El gobierno de Colombia aprobó el cultivo de maíz transgénico
También autorizó los cultivos transgénicos semicomerciales de yuca, arroz, rosa, caña y café. Una estocada mortal a la biodiversidad y a la soberanía alimentaria
El gobierno de Uribe en el último Consejo Comunal realizado el 3 de marzo de 2007 en Tolú (Sucre), a través de su Ministro de Agricultura Andrés Felipe Arias, anunció oficialmente la autorización, para la siembra semicomercial en los departamentos de Córdoba, Sucre, Huila y Tolima, de dos tipos de maíz transgénico: maíz resistente al glifosato, y maíz Bt (tolerante a algunas plagas de lepidópteros). Para 2007 también se autorizó los cultivos transgénicos semicomerciales de yuca, arroz, rosa, caña y café. El Ministro afirmó que la liberación comercial de todas estas tecnologías será en 2008; lo que es muy preocupante e inaceptable que se tome una decisión, sin conocerse los resultados de los estudios que demuestren la seguridad y conveniencia de estas tecnologías para el país. Esta decisión precipitada y unilateral del gobierno se tomó sin haber realizado estudios completos de bioseguridad. Además se hace pasando por encima de las numerosas voces de rechazo a estas tecnologías, especialmente por la mayoría de agricultores y agricultoras que defienden la soberanía alimentaria, y tampoco se han tenido en cuenta los diferentes conceptos técnicos que cuestionan estos cultivos en el país.
Las seis mentiras del Ministro sobre las bondades del maíz transgénico.
En el comunicado oficial del gobierno, donde se anuncia la autorización de estos cultivos transgénicos, el Ministro de Agricultura, plantea abiertamente una serie afirmaciones, que no tienen ningún sustento técnico, científico y tampoco socioeconómico, que demuestren las bondades de esta tecnología. Sus temerarias afirmaciones, son las mismas que argumentan los agentes de ventas de las empresas transnacionales que promueven estas semillas, pero que en boca del Ministro, dejan muchas dudas sobre si se está defendiendo la agricultura nacional o los intereses de estas empresas. Seguidamente presentamos los argumentos que desmontan estas falsas afirmaciones del Ministro:
1. Los cultivos transgénicos resistentes a plagas y enfermedades requieren menos utilización de agroquímicos: Actualmente, a escala comercial, se cultiva principalmente maíz, soja y algodón. Actualmente el 98% de los cultivos transgénicos comerciales sólo tienen dos propiedades (plantas Bt y plantas tolerantes a herbicidas): Estos dos tipos de cultivos han sido diseñados para que las grandes compañías promuevan el aumento del consumo de estos agrotóxicos, aseguren sus ventas y controlen cada vez más la producción de alimentos y vendan sus semillas.
2. Los cultivos transgénicos tienen mayor productividad por hectárea:Son falsos los argumentos de la industria y del Ministro, en donde afirma que son más productivos. Actualmente no es posible crear una planta transgénica que produzca mas cosecha que una no transgénica, puesto que la productividad no depende de un gen, sino de complejas interacciones de muchos genes y de factores ambientales y socioeconómicos, que actualmente son imposible controlar por las empresas biotecnológicas. Existen varios estudios en Estados Unidos y Europa que muestran que en muchos casos, los cultivos transgénicos son menos productivos que los convencionales.
3. Los cultivos transgénicos reducen la contaminación de suelo, aire y aguas y disminuye la presión sobre los ecosistemas naturales: Esta tecnología está diseñada para ser establecida en monocultivos a gran escala especialmente para los países agroindustrializados. Son falsos los argumentos que dicen que estas tecnologías son más amigables con el ambiente. Por ejemplo, en Argentina, que es el segundo país del mundo con mayor área de cultivos transgénicos, en donde existen 16 millones de hectáreas con soya resistente a glifosato, se han reportado fuertes impactos sobre los ecosistemas silvestres y cultivados, tales como: contaminación ambiental por el uso intensivo de Glifosato; aparición de enfermedades y plagas que no existían; y el cultivo de siembra directa ha generado problemas de compactación de los suelos, de drenaje y lixiviación de agua.
