El suelo: fundamental para la producción de alimentos. Entrevista con Carlos Alberto Vicente
En esta oportunidad preguntamos a Carlos Alberto Vicente, integrante de GRAIN América Latina, qué repercusiones tiene el acaparamiento de tierras que se está dando en nuestra región sobre los suelos y los ecosistemas de gran importancia para la conservación de la biodiversidad y la producción agraria. GRAIN, pequeña pero importante organización internacional sin fines de lucro, apoya a campesinos y agricultores familiares en sus luchas por lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados por sus organizaciones.
GRAIN publica en América Latina una revista trimestral, Biodiversidad, sustento y culturas.
En esta oportunidad preguntamos a Carlos Alberto Vicente, integrante de GRAIN América Latina, qué repercusiones tiene el acaparamiento de tierras que se está dando en nuestra región sobre los suelos y los ecosistemas de gran importancia para la conservación de la biodiversidad y la producción agraria. GRAIN, pequeña pero importante organización internacional sin fines de lucro, apoya a campesinos y agricultores familiares en sus luchas por lograr sistemas alimentarios basados en la biodiversidad y controlados por sus organizaciones. GRAIN publica en América Latina una revista trimestral, Biodiversidad, sustento y culturas.
LEISA: ¿Qué cuestiones consideras como más importantes para los agricultores familiares campesinos e indígenas y para la provisión sostenible de alimentos de calidad en la región?
Carlos Alberto Vicente: Yo creo que en primer lugar es importante diferenciar las características que tiene el acaparamiento de tierras en las diferentes regiones del mundo y en particular en América Latina, así como diferenciar también lo que ocurre dentro de nuestro continente. En ese sentido, tenemos la realidad de la expansión de los grandes monocultivos (con la soja en el Cono Sur y la palma aceitera en el norte tropical y subtropical), que marcan la ocupación de grandes superficies.La otra realidad es que el acaparamiento en otras regiones se da para otro tipo de monocultivos, como por ejemplo los cultivos hortícolas. En el caso del cultivo de soja, la diferencia central es que se está produciendo un acaparamiento que no implica necesariamente la compra de tierras porque las tierras en el Cono Sur son muy caras. Les resulta más fácil acaparar arrendando tierras o invirtiendo en los pools de siembra.
En realidad, la preocupación surgida en países como Brasil, Argentina y más recientemente Uruguay por la “extranjerización de tierras” resultó en varias legislaciones al respecto. Este sistema de acaparamiento, acaparar arrendando tierras o invirtiendo en los pools de siembra, permite a los grupos inversionistas esquivar estas legislaciones. En GRAIN hemos escrito un documento sobre las limitaciones de las leyes contra la extranjerización titulado “Límites legales a la compra de tierras: ¿refrenan a los acaparadores de tierra o adormecen el debate?”
LEISA: ¿Se puede anticipar qué sucederá con los suelos de las grandes extensiones, que antes fueron praderas, bosques o llanuras semidesérticas que albergaban determinadas configuraciones de flora y fauna?
CAV: El impacto de los monocultivos sobre las grandes extensiones ya está demostrado en los resultados que ha tenido la instauración de la República Unida de la Soja (así la bautizó Syngenta) en el Cono Sur. Esto lo hemos desarrollado ampliamente en un artículo de la revista Biodiversidad. A partir del avance de la frontera agrícola vemos que Brasil encabeza las posiciones con 28 millones de hectáreas de pérdida neta de bosques para el periodo 2000-2021, con una desaparición de 641 800 hectáreas de bosques amazónicos entre agosto 2010 y julio 2012, que fue festejada como un gran triunfo por las autoridades nacionales. Las cifras para Argentina nos dicen que entre 2004 y 2012 las topadoras arrasaron 2 501 912 hectáreas. En Paraguay la situación es quizás una de las más graves en términos de porcentaje de deforestación: por un lado, la deforestación histórica en la región oriental significó que entre 1945 y 1997 se perdiera el 76,3% de la cobertura boscosa original por su conversión a tierras para la producción agropecuaria. Por otro lado, las cifras de la concentración dela tierra también son impresionantes, pues en Paraguay, en 2005, el 4% de los productores de soja manejaron el 60% del total de la superficie con este cultivo. Podemos ver otros casos. En Brasil, en 2006, el 5% de los productores de soja manejó el 59% del total del área dedicada a ese cultivo.
En Argentina, en 2010, más del 50 % de la producción de soja estuvo controlada por el 3% del total de productores a través de extensiones de más de 5 000 hectáreas. En Uruguay, en 2010, el 26% de productores controló el 85% del total de tierras con soja. Ese mismo año, el 1% del total de los productores tuvo a su cargo el 35% de la superficie cultivada con soja. Y, por supuesto, el impacto sobre los suelos es dramático. Los agricultores son plenamente conscientes de estas realidades y han centrado sus estrategias en dos niveles: la resistencia al poder corporativo del agronegocio; y el ganar espacios dentro de los gobiernos “progresistas” de la región que apoyen la agricultura familiar campesina. Esto ha ocurrido en Brasil y en Argentina está ocurriendo, pero este último punto tiene la dificultad de que las políticas centrales de estos gobiernos siguenconcentrándose en el apoyo al modelo del agronegocio exportador.
