Indonesia: la explotación de las mujeres en las plantaciones de palma aceitera
La expansión de las plantaciones de palma aceitera en Indonesia ha convertido a las mujeres en campesinas sin tierra y mano de obra barata, sin protección adecuada en materia de seguridad laboral y salud, para beneficio de las empresas de plantaciones.
Los grandes capitales, la disponibilidad de tierras, el acceso a mano de obra barata y la demanda internacional de aceite de palma constituyen el motor de las plantaciones de palma aceitera en Indonesia. Indonesia anunció que planea aumentar la producción de aceite de palma crudo (CPO, por su sigla en inglés) para llegar a los 40 millones de toneladas anuales en el año 2020. (1) El Organismo de Administración de los Fondos de Plantaciones de Indonesia, una agencia estatal que representa a la industria de las plantaciones, lanzó la Visión para 2045 con un objetivo: aumentar la producción de CPO a 60 millones de toneladas por año. (2)
La superficie de tierra ocupada por plantaciones de palma aceitera en Indonesia alcanza actualmente los 16,1 millones de hectáreas, que se planean expandir a aproximadamente 20 millones de hectáreas, distribuidas en Sumatra, Kalimantan, Sulawesi, Maluku y Papua. Esta expansión masiva se basa principalmente en dos factores clave: mano de obra barata y facilidad para obtener tierras.
Según el Ministro de Agricultura de Indonesia, el aceite de palma – uno de los principales productos de exportación del país – es uno de los mayores contribuyentes de divisas de Indonesia, con un valor de exportación de 250 billones de rupias indonesias por año. (3) Los productos derivados del aceite de palma contribuyeron en un 75 por ciento a las exportaciones del sector, sin contar al aceite mismo. Más allá de eso, la presencia de plantaciones de palma aceitera en una escala tan masiva absorbe, en números totales, una gran cantidad de puestos de trabajo. (4) No obstante, la contribución de la industria de palma aceitera al mercado laboral parece mucho menos impresionante, tanto en términos de cantidad como de calidad del trabajo, al compararla con la mano de obra generada por la agricultura campesina a pequeña escala.
Hay dos cosas importantes a destacar con relación a la presencia de las plantaciones de palma aceitera. Primero, la marginación de los campesinos, especialmente las mujeres. Las plantaciones de palma aceitera han convertido a las comunidades campesinas en comunidades sin tierra y las han forzado a vender su trabajo a las plantaciones. Resulta obvio que la usurpación de tierras por parte de las empresas palmícolas y la presencia de plantaciones de palma aceitera afectan la capacidad de las mujeres para producir alimentos y acceder a la tierra. La expansión de las plantaciones de palma aceitera hacia tierras previamente disponibles para la agricultura campesina está transformando a las mujeres de productoras de alimentos en compradoras de alimentos, así como también en mano de obra barata para las empresas plantadoras. Las plantaciones de palma aceitera han alterado o erradicado el estilo de vida de las mujeres campesinas como productoras de alimentos, así como sus medios de subsistencia y las prácticas agrícolas campesinas tradicionales. A menudo las mujeres tienen pocas opciones fuera de buscar trabajo como jornaleras en las plantaciones. Las mujeres contratadas como trabajadoras deben adaptarse a la rutina estándar, el patrón de trabajo y los mecanismos laborales de la plantación.
“Desde que llegó la empresa nos vimos obligadas a venderle nuestras tierras. La empresa nos aceptó como trabajadoras temporales con la condición de que le vendiéramos nuestras tierras. La mayoría de las trabajadoras aquí son las que vendieron sus tierras a la empresa. Ahora somos trabajadoras temporarias”, contó Ad, una mujer que trabaja como trabajadora temporal en la plantación de palma aceitera de la filial del Grupo Sipef en la provincia Sumatra Meridional.
En segundo lugar, para muchas mujeres las condiciones de trabajo en las plantaciones son muy precarias; son muy habituales los acuerdos informales y a menudo contratos de trabajo a muy corto plazo, que las dejan sin seguridad laboral a largo plazo. El compromiso laboral no es claro en la medida que prevalecen acuerdos laborales indocumentados y sistemas salariales basados en objetivos por tareas realizadas. La ONG indonesia Sawit Watch Association estimó que el número de personas que trabajaban en plantaciones de palma aceitera en Indonesia en 2016 superó los 10 millones. De éstos, el 70 por ciento correspondía a trabajadores temporales, y la mayoría de éstos eran mujeres. (5) Las mujeres trabajan en 15 de los 16 tipos de trabajo que se llevan a cabo en las plantaciones de palma aceitera, que van desde la limpieza de la tierra hasta la cosecha.
