En los campos, los platos y las aulas. Agronegocios y educación
El veneno del agronegocio no llega a las escuelas sólo por las vías incontrolables de la deriva, sino también por el trabajo sistemático de sus organizaciones para hacer pie en la educación (pública) que reciben nuestros gurises. Para ello cuentan como aliado a quién debería ser el garante de los derechos que el agronegocio viola sistemáticamente: el propio Estado.
Una cercanía que instale de modo “amigable” marcas y discursos. Incidencia en los diseños curriculares y en la formación docente. Una presencia en el aula de lo que, “como agrotóxico en comida”, no debería estar allí.
Germinando soja con Bayer
Hace 2 semanas la periodista Soledad Barruti denunció que la multinacional Bayer busca llegar con su merchandaising hasta les niñes regalando un “inocente” kit para los “científicos del mañana” donde “germinar porotos de soja”; y que viene con porotos de soja de Bayer, aunque “todavía sin glifosato” aclara Barruti.
¿Quién no quiere que su niñitx descubra las maravillas de la vida natural? Es imposible no sonreir al recordar el propio deslumbramiento ante el germinado de las semillas, la rutina del regado y la impaciencia por que crezcan… Pero la inocencia deviene en mueca perversa cuando aparece la marca de una empresa que embolsa miles de millones de dólares en todo el mundo vendiendo semillas transgénicas y venenos; que es parte del lobby para terminar con las distancias de resguardo de fumigaciones sobre escuelas rurales, viviendas, pozos de agua o reservas naturales; que fogonea la privatización de las semillas en nuestro país; y es parte-responsable de la pérdida de biodiversidad que campesinas e indígenas contruyeron en 10.000 años de agricultura. La misma empresa que hace menos de un año compró Monsanto y hoy enfrenta más de 11.000 juicios de personas gravemente enfermas por sus venenos.
Este inocente regalo se da “en espacios donde la publicidad no debería tener lugar como son las escuelas públicas de nuestro país” termina Barruti en su viral video de denuncia.
Chivilcoy ¿no temas?
Este 8 y 9 de mayo la Municipalidad de Chivilcoy, la Jefatura Distrital de Educación, junto a la Sociedad Rural, Aapresid, el Grupo Puentes y CREA local, organizaron la capacitación obligatoria “Cultivos transgénicos: Es hora de comprender más y temer menos” para docentes del distrito. Nuevamente las organizaciones del agronegocio llegan de la mano del Estado para incidir con su propaganda sobre quienes educan a nuestros niñes.
No dan puntada sin hilo: esta “capacitación” sucede justo en la víspera del debate de una ordenanza para establecer distancias de protección de fumigaciones en el Concejo Deliberante local.
La respuesta de las organizaciones no se hizo esperar, desde el Foro Ambiental de Chivilcoy manifestaron su “gran preocupación frente a estas jornadas para docentes que buscan vendernos las bondades de los transgénicos mientras cientos de estudios revelan los desastres que acarrea el paquete del agronegocio con semillas modificadas y agrotóxicos”.
“Buscan embaucarnos e introducir su discurso en nuestras escuelas” denunció la Red Federal de Docentes por la Vida, y sostuvo: “Quienes formamos parte de esta red nos encontramos a diario con el “costo humano de los agrotóxicos”: problemas de salud (muchos irreversibles) como cáncer, hipo e hipertiroidismo, afecciones respiratorias, alergias en la piel, abortos espontáneos, junto con la contaminación del agua y el suelo, la pérdida de producciones familiares”. Desde este espacio se está convocando junto al Foro Ambiental a la charla “Escuelas Fumigadas ¿Qué hacer si tu escuela es fumigada?” poco después de la “capacitación” del agronegocio, la Municipalidad y la Jefatura Distrital. De la misma va a participar el SUTEBA local.
Política pública venenosa
Ninguno de estos hechos son aislados. En Julio de 2018 el Estado asume como política pública el discurso empresarial de las llamadas “Buenas Prácticas Agrícolas” (BPAs). En conferencia de prensa, los (entonces) ministros Rubinstein (Salud), Etchevehere (Agroindustria), Bergman (Ambiente), y Barañao (Ciencia y Técnología) presentaron el Informe del “Grupo de Trabajo Interministerial sobre Buenas Prácticas en materia de Aplicaciones de Fitosanitarios”. En él se establecen 23 “recomendaciones” a ser retomadas por las distintas jurisdicciones en la elaboración de políticas. Cuatro de ellas se refieren a “Educación, capacitación y comunicación” y se habla concretamente de incorporación de contenido a las currículas, presencia de profesionales “afines a la agricultura sustentable”, “realizar campañas”, “sondear oponiones de las poblaciones”, “crear espacios públicos y público-privados de validación y promoción de gestión de fitosanitarios”, etc.
En la provincia de Buenos Aires esta política cristalizó en la famosa “Resolución del Veneno” (246/18-MAGP) firmada por el ex Monsanto, Leonardo Sarquís; que debía entrar en vigor el 1ro de enero de este año, pero que ante la reacción de una cantidad muy importante de organizaciones de toda la provincia fue suspendida por un año (aunque no derogada).
Sabemos que este discurso de BPAs es el conejo que sacaron de la galera cuando el truco de afirmar que estos venenos son inocuos para el ambiente y no tienen impacto en la salud de las poblaciones falló. Cuando no pudieron negar el daño, le echaron la culpa a la impericia de los productores. Toneladas de evidencia científica los refuta, y con los “ Monsanto Papers” tenemos además los documentos que prueban que mintieron deliberadamente.
Blancas palomitas
La educación nunca fue un ámbito que el agronegocio “regaló”, todo lo contrario: saben bien que para la consolidación de sus negocios necesitan instalar con fuerza su discurso en las poblaciones, y aislar a los sectores que los enfrentan.
En este sentido los intentos son muchos, distintos y sostenidos a lo largo del tiempo: desde bochar los manuales de Educación Ambiental (ya impresos) durante el kirchnerismo, hasta “Aula Aapresid” o “capacitaciones” como la de Chivilcoy estos días.
Saben que todxs recordamos el nombre de alguna seño de la escuela, y lo que evoca ese recuerdo. Saben de la legitimidad que los y las docentes tienen en sus comunidades, aún cuando el bombardeo comunicacional del gobierno actual para mancillarla ha sido enorme. Saben que en muchos territorios quienes están a la cabeza de la lucha socioambiental son, además de vecinos, padres o madres, docentes. Saben que necesitan formar docentes afines a las prácticas del agronegocio para incidir en lo que aprenden quienes se forman en las instituciones educativas relacionadas a la producción agraria. Saben y actúan.
Con ellos compartimos una cosa, el reconocimiento de que la disputa por el sentido es estratégica. Como nuestros platos, campos, ambientes naturales o escuelas rurales, el de los símbolos y las representaciones es un territorio más a defender del veneno de agronegocio, y por eso tenemos que dejarlos afuera del aula.