En la debacle de los transgénicos, ¿Qué papel desempeña la prensa?
Por más de veinte años Puerto Rico ha sido una importante plataforma de la industria de biotecnología para experimentación y propagación de sus semillas genéticamente modificadas, también llamadas transgénicas. Estas actividades de investigación y desarrollo fueron reseñadas en el diario El Nuevo Día en su edición del 7 de febrero de 2010 en un artículo de Aura Alfaro titulado “Germina la Innovación”.
Luego, el 28 de febrero el mismo periódico dedica un artículo, también escrito por Alfaro, al desarrollo de yuca transgénica por parte del Recinto Universitario de Mayaguez (RUM) de la Universidad de Puerto Rico. Ambos artículos presentan los transgénicos que se siembran en nuestra isla como una maravilla y motivo de orgullo para todos los puertorriqueños.
Diferimos del tono celebratorio de ambos artículos. Los cultivos transgénicos traen consigo enormes riesgos a la ecología, biodiversidad, la agricultura y la salud humana, no solo de los consumidores sino también de los trabajadores de la agricultura y de las comunidades cercanas a estas siembras- además de peligros de tipo político, económico y cultural.
Este tipo de agricultura es una amenaza inminente a la soberanía de todos los países y pueblos, especialmente para los llamados “tercermundistas” en el Sur pobre del mundo. Es además totalmente incompatible con la soberanía alimentaria, concepto de avanzada que actualmente se discute y debate con entusiasmo y pasión en la sociedad civil internacional, en los Foros Sociales y hasta en los más altos niveles de algunos gobiernos de Africa y América Latina.
Los artículos en cuestión son típicos de la cobertura que se le ha dado al tema de la biotecnología agrícola en la prensa del país. Están saturados de citas y puntos de vista de personas abanderadas a favor de los productos transgénicos, quienes hacen afirmaciones que oscilan entre lo cuestionable y lo completamente incorrecto, como demostraremos a continuación. Cuando la prensa puertorriqueña cubre el tema de los transgénicos, usualmente limita la controversia que éstos han generado a una mera nota al calce, como si fuera no más que un gesto apresurado para cumplir con un mínimo de ecuanimidad y ética periodística. Estas posdatas tienden a ser sumamente superficiales, no atienden la sustancia de los planteamientos de la oposición y a veces simplemente los tergiversan.
Vamos directo al asunto de más interés. ¿Son los alimentos derivados de cultivos transgénicos seguros para consumo? Dice el artículo del 7 de febrero en un recuadro titulado “Semillas que Incitan Debate”:
“La doctora en fitomejoramiento de la Universidad de Puerto Rico, en Mayagüez (RUM), Linda Wessel-Beaver, dijo que hasta ahora no ha visto estudio documentando que su consumo afecte la salud”
En el artículo del 28 de febrero, titulado "Crean 'Superyuca' en Mayagüez", aparecen expresiones de Dimuth Siritunga, profesor del RUM que está a cargo de un proyecto de yuca transgénica: “(Siritunga) Señaló que las plantas transgénicas existen y han sido probadas intensamente desde 1996, sin que se haya descubierto que afecten la salud humana”.
Nos quedamos estupefactos ante la longevidad y persistencia de este estribillo a través de los años. Estupefactos ante la facilidad con que llamados expertos dicen esas palabras, y la facilidad con la que se salen con la suya dado que la prensa no les reta a que sustenten tal afirmación. Porque lo que dicen es simplemente incorrecto. Desde hace más de una década han salido a la luz pública informaciones y estudios científicos que demuestran que las preocupaciones acerca de la inocuidad de los alimentos transgénicos son bien fundamentadas, legítimas y justificadas, y su consumo conlleva riesgos reales a la salud. Quienes digan que no hay evidencia de daños o que no se han enterado de tal evidencia sencillamente no conocen la literatura científica y pública sobre el tema. No es una omisión trivial; es realmente preocupante que quienes se presentan como los más conocedores sobre transgénicos aparentemente no han hecho lecturas básicas sobre el tema.
En cuanto a la evidencia de daños a la salud podríamos dedicar monografías enteras y hasta libros, pero ya investigadores como Jeffrey Smith, Brian Tokar, Vandana Shiva y Carmelo Ruiz Marrero han hecho precisamente eso. Por ser breves, sólo presentaremos tres casos:
1- En los años 90 un equipo dirigido por el distinguido científico Arpad Pusztai, del Instituto Rowett de Escocia, probó una papa transgénica experimental con ratas de laboratorio, las cuales sufrieron daños al sistema inmunológico y reducción de peso en varios órganos, incluyendo cerebro, hígado y el sistema reproductivo. Tras Pusztai comunicar estos resultados a la prensa, se le negó acceso a su laboratorio y documentos y se le impuso una orden de mordaza, lo cual le impidió defenderse de una campaña de difamación y descrédito desatada en su contra.
Tras una larga lucha con el apoyo de colegas solidarios, Pusztai fue eventualmente vindicado y es hoy una autoridad internacionalmente reconocida en torno a los productos transgénicos (1).