Las esposas de los trabajadores: obligadas a trabajar sin salario
A menudo se ignora a las trabajadoras de las plantaciones de palma aceitera, pero su presencia tiene una enorme influencia en el proceso de producción. Las mujeres no son consideradas como trabajadoras de la empresa, por lo que ni siquiera obtienen los derechos básicos que merecen.
En su gran mayoría, las empresas de palma fijan objetivos demasiado altos para los trabajadores que cosechan los racimos de frutas, por lo que los recolectores solo pueden llegar a alcanzarlos con la ayuda de los miembros de la familia, a menudo sus esposas. Este apoyo familiar no tiene un compromiso formal con la empresa. Las mujeres que apoyan a sus maridos se ven obligadas a trabajar sin que les paguen, ya que es muy difícil para sus maridos alcanzar los muy elevados objetivos de cosecha que les imponen. Si no se alcanzan los objetivos, se aplican sanciones de reducción salarial. Las esposas en su mayoría recogen la fruta caída, despejan de obstáculos el terreno, suavizan la nervadura central de la hoja y llevan a resguardo racimos de fruta fresca. Trabajan sin equipos de seguridad ni de salud adecuados.
En la empresa Company LS, en Sumatra Norte, se considera que los trabajadores que no llevan a sus esposas al lugar de trabajo durante la cosecha, han faltado. Según uno de los cosechadores de esta empresa, “A todos los trabajadores que vengan a trabajar se les pedirá que traigan a alguien que los ayude. Si alguno no trae a nadie, entonces debe volverse a su casa”. La empresa Company SLM en Kalimantan Central, estableció un objetivo de trabajo de 180 racimos de fruta por día para los cosechadores. Es imposible que una sola persona pueda alcanzar este objetivo a diario durante un cierto tiempo. El así que el hombre puede fijarse el objetivo de cosechar 100 racimos, mientras que el resto es el objetivo de la esposa. A los trabajadores de la cosecha de esta plantación se les exige que traigan a sus esposas al lugar. De lo contrario, el asistente o capataz de la plantación traerá a alguien que ayude al trabajador. Su salario debe pagarlo el propio cosechador.
Teniendo en cuenta que durante la cosecha un trabajador cubre de 2 a 3 hectáreas de plantaciones, uno puede imaginar cuántas mujeres trabajan sin salario en las plantaciones de palma aceitera de Indonesia. Cuando las mujeres no trabajan ayudando a sus maridos, trabajan como jornaleras sin un acuerdo laboral oficial. Los salarios de los trabajadores temporales son mucho más bajos que los de los trabajadores permanentes, y a menudo no incluyen beneficios sociales o de salud. Este modelo de relaciones laborales plantea problemas en el contexto de la protección de los trabajadores, no solo en términos salariales sino también en términos de seguridad laboral, de salud y otros derechos básicos.
Trabajos temporales permanentes
El trabajo temporal es un ejemplo de la informalización de las relaciones laborales en las plantaciones de palma aceitera de Indonesia. Hay tres tipos de trabajo temporal en las plantaciones de palma: en primer lugar, con un compromiso permanente, que tiene un contrato anual, donde el sistema y la carga de trabajo de los trabajadores temporales son los mismos que para los trabajadores permanentes, pero el número mensual de días laborales se limita a 20. En segundo lugar, con un compromiso semipermanente, que tiene un contrato para un trabajo específico a un precio establecido. En esta forma de empleo, la certidumbre laboral depende de la presencia o ausencia de “trabajo”, en el que las horas de trabajo, los salarios y los objetivos están determinados por las empresas de plantaciones. En tercer lugar, la tercerización tanto oficial como extraoficial. La mayoría de quienes están en esta situación son trabajadoras mujeres.
