Gripe Porcina
"Nosotros los pueblos del mundo debemos desentrañar las lógicas perversas del “capitalismo del shock” y responder preguntas clave: ¿Por qué epidemias más numerosas y severas no alcanzan la resonancia y los niveles de respuesta que ameritan? ¿Por qué los gobiernos y organizaciones que defienden el capitalismo agresivo y el libre comercio, dispuestos a gastar millones en insumos curativos y vacunas, no asumen como parte de la prevención los correctivos de fondo sobre las industrias peligrosas?" Boletín N° 336 de la Red por una América Latina Libre de Transgénicos
¿Por qué estas gripes se originan en pollos y cerdos?
Alfonso Raffin
Veterinarios sin Fronteras, Brasil
Seguramente que nadie se lo está preguntando, pero los expertos en ganadería sabemos que no es casualidad que tras la gripe aviar venga la porcina.
Hace más de 20 años nuestro profesor de patología infecciosa de la facultad de veterinaria nos definía a los pollos y cerdos de granja moderna como “monstruos metabólicos”, seleccionados por multinacionales de la genética. Sus huesos se rompen sin resistir el peso, su corazón explota sin poder atender a tanta masa muscular, sus vísceras sufren para transformar tanto pienso en carne. El objetivo es que pongan kilos en el menor tiempo posible y si hace 20 años parecía increíble que un pollo estuviera a punto en dos meses hoy ya se hace en 40 días.
La competencia impuesta por las poderosas integradoras de carne manda; manda a los ganaderos, integrados en su cadena, producir más kilos, en menos tiempo y en menos espacio. Estos bichitos Schwarzenegger, que nacen con una enfermedad impuesta por el hombre que les genera un voraz apetito, pero una total indefensión a las enfermedades, se hacinan por millares en naves cerradas como los judíos en Auschwitz.
Sus heces se almacenan y fermentan bajo sus pies, dejando una peste amoniacal irrespirable. Los ganaderos retiran a diario decenas de cadáveres y, para reducir las bajas, medican agua y alimento y aplican los antibióticos disponibles por la industria farmacéutica.
Los virus circulan a gran velocidad entre estos seres vivos y al paso por alguno de ellos mutan su genoma y se adaptan a vivir también dentro de un humano. Parecería un castigo al maltrato, si no fuera que el primer castigado es un ganadero, también maltratado por el sistema, y ahora hospedador de un virus loco (aviar o porcino), que a su paso por otros hombres podrá ir haciéndose más letal.
Se dice que este es el medio que tiene un mundo en rápido crecimiento de consumir carne barata, pero FAO y múltiples ONGs saben que la producción intensiva de animales absorbe grandes cantidades de cereales, necesarios para los más pobres, los que más peligro corren, sin medicamentos ni vacunas, de morir en esta gripe. Porcina o marrana, quiere eliminar a quienes nunca comieron un salchichón.
Virus “Mexicanos”
Jaime Breilh
Médico Investigador
“El Telégrafo” del Ecuador
30 de Abril 2009
Los que trabajamos en la investigación de los impactos colectivos en salud sabemos que hay que hurgar profundo para comprender bien el origen, las verdaderas víctimas y aun los beneficiarios –aunque parezca mentira- de las epidemias.
En la historia más reciente de la humanidad ciertas enfermedades transmisibles de rápida propagación, y que provocan efectos agudos con algún grado de letalidad, a la par que han alcanzado enorme resonancia e incluso pánico en la ciudadanía, nos dejan lecciones fundamentales sobre la interpretación y el afrontamiento de estas epidemias del siglo XXI. Dicho de otro modo, la respuesta inmediata y responsable que ha dado el Ministerio de Salud a los niveles de alarma fijados por la OMS, nos tranquiliza por un lado, pero por otro nos confronta al desafío urgente de comprender lo que verdaderamente sucede.
Al igual que la gripe aviar, la epidemia porcina y su transmisión al ser humano tiene su origen en la cría transnacional de animales. Al amparo de los tratados de libre comercio han florecido gigantes empresas porcícolas como las Granjas Carroll, en México, propiedad de Smithfield Foods, y con filiales en todo el mundo. Ese tipo de agrotecnología de punta, orientada a la elevación de la productividad, se monta siempre sobre condiciones peligrosas de confinamiento animal masivo y contaminación ambiental. De ahí la multiplicación de ambientes perfectos para la recombinación de virus de distintas cepas para su diseminación.