Uno de los aspectos más preocupantes sobre los impactos ambientales de los cultivos transgénicos, es la contaminación genética de las variedades nativas y sus parientes silvestres. Colombia es uno los países del mundo con mayor biodiversidad agrícola y silvestre, somos centros de origen y de diversidad de muchos de los cultivos que sustentan la agricultura y la alimentación. Es por ello que para el caso del maíz, se presenta un enorme riesgo de contaminación genética de los cientos de variedades locales con los maíces transgénicos.
4. Los cultivos transgénicos reducen los costos de los agricultores, aumentan el ingreso de los agricultores: Existen muchas evidencias en el mundo que muestran que los cultivos transgénicos no disminuyen los costos de producción. Para el caso de los cultivos Bt se ha encontrado que al hacer el balance de los costos de producción entre cultivos convencionales y Transgénicos, éstos últimos son más altos, debido a que: el costo de las semillas es mayor, adicionalmente los contratos para su uso están amarrados a la utilización de todo el paquete tecnológico que es controlado por la empresa dueña de esta tecnología.
Para el caso del cultivo del algodón Bt en Colombia, la mayoría de los pequeños y medianos agricultores plantean que los costos de producción son mayores con el uso de la tecnología transgénica. Esto se debe a aspectos como: el costo de la semilla transgénica es el doble de la convencional; la promesa que hace Monsanto relacionada con el control del 50 al 70% de la plaga Spodóptera spp no es cierta y sólo controla el 5% de ésta; además, los agricultores han encontrado la resurgencia de nuevas plagas que están afectando la productividad del cultivo. Esto ha llevado a que los agricultores incrementen el uso de pesticidas y al final no pueden identificar si el control de algunas plagas se debió a la tecnología Bt o a los pesticidas utilizados. Finalmente, los agricultores llegan a un costo total de producción mayor; es por ello que el número de medianos y pequeños agricultores que utilizan esta tecnología ha disminuido significativamente.
5. Los cultivos transgénicos mejoran el nivel de vida de los campesinos, reduce la pobreza rural y facilita la ocupación lícita y pacífica del territorio.Es falso el argumento que los transgénicos son una solución para el hambre en el mundo; puesto que el hambre no es un problema de necesidad de nuevas semillas; por el contrario es un problema de distribución de la riqueza y de acceso a los alimentos y a los medios productivos. Los transgénicos, ni producen más, ni otorgan a los pueblos seguridad alimentaria, sino que ponen la producción de alimentos en manos de cada vez menos empresas. La solución al hambre y la desnutrición pasa por el desarrollo de tecnologías sostenibles y justas y por el empleo de técnicas como la agroecología. Los OMG no son compatibles a necesidades de países del Sur y que crean dependencia tecnológica y control de los agricultores por las transnacionales, mediante la aplicación de patentes y contratos, en los que se penalizan a los agricultores que guarden, intercambien o reutilicen las semillas patentadas. Adicionalmente pueden generar el desplazamiento y exclusión del uso de mano de obra rural, por ser tecnologías diseñadas para grandes monocultivos altamente mecanizados; es decir “agricultura sin gente”, en donde la población en muchos casos es sacada a sangre y fuego y en otras simplemente a través de las políticas agrarias excluyentes de campesinos. Este modelo contradice el argumento del Ministro, que afirma que los transgénicos “facilita la ocupación lícita y pacífica del territorio”.
