El toque secreto: una pizca de glifosato
El glifosato es el principal ingrediente activo usado en herbicidas producidos por varias empresas, entre ellas, y quizás la más conocida: Monsanto (ahora perteneciente a Bayer), que lo comercializa como Roundup y comercializa también semillas resistentes a éste (maíz, soya, algodón); es un herbicida de alto espectro, no selectivo y sistemático que, mediante la inhibición de enzimas vegetales relacionadas con la fotosíntesis, mata plantas y evita su rebrote y recuperación.
Aunque Monsanto, ahora de Bayer, sostiene que el glifosato es seguro para los humanos y el medio ambiente, siempre y cuando se use según las indicaciones de su etiqueta; en 2015 la Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer de la Organización Mundial de la Salud –OMS-, los clasificó como sustancia probablemente carcinogénica para humanos. Categoría en la que se encuentran sustancias que tienen limitada evidencia de ser carcinogénicas en humanos y suficiente evidencia de ser carcinogénicas en animales. Además, hay diversas investigaciones que demuestran el efecto adverso y acumulativo que el glifosato y su principal metabolito, el AMPA -ácido amino aminometilfosfonico-, tienen sobre ecosistemas acuáticos, terrestres y microorganismos (ver tabla), efectos que van desde acumulación en fuentes de agua hasta alteraciones en la metilación del ADN en algunos tipos de células animales.
Frente a los efectos en humanos: “Se ha encontrado correlación entre el incremento del uso de glifosato y una gran variedad de enfermedades, incluyendo varias formas de cáncer, daño renal, trastorno por déficit de atención, autismo, alzhéimer y parkinson (Fluegge and Fluegge, 2016; Fortes et al., 2016; Jayasumana et al., 2014; Mesnage et al., 2015b; Swanson et al., 2014).” (Van Bruggen, He, Shin, Mai et al, 2018:259). Adicionalmente, estos mismos autores sostienen que, aunque faltan más investigaciones, está creciendo la evidencia sobre la relación entre el aumento del uso de glifosato y el aumento a la resistencia microbiana, pues se han encontrado bacterias con alta resistencia a este herbicida como la Agrobacterium tumefaciens y una variedad de experimentación de E. Coli; y hay evidencias de la disminución de bacterias benéficas, como las productoras de ácido láctico, en aves de corral y ganado expuestos a glifosato por agua y pienso contaminados.
Por otro lado, el Grupo de Trabajo Ambiental de Estados Unidos –EWG -, revisó la concentración residual de glifosato en 68 muestras de alimentos (cereales para el desayuno, granolas, barras de cereal etc.) y en 66 detectó glifosato. En 57 de estas muestras las concentraciones de glifosato estuvieron por encima de la recomendación de 160 ppm, que es el nivel de “no riesgo”. En el estudio también se incluyeron 16 muestras de alimentos orgánicos, en 5 de las cuales se encontraron glifosato por debajo de 160 ppm. (Temkin, A., 2018; Formuzis, A., 2018)
Pese a estas evidencias, el glifosato sigue siendo el herbicida más usado en el mundo y en la agricultura colombiana. Según el Instituto Colombiano Agropecuario el 20% de plaguicidas vendidos en el año 2015 tuvieron al glifosato como compuesto activo. Lo que es equivalente a más de 8 millones de litros usados principalmente en cultivos de arroz, caña y algodón, y de estos, 450.000 litros usados en aspersión aérea sobre cultivos declarados como ilícitos.
Aun cuando, estas aspersiones aéreas fueron suspendidas por el Consejo Nacional de Estupefacientes en el año 2015, justamente por los hallazgos de la OMS, y prohibidas por la Corte Constitucional en el año 2017, por los daños que ocasiona en la salud humana y el ambiente, el país no cuenta con una regulación clara frente al uso del glifosato, bien en cultivos lícitos o de uso ilícito.