2- En mayo de 2009 la American Academy of Environmental Medicine (AAEM) declaró que “los alimentos transgénicos presentan un serio riesgo a la salud” y pidió una moratoria a estos alimentos. Citando los resultados de varios estudios hechos con animales de laboratorio, la AAEM concluye que “hay una asociación más que casual entre los alimentos transgénicos y efectos adversos a la salud” y que “los alimentos transgénicos presentan serio riesgo a la salud en las áreas de toxicología, alergia, función inmunológica, salud reproductiva, y salud metabólica, fisiológica y genética.” (2)
3- En noviembre de 2005 salió a luz que un guisante transgénico experimental desarrollado en Australia por la Commonwealth Scientific and Industrial Research Organization provocó una fuerte reacción inmunológica en ratas de laboratorio. A este guisante se le había insertado un gen tomado de la habichuela rosada, el cual codifica un rasgo que ayuda a combatir plagas. Un cruce genético de habichuela rosada al guisante no es tan drástico como introducirle genes de organismos más distantes como virus y bacterias, por lo que los científicos no esperaban sorpresas.
Científicos de la escuela de investigación médica John Curtin en la ciudad de Canberra sometieron el guisante transgénico a una batería de pruebas de las que normalmente se hacen a medicamentos, no a alimentos. Estas pruebas incluyeron secuenciamiento detallado de la proteína transgénica y de su gen correspondiente antes y después de la transferencia genética al guisante, además de la prueba espectográfica MALDI-TOF, que puede detectar cambios sutiles en la estructura de proteínas.
Las ratas que ingirieron el producto mostraron cambios significativos en sus sistemas inmunológicos y nódulos linfáticos. También reaccionaron de manera parecida al ser expuestas a albúmina y otras dos sustancias, lo que demuestra que este guisante podría hacer al sujeto alérgico no solo al guisante sino a otros alimentos.
Hay que enfatizar que las pruebas que hicieron los australianos no son requeridas por ley para alimentos transgénicos en Estados Unidos. Este producto hubiera entrado al mercado estadounidense si hubiera pasado por el sistema regulatorio de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y el Ministerio de Agricultura (USDA). Por lo tanto, no nos debe sorprender que productos transgénicos igual o más nocivos que el guisante en cuestión pueden estar en el mercado ahora mismo.
Igual o más interesante que los resultados del experimento es el hecho de que los mismos científicos que desarrollaron el guisante y realizaron el experimento no entendían la importancia de lo que habían hecho. Ellos realmente estaban convencidos de que pruebas como las que habían realizado eran la norma en el resto del mundo, cuando ellos en realidad fueron los primeros en realizarlas.
II.
En el recuadro “Semillas que incitan debate”, la redactora dice que a pesar de las advertencias de los detractores, las cuales ella nunca desglosa o especifica, el área sembrada de transgénicos y el número de agricultores que los siembran sigue en continuo aumento. Citamos:
“Cada año aumenta su uso para producir alimentos, para humanos y los animales criados para carne y productos como la leche y el huevo. Según un informe del Servicio Internacional para la Adquisición de Aplicaciones de Biotecnología Agrícola (ISAAA), en 2008 más de 13.3 millones de agricultores en 25 países sembraron plantas transgénicas en más de 318 millones de cuerdas, reflejando un alza de 9.4% en el uso de estas plantas, comparado con el 2007. Pese a críticas sobre los posibles peligros, desde 1996 los agricultores -tanto en países desarrollados como en desarrollo- están sembrando cada vez más plantas genéticamente modificadas por los beneficios económicos que devengan.”
Según le dijo el economista agrícola Graham Brookes a la redactora, el éxito de las semillas transgénicas en Estados Unidos "es porque los costos de los agricultores son menores, debido a que estas plantas requieren menos agroquímicos, al ser resistentes a insectos, enfermedades, o inmunes a yerbicidas."
Se presenta aquí uno de los argumentos más comunes y truculentos de la industria de biotecnología: 'Si los siembran tantos agricultores en tantos millones de acres, entonces los cultivos transgénicos son todo un éxito. Y si son todo un éxito, no pueden ser malos'.
En primer lugar, el agricultor no toma en un vacío sus decisiones sobre qué semilla usar. Esto es particularmente cierto en el caso de agricultores comerciales que venden a las grandes industrias del alimento, los cuales están constantemente expuestos a coerciones y presiones económicas. Si un número creciente de agricultores estadounidenses están sembrando maíz y soya transgénicos es porque no les queda otro remedio.
En las últimas tres décadas el negocio de las semillas ha pasado por una salvaje serie de fusiones y consolidaciones corporativas. Hace unos treinta años había miles de compañías de semillas, casi todas han desaparecido desde entonces, devoradas por competidores mayores. Como resultado, hoy día diez compañías controlan dos tercios de las ventas de semillas. A mediados de la década de los 90 había casi mil compañías de biotecnología, pero hoy día diez compañías reciben tres cuartas partes de los ingresos de la industria.
