“Han convertido nuestra comunidad en un cementerio"
A las 12:28 del 25 de enero de 2019, la Represa I de la mina Córrego do Feijão, que contenía 12 millones de metros cúbicos de lodo con residuos tóxicos mineros, colapsó y se derramó a lo largo de 9 kilómetros hasta la ciudad de Brumadinho (Minas Gerais) para luego seguir por el cauce del río Paraopeba.
El Movimiento de Afectados por Represas de Brasil (MAB) se hizo presente horas después para acompañar a las comunidades afectadas en esa ciudad, en Córrego do Feijão y en municipios cercanos como Betim y Juatuba, hasta más lejanos como Pompeu -a 245 kilómetros de Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais-.
De las 272 víctimas fatales (270 personas, dos de las cuales estaban embarazadas), once no han sido encontradas todavía bajo el barro que sigue en la zona. Los impactos de este deslave -que se ha convertido en el mayor crimen ambiental en Brasil- repercuten en la contaminación del agua potable, en la salud física y mental de casi un millón de personas afectadas, en el empleo de miles de pescadores artesanales y agricultores pequeños que no pueden pescar o a quienes no les compran sus productos (leche, quesos, hortalizas) por el peligro de contaminación.
A un año del crimen cometido por la empresa Vale -denunciada recientemente por la Fiscalía de Minas Gerais por “homicidios dolosos y crímenes ambientales”-, el MAB exigió “respeto por la memoria de quienes murieron y reparación integral para los sobrevivientes, familiares y todos los afectados y afectadas cuyas vidas han sido transformadas”.
La falta de esta reparación integral, además de la reducción a la mitad del monto de las ayudas de emergencia (es decir, la mitad de un salario mínimo: 500 reales o 130 dólares) para 93 mil de los/as 108 mil afectados/as que recibieron este pago durante 2019, es “un reflejo de la negligencia y ganancia de la minera”, afirmó el MAB en un comunicado emitido este 25 de enero.
“La Vale coloca el lucro por encima de la vida”, dice el Movimiento de Afectados por Represas. Esta ha sido la consigna clave que les ha movilizado desde hace 365 días. Denuncian que en este año, mientras la Vale pagaba indemnizaciones de miseria, la empresa recibió 7,2 billones de reales por parte de accionistas (bancos y fundaciones internacionales), “un valor muy superior al que invirtió” en las ayudas para afectados (6,5 billones de reales).
“Sólo la organización del pueblo puede alterar esa realidad. Nosotros, los afectados por represas, sabemos que no es posible esperar por la buena voluntad de los gobiernos ni de la Vale”, continúa el comunicado.
Las y los afectados por Vale exigen: que no se detenga la búsqueda de las once personas que restan ser identificadas bajo el lodo tóxico derramado hace un año; garantizar que todos los afectados, sin discriminación, reciban la ayuda de emergencia -que consiste en un salario mínimo para personas adultas, la mitad para jóvenes y un cuarto de ese monto para niños-; que se homologuen de forma inmediata los contratos de las asesorías técnicas independientes y que se apruebe el Plan Nacional de Afectados por Represas de Brasil que se tramita en el Senado Federal.
UNA ROSA, UN REZO, UNA MARCHA
En la entrada de la ciudad de Brumadinho, este sábado 25 hubo una concentración para participar de una romería que recordó el rompimiento de la represa de residuos mineros en la mina de Córrego do Feijão.
En ese lugar, tres familiares de víctimas fatales hablaron ante la prensa, ante cientos de afectados y ante representantes de 15 países del mundo que llegaron hasta allí para solidarizarse con la lucha.
Adilson Lopes Silva tiene 36 años y es productor orgánico. Se crió en Córrego do Feijão y allí pasó días felices hasta que ocurrió este crimen y perdió a un familiar del cual “encontraron pedazos”. Denunció que él y su familia han sido “expulsados”, ya que nadie quiere comprar sus productos porque están “contaminados” y la empresa no ha hecho nada por mejorar esta situación.
Ana Paula de Santos Assis (33) perdió a su marido en el barro. También denunció el abandono en el que ha quedado esta comunidad, con sus calles llenas de agujeros, muchas casas en venta y, a la vez, en riesgo de derrumbe. Los han dejado como un pueblo fantasma, pero allí resisten.
Juliana Cardoso (38) leyó una carta, cuyo contenido compartimos:
“25 de enero de 2019. 12:28. ¿Qué ocurrió?
Fuimos enterrados por el lodo y por la ganancia de una empresa asesina que no tiene un ápice de humanidad al triturar y enterrar a los trabajadores de esta comunidad y de tantas otras. La Vale nos mató a 270 y destruyó a 600 personas en Córrego do Feijão, acabó todo un modo de vida rompiendo familias.
Cuanto dolor y tristeza todo, parece mentira que después de 365 días continuamos siendo enterrados por el lodo.
Hoy 365 días después, se refuerza la crueldad, de 270 personas 11 todavía no fueron encontradas.
Nuestra comunidad continúa siendo masacrada por el dolor y el abandono de la empresa que hizo de nuestra comunidad un cementerio y todos los días sacudimos un poco de lodo e intentamos proseguir, algunos días mejores otros no tanto, pues somos consumidos por tamaña tristeza y saudade, saudade de nuestros familiares, amigos, de nuestra comunidad, de nuestras vidas.
Brumadinho es nuestra Mariana, sólo que en proporciones mayores. Vale hizo de Mariana un laboratorio para sus prácticas crueles y hoy amanecimos con la certeza de que nosotros unidos debemos luchar por justicia para que Brumadinho y Mariana no se repitan».
Fuente: Radio Mundo Real