Las trabajadoras temporales de las plantaciones de palma aceitera, que carecen de seguridad laboral, son demasiadas. Generalmente su tarea está relacionada con los trabajos de fertilización y fumigación con productos químicos, realizados principalmente por mujeres. Las trabajadoras temporales perciben salarios más bajos, trabajan sin seguridad ni protección en materia de salud, deben llevar sus propias herramientas y no les otorgan licencia durante su período menstrual. Permanecen como trabajadoras temporales durante años, porque no tienen posibilidades de cambiar a otro trabajo o regresar a su lugar de origen, sobre todo porque las condiciones laborales no les permiten ahorrar suficiente dinero para eso.
Trabajando con productos tóxicos
Más allá de la informalización de las relaciones laborales, la protección de la seguridad y la salud en el trabajo de las mujeres trabajadoras es mínima. En las plantaciones de palma aceitera, las tareas de las mujeres siempre son más peligrosas que las de los hombres porque se las emplea para trabajar con productos químicos, como fertilizantes, y para fumigar plaguicidas. Las empresas no brindan instrumentos de protección ni capacitación en materia de seguridad, y las mujeres realizan estas actividades sin siquiera acceder a chequeos médicos periódicos.
“Hace 12 años que trabajo aquí; mi trabajo es diverso, a veces [me] dicen que aplique fertilizante, ahora tengo que detectar la presencia de hongos. [En] época de cultivo mi trabajo abarca tres hectáreas; siempre utilicé 25 sacos [de fertilizantes] por día. Me cambié a la sección de detección de presencia de hongos porque tenía un pulmón perforado por veneno. No sé por qué, tal vez por el veneno del fertilizante. De hecho, cuando tenía que aplicarlo, me daban máscara, ropa, guantes, pero seguí exponiéndome a los fertilizantes día tras día. La compañía nunca controla nuestra salud”, relató Nur (38 años), trabajadora de una plantación de palma aceitera en Kalimantan Central.
La pulverización de productos químicos se realiza manualmente. La trabajadora debe acarrear un dispositivo de pulverización que pesa 20 kilos y es responsable de rociar un área específica. En promedio deben utilizar de 6 a 10 dispositivos de pulverización por día. Las empresas no brindan suficiente equipo de protección personal.
Gramoxone, Glifosato, Rhodiamine y Roundup son algunos de los productos químicos utilizados en las plantaciones. Las empresas no proporcionan información sobre los posibles impactos y peligros de los productos químicos utilizados, tampoco capacitan acerca de cómo reducir el riesgo de exposición al rociar los productos químicos ni cómo reducir los riesgos para la salud. Como resultado, las mujeres que trabajan realizando tareas de pulverización de insecticidas son propensas a sufrir accidentes laborales. Con frecuencia experimentan enfermedades ocupacionales tales como problemas respiratorios, ardor en las manos, mareos, visión borrosa e incluso ceguera. (6)
Es necesario que el gobierno de Indonesia organice el sistema laboral de tal forma que las trabajadoras sean consideradas sujetos vivientes. El gobierno, en su papel de regulador de la industria, debe formular principios de trabajo y evaluaciones adecuadas para garantizar que la industria del aceite de palma cumpla con los derechos laborales, poniendo especial atención a la situación de las mujeres. Es necesario que las empresas plantadoras de palma aceitera comprendan las consecuencias en materia de derechos humanos de las imposiciones sobre las y los trabajadores y deben obedecer las leyes laborales nacionales e internacionales. Además, los consumidores y los países importadores también deberían garantizar su rechazo al aceite de palma producido en condiciones de explotación laboral.
Zidane, Sawit Wacth, http://sawitwatch.or.id/
(1) http://www.kemenperin.go.id/
(2) http://www.mediaindonesia.com/
(3) http://www.tribunnews.com/
(4) http://industri.bisnis.com/
(5) Sawit Watch, 2016
(6) En 2015, Perkumpulan Sawit Watch realizó una investigación sobre las condiciones de trabajo de las mujeres trabajadoras en dos plantaciones de palma aceitera en Kalimantan Central. Sawit Watch encontró dos casos de trabajadoras con una enfermedad respiratoria y otros tres de trabajadoras expuestas a fluidos de Gramoxone y Glifosato, como consecuencia de lo cual dos quedaron con visión borrosa y una tercera quedó ciega.
Fuente: WRM