6. Los cultivos transgénicos tienen mayor calidad y contenido nutricional, producen una alimentación más sana y saludable para la población. Esto ayuda a reducir enfermedades causadas por falta de contenido vitamínico: Los riesgos en la salud de los OMG presentes en nuestra alimentación, no se están evaluando de forma correcta, completa y sistemática en la población. Para el caso del maíz en Colombia, este cultivo es un componente fundamental de la cultura, de los sistemas productivos campesinos y sobre todo es uno de los alimentos básicos de toda la población. Esto significa que la evaluación de riesgos del maíz transgénico es más relevante en países como Colombia, pero la legislación actual, no incluye la realización de los estudios de impactos sobre la salud humana y animal.
Los transgénicos que entran al país vía importación de alimentos actualmente no tienen ninguna reglamentación específica ni un adecuado control del Estado. Desde el año 2005 el INVIMA ha otorgado Registro sanitarios para la comercialización de Productos y alimentos transgénicos, todos procedentes de tecnologías propiedad de Monsanto: 1. Algodón Bt (Bollgard): aceite. 2. Algodón RR: aceite. 3. Maíz Yieldgard®: aceite refinado y harina. 4. Maíz RR: aceite refinado y harina de maíz. 5. Trigo RR: producción de alimentos. 6. Soya RR: producción de alimentos.7. Remolacha azucarera RR: producción de alimentos. Es inaceptable que esta entidad haya autorizado el consumo de estos productos, sin haber realizado los estudios de bioseguridad requeridos, estas aprobaciones se hicieron con base en estudios presentados por Monsanto al INVIMA. Lo que se hizo fue simplemente extrapolar estudios realizados fuera del país y sacar conclusiones de su seguridad e inocuidad para la salud.
Los transgénicos en ColombiaColombia actualmente atraviesa por una profunda crisis en la agricultura, que ha hecho inviable en gran parte la producción nacional. Es así como el país para el año 2006 importó más de ocho millones de toneladas de alimentos, de estas, dos millones de toneladas son maíz, que corresponde a más del 70% del consumo nacional y el 85% de la soya. Para el caso del maíz y la soya, desde hace más de diez años Colombia está importando soya y maíz transgénico sin ningún control (segregación o etiquetado), especialmente desde Estados Unidos y Argentina. En el año 2003 en Colombia se aprobó la liberación comercial del algodón Bollgard (Bt) de Monsanto (resistente a plagas de Lepidopteros), el cual se basó en un procedimiento de la evaluación de riesgos insuficiente y manipulado por Monsanto. Adicionalmente el procedimiento administrativo dentro del Consejo Técnico Nacional de Bioseguridad, CTN, fue irregular. Es por esta situación que, algunas organizaciones de la sociedad civil entablaron dos demandas judiciales (Acciones Populares) en contra del Ministerio de Agricultura, del ICA, del Ministerio de Ambiente y de Monsanto. Consejo de Estado, en febrero de 2005 fallo en segunda instancia la Acción Popular en contra del Ministerio de Ambiente y Monsanto. Este fallo determinó La exigencia de licencia ambiental, para todos los transgénicos que se introduzcan al país, cultiven o comercialicen, a partir de la vigencia de la Ley 740 de 2002 (Protocolo de Cartagena sobre Bioseguridad, El gobierno nacional desconoció este fallo del Consejo de Estado, es así como el gobierno expidió el Decreto 4525/2005, que relamenta el Protocolo de Cartagena en Bioseguridad. Este decreto es un retroceso jurídico en esta materia y en realidad es una herramienta para introducir cultivos y alimentos transgénicos. ¿Qué impactos tiene introducir el cultivo de maíz transgénico al país?: Las empresas Monsanto y Dupont, presentaron ante el CTN solicitudes para la liberación comercial de maíz Bt (Yieldgard), maíz Ronudup Ready (de Monsanto) y maíz Herculex I Bt y tolerante al herbicida glufosinato de amonio (de Dupont) y maíz Bt11 (de Syngenta). El ICA ha autorizado a estas empresas realizar ensayos de campo desde 2003 en las regiones más productoras de maíz del país. Estos ensayos más que ser pruebas rigurosas de bioseguridad, son evaluaciones de efectividad de esta tecnología, extrapolando estudios foráneos presentados por las mismas empresas. Introducir maíz transgénico en Colombia es muy crítico, porque inevitablemente seria contaminada y erosionada la enorme diversidad de este cultivo, y los campesinos e indígenas serían los más afectados. También porque el maíz es uno de los productos básicos de la alimentación de los colombianos, tanto poblaciones rurales como urbanas.
