Hacia el buen vivir
Encuentro Nacional de Organizaciones Territoriales de Pueblos Originarios - ENOTPO, con el mandato colectivo de cada uno de nuestros Territorios.
Reafirmamos nuestro compromiso orgánico y colectivo con cada espacio territorial y con nuestras Instituciones comunales, asumiendo el legado y mandato de nuestras ancestralidades, refrendando nuestra condición de Sujeto colectivo, preexistente y con institucionalidad propia.
En Argentina habitamos desde siempre los Pueblos Naciones Originarias Moqoit, Pilagá, Qom, Wichí, Chorote, Chulupí, Guaraní, Chané, Kolla, Yojwis, Huarpe, Diaguita, Tonokoté, Lule, Vilela, Mapuche, Tehuelche, Rankulche, Selk’nam, Mbyá Guaraní, Ava Guaraní, Tupí Guaraní, Ocloya, Omaguaca, Tilián, Charrúa, Comechingón, Tastil, Tapiete, Chicha, Sanavirón, Abipón, Yámanas, Yaganes, Huaycurú, Atacama, Pilagá, Tilcara, Weenhayek, Nivaclé, organizados territorialmente en más de 2000 bases comunitarias y representados a través de Instituciones y Autoridades tradicionales propias.
Tod@s los/las Pueblos Naciones originarias en América hemos construido sistemas de producción propios, acorde a los mandatos filosóficos y a una propia cosmovisión, en una relación territorial recíproca y comunitaria, donde tiempo y espacio se unifican para la siembra, cosecha y acopio. Desarrollando sistemas diversificados de cultivo mediante aprovechamiento de los suelos, terrazas o subsuelos. El acto de cultivar, sembrar está ligado a una relación espiritual que se nutre de conocimientos y saberes milenarios. El territorio de cultivo debe equilibrar temperatura / humedad y una orientación que armonice las fuerzas del territorio hacia los cuatro vientos.
Estas prácticas están relacionadas al conocimiento del ciclo lunar y solar; es decir a las formas en que se lee y comprende el tiempo en los períodos de la luna y del sol. La influencia que estas fuerzas ejercen en la vida del planeta, es un tipo de conocimiento construido dinámicamente a lo largo de la historia de cada uno de nuestros Pueblos Naciones. Hoy nuestras actividades están vivas en cada territorio, con las distintas formas de preparación del suelo, nutrición, siembra, cultivo, raleo, la actividad de trashumancia y reposo de un determinado espacio en época de verano a otoño donde cada familia lleva adelante la práctica de la medicina, la cosecha y la recolección de frutos, que son alimento para el cuerpo y el espíritu, ofrecidos también para la celebración de cada ciclo agrícola, esto es lo que nos distingue y nos da identidad como Pueblos Naciones preexistentes a los Estados.
El proceso de producción es colectivo, es comunal, y parte de acuerdos entre quienes mayor conocimiento tienen sobre los frutos o semillas y sus diferentes usos, y tienen la capacidad de identificar y disponer si estos frutos o semillas serán empleados para el alimento, la resiembra o el almacenamiento en periodos largos, o si serán orientados al uso ceremonial. Las formas en que se siembra, cosecha y acopia están relacionadas a la orientación que tienen cada cerro, montaña, ladera, pampa o llanura, teniendo en cuenta las pendientes y la ubicación de los mismos en correlación con los cuerpos de agua, ya sean ríos, lagos, lagunas, nacientes o vertientes. Los frutos adquieren importancia alimentaria comunal y sagrada, pues se ofrendan a los protectores de cada elemento natural, en cada sitio, para el equilibrio corporal, emocional, mental y espiritual de las familias en el territorio.
El aprovechamiento del acopio familiar y acopio comunitario para las épocas de escasez, sea por el cambio climático o por contingencias naturales no previstas, son prácticas vigentes sostenidas milenariamente en los territorios, solo interrumpidas por la invasión extranjera y sus modelos de saqueo, explotación, extrativismo y agronegocio.