Por lo tanto, megaempresas como Monsanto- hoy la mayor compañía de semillas del mundo- no llegaron al tope en base al mérito superior de sus productos, lo hicieron comprando a sus competidores para que al agricultor no le quede otro remedio que comprar sus productos. Actualmente la división antimonopolista del Departamento de Justicia y el Departamento de Agricultura federal (USDA) están investigando a Monsanto por prácticas monopolistas y anticompetitivas (5). Empezamos a entender entonces el porque detrás del aumento de cuerdaje y siembra de productos transgenicos, mas alla de una señal de mejor producto.
III.
En el artículo se afirma, citando a Brookes, que los cultivos transgénicos requieren de menos agroquímicos (también conocidos como agrotóxicos). Pero una recién publicada evaluación de los datos generados en los pasados trece años de siembra de soya, maíz y algodón transgénico en Estados Unidos realizada por el científico Charles Benbrook demuestra todo lo contrario (6).
Además, datos de la Agencia Nacional de Vigilancia Sanitaria de Brasil y del gobierno uruguayo presentados en 2009 muestran que en Brasil y Uruguay respectivamente la introducción de cultivos transgénicos vino acompañada de agudos aumentos en el uso de agrotóxicos (7). Esto es preocupante porque los agrotóxicos son gravemente dañinos al agua, suelos, flora y fauna, son disruptores endocrinos y están vinculados al cáncer y a enfermedades neurodegenerativas como Alzheimer's y Parkinson.
Pero es precisamente en el asunto particular de los agrotóxicos que el artículo se contradice. Por una parte dice que estos cultivos requieren de menos agrotóxicos pero por otro lado dice que son resistentes a herbicida. ¿Cómo es posible argumentar que un cultivo resistente a herbicida utiliza menos herbicida? El mismo agrónomo Javier González, empleado de PanAmerican Grain, alardea que son precisamente esta companies sus mejores clientes de agroquímicos.
La mayor parte de la siembra transgénica mundial consiste de soya genéticamente alterada por Monsanto para resistir su herbicida Roundup- la semilla se conoce como Roundup Ready. La compañía asegura que el Roundup- cuyo ingrediente activo es el glifosato- es ambientalmente beneficioso pues es menos tóxico que otros herbicidas. Sin embargo, el embriólogo argentino Andrés Carrasco, investigador principal del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y director del Laboratorio de Embriología Molecular de la Universidad de Buenos Aires, investigó en 2009 los efectos del glifosato sobre embriones y encontró efectos adversos sustanciales (8).
Por sus hallazgos, Carrasco sufrió una prolongada campaña de desprestigio y persecución. “Amenazas anónimas, campañas de desprestigio mediáticas y presiones políticas fueron algunas de las consecuencias de un doble pecado, investigar los efectos sanitarios del modelo agropecuario y, más grave aún, animarse a difundirlos”, informa el diario argentino Página 12.
IV.
Sepan que hemos presentado un cuadro parcial e incompleto sobre los peligros de la tecnología transgénica, pero por ser breves terminamos aquí nuestra exposición. Para más información les remitimos a la página web del Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico y al libro "Balada Transgénica" de Carmelo Ruiz Marrero.
Dice el refrán que no hay peor ciego que el que no quiere ver. Es insólita no sólo la falta de investigación en los artículos en cuestión sino también la celebración de estos productos sin investigar un poco más a fondo los efectos que hemos documentado hasta aquí. Y todos estos riesgos al ambiente y la salud de los puertorriqueños, ¿A cambio de qué? A cambio de 453 empleos a tiempo completo y 2,265 temporeros. El uso y crecimiento de cuerdaje sembrado con transgénicos a nivel mundial junto con el aumento en su consumo directo han sido resultado y a la vez exacerbado a nivel mundial por una serie de tragedias sociales, ambientales y económicas que no se pueden ni se deben ignorar a cambio de un aumento de menos de 1% en empleos o en el PIB de la isla.
- Carmelo Ruiz Marrero es periodista y educador ambiental, director del Proyecto de Bioseguridad de Puerto Rico, autor de "Balada Transgénica: Biotecnología, Globalización y el Choque de Paradigmas" y miembro de la Coalición Pro Agricultura Ecológica de Puerto Rico ( http://agriculturaecologicapr.blogspot.com/).
- Avilés Vázquez es candidata doctoral en Geografía y una de las fundadoras del capítulo de la Sociedad Científica Latinoamericana de Agroecología (SOCLA) en PR. Mantiene la página del capítulo, Puerto Rico Agroecológico ( http://www.pragroecologico.info/).
NOTAS AL CALCE
1- http://bioseguridad.blogspot.com
2- http://bioseguridad.blogspot. com
3- http://bioseguridad.blogspot.com
4- Lim Li Ching y Terje Traavik, editores. "Biosafety First: Holistic Approaches to Risk and Uncertainty in Genetic Engineering and Genetically Modified Organisms", Tapir Academic Press, 2007.
5- http://bioseguridad.blogspot.com , http://carmeloruiz.blogspot.com
6- http://bioseguridad.blogspot.com
7- Carmelo Ruiz Marrero. "Mientras más transgénicos, más agrotóxicos". http://www.ircamericas.org
8- http://bioseguridad.blogspot.com
Fuente: ALAI