A pesar de voces de alarma de las comunidades y universidades, los mega negocios de la globalización despliegan sus maquinarias de lucro impunes y sobreprotegidas por los tratados.
Los balances de esas epidemias, como sucedió con la gripe aviar, nos muestran que muchas veces su casuística no necesita ser siquiera desbordante, con que se acumulen casos visibles y una campaña mediática que alimente el pánico, se abren jugosos negocios para las transnacionales farmacéuticas y de biotecnología como GlaxoSmithKline, Gliead Sciences y Roche, que controlan la producción de antivirales y vacunas; las epidemias son inmejorables oportunidades de negocio. En un trabajo de Silvia Ribeiro publicado en la Jornada de México a finales del mes pasado, se explica cómo al solo anuncio de la nueva epidemia en México, las acciones de Gilead subieron 3 por ciento, las de Roche 4 y las de Glaxo 6 por ciento.
Nosotros los pueblos del mundo debemos desentrañar las lógicas perversas del “capitalismo del shock” y responder preguntas clave: ¿Por qué epidemias más numerosas y severas no alcanzan la resonancia y los niveles de respuesta que ameritan? ¿Por qué los gobiernos y organizaciones que defienden el capitalismo agresivo y el libre comercio, dispuestos a gastar millones en insumos curativos y vacunas, no asumen como parte de la prevención los correctivos de fondo sobre las industrias peligrosas?
Y hablando de virus “mexicanos” los ecuatorianos deberíamos preguntarnos además: ¿Cuál virus es más pernicioso para un proyecto de defensa de la vida, la cepa viral porcina incubada en Veracruz, y cuya penetración en el país será seguramente limitada, o el virus del dinero sucio del cartel mexicano de Juárez que parece haber penetrado en la política ecuatoriana para enviciarla, según lo denuncian El Comercio de Perú y El Mercurio de Chile el 12 de Abril de este año.
La farmacéutica Roche tiene el monopolio de tamiflu
La multinacional de los antivirales
Carolina Gutiérrez Torres
El Espectador
mayo 4 de 2009
Los laboratorios que fabrican los dos únicos medicamentos recomendados por la OMS (tamiflu y relenza) para combatir la influenza AH1N1 han visto crecer sus acciones y sus ganancias a pasos agigantados la última semana. Tamiflu tratamiento contra AH1N1
La compañía Roche contaba con 350 millones de tratamientos de tamiflu cuando comenzó la epidemia.
Era el año 2005. La gripe aviar, que había sido detectada en un mercado de pollos de Hong Kong en 1997, ya había dejado 43 víctimas fatales, todas de origen asiático. Se celebraba la reunión anual de ministros de salud en Tailandia, y el representante de Filipinas, Francisco Duque, tomó la palabra para protestar, para dejar por sentado que no estaba de acuerdo con que un solo laboratorio monopolizara la fabricación de la cura del mal que aquejaba a su país, para decir que en su continente escaseaba el medicamento que podía detener la peste (tamiflu, de la farmacéutica suiza Roche), mientras que países ricos de Europa y América, que no reportaban ni un solo infectado, se habían apropiado de la mayoría de los tratamientos para “prevenir”.
“Las naciones occidentales acaparan el medicamento y le niegan así el acceso a los países en desarrollo que más lo necesitan —dijo el hombre de expresión serena, pero discurso enfático y fuerte—. Los países pobres somos, una vez más, expulsados del campo de juego”, remató y dio comienzo a una discusión que hoy, luego de cuatro años, luego de 421 infectados de influenza aviar, luego de que llegara un virus aparentemente más letal —la Influenza A (H1N1)—, sigue sobre la mesa. Todavía se discute por qué sólo dos laboratorios en el mundo (Roche y GlaxoSmithKline, con el medicamento relenza) tienen en sus manos la cura para la nueva gripe.
Y también se siguen cuestionando los intereses de Donald Rumsfeld, ex secretario de defensa de Estados Unidos, en la multinacional Roche. La razón: Rumsfeld es accionista de la empresa Gilead Sciences Inc., la misma que patentó el tamiflu y todavía recibe ganancias por sus ventas.
