Entrevista con John Berger: La resistencia está en saber escuchar a la tierra

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“No hay que confundir la intención deliberada de desinformarnos con el estar desinformado”. Añadió que justamente —en los últimos tiempos— había estado pensando en la necesidad de abandonar ciertas palabras con las que a diario nos atosigan los medios y los políticos con sus discursos, vaciándolas de todo sentido, de todo significado.

El encuentro fue el 2 de octubre en Paris, donde Berger suele pasar la mitad del año; la otra, en los Alpes franceses cerca de la frontera con Suiza, donde vive con y como los campesinos de la región. Después de recordar su inolvidable viaje a México, invitado al Encuentro zapatista realizado en la Universidad de la Tierra, en San Cristóbal de las Casas en 2007, empezamos a platicar de la idea de la nueva revista virtual Desinformémonos. Le pareció original y a la vez puntual para los tiempos que corren en que los que información, lejos de cumplir una función formativa, aturde y confunde. Sin embargo, hizo la aclaración: “No hay que confundir la intención deliberada de desinformarnos con el estar desinformado”.

Añadió que justamente —en los últimos tiempos— había estado pensando en la necesidad de abandonar ciertas palabras con las que a diario nos atosigan los medios y los políticos con sus discursos, vaciándolas de todo sentido, de todo significado. Palabras como democracia, libertad, justicia, progreso, desarrollo, resultan huecas, sin ningún referente real.

FN. Es decir, lo que estás sugiriendo es abandonar esas palabras que pueblan nuestro vocabulario, esas ideas que nos habitan y condicionan nuestra manera de ver el mundo y la vida.

JB. ¡Exactamente!, acepto. Lo que hay que hacer es redefinir las cualidades humanas, sus necesidades, sus limitaciones, la capacidad de vernos a nosotros mismos desde nuestras propias experiencias, con nuevos conceptos.

Por otro lado, es preciso tener otra perspectiva del tiempo, con un sentido histórico, no sólo considerar el presente en su inmediatez, como lo hace la clase política bajo el capitalismo, que sólo busca la ganancia inmediata, sin pensar en las consecuencias futuras ni en el pasado, es decir, en los sacrificios de tantos muertos que dieron sus vidas para lograr lo que hoy tenemos.

FN. ¿En la medida en que logremos configurar una nueva mentalidad, desinformándonos, que prioridades habría que tener para la lucha de resistencia y dar un paso mas hacia la acción?

JB. En primer lugar, escuchar…

FN. ¿Me permites un paréntesis? No sé si conozcas a un autor alemán, Carlos Lenkersdorf, que vivió veinte años con los tojolabales. Pues bien, su último libro se intitula justamente Aprender a escuchar. Ahí explica el significado de la escucha en las lenguas de origen maya. Hace la distinción entre oír y escuchar. Señala que escuchar implica comprender, ponerse en el lugar del Otro, en la piel del Otro y así se llega a explicar por qué en ninguna de las catorce lenguas que se hablan en Chiapas existe la palabra “enemigo”: porque la escucha —al propiciar la comprensión— hermana, y entre hermanos, no puede haber enemigos. Así, resulta que la palabra enemigo la aprendieron en español, en castilla.

JB. Me parece muy interesante. Justamente me refería yo a la importancia de escuchar y de observar toda la naturaleza, toda la physis, lo que tiene existencia física; lo que no ha sido creado por el hombre. Y así podemos ver que la naturaleza abarca una gran complejidad y cohesión de diferentes elementos que nos causan asombro, que nos maravillan, que nos producen el sentimiento de lo sagrado… el reconocimiento de que a pesar de todo, la vida es un don, un regalo, y que desde luego en la naturaleza no hay lugar para la dictadura del mercado. Sin embargo, no hay duda alguna de que actualmente vivimos bajo una dictadura económica.

FN. En efecto, cuando se habla de la naturaleza humana, hay un cambio.

JB. Sí. Se han resaltado cualidades y riesgos de la naturaleza humana en todo tiempo y en todo espacio. Se ha considerado el pensamiento como la capacidad humana más distintiva y única pero no se ha destacado lo suficiente un peligro: el pensamiento abstracto. Es decir, cuando una idea se ve separada de sus consecuencias concretas.

FN. Y sin embargo, se le atribuye al pensamiento abstracto una gran cualidad, a nivel del conocimiento. La abstracción permite la universalidad de los conceptos. ¿No es cierto?