Este panorama es preocupante, no solo por la ausencia de regulación, sino porque el uso del glifosato es legitimado por políticas públicas, como la Política Nacional de Drogas que, aunque nacional, tiene línea directa del gobierno de Estados Unidos. País que es uno de los mayores consumidores de drogas del mundo y al cual pertenecía la multinacional Monsanto, mayor productor de glifosato. Esto en otros términos quiere decir que, tiene línea directa del país que mueve la mayor parte del capital de la cadena de narcotráfico, de los agroquímicos y de la “lucha contra las drogas”, ya que, se estima que el 87% de las ganancias de la cadena productiva de la cocaína se queda en los países consumidores (Suzanne y Zambrano 1995), el 18% de los costos de producción de la hoja de coca se destinan a agroinsumos producidos por multinacionales estadounidenses como Monsanto y Dupont (Mejía y Rico, 2010) y son estas mismas empresas las que comercializan el glifosato usado para las aspersiones aéreas.
Así pues, tal como lo estipula la Corte Constitucional (2017), en el país se “debe encontrar una forma alternativa de erradicación con otra sustancia química no catalogada como tóxica y en caso de que esto no sea posible en el corto plazo, cuando menos, debe estar precedida de estudios científicos (i) que precisen los efectos del glifosato sobre la salud humana y el medio ambiente, (ii) que determinen claramente si este herbicida no afecta la tierra para su cultivo posterior o contamina permanentemente las fuentes de agua, y, (iii) que permitan delimitar con precisión el territorio donde se va a ejecutar el programa.”
Además, esos estudios científicos deben conducir a la regulación del uso del glifosato porque, como se expuso anteriormente, es el herbicida más usado en el país, aplicándose sin discriminación sobre cultivos de verduras y hortalizas, granos, cereales, frutas, y agroindustria; y son cada vez más las evidencias de sus efectos nocivos en el ambiente y la salud humana.
23 de enero, 2019
Por Yury Marcela Ocampo Buitrago Mg.
Profesora / Nutricionista Dietista de la Universidad de Antioquia. Magíster en Antropología de FLACSO - Ecuador - moc.liamg@bopmaco.alecram
Columnista invitada
Referencias bibliográficas
Agencia Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (2015). IARC Monographs Volume 112: evaluation of five organophosphate insecticides and herbicides. Sitio web disponible aquí (pdf)
Corte Constitucional (2017) Sentencia T-080/17. Sitio web disponible aquí
El Tiempo (2018). Las condiciones que se tendrían que cumplir para volver al glifosato. Sitio web disponible aquí
Formuzis, A. (2018). Roundup for Breakfast, Part 2: In the new Test, Weed Killer Found in All Kids’ Cereals Sampled. Sitio web disponible aquí
Formuzis, A. (2018b). FDA Gyphosate Testing Conspicuosly Skips Oats, Wheat Products. Sitio web disponible aquí
Instituto Colombiano Agropecuario (2016). Estadísticas de comercialización de plaguicidas químicos de uso agrícola 2015. Sitio web disponible aquí
Mejía, Daniel; Rico, Daniel (2010) La microeconomía de la producción y tráfico de cocaína en Colombia. Documentos CEDE-Centro de Estudios sobre Desarrollo Económico-. No. 19 pp: 1-23.
Revista Dinero (2018) Así funciona el negocio del glifosato en Colombia. Sitio web disponible aquí
Suzanne, Wilson y Zambrano, Marta (1995) Cocaína, capitalismo e imperio: encadenamientos globales y políticas del narcotráfico. Análisis político No 24. Instituto de estudios políticos y relaciones internacionales, Universidad Nacional de Colombia: Bogotá.
Temkin, A. (2018). Breakfast With a Dose of Roundup? Sitio web disponible aquí
Van Bruggen, He, Shin, Mai et al, (2018). Environmental and health effects of herbicide glyphosate. Science of the Total Environment 616–617 pp: 255–268.
Fuente: Nutrición Pública