Roche en Colombia
La noticia de que una nueva influenza —esta vez porcina— se estaba propagando desde México, les llegó a los empresarios de Roche de la región Andina a una reunión que celebraban en Río de Janeiro. El representante de Colombia era Mario Andrés Urán, gerente de asuntos corporativos de la farmacéutica. Desde ese momento, cuenta él, han estado las 24 horas disponibles para las “entidades del gobierno”.
En menos de una hora Urán recibe una, dos, tres, cuatro llamadas para resolver preguntas y cerrar negocios. La quinta llamada es de un funcionario de la Secretaría de Salud de Cali. “El medicamento tiene el mismo precio para todo el mundo. Unos 10.500 tratamientos les cuestan $384 millones. Ya hice la cuenta”, dice Urán luego de haber tomado la calculadora. A Colombia, y a los otros países en vía de desarrollo, Roche les comercializa cada caja de tamiflu (10 cápsulas de 75 miligramos) a 12 euros ($36.360), para los “países ricos”, como diría el ministro de Filipinas, el precio es de 15 euros.
Todo eso le explica Urán al funcionario de Cali. Y también le dice que su petición es sólo una “reserva” porque en el país, actualmente, no hay medicamentos disponibles. Sólo el Instituto Nacional de Salud tiene en su poder 26 mil tratamientos que pidió en el año 2006 para atacar la gripe aviar, que para ese entonces ya había dejado 79 muertos en el mundo. Nadie más posee dosis de tamiflu. Ni las grandes farmacias ni las pequeñitas de barrio. Roche prohibió su distribución a instituciones ajenas al Estado porque “es un problema de salud pública y lo debe manejar el Gobierno, además, para evitar el uso irracional del medicamento hasta el punto de que el virus pueda crear resistencia, y para tener un control del número de casos tratados”, explica Urán.
Además de los tratamientos que el Gobierno colombiano tiene en sus manos, ya ha hecho “reservas” millonarias. El lunes, el Ministerio de Protección Social ordenó 200 mil dosis. El miércoles, ya eran 400 mil los tratamientos reservados. El jueves hizo una nueva orden de 300 mil. Los pedidos llegarán desde Suiza, en un tiempo que Urán no puede calcular.
Roche en el mundo
Urán tiene el celular en sus manos todo el tiempo. En cualquier momento puede recibir una llamada de un cliente o de la multinacional Roche que convoca a una videoconferencia para discutir la evolución del virus, para anunciar que el viernes se reportó el primer infectado asiático de Influenza A (H1N1).
Fue en Hong Kong, la misma isla donde se incubó la influenza aviar que, según la OMS, ha dejado 257 muertos hasta hoy, todos africanos y asiáticos. La gripe del pollo, como también bautizaron a esta peste, nunca llegó a EE.UU., el país que para el año 2005, cuando el ministro de Filipinas alzó su voz de protesta, ya había adquirido 2,3 millones de tratamientos y ni un solo enfermo. En ese momento, países asiáticos como Vietnam (55 muertos reportados a 2009) sólo disponía de 2 mil dosis para 84 millones de habitantes y su vecina Camboya, de 300 tratamientos para una población de 14 millones.
Esta vez la OMS se ha puesto al frente de la problemática: no más preferencias para los ricos, ha proclamado. “La OMS mantiene consultas con la industria farmacéutica para garantizar que los países pobres tengan acceso al medicamento”, declaró un portavoz. Ellos mismos han señalado cuáles son los países que deben recibir el tratamiento con premura. En todo el mundo ya se han distribuido 220 millones de paquetes de tamiflu.
Las acciones del gigante farmacéutico Roche en la bolsa de Zurich, donde cotiza, subieron 3,5% durante la semana. El negocio de los virus está disparado. Así lo reconoce Urán, médico de la Universidad del Norte, ex secretario de salud de Bogotá, hoy representante de una de las empresas más cotizadas del mundo. Lleva tres años en Roche y en todo ese tiempo, asegura, no había vivido una situación tan extrema. “Ya hasta me estaba aburriendo con tanta pasividad”, dice y se ríe, y luego contesta una llamada, otra llamada.
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