El jíbaro, campesinado puertorriqueño

Idioma Español

"Estoy convencido de que los jíbaros, esas puertorriqueñas y puertorriqueños campesinos -aquellos que se dedican a la agricultura familiar- que nos han alimentado durante un proceso formativo durante siglos, son la expresión de un campesinado en nuestro país. La agricultura en pequeña y mediana escala que produce para la familia, la comunidad y el mercado local".

El jíbaro y su pava ha irrumpido recientemente en nuestro entorno de la mano de Benito Martínez Ocasio/Bad Bunny, con el lanzamiento de su producción Tenía que haber sacado más fotos. Llama la atención lo viva que está en la siquis isleña la afirmación de la puertorriqueñidad, especialmente entre los más jóvenes: una muestra más de la fortaleza y resiliencia de nuestra identidad como pueblo. El uso por parte de Bad Bunny de elementos culturalmente definitorios como el cuatro, panderos y el güicharo, música campesina y ritmos autóctonos como la plena y la bomba, han sido tierra fértil para la eclosión reciente de nuestra cultura jíbara. Benito y su equipo creativo y de producción también han sabido tocar las teclas de lo intergeneracional, la memoria y la naturaleza, resortes poderosos de lo identitario boricua.

Llevo tiempo estudiando y reflexionando sobre lo jíbaro, más allá del legado cultural cuajado en folklore por parte del Instituto de Cultura y muchas otras instituciones puertorriqueñas como museos, y expresiones en la música, el baile, la literatura, las artesanías y las artes plásticas. Mientras tanto, durante mis años de trabajo internacional en temas de agricultura, ecología y desarrollo, con frecuencia me preguntaba cual era el campesinado puertorriqueño, algo que en casi todos los países forma parte del ethos nacional. Estoy convencido de que los jíbaros, esas puertorriqueñas y puertorriqueños campesinos -aquellos que se dedican a la agricultura familiar- que nos han alimentado durante un proceso formativo durante siglos, son la expresión de un campesinado en nuestro país. La agricultura en pequeña y mediana escala que produce para la familia, la comunidad y el mercado local.

La existencia y relevancia del campesinado puertorriqueño están profundamente enraizados en la historia del archipiélago y en su evolución cultural, social y ecológica. Los habitantes originarios del archipiélago, durante milenios establecieron sistemas agrícolas resilientes, que integraban prácticas sostenibles y una visión holística de la naturaleza. Aquella agricultura fue llevada por los taínos a niveles superiores en eficiencia, diversidad y uso inteligente de los recursos. Sembraban en los conucos, usaban los montones de tierra para el cultivo, integraban y rotaban las siembras, como la yuca, el maíz y otros tubérculos, vegetales, plantas medicinales y frutales. Demostraron una profunda comprensión de los ecosistemas locales. Estas técnicas no solo garantizaban la seguridad alimentaria, sino que también fomentaban la regeneración del suelo y la biodiversidad.

Los españoles sobrevivieron durante la temprana colonización gracias a la agricultura taína y la esclavitud de los indios. [3] El casabe hecho de yuca sustituyó al pan de trigo y permitió continuar para la conquista de tierra firme. Con el tiempo, las prácticas taínas, con influencias europeas y africanas, dieron lugar a una agricultura campesina autóctona. Pero los que tenían las semillas, conocimientos sobre los suelos y técnicas para sembrar en los llanos y laderas de una isla tropical lluviosa fueron los taínos, pobladores originales.

Contrario al relato dominante de que, una vez agotado el oro y supuestamente exterminados los taínos, Puerto Rico entró en un largo periodo de abandono y aislamiento, los estudios recientes describen a un archipiélago boricua integrado en los intercambios comerciales entre Europa y el Caribe. [4] Pasamos a formar parte de la producción y comercio, muchas veces ilegal para la oficialidad española, de cueros, jengibre, azúcar, tabaco, tinturas, sal y plantas medicinales. En las costas se reparaban las naves y hasta se construían algunas, en astilleros informales al margen de las autoridades españolas. La capacidad de reponer de alimentos las bodegas de los barcos, además de alimentar a la población que vivía en Puerto Rico, evidencia la existencia de una robusta actividad agrícola y ganadera, así como de campesinos dedicados a las tareas productivas del campo.

Se documenta que para los taínos la palabra jíbaro, vocablo arahuaco, quería decir gente del bosque y que así se llamaban a si mismos. Se utilizó para designar a las poblaciones indígenas que se adentraron a las montañas de la Isla en defensa ante el genocidio español. Con el tiempo, se fue cuajando un campesinado: los jíbaros serían los descendientes de los taínos en un mestizaje con españoles escapados de la oficialidad metropolitana y esclavos africanos cimarrones. Son los tiempos de las guácaras (cuevas) en el interior de la Isla. El nombre jíbaro se utilizó para designar en Puerto Rico a los habitantes de las montañas y su cultura, diferenciada de los españoles.

