“El fruto de nuestro trabajo se ve en la tierra cultivada por los campesinos” – Raúl Gorriti, despedido de la SAF
Construir la soberanía alimentaria implica esfuerzos múltiples, donde las políticas públicas cumplen un rol fundamental. Esas políticas públicas llegan a los territorios de la mano de trabajadores del Estado, técnicos y técnicas, que acompañan los procesos organizativos y productivos de quienes trabajan la tierra. Durante el gobierno de Macri, Echevehere, como fiel exponente del campo concentrado, desmanteló la Secretaría de Agricultura Familiar (SAF) despidiendo cientos de trabajadores y trabajadoras. Para avanzar en el plan contra el hambre, y garantizar alimentos sanos a precios justos, la nueva administración debe reincorporarlos inmediatamente para reconstruir políticas para el sector que produce lo que comemos cada día. La historia de Raúl Gorriti, despedido de la SAF Misiones con casi 30 años de trabajo encima, quizá es de las que mejor los representa.
Huerquen: A modo de presentación contanos quién sos, y algo de tu historia en lo que hoy es el Ministerio de Agricultura.
Soy Raúl Gorriti, soy egresado de la Facultad de Agronomía de la Uba. En el año 1986 entré a trabajar en lo que hoy es el Ministerio de Agricultura, en un proyecto de que se llamaba de Reforma Impositiva Agropecuaria. Entré contratado. En ese momento gobernaba Alfonsín estábamos en “economía de guerra” asique no había posibilidades de pase a planta del Estado.
Trabajé desde el 86 hasta el año 92. Cuando terminó el proyecto quedé en la calle. Buscaba trabajo como ingeniero agrónomo y no había, asique finalmente tuve que guardar el título y buscar de lo que venga. Así entré a trabajar en un mayorista de golosinas, Potigian Golosinas (risas), así pasé de ser especialista en economía agraria a ser repositor de galletitas y caramelos. Ese fue el único período de mi vida en que trabajé en blanco.
Hqn: ¿Y cuándo volviste al Ministerio?
RG: Yo seguí buscando laburo de agrónomo. Finalmente se abrió una posibilidad en la parte de información agropecuaria y pesquera, asique vuelvo a lo que era la Secretaría de Agricultura en el año 94.
No estaba cómodo porque necesitaba que mi trabajo le sirva a alguien de forma más directa, entonces quería laburar con población campesina. Yo me sentía deudor, de la clase trabajadora y de los campesinos porque yo vengo de una familia trabajadora y accedí a la universidad pública por el aporte de esos laburantes que pagaban el IVA en cada bolsa de harina. Fue después de dos años de intentar ir al interior (como se dice desde Buenos aires) que conseguí ir a Misiones.
Después de 9 años, con el intervalo, de trabajar en el edificio de Paseo Colón fui a trabajar a Misiones en lo que se llamaba Programa Social Agropecuario (PSA). Así en el año 97 yo llegué a Eldorado con mi esposa que también es Ingeniera Agrónoma y trabajamos ahí en la zona con productores campesinos.
Hqn: ¿En qué consistía ese trabajo?
RG: Nosotros trabajábamos con población campesina a la cual el INTA no atendía. En la zona del Alto Paraná, estas familias tienen reducida superficie, 2 o 3 hectáreas (has), y arrancaron siendo producciones de subsistencia. La mitad del ingreso familiar anual provenía de la venta de sus productos de la chacra y la otra mitad de trabajos eventuales fuera de la chacra, o sea changas. Por ahí una parte de la familia o el hombre se iba a trabajar en la actividad forestal a la zona de Corrientes o Entre Ríos y después de un mes volvía con algo más de plata. Así se iba conformando el ingreso familiar.
Nosotros llegábamos y primero que nada desencadenábamos procesos organizativos, después procesos productivos y finalmente procesos comerciales. Desde lo simple a lo complejo. Lo organizativo significa trabajar la idea de que sólo es muy difícil; finalmente esto del individualismo es la fantasía de la auto sustento, fantasía de que “yo sólo puedo”, con mi vecino no. Pero eso es una fantasía. Nosotros trabajamos mucho contra esa idea. Como el financiamiento y los subsidios que venían desde el Estado nacional a través del PSA eran a grupos de familias, entonces al principio medio medio que se veían obligadas a tener que juntarse con los vecinos, pero después vieron los resultados, porque compartían maquinaria, vendían en conjunto, se podían capacitar, podían ir a otros lados.
