas – en un 28% - o que absorben herbicidas sin morir por ello – en un 71% -, estadísticas de 1999). Estas se inscriben totalmente en el esquema del sistema agro-químico que favorece a corto o largo plazo la utilización de pesticidas, lo que estaba previsto (véase Génie génétique, des chercheurs citoyens s'expriment, -"Genio genético, los investigadores ciudadanos se expresan"- Ed. Sang de la Terre y Ecoropa, 1997; y Transgénique, le temps des manipulations , -"Transgénica, el tiempo de las manipulaciones"- Ed. Frison- Roche, 1998) y que se encuentra confirmado en un informe reciente de WWF Canadá.
(17) Países del Sur que tienen que renunciar, la OMC obliga, a controlar el volumen de sus importaciones agrícolas. Paralelamente, el Banco Mundial y el FMI (Fondo Monetario Internacional) empujan a los países endeudados a desarrollar sus exportaciones agrícolas para obtener las divisas necesarias al servicio de la deuda.
(18) Extracto de la declaración del grupo de los países africanos en la OMC (ref.WT/GC/W/302): «La revisión de este artículo 27.3b debe permitir confirmar que, por una parte, las plantas y los animales así como los micro organismos y todos los demás organismos vivos o partes de ellos no son patentables, y que, por otra parte, los procesos naturales que permiten a las plantas y a los animales desarrollarse no puedan ser nunca más patentables». Esta proposición ya es apoyada por India, Pakistán, Indonesia, Filipinas, Brasil, Costa Rica y Honduras.
(19) Primas subordinadas a la utilización de semillas industriales, tasa sobre las semillas producidas en la granja, normas sanitarias europeas inadaptadas que privan a muchos productores-campesinos y artesanos transformadores de la posibilidad de vender su producción en los mercados, superficie mínima de instalación, etc. ...)
(20) Todos tipos de reglamentaciones, dictadas para el único beneficio de las grandes firmas semilleras, y que impiden el acceso a las semillas tradicionales. El comunicado de Terre de Semences / Kokopelli atestigua esta situación en Francia.
Nota de la versión en español:
(21) El neem (Azadirachata indica) es un árbol propio de India muy difundido como insecticida y emblemático en la lucha contra las patentes (información aportada por Carlos A. Vicente, Acción por la Biodiversidad, URL: http://www.biodiversidadla.org , correo-e.: info@biodiversidadla.org). (Nota exclusiva de la traducción al español).
Traducción al español: Javier Blasco Fernández