JB. Eso se ha exaltado mucho, en cambio el aspecto negativo se ha mantenido más silenciado, como es el caso de la impresionante capacidad del ser humano de ejercer la crueldad, y que está ligada siempre a una idea abstracta referida al Otro, al diferente. La posición opuesta —dice emocionado— es la que sí toma en cuenta las consecuencias y la concreción, como en el caso de Antígona cuando se dirige a Orestes : “Yo lloro, tú gobiernas”.

Berger habla entonces de la distinción, cada vez más abismal, entre ricos y pobres. Alude al filosófo francés del siglo XIX, Prouhdon, para quien la propiedad era sencillamente robo. John Berger afirma que hoy en el fondo los ricos padecen todos de paranoia, lo cual se advierte en su constante recurrencia a expresiones como “terroristas”, dirigidas a todo aquello que pueda constituir una amenaza. Y, por otro lado, la creciente consideración de luchadores sociales como delincuentes o criminales potenciales. Destaca también los lazos solidarios que se dan en estos sectores. Y hace un señalamiento interesante respecto de los pueblos indios: “debido a su fuerte sentido de identidad y su fuerte relación con la naturaleza, tienen un potencial de resistencia especial —aunado a la capacidad de paciencia que han mostrado— que hace que no necesiten ser rescatados”.

FN. Finalmente, quisiera preguntarte como describirías el periodo histórico que vivimos actualmente. Como decías al principio, no tiene sentido decir que no tiene precedentes, ya que esto puede decirse de cualquier época…

JB. Bueno. Justamente, últimamente he buscado un punto de referencia que no pretende ser una definición exacta, sólo una aproximación. Me temo que es bastante fuerte, incluso brutal, sobretodo para quienes consideran la era de la globalización como un periodo marcado verdaderamente por la eliminación de fronteras, lo cual abre una cierta idea de libertad. El punto de referencia que he encontrado para describir la actualidad es la prisión. Y no es una metáfora, es real. Pero para describirlo es preciso pensar en términos históricos.

Michel Foucault mostró cómo el Estado penitenciario fue inventado a fines del Siglo XVIII, ligado a la producción industrial, a sus fábricas y su filosofía utilitarista. Después vino el modelo del Panóptico, tal y como Jeremy Bentham —maestro de John Stuart Mill y apologista del capitalismo industrial— lo concibió al introducir la circularidad de las celdas y el mirador-guardián al centro para la vigilancia constante y absoluta.

Hoy, además de la tecnología moderna que tiene acceso hasta lo más intimo de tus ideas, sueños y planes, tenemos otra realidad que nos ofrecen los oasis en que se han convertido las fronteras para los migrantes de tantos países del Tercer Mundo que, anónimos, hambrientos o mutilados, dejan sus vidas, sus sueños y sus nombres en las esquinas de los primeros mundos prometedores de libertad y progreso.

Y en los países ricos, donde hay empleo y bienestar, se reportan suicidios como ahora en France TeleCom. o el nuevo tipo “legal” de muertes por surmenage, exceso de trabajo, donde al empleado se le exprime hasta la última gota.

El punto de referencia final no es táctico, es estratégico. El hecho de que los tiranos del mundo sean ex-territoriales explica la extensión de su poder de vigilancia, pero muestra también la inminencia de una debilidad. Operan en el ciberespacio y duermen en copropiedades aseguradas. No saben nada de la tierra que los rodea. Son incapaces de escuchar a la tierra. Ahí, son ciegos. Localmente, están perdidos.

La resistencia está en saber escuchar a la tierra. La libertad se descubre poco a poco, no por fuera, sino en las profundidades de la prisión.

Volviendo al ciberespacio, éste ofrece al mercado una rapidez prácticamente instantánea para el intercambio. Se le utiliza noche y día para las operaciones de la bolsa y es gracias a esa rapidez que la tiranía del mercado puede ejercerse en un espacio fuera de todo territorio. Sin embargo, tal rapidez tiene un efecto patológico sobre quienes la practican: la anestesia. Poco importa lo que adviene, al final de todo el negocio, el “business”, continúa.

Sin embargo, en la prisión mundial actual, el ciberespacio ha encontrado la manera de revertir sus efectos y utilizarlos contra los fines de quienes lo iniciaron.

FN. Es la idea de Desinformémonos.

JB. Efectivamente.

FN. ¿Desde abajo?

JB. Si, recogiendo, escuchando, las voces de la tierra… abajo.

Fuente: Desinformémonos

Temas: Defensa de los derechos de los pueblos y comunidades

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