A diferencia de otros organismos como el INTA (que todo bien) nuestra puerta de entrada no era un cultivo, o sea nosotros no íbamos a una comunidad a trabajar “la mandioca” “los cítricos” o “el maíz” sino que nuestra puerta de entrada era la familia; lo que la familia hacía y esa era la punta del ovillo para nosotros. Y en general lo que hacía la familia era lo que hacía la comunidad. Por ejemplo con el tema del azúcar, el grupo Madre Tierra, integrante de la Red Cañera hoy, arranca también con unas 10 o 12 familias. Ellos al principio compraban animales, un lechón, pollitos, para construir un gallinero o un corral y después empezaron a plantar caña de azúcar, primero en pequeña escala. Fuimos a conocer como era la producción de caña en otros lugares cercanos. Les gustó, compararon una carga de camión de semilla de caña y la plantaron. Deciden comprar un trapiche manual que es una máquina para sacar el jugo, y después hacían miel de caña que es un punto anterior al azúcar y vendían en el pueblo. Eran momentos muy difíciles, año 2000, pero ellos tenían alguito de plata. Con otro proyecto compráramos un trapiche eléctrico, como una decisión natural del proceso. Así fuimos de lo chico a lo más grande. La factibilidad de proyecto era segura porque era algo que ellos ya hacían, no era que alguien aterrizaba y les decía “hoy vamos a hacer queso” y nadie tiene una vaca.
Después esa producción hay que venderla, y entonces la feria. Empezaron a hacer azúcar, y la dietética ya te pedía que la envases, y después te pedían la habilitación y ya venía el del ministerio de salud y la parte de bromatología. Hubo que hacer la sala de industria, el agua… Y cada tanto aparecían estos pequeños proyectos que tenían un impacto muy grande. Cuando digo esto quiero decir que las inversiones en el sector campesino aunque sean de montos modestos tienen un impacto grandísimo. El crecimiento es exponencial: aumenta la escala, mejora la calidad, mejoran los ingresos, pagan mano de obra.
Después que me despidieron en abril de 2018 los campesinos me dijeron “Raúl te venís a producir azúcar con nosotros, vos sos el lote 9”, el noveno que hace azúcar. Cuando salió el azúcar pusieron “lote 9 – Raúl” (risas).
Hqn: ¿En qué situación están las comunidades con que laburabas?
RG: Además de “lo productivo” teníamos que luchar por el tema de la tierra. Porque la titularidad de la tierra es precaria; la regularización es una gran falencia en Misiones. Las tierras donde estaban los campesinos eran disputadas en general por empresas forestales. Entonces el proceso organizativo también incluía principalmente la defensa de la tierra. Antes que la producción, defender la tierra. Así defendimos en muchos lugares. Dimos vuelta desalojos que ya tenían la orden de lanzamiento, o sea que ya vino el oficial de justicia, con la orden donde el juez dice bueno “ya que no te fuiste en el primer aviso te mando la fuerza pública y te saco afuera” y nosotros logramos dar vuelta eso. El caso de Aniceto ahí en Piray – Santa Teresa, se logró dar vuelta ese desalojo por ejemplo: Un día en el año 2007 llega la policía con la oficial de justicia y con la persona de la empresa, y le desarman la casa, hacen un desastre y se juntaron todos los vecinos y evitaron que se desaloje. A las 12 horas ya tenía construida la casa de vuelta, por los campesinos.
Hasta el año 2006 habrán sido procesos exclusivamente campesinos, pero después también con los indígenas. Ese año una empresa quería desmontar el último monte de la zona ahí en Colonia Delicia, para plantar pino. 200 hectáreas de monte donde nacían los arroyos que abastecían de agua a una comunidad y a un montón de chacras, y bueno, ayudamos a organizar a la comunidad campesina y en el proceso se suma la comunidad indígena. Nosotros estábamos en todas esas, ayudando a organizar, a dar difusión con la gente del pueblo, con la Municipalidad… y finalmente ese monte todavía está en pie.
Entonces a grandes rasgos ese era el trabajo: la organización, la producción, la comercialización, la defensa de la tierra, la defensa del paisaje, del monte, del agua. Nuestro trabajo era de desarrollo rural con enfoque socioterritorial; entonces incluía la vinculación con el pueblo y este conjunto de problemáticas. Y también un enfoque agroecológico, nosotros decíamos que este enfoque más que de filosofía de vida era una cuestión de salud pública. No podíamos promover que los campesinos utilicen agrotóxicos porque además de envenenar el ambiente se envenenaban ellos y los consumidores de la feria, y eso es una cuestión de salud pública.
