El maíz GM y los herbicidas a base de glifosato: estudios de salud
El 97% de los OGM comestibles son cultivados en Sudamérica y Norteamérica. Todas estas plantas han sido modificadas para tolerar y/o producir uno o más plaguicidas y, por lo tanto, contienen residuos de éstos.
Los residuos provienen principalmente de Roundup, un herbicida tolerado por 80% de los OGM; también provienen de toxinas insecticidas Bt modificadas, directamente sintetizadas por las plantas GM a partir de los transgenes. En realidad, para analizar los signos toxicológicos subcrónicos y crónicos, es más informativo concentrarse en estudios que incluyan diversos parámetros de sangre y órganos.
Introducción y contexto
Luego de 15 años de la liberación comercial de los organismos genéticamente modificados (OGM) usados para la alimentación y forraje, el debate sobre su inocuidad sigue siendo muy activo alrededor del mundo. Desafortunadamente, aunque algunos de los actores asumen la existencia de una historia de uso seguro de los OGM, no existen estudios epidemiológicos en humanos o animales para sustentar esa aseveración, en particular debido a la falta de etiquetado o de trazabilidad en los países productores de OGM. En realidad, el 97% de los OGM comestibles (soya, maíz y colza, excluyendo algodón) son cultivados en Sudamérica y Norteamérica. Todas estas plantas han sido modificadas para tolerar y/o producir uno o más plaguicidas y, por lo tanto, contienen residuos de éstos en diferentes niveles. Los residuos provienen principalmente de Roundup, uno de los herbicidas más importantes usados mundialmente y tolerado por 80% de los OGM; también provienen de toxinas insecticidas Bt modificadas, directamente sintetizadas por las plantas GM a partir de los transgenes. En realidad, para analizar los signos toxicológicos subcrónicos y crónicos, es más informativo concentrarse en estudios que incluyan diversos parámetros de sangre y órganos. La mayoría de estos estudios son análisis de 90 días con ratas alimentadas con maíz o soja GM. Los datos brutos de las compañías sobre estos análisis fueron lo que atrajo nuestro interés sobre el caso; datos brutos que obtuvimos a partir de una orden de la corte con la ayuda de abogados (dado que los datos se conservaban confidenciales). Re-analizamos los datos y detectamos diferencias estadísticas significativas (~9%) concentradas principalmente en hígados y riñones. Estos efectos significativos fueron interpretados por las compañías como irrelevantes para la inocuidad de los OGM, así como por las autoridades oficiales competentes que dieron su aprobación (EFSA por ejemplo). Si bien los requisitos para estudios más largos y más detallados cambiarían la rentabilidad de los OGM, estos estudios protegerían la salud humana y de mamíferos, que es esencial para nosotros.
Debate sobre las insuficiencias en el montaje experimental
Todos los estudios alimentando ratas por 90 días con OGM han sido construidos usando el mismo esquema. Las insuficiencias del diseño experimental pueden ser descritas de la manera siguiente:
a) Un número muy pequeño de animales estudiados: diez individuos de 20 en cada grupo fueron medidos en sus diferentes parámetros bioquímicos. Esto puede ser considerado un experimento a largo plazo, pero no en un período tan corto de tiempo. Un pequeño número de efectos o de baja amplitud son inducidos, de manera similar al caso del lento desarrollo de una patología crónica. Estos distintos tipos de protocolos pueden resultar en análisis con un débil poder estadístico y por lo tanto dar muchos resultados falsos negativos (por ejemplo al rechazar erróneamente un efecto posible del consumo de OGM). En tales condiciones, será difícil que los efectos observados puedan constituir una imagen clínica suficientemente coherente y consistente para que las autoridades se preocupen.
b) Demasiadas ratas usadas como control: adicionalmente, el número de controles fue cuatro veces superior en estos experimentos regulatorios, que han sido utilizados por todo el mundo para autorizar los OGM más importantes. Este desequilibrio entre el número de ratas de control y tratadas, oculta efectos observables. El principio fue aceptado por los comités oficiales; de las 400 ratas usadas en el estudio solamente 80 fueron alimentadas con OGM (y solamente 40 fueron analizadas bioquímicamente), de este modo cuatro grupos de diez animales, con dos dosis (11 y 33 por ciento de OGM en una dieta equilibrada), y dos tipos de análisis de sangre por grupo (después de cinco y de 14 semanas).
c) Demasiados tratamientos de control: Los 320 animales que no fueron alimentados con OGM fueron tratados en realidad con siete diferentes dietas que suponían representar una variabilidad del régimen posible. Seis constituían los llamados grupos de “referencia” con alimento que no fue demostrado ser substancialmente equivalente. Además, dos dosis en los grupos de control fueron químicamente equivalentes a las dietas GM; fueron hechas con el maíz isogénico o con un maíz cercano a la variedad GM.
d) Las ratas fueron los únicos mamíferos en ser alimentados con OGM por tres meses.
e) El experimento fue realizado en una sola ocasión para cada OGM que será posteriormente consumido en todo el mundo.
f) La duración de 90 días es el experimento más largo que se haya realizado y se hace solamente con mamíferos adultos jóvenes; esta duración no es suficiente para observar efectos crónicos.
g) La falta de análisis reproductivos, de desarrollo, así como crónicos y multi-generacionales es la fuente de un fuerte debate sobre los OGM que ya se encuentran comercialmente disponibles.
Este protocolo experimental de parte de Monsanto ha sido aceptado sin cuestionamiento alguno por parte de las autoridades competentes en el mundo, mayoritariamente de manera confidencial. Nosotros nos encontramos en desacuerdo con este diseño. Además, remarcamos los efectos indirectos preocupantes sobre la fisiología de hígado y riñón en particular, debido a que estos son los órganos detoxificantes más importantes que reaccionan en el caso de intoxicación por alimentos.
Interpretaciones biológicas divergentes
Las interpretaciones biológicas son cruciales después de un acuerdo estadístico global. Dos opciones posibles han surgido aquí: la demostración de inocuidad (la opinión de Monsanto et. al.), o disrupciones preocupantes a las que hay que dar seguimiento con estudios a largo plazo, antes de cualquier liberación comercial (nuestra opinión). Las diferencias más importantes entre las conclusiones biológicas de Monsanto y las nuestras, a partir de las diferencias estadísticas de los parámetros bioquímicos y de órganos, son las siguientes:
a) Nos gustaría manifestar que debe ser colectado anticipadamente cualquier signo de diferencia para poder tener una idea global de la fisiología animal después del consumo de OGM. Es realmente imposible en 90 días, con un solo experimento en el mundo y con un número tan reducido de ratas, obtener una idea toxicológica consistente. Este punto es importante dado que nos preocupamos por las posibles patologías crónicas. Algunos de estos efectos podrían todavía no ser de una amplitud importante, sin embargo, algunos sí lo son. Por ejemplo, el aumento del peso del corazón en 11 por ciento de los machos consumiendo NK603 o el 40 por ciento de aumento en los triglicéridos plasmáticos en hembras consumiendo MON863 (junto con un perfil pre-diabético), podría ser suficiente para provocar una moratoria. En realidad, Monsanto no repitió sus estudios.
b) Las diferencias estadísticas son normalmente comparadas con los grupos tratados con OGM y los llamados “estándares históricos de la especie” los que quedan sin definición, así como queda sin definición el “rango normal”. Esto permite considerar simplemente las grandes variaciones como normales debido a razones subjetivas. Las diferencias deben de ser consideradas primero con el grupo de control más cercano: la variedad de control isogénica. Sólo después puede ser posible comparar con grupos experimentales de referencia (Monsanto et. al. hicieron eso desde un principio), los cuales han recibido una dieta que no es equivalente (por ejemplo en los niveles de sales y azúcares). Recordemos que los grupos de referencia siguen siendo demasiado numerosos en comparación con las ratas tratadas.
c) Los efectos significativos son tomados en consideración por Monsanto et. al. solamente si son similares para ambos sexos. Esto es la negación de conocimiento científico general. Las patologías crónicas, así como las alteraciones endócrinas o algunos cáncer, son usualmente relacionados al sexo y no son proporcionales a la dosis carcinógenica expuesta durante un periodo corto.
d) Para Monsanto et. al. la ausencia de efectos dependientes de la dosis es una razón para negar las diferencias significativas. Esto es absolutamente inaceptable, debido a que, por ejemplo, se debe tomar en consideración las acciones posibles del antagonista disruptor endócrino. Debe ser subrayado además que esta dependencia en la dosis no puede ser analizada con un estudio de dos dosis, como los que son presentados a las autoridades por Monsanto (11 y 33 por ciento de OGM en las dietas).
e) Debido a que las lesiones anatómicas-patológicas pueden surgir mucho tiempo después del inicio de un tratamiento o de alteraciones bioquímicas plasmáticas, la necesidad de correlaciones entre estas diferencias estadísticas y los descubrimientos histopatológicos (generalmente dentro de tres meses) no puede ser presentado para concluir sobre un signo preocupante, en contraste con lo que defienden Monsanto et. al. Además, los cortes histológicos y los órganos embebidos son propiedad de la compañía, y no tienen una revisión por parte de los comités oficiales o por autores independientes. Solicitamos una contra experticia, en particular de los riñones de los machos en estos estudios, a los que se les encontró una concentración de más de 43 por ciento de parámetros modificados, en un meta-análisis de todos los datos publicados sobre OGM comercialmente disponibles. Esto ya lo conocemos para MON863, aquí Monsanto subrayó los signos anatómicos de una “nefropatía crónica progresiva” en riñones de las ratas macho. Sin embargo, Monsanto no consideró que estos signos fuesen de importancia debido a que, de acuerdo con ellos, es bien sabido que estos signos ocurren frecuentemente en ratas Sprague-Dawley. Pero estas ratas tenían solamente cinco meses de edad, y seguían siendo jóvenes al final del experimento. Estos signos anatómicos-patológicos en riñones no fueron encontrados en los estudios con maíz NK603 o MON810, aun cuando las ratas tenían la misma edad y eran de la misma variedad.
f) La composición química de la alimentación es un indicador importante, sin embargo, no son evaluadas todas las toxinas insecticidas, los residuos de herbicidas y los metabolitos desconocidos o inesperados (debido por ejemplo a la mutagénesis insercional o a nuevos metabolitos); de esta forma la equivalencia sustancial con los productos no OGM no puede ser una prueba de inocuidad.
g) Una tendencia de las interpretaciones biológicas, puede ser observada en el hecho de que los estudios toxicológicos son presentados a las autoridades y comentados solamente por las compañías desarrolladoras de productos industriales. Una propuesta para estudios independientes por parte de las compañías para contener este problema ha sido realizado para el Consejo Europeo de Ministros.
Conclusiones y perspectivas
Como conclusión, hacemos un llamado a la promoción de estudios de salud sobre los productos nuevos que sean transparentes, independientes y reproducibles, dado que su diseminación implica consecuencias a una larga escala. Los estudios de por vida para animales de laboratorio que consumen OGM deben de ser realizados, en contraste con lo que se realiza actualmente, como acontece con los estudios usando ratas sobre algunos plaguicidas o medicamentos con una duración de dos años. Estos experimentos pueden estar asociados con estudios de investigación transgeneracional, reproductiva o endócrina. Las deficiencias en los diseños experimentales pueden plantear preguntas más importantes en otras autorizaciones químicas.
Prof. Gilles-Eric Séralini - Universidad de Caen, Francia
Los coautores son: Dominique Cellier, Christian Vélot, Emilie Clair, Robin Mesnage, y Joël Spiroux de Vendômois
Literatura:
* de Vendômois, J.S., Roullier, F., Cellier, D. & Séralini G.-E. 2009. A comparison of the effects of three GM corn varieties on mammalian health. Int. J. Biol. Sci. 5(7): 706-726. Ver aquí.
* Monsanto. Focus on MON 863/YieldGard® Rootworm. Ver aquí.
* Séralini, G.-E., Cellier, D. & de Vendômois, J.S. 2007. New analysis of a rat feeding study with a genetically modified maize reveals signs of hepatorenal toxicity. Arch. Environ. Contam. Toxicol. 52: 596–602. Ver aquí.
* Séralini, G.-E., de Vendômois, J.S., Cellier, D., Sultan, C., Buiatti, M., Gallagher, L., Antoniou, M. & Krishna R. Dronamraju. 2009. How subchronic and chronic health effects can be neglected for GMOs, pesticides or chemicals. Int. J. Biol. Sci. 5(5): 438-443. Ver aquí.
Publicado en: Avanzando en el conocimiento sobre bioseguridad. Conclusiones cinetíficas. 7 - 9 octubre 2010, Nagoya. / RALLT Bol. 440
Fuente: Ecopotal