Glifosato: Un informe desfavorable es inevitablemente un informe “sesgado”
Es notable constatar como los equipos de comunicación e imagen de las compañías químicas utilizan el descrédito como estrategia principal para intentar neutralizar a aquellos estudios, informes o resultados de investigaciones que les son desfavorables.
En el 2015 la agencia internacional para la investigación del cáncer, IARC, calificó al glifosato como probablemente carcinogénico para los humanos, sobre la base de un análisis riguroso y transparente de la evidencia disponible.
En la respuesta de Monsanto al informe de la IARC leemos: “los resultados se obtuvieron ‘cosechando’ selectivamente los datos y son un claro ejemplo de sesgo impulsado por cuestiones de agenda” (literalmente, en inglés: “[IARCs] result was reached by selective ‘cherry picking’ of data and is a clear example of agenda-driven bias”).
El Concejo Americano sobre Ciencia y Salud (American Council on Science and Health), que es supuestamente una organización de consumidores, pero financiada por la industria, opinó algo similar: “…[La IARC] comenzó su informe por las conclusiones a las que querían llegar, y a partir de allí evaluaron los datos que querían utilizar para arribar a tales conclusiones e ignoraron o manipularon el resto.” (literalmente: “… [IARC] started out with the conclusion they aimed at reaching, and then they evaluated the data they wanted to utilize to get to that conclusion and ignored or manipulated the rest.”).
Sesgos e intereses
Éstos argumentos pobres pero comunicativamente eficientes, suelen echar raíces cuando llegan a oídos de quienes necesitan una buena excusa. La estrategia es simple: se cuestiona al equipo técnico, se cuestionan sus intenciones, y se desacreditan así los resultados de sus investigaciones por ser ‘sesgados’, por conflicto de ‘intereses’.
Un elemento adicional al que se recurre como evidencia de la supuesta parcialidad de la IARC es el informe preparado por evaluadores del gobierno alemán, en representación de la Comisión Europea, en el que se concluye que no existe suficiente evidencia de que el glifosato sea carcinogénico o mutagénico. Conclusiones que fueron adoptadas por las demás naciones de la Unión Europea.
Resulta que la IARC ya lleva 40 años haciendo este tipo de estudios, convocando a los mejores científicos en el área, publicando independientemente sus resultados, los cuales son sometidos a los controles habituales de la ciencia. Resulta además que la comisión de evaluadores del gobierno alemán no estaba conformada por científicos del Instituto Federal Alemán para la Evaluación de Riesgos (BfR), sino por la European Glyphosate Task Force, un consorcio de firmas de agroquímicos.
Si, leyó bien, el informe del gobierno alemán no fue escrito por científicos. Cuestionados sobre esto, los responsables del BfR explicaron que no tuvieron tiempo de analizar los estudios científicos en detalle, y que basaron su evaluación en las descripciones provistas por… la industria química!
Corolario
A nadie se le ocurrió acusar al informe del gobierno alemán de ‘sesgado’, de ‘parcial’, de exhibir ‘conflicto de intereses’, o de responder a una ‘agenda’, a pesar de haber sido preparado sobre la base de evidencia provista por la industria que produce los agroquímicos que están siendo analizados. Ahora bien, si Alemania, una de las naciones más ricas del mundo, no cuenta con los recursos suficientes para realizar sus propias evaluaciones de manera independiente sobre la toxicidad de los agroquímicos, qué podemos esperar del resto del mundo?
Agosto de 2016
Por Pablo Tittonell*
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*Esta entrada de blog es un resumen del artículo ‘Reacciones químicas’ escrito por Patrick van Zwanenberg y publicado por el periódico inglés The Guardian
Fuente: Conciencia Ambiental