LEISA: Hay declaraciones de apoyo, eventos sobre el año de la agricultura familiar, pero por otro lado se promueve la concentración de tierras para la gran agroindustria.
CAV: ¡Exacto! En el año internacional de la agricultura familiar no se ha hecho nada concreto para revertir la situación dramática de miles de campesinos que hoy siguen dejando el campo expulsados por el agronegocio, y con situaciones muy graves, como las de Paraguay y Honduras, donde los golpes de estado que hubo fueron de la mano de los intereses del agronegocio. De hecho, después del golpe a Lugo, Franco autorizó por decreto el maíz transgénico que las organizaciones venían resistiendo.
LEISA: Un dato que no es conocido.
CAV: Hay toda una crónica de lo que ocurrió después del golpe parlamentario. En Paraguay, a pocos meses del golpe institucional, el Ministerio de Agricultura aprobó el maíz transgénico que venía siendo resistido por las autoridades del gobierno depuesto y que enfrenta un rechazo explícito y contundente por parte de las organizaciones campesinas debido a la amenaza que representa para las muchas variedades locales de maíz cultivadas por pueblos indígenas y campesinos. Así fue como en octubre de 2012 se aprobaron cuatro variedades de maíz transgénico de Monsanto, Dow, Agrotec y Syngenta. Ya en el mes de agosto el presidente de facto Franco había autorizado por decreto la importación de semillas de algodón Bt-rr, probando claramente para quién gobernaba.
LEISA: Es de gran importancia hacer más conocido este caso en Perú, donde hay una arremetida para derogar la ley de moratoria a los transgénicos con el pretexto de la seguridad alimentaria
CAV: ¡Sí! Ese caso lo estamos siguiendo de cerca. Para nosotros, en el Cono Sur la imposición de los transgénicos es un eje central de la lucha de las corporaciones por imponerse, y ahora están en pleno intento de que se autoricen los OGM resistentes al 2,4 D, que es un herbicida que formó parte del agente naranja. En Brasil acaba de aprobarse un maíz resistente al 2,4 D, por ejemplo. Imaginémonos lo que ocurrirácuando los 250 millones de litros de glifosato que se utilizan aquí (al año) sean de 2,4 D. Para nosotros es fundamental ver la unidad que hay entre los monocultivos, con el uso de agroquímicos, los transgénicos y el acaparamiento de tierras; cada una de estas amenazas no se puede ver aislada una de la otra. De la misma manera, se suman a este “paquete” los derechos de propiedad intelectual sobre la vida: derechos de obtentor, patentes y leyes de semillas. Y al mismo tiempo vemos que, aun cuando se luche en espacios diferentes, hay una confluencia de las resistencias: las luchas contra las fumigaciones, contra los transgénicos y contra el acaparamiento de tierras.
LEISA: Esto ha sucedido ya en gran medida en los Estados Unidos. De allí viene el modelo, ¿no es así?
CAV: Que en este último caso ha generado dentro de espacios internacionales –como la OMC o la FAO– respuestas tibias e insuficientes, como las Inversiones Agrícolas Responsables. Por supuesto que el modelo (y las empresas) vienen de EE.UU.; y, sí, tenemos contactos y articulaciones. De hecho, en la lucha contra los OGM resistentes al 2,4 D hemos actuado en conjunto con organizaciones de África y EE.UU.
LEISA: ¿Cómo hacer evidente para la opinión pública de los países latinoamericanos la importancia de la agricultura familiar campesina, reconocida por la FAO como la abastecedora de aproximadamente el 70% del total de alimentos del mundo y el que por otro lado, importantes estudios han comprobado la mejor calidad nutricional de los productos de agricultura agroecológica u orgánica?
CAV: Por supuesto que hay que trabajarlo en la sociedad y lo primero es la información veraz. Nosotros hemos publicado “Hambrientos de tierra: los pueblos indígenas y campesinos alimentan al mundo con menos de un cuarto de la tierra agrícola mundial”, donde damos datos concretos sobre cómo con apenas el 24% de la tierra los campesinos alimentan al mundo.¡Lo de las corporaciones agrícolas es publicidad! Lo central es que los OGM no están hechos para producir más, están hechos para resistir herbicidas y producir toxinas,¡nada más! ¡Y aquí Monsanto publicita que su soja produce un 15% más! ¡Es vergonzoso! ¡Y nuestro trabajo es difícil, pero hay que hacerlo!
Carlos Alberto Vicente
gro.niarg@solrac
Referencias
- Límites legales a la compra de tierras: ¿refrenan a los acaparadores de tierra o adormecen el debate? GRAIN. Ver aquí.
- La República Unida de la Soja recargada. GRAIN. Ver aquí.
- Aprobado el uso de 4 tipos de semillas transgénicas de maíz. EFE ( paraguay.com) Ver aquí.
- Hambrientos de tierra: los pueblos indígenas y campesinos alimentan al mundo con menos de un cuarto de la tierra agrícola mundial, GRAIN. Ver aquí.
Fuente: LEISA