La capacidad de producir, almacenar e intercambiar semillas propias para mejorar la alimentación y nutrición de nuestra gente está asociada al concepto del Buen Vivir, el cual se nutre de principios y normas propias que provienen del territorio. Estos principios y normas están indicadas para no enfermar el territorio o a las personas; es decir, para no entrar en desequilibrio ni con el territorio, ni con la familia, ni con la comunidad, ni con el pueblo. Nuestra medicina vive en el territorio, por lo tanto, parte del proceso de sanación o alivio de los padecimientos de las personas se relaciona proporcionalmente con el tipo de alimentación que provee el territorio. Es necesario que las semillas sean patrimonio colectivo y no de las grandes multinacionales y o laboratorios, entendiendo a la semilla como un bien cultural y de soberanía alimentaria para los pueblos.
La invasión a los territorios originarios fue, es y será siempre un acto de genocidio y exterminio. El Estado argentino está asentado sobre territorios de los pueblos originarios y, por lo tanto, es urgente el abordaje de una política pública de reparación histórica real, con una revisión de la historia, haciendo efectivo el cumplimiento pleno de los Derechos Colectivos de los Pueblos Originarios.
Es necesario que el Estado y sus gobiernos apliquen de manera inmediata y responsable el Derecho Indígena para la restitución de lo nuestro en términos de la Constitución Nacional y el Convenio 169 OIT. En cumplimiento del marco de Derecho Indígena vigente, el Estado y sus gobiernos deben garantizar: 1. nuestra participación en la gestión de todo aquello que nos afecte directa e indirectamente, 2. el acceso a territorios aptos y suficientes para el Buen Vivir de los Pueblos Originarios, 3. la protección y resguardo de nuestros bosques, nuestras vertientes y ríos, nuestro alimento y nuestra medicina y, por sobre todas las cosas, 4. la restitución, posesión y propiedad comunitaria de nuestros espacios territoriales ancestrales y vitales, espacios que nos garantizan poder continuar desarrollando nuestras prácticas ancestrales y sustentables en el tiempo.
Los Pueblos Originarios debemos ser los únicos gestores y conductores de lo nuestro. Nombrar a especialistas blancxs para conducir la política indígena es perpetuar el racismo y el colonialismo establecido en América desde 1492 a la fecha. Racismo que se traduce en despojo territorial, discriminación, persecución y muerte, y que se aplica mediante herramientas perfeccionadas por la conquista a lo largo de los siglos a través de fuerzas militares y de seguridad, partidos políticos, iglesias, Ongs y agencias de turno.
En tiempos que nuestra madre naturaleza se pronuncia inequívocamente ante nosotros, debemos acudir al llamado, recibir el mensaje de los tiempos y reflexionar profundamente sobre los paradigmas de relación con el medio que habitamos.
Nuestra madre tierra nos habla desgarradoramente, ese alarido debe despertar conciencias, movilizar espíritus y convocarnos colectivamente para construir juntos un mundo de iguales, de hermandad y respeto por cada elemento de la naturaleza, conviviendo reciproca y complementariamente.
En estos tiempos de pandemia, crisis social, política y económica que desmorona los paradigmas impuestos por el mundo occidental, es la oportunidad de frenar el saqueo, la contaminación y la explotación territorial, retomando caminos y legados ancestrales, para retornar a tiempos de libertad, de paz y de Buen Vivir, promoviendo el infinito circular de las vidas.
Desde lo más profundo de nuestras sabidurías y filosofías de vida, seremos nuevamente los Pueblos Originarios los guardianes de la vida planetaria, los responsables del resguardo de nuestra Madre Naturaleza y los únicos garantes de cada lucha colectiva en defensa del Territorio y del Buen Vivir en este mundo.
Juntos por Memoria, Identidad y Territorio
¡Restitución de nuestros Territorios!
¡Consulta Libre, Previa e Informada!
¡Ley de Propiedad Comunitaria Indígena!
¡El Agua es Vida!
Protección de nuestros humedales, lagunas, lagos y ríos.
Fortalecimiento de los usos ancestrales de las semillas frente a las pandemias.
Delimitar Territorios del Buen Vivir, libres de transgénicos y agrotóxicos.
Contacto:
02604657071
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Fuente: ENOTPO