Las familias jíbaras supieron ocupar y abrir fincas en los montes. Junto a la pesca, caza y recolección, producían para el autoabastecimiento y, en muchos casos, vendían o intercambiaban productos en sus comunidades. Sin embargo, en la medida en que durante el s.19 avanza la colonización de la Cordillera Central, aquellos campesinos son desplazados y obligados a convertirse en mano de obra empobrecida. En nuestra Isla, tanto los hacendados en las montañas como los ingenios azucareros en las costas, mantuvieron a las familias de peones agrícolas en servidumbre semi feudal hasta entrado el s.20. Esas familias, condenadas a malvivir como arrimados en los peores terrenos, sufrieron hambre, enfermedad, ausencia de educación y maltrato.

 

Desde el s.19 conviven en nuestro entorno dos tendencias sobre lo jíbaro: por un lado muchos sectores de las montañas adoptan con orgullo ese gentilicio para reafirmar su identidad criolla y distinguirse de los españoles y europeos; por el otro, desde una intelectualidad costera y urbana se le ridiculiza y menosprecia. Sin embargo, ese campesinado jíbaro supo alimentar a nuestro pueblo desde los montes y conucos. Aún a finales de los años cuarenta del s.20, mientras Puerto Rico exportaba azúcar, café y tabaco producidos en las mejores tierras, nuestro campesinado produce la mayor parte de los alimentos para una población de casi dos millones.

Durante el proceso de rápida industrialización a partir de los años cincuenta se generaliza el uso de la palabra jíbaro como sinónimo de persona culturalmente rezagada o ignorante. Mientras se construye la estatua que idealiza al jíbaro en la autopista que cruza las montañas, en aquellos montes aún vivían comunidades jíbaras campesinas.

El auge de la industrialización a mediados del s.20 trajo consigo una desvalorización de la agricultura tradicional, un cambio de modelo urbanístico y una migración masiva hacia las ciudades y Estados Unidos. No tengo duda de lo que llamo la Gran Traición Jíbara: aquel electorado campesino, explotado por diversas oligarquías en las décadas de los cuarenta y cincuenta, creyó en las consignas de pan tierra libertad y apoyó con su voto al Partido Popular Democrático y el Estado Libre Asociado.

Cuando, en un giro estratégico que aún se está estudiando, se decidió industrializar la economía fue necesario desprestigiar al campesino jíbaro y su cultura, para fomentar en nuestra gente campesina el abandono de los montes y suplir mano de obra a las nuevas fábricas norteamericanas del programa Manos a la obra de Fomento. Sospecho que el giro radical dejando atrás a la agricultura como eje estratégico para el desarrollo de Puerto Rico tuvo que ver con las negociaciones durante la creación del Estado Libre Asociado (1952), pues coincide con la adopción de un modelo de desarrollo tipo suburbial norteamericano, basado en la construcción horizontal de urbanizaciones sobre terrenos agrícolas, el uso intensivo del automóvil como transportación y los nuevos supermercados para vender comida mayormente importada, distinta a nuestras dieta histórica, procesada y con frecuencia de mala calidad. [5]

Se rechaza, por un lado, al conocimiento tradicional y manejo a nivel familiar de la producción de alimentos para dar paso al entramado agroalimentario industrial nacional y mundial. Mientras, el ser humano, en la medida que se aleja de la naturaleza y sus ciclos, pierde sensibilidad ante los desastres que en la actualidad destrozan los recursos naturales y alteran los ciclos esenciales para sostener nuestra vida en este planeta, como venimos viviendo el cambio climático

El campesinado jíbaro puertorriqueño es más que un vestigio del pasado; es un componente vivo de la identidad y sostenibilidad del archipiélago. Históricamente ha sido el principal sector agrícola productor de la alimentación en el archipiélago puertorriqueño. Al valorar y fortalecer las comunidades campesinas aún existentes, Puerto Rico puede construir un futuro que honre su historia, conserve su biodiversidad y garantice el bienestar de sus habitantes. Los nuevos agricultores, con frecuencia jóvenes, son hoy los nuevos campesinos jíbaros. Rescatan conocimientos, tecnologías y cultura del pasado, los integran en prácticas modernas agroecológicas, [6] y abren paso a un futuro de seguridad y soberanía alimentaria. La supervivencia y prosperidad de nuestro campesinado jíbaro es una cuestión de justicia social y resiliencia ecológica.

Notas:

Este artículo se nutre de una investigación en curso: Taínos, jíbaros y agroecología: un campesinado en el imaginario social puertorriqueño.

El autor es ecólogo social, especializado en agroecología. alvareznelson@hotmail.com

[3]  Nelson Alvarez Febles. 2018. Los españoles esclavizaron a los taínos para su producción agrícola.   https://www.80grados.net/los-espanoles-esclavizaron-a-los-tainos-para-su-produccion-agricola/

[4] Jeniffer Wolf. 2022. “Isla Atlántica: Puerto Rico. Circuitos antillanos de contrabando y la formación del mundo antillano, 1580-1636.” Doce Calles.

[5] Cruz Miguel Ortiz Cuadra. 2020. De los plátanos de Oller a los Food Trucks: comida, alimentación y cocina puertorriqueña en ensayos y textos. Isla Negra Editores.

[6] Nelson Alvarez Febles. 2014.  https://www.80grados.net/lo-jibaro-como-metafora-del-futuro-agroecologico/

Fuente: Claridad Puerto Rico

Temas: Agricultura campesina y prácticas tradicionales, Movimientos campesinos

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