La sociedad civil no tiene acceso a la información y no se tiene en cuenta en la toma de decisionesEn general la sociedad civil ha estado marginada del debate público y de la participación en la toma de decisiones sobre la evaluación e introducción de OGM en el país. Especialmente los campesinos e indígenas no han sido tenidos en cuenta. Tampoco los consumidores y los ciudadanos en general se les garantiza el legítimo derecho a estar bien informados y a poder decidir libremente si consumen o no estos productos. Luego de reiterativos derechos de petición organizaciones de la sociedad civil insistentemente han solicitado a las autoridades competentes la información de carácter pública sobre las solicitudes que se están tramitando en el ICA y especialmente sobre los estudios de bioseguridad que se están realizando. Pero no ha sido posible obtener la mayor parte de esta información, porque estas entidades alegan sin ningún sustento jurídico y técnico que esta información es de carácter “confidencial”. La pregunta es ¿Si son tan buenos los transgénicos y todo se hace en base a estrictos procedimientos de seguridad, rigor técnico y transparencia, entonces porque se esconde la información? Entonces cabe la conclusión: ¡El que nada debe, nada teme¡, pero parece que en este tema el gobierno debe mucho y teme mucho y por eso se tomas decisiones a espaldas de la sociedad. Ante esta situación, la sociedad civil ha tenido que recurrir a las demandas judiciales para tener acceso a la información que es de uso público y para que la sociedad sea tenida en cuenta en la toma de decisiones sobre estos temas.
Estrategias desde la sociedad civil frente a los transgénicos En muchas regiones del país las organizaciones indígenas, negras y campesinas tienen una posición muy crítica sobre los impactos que podría generar los organismos transgénicos en sus territorios y se ha ido construyendo estrategias, acciones y alianzas de defensa de las semillas locales, y especialmente alrededor del maíz, frente a la contaminación genética que se pueda producir por la introducción de maíz transgénico en sus territorios. Este es el caso del pueblo Zenú, quien posee una fuerte cultura del maíz, expresada en mas de 25 variedades de este cultivo. Es así como en octubre de 2005, 170 cabildos las comunidades indígenas Zenúes de Córdoba y Sucre, declararon el resguardo indígena de San Andrés de Sotavento “ territorio libre de transgénicos”. Esta decisión es de trascendental importancia, puesto que los Zenúes amparados en los derechos constitucionales sobre su territorio, están ejerciendo la defensa sobre su biodiversidad y soberanía alimentaria, que se ve fuertemente amenazada por los cultivos agroindustriales principalmente de maíz y algodón que rodean su territorio. El hecho que el gobierno haya tomado la decisión de autorizar la siembra de maíz transgénico en Córdoba, en la zona agroindustrial cercana al resguardo indígena Zénú, que es el mayor centro de diversidad de maíz en el país, se constituye en una clara violación y desafío de la decisión tomada por este resguardo de declarar su territorio “libre de transgénicos”.
Hacemos un llamado a las organizaciones sociales, instituciones y personas que se sientan directamente o indirectamente afectadas por esta arbitraria decisión del gobierno, para que se pronuncien y realicen acciones que busquen derogarla; puesto que permitir estos cultivos transgénicos, se acabaría con el patrimonio genético de la Nación y se entregaría lo poco que queda de la agricultura y la soberanía
alimentaria, a un puñado de transnacionales.
Grupo Semillas : semillas@semillas.org.co