Hqn: Y llega tu despido junto con cientos de compañeros…
RG: Bueno cuando toma el PRO la coordinación de Misiones, asume como coordinador Walter Kunz, un abogado del PRO de Montecarlo. En el discurso iba a ir todo para adelante, pero la realidad es que quedamos desfinanciados porque ya no había más proyectos. Siempre estaba la promesa, en vez de lluvia de inversiones, lluvia de proyectos. No teníamos para el combustible, las camionetas que se rompían no se arreglaban y así nos fue bajando el techo y finalmente era una situación muy complicada. También hubo maltrato, estrés en los compañeros porque no se podía hacer el trabajo. Después muchos se quedaron sin tareas y eso generaba una inquietud enorme, porque decís “mañana me echan”. En mi caso yo no tenía camioneta y me iba igual, caminando 8km para ir a la comunidad y 8 para volver, y yo lo podía hacer porque quería y podía pero no todo el mundo puede.
Hqn: ¿Ibas caminando?
RG: Tenía que tomarme el colectivo desde Eldorado hasta Colonia Delicia y desde la ruta donde me dejaba eran 8km para adentro, y después de vuelta para tomarme el colectivo. Entonces iba menos veces y podía hacer menos cosas porque tardaba más. Lo que vos tenés que tener como trabajador es el medio para hacer tu laburo, para dar respuesta a los campesinos. Porque después también se generaban malestar “nosotros necesitamos arreglar esta máquina, ¿cómo puede ser que no tengamos?” y muchos compañeros ponían plata de su bolsillo para arreglar máquinas, financiar… Ponele te falta comprar frascos, y a veces se ponía para los frascos y después se hacía la compra en conjunto y los compañeros recuperaban la plata, y lo hacían para mantener una función entendés? Pero con eso se mantenían activos y con la cabeza más fresca.
En el caso particular nuestro empiezan a surgir los conflictos con este abogado Kunz cuando hay un conflicto con la aldea indígena Ysyry. Resulta que el INAI, conforme la ley 26.160, realizó el relevamiento territorial, y marcaron 530 hectáreas aproximadamente. Una gran empresa forestal, “ Pindó”, se entera que uno de “sus” lotes estaban adentro. No sólo estaba la tierra que declaraba Pindó sino muchos otros empresarios y se armó un despelote bárbaro. Empezaron a hacer toda una movida desde la muni y los empresarios con que “los indígenas se quedaban con sus tierras”, y sumaron a pequeños productores que la delimitación mordía pedacitos de su chacra. Los que principalmente perdían eran los empresarios forestales. Muchos de estos empresarios eran amigos, clientes de nuestro coordinador provincial y hasta miembros del PRO que fueron después candidatos.
Nosotros defendíamos la delimitación territorial y nos acusaban de que nosotros la habíamos hecho (nosotros decíamos “no, es el INAI, que es otro organismo”). Eso alcanzó para ser los enemigos públicos. Nosotros le discutíamos el tema de la tierra como siempre hicimos con los empresarios forestales y con los funcionarios provinciales, porque estábamos con los campesinos que tienen la posesión. El caso de Aniceto que te contaba, hacía 40 años que estaba ahí, más que dueño era, dos veces dueño… Entonces cuando se hizo la lista de despidos me pusieron de una, y después de 21 años de trabajar en la Secretaría de Agricultura Familiar un día cuando quise entrar en la intranet que teníamos no andaba mi clave. De Misiones llamo a Buenos Aires para decir que no andaba mi clave si me la podían blanquear y me dijeron que no me podían dar una clave nueva porque estaba dado de baja, y al otro día me llegó el despido al correo de Eldorado. Sin indemnización, sin aviso previo, sin evaluación de desempeño, nada.
En ese momento todos los despedidos a nivel nacional que éramos como 700 nos convertimos en parias. En ese momento que me despiden Walter Kunz ya era director nacional y fue uno de los que comandó los despidos a nivel nacional. Nosotros comenzamos a hacer movilizaciones a nivel local, con enorme solidaridad de los campesinos e indígenas, vinimos a Buenos Aires infinidad de veces y los funcionarios ni nos atendieron. Despidieron delegados gremiales, eso es el opaitema como se dice en guaraní: es lo último.
En Misiones nos echaron a 26 compañeros, y en Formosa echaron a 20 compañeros e incorporaron a 20 que son punteros del PRO que es gente que no sabe nada; no sabe lo que es un campesino, y ni siquiera les importa. Lo último fue el convenio con la Fundación Maizar para llevar maíces transgénicos a las chacras para exportar a Brasil, para hacer alimento balanceado.
Hqn: ¿Cómo resistieron a los despidos?
RG: La resistencia a los despidos fue contínua; marchas, comunicados, adhesiones de las organizaciones en los pueblos, salíamos en los medