El objeto de la avaricia: los recursos naturales
El capitalismo y la avaricia van unidos. El uno con el otro son complemento. Pareciera una explicación simplista el reducir la problemática de nuestro tiempo a una cuestión de codicia, pero es ese factor el que está detrás de las luchas de poder y en la caracterización de las nuevos formas que adopta el colonialismo.
Desde sus inicios, para no irnos muy atrás en el tiempo, en el siglo XV, el capitalismo desbordó las fronteras de su cuna, la Europa Occidental, impelido por la fuerza de la codicia, para buscar fuentes de riqueza. Cuando uno lee los textos de la época, escritos por los invasores de las tierras llamadas del nuevo mundo, encuentra uno la búsqueda de las riquezas como el motor primordial de las empresas de conquista. Por ello, fue lo que hoy se llama el extractivismo lo que caracterizó al colonialismo, que es la forma en que el capitalismo avanzó sobre el planeta, porque la fuente de las riquezas fue la extracción de los recursos naturales a base de mano de obra gratuita. Es el caso de la minería en México, cuya actividad articuló a la naciente colonia de la Nueva España. Incluso las plantas fueron sujetas a esa extracción en bien de la prosperidad de los mercados capitalistas y las fortunas de unos cuantos. Ejemplos claros son el palo de Campeche, la caña de azúcar y la grana cochinilla. Más tarde, el café y el algodón. Siempre son las materias primas.
En la actualidad, el extractivismo no es que regrese, sino que siempre ha sido la característica de la expansión del capitalismo por el mundo, y está presente en la minería, como lo demuestran casos varios en América Latina, entre ellos, México. Sin duda, el petróleo sigue siendo uno de los recursos naturales que se encuentra en el centro del conflicto de poder entre las grandes corporaciones y sus estados nacionales. La conflictiva situación del medio oriente obedece a la codicia por el factor petróleo y está en el telón de fondo de la llamada guerra Siria. Todo un pueblo está siendo destruido. Una antigua civilización forjadora de la Cultura con mayúscula, cae hoy ante las balas y las bombas. Todos los bandos implicados están detrás de las riquezas naturales de ese país y no cejarán en su propósito hasta obtener ventajas sobre los recursos naturales que les interesan. En México, lo que hacen las mineras es de no creerse, incluyendo la desobediencia de resoluciones legales emitidas por organismos competentes del propio Estado Nacional Mexicano. Es la manifestación del viejo nuevo colonialismo. Los propios Estados Nacionales se ven rebasados en sus capacidades por esas poderosas corporaciones que van destruyendo el territorio y las vidas de las personas conforme avanzan. Uno de los ejemplos más dramáticos es la destrucción de Cerro de San Pedro en San Luís Potosí, cuya tierra está sembrada de cianuro, con las consecuencias que ello traerá sobre la vida. Así sucedió con los cultivos de “tecnología de punta” como el del tomate, que mataron la tierra en aras de cosechas rápidas.
Envenenaron los campos de cultivo que hoy están abandonados a lo largo y a lo ancho del país, yermos, incapaces de sostener a una planta. ¿Por qué todo ello? La codicia, el afán de acumular la riqueza, es la enfermedad que mueve los intereses de los que controlan el acceso a los recursos básicos del planeta. Con la acumulación de riqueza se obtiene poder y se mantiene la desigualdad social, mientras la pobreza se convierte en un negocio redituable incluso políticamente. Más aún, la tecnología en general es un medio para controlar el acceso a los recursos naturales y es por eso que ocupa un lugar central en el mundo de hoy. La situación contemporánea recuerda lo profética que fue la película Rollerball, protagonizada por James Caan. Filmada en 1975, pero situada en 2018, la película describe a un mundo dominada por un Estado Corporativo que controla los recursos naturales desde Houston, además de a corporaciones monopólicas de la vivienda, el transporte, la producción de alimentos e incluso el lujo. El deporte es el medio para distraer a las masas planetarias a través de un terrible juego, un Roller Derby, en donde se mata para sobrevivir. Difícil es concebir cómo saldrá la sociedad mundial de este laberinto. La complejidad de ese aspecto es enorme. Los grandes movimientos migratorios son parte de ese aspecto. Las masas huyen buscando mejor vida sólo para encontrar que ya no hay espacio al que puedan recurrir. Son la parte sustancial del planeta colonizado que es extraída para abaratar los mercados de trabajo al máximo en pro de un proceso por el que las riquezas son cada vez más concentradas. En estos días presenciamos los reacomodos de los intereses de poder y lo peligroso que se ha tornado el momento en el contexto de una suerte de Roller Derby jugado por las grandes potencias, al no disponerse de mecanismos de control más que las armas. Es ese el juego de poder que observamos con los bombardeos recientes a Siria, el camión que mata a transeúntes en Suecia, los cuerpos que aparecen en las carreteras y los campos de México, y los muertos con los que amaneceremos mañana. Todos esos sucesos, aparentemente desvinculados entre sí, están articulados por la codicia, la avaricia, de quienes monopolizan la riqueza y el poder en este mundo de desvalidos que vivimos.
Por Andrés Fabregas Puig
Ajijic, Ribera del Lago de Chapala. A 9 de abril de 2017
Fuente: Chiapas Paralelo