En busca de un mundo sin glifosato
El mundo está saturado de glifosato, el ingrediente principal del herbicida Roundup de Monsanto. Es el herbicida más común usado en la agricultura, jardinería, y en los parques. Con la creciente preocupación por su posible carcinogenicidad e impacto ambiental, la búsqueda de alternativas está en marcha.
Pero estamos enganchados al glifosato. Es relativamente barato y no tiene la cantidad de restricciones que otros herbicidasposeen, como la necesidad de humedad o la programación precisa para trabajar. Su aplicación tampoco requiere de tiempo, esfuerzo y conocimientos necesarios para otras técnicas de manejo de malezas, como la rotación de cultivos y el creciente cultivo de cobertura.
Para el glifosato “no hay un reemplazo simple, lineal”, dijo Brad Hanson, un especialista en malezas de la Universidad Davis en California. “En la mayoría de situaciones, yo diría, eso pudo haber funcionado alrededor. Pero esas soluciones pueden tener sus propios retos relacionados con el medio ambiente y la seguridad.
El “manejo de plagas tiene a menudo una serie de ventajas y desventajas, los productores están tratando de equilibrar la economía, comodidad, manejo, tiempo, y costo ambiental”.
En general, los agricultores aún no se alejan del glifosato.
Michael Barrett, profesor de ciencias de las malezas de la Universidad de Kentucky, organizó sesiones de escucha en Estados Unidos para WeedScienceSociety of America. Estas sesiones tuvieron lugar durante el año pasado, dando a los agricultores la oportunidad de expresar sus preocupaciones sobre los herbicidas y el creciente problema de malezas resistentes a los herbicidas.
Barrett dijo que los agricultores que asistieron a las sesiones están preocupados por los problemas con el uso de glifosato, pero están más preocupados por los bajos precios de los productos básicos.
“Cuando reduce a lo ínfimo, se vuelve cada vez más difícil explorar más diversidad”, dijo Barrett. “Existe este conflicto entre la necesidad de lidiar con la realidad económica a corto plazo de sólo pagar sus cuentas y mantener el negocio, frente a una visión a largo plazo”.
Incluso las preocupaciones que los agricultores plantearon acerca del glifosato están más relacionadas con realidades económicas o de manejo de la granja que con las de salud. Ellos se preocupan por la aparición creciente de la súper maleza resistente a los herbicidas como resultado de la utilización excesiva de glifosato y de posibles regulaciones para su uso que en el futuro pueden obstaculizar sus operaciones.
Un agricultor de California, donde el glifosato fue incluido oficialmente en marzo como carcinógeno, dijo a La Gran Época: “En general, la agricultura en el sur de California es extremadamente desafiante, y parece que semanalmente hay nuevos requisitos, regulaciones, presiones económicas o recursos de restricción que hacen cada vez más difícil mantenerse operando. Esta clasificación sin una alternativa igualmente eficaz, sólo aumentará esos desafíos”. Este agricultor pidió que su nombre se mantuviera en el anonimato, ya que no quería llamar la atención negativa a su granja por el uso de glifosato.
Enlaces de cáncer
Más de 800 pacientes de cáncer están demandando actualmente a Monsanto, es una tendencia que comenzó cuando la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC) de la Organización Mundial de la Salud declaró en 2015 que el glifosato probablemente causa cáncer, con un vínculo particularmente fuerte con el linfoma no Hodgkin.
Algunos reguladores, incluyendo Francia, Sri Lanka y condados en California, prohibieron el herbicida. Otros como la Agencia de Protección Ambiental de Estados Unidos (EPA, con sus siglas en inglés), la Agencia Europea de Sustancias Químicas y Health Canada, se han alineado con científicos para decir que el glifosato es seguro.
Estas decisiones han sido motivo de controversia. Por ejemplo, la postura positiva de EPA sobre el glifosato, se unió con el alegato basado en correos electrónicos publicados en marzo, en que el principal funcionario de pesticidas de la EPA, JessRowland, conspiró con líderes de la industria para suprimir investigaciones de la salud en los efectos del herbicida.
Un panel de consulta de científicos confirmó que en marzo sostuvo la decisión de la EPA en enumerar el herbicida como no carcinogénico, pero algunos de los panelistas “creían que hay evidencia limitada pero sugerente de una asociación positiva entre la exposición al glifosato y riesgo [linfoma no Hodgkin]”, según el informe del panel.
Las diversas opiniones científicas son el resultado de examinar los datos disponibles de diferentes maneras, poniendo más o menos énfasis en ciertos hallazgos, diferentes metodologías, etc.
El nivel de riesgo también es un tema de debate. La clasificación del IARC de glifosato por carcinogenicidad la coloca en la misma clase que a la carne roja. Su calificación no es acerca de la magnitud del riesgo, sino más bien de la magnitud de evidencia en carcinogenicidad. Algunos criticaron a IARC por causar pánico excesivo debido a este sistema de evaluación.
Se han planteado otras preocupaciones, tanto ambientales como relacionadas con la salud, acerca del glifosato. Los estudios han sugerido que para las mujeres embarazadas la exposición al glifosato puede conducir a abortos espontáneos, embarazos más cortos o un menor peso al nacer. Algunos estudios preliminares incluso lo han relacionado con intolerancia al gluten.
El glifosato también está estrechamente relacionado con el uso de organismos genéticamente modificados (OGM), es un tema que preocupa. El uso de glifosato creció después de que Monsanto comenzó a vender sus cultivos diseñados como resistentes al glifosato. Estos cultivos “ya encerrados”, se pudo pulverizar con glifosato sin perjudicarlos, ya que el herbicida solo mataría a la maleza, eliminando así la necesidad de complejos programas de pulverización y otras medidas previamente empleadas.
Alternativas
Otros herbicidas, como el dicamba y 2,4-D, pueden retomar algo de la holgura si se disminuye el uso de glifosato, según David Mortensen, profesor herbario y ecólogo para plantas aplicadas en la Universidad Estatal de Penn. Aunque estos herbicidas tienen algunos beneficios, tales como tener baja toxicidad para animales y seres humanos y degradarse relativamente rápido en el suelo, ellos también tienen sus riesgos.
El riesgo de dañar las plantas terrestres fuera de la meta es de 75 a 400 veces mayor que el glifosato, lo que significa que si se derivan de las áreas previstas a través de vientos o vapores, podrían dañar cultivos y ecosistemas en otros campos.
Mortensen es un gran defensor de un enfoque llamado manejo integrado de malezas (IWM), usando varias estrategias que no dependen mucho de los herbicidas.
En su estudio de 2012 “Navegando en una Junta Crítica de Gestión Sostenible para Malezas”, se expusieron múltiples estudios mostrando que IWM puede dar como resultado rendimientos comparables y márgenes de beneficio similares a sistemas que principalmente dependen de los herbicidas. En un estudio permitido por Matthew Liebman, de la Universidad Estatal de Iowa, cita que los herbicidas se redujeron en un 94%, sin embargo, los márgenes de beneficio se mantuvieron comparables a los de un sistema convencional.
Un ejemplo de enfoque utilizado por IWM es para retrasar la siembra de una a dos semanas en la primavera, después que las malezas hayan germinado. De esta manera los agricultores pueden eliminarlas antes de plantar sus cultivos usando la aplicación de herbicidas dirigidos. Esto reduce la necesidad de herbicidas como el glifosato que es utilizado más intensamente después de la siembra.
El intercambio se refiere a que esto no sólo acortaría la temporada de crecimiento, sino que requeriría un conocimiento detallado y específico en la región de ecología de cosechas y malezas para optimizar el tiempo. Sin embargo, es poco probable que la industria agroquímica invierta en la investigación necesaria para desarrollar estos sistemas.
“Debido a que el uso de esta práctica podría reducir la necesidad de gastos de herbicidas, las empresas modernas de semillas químicas tendrían poco incentivo para llevar a cabo la investigación requerida o extender el conocimiento a los cultivadores”, escribió Mortensen.
Él y otros científicos han hablado sobre la importancia financiera industrial para la investigación científica de malezas. Un artículo del co-autor, fue publicado en marzo por la WeedScienceSociety of America, afirma: “Argumentaríamos que las soluciones reales… no ocurrirán hasta que el motivo del beneficio industrial sea removido del dilema y la ciencia no sea conflictiva”.
El departamento de agricultura estatal de Maryland proporcionó incentivos económicos a través de fondos estatales y federales, para que los agricultores de la bahía de Chesapeake ofrezcan cultivos de cobertura, lo que naturalmente puede crear coberturas que supriman las malezas y ayuden a reducir la pérdida de nutrientes del suelo. El programa surgió en respuesta a las preocupaciones sobre la contaminación del agua debido a herbicidas.
El USGS realizó estudios sobre la presencia del glifosato en vías fluviales, suelo y precipitación en Estados Unidos en 2014, encontrando al herbicida en aproximadamente el 40% de muestras de agua, sedimentos y alrededor del 86% de las muestras de lluvia. A pesar de que su presencia estuvo por debajo de los niveles definidos de preocupación para los seres humanos o la vida silvestre, USGS señaló: “Los efectos eco sistemáticos en exposiciones crónicas de bajo nivel en mezclas de plaguicidas, son inciertos y algunos estudios atribuyeron efectos tóxicos del habitad geológico sobre los tensoactivos u otros asistentes que se incluye en los formatos comunes de glifosato”.
En algunas ciudades se restringió el uso de Roundup en respuesta a las preocupaciones de seguridad. Chicago dejó de usar el herbicida casi por completo, haciendo que sus parques estén cerca del 90% libre de químicos. Utiliza algunas técnicas naturales, como el de mantener la hierba a 3 pulgadas de alto, lo que a las raíces de la hierba les permite crecer fuertes y profundas, mientras ofrecen sombra para algunas malas hierbas.
Simplemente, también permite que algunas malezas crezcan. El Distrito del Parque de Chicago dice en su sitio web: “Cada primavera, los patrones de los parques pueden ver los dientes de león creciendo en sus parques vecinales, eso significa un parque libre de químicos, es un sitio seguro para jugar”.
La ciudad de Nueva York disminuyó el uso de glifosato en un 12,5% entre 2014 y 2015, según su más reciente informe sobre el uso de plaguicidas. El informe señala pruebas de carcinogenicidad y riesgo de daño renal cuando el glifosato es usado bajo ciertas condiciones. Aunque no se ha hecho ninguna determinación reguladora que prohíba el uso de glifosato, el Departamento de Salud e Higiene Mental de la Ciudad de Nueva York recomienda métodos alternativos de control para malezas.
El glifosato se extiende por miles de acres de tierras forestales a nivel mundial cada año, para matar la vegetación que frena el crecimiento de las coníferas deseadas por su madera. En los bosques canadienses eso representa el 90% del uso de herbicidas.
Según investigadores de la Universidad de Turku, en Finlandia, esto podría alterar fundamentalmente los microbios en el suelo y tener efectos de largo alcance sobre el ecosistema del norte, en particular, donde el glifosato es probable que permanezca por más tiempo en el suelo.
La provincia canadiense de Quebec prohibió el uso de plaguicidas para la silvicultura en tierras públicas en 2001, exponiendo que sin ellos es posible cuidar los bosques.
Los métodos alternativos incluyen la remoción manual o mecánica de vegetación no deseada, así como las prácticas generales en el manejo forestal, como la tala selectiva en lugar de cortarlas, según la asociación investigadora de la Universidad McGill, KristinKopra. Sin embargo, estas soluciones tampoco carecen de problemas, como la escasez de mano de obra para la eliminación mecánica de la vegetación.
Por Tara MacIsaac, 1/07/2017
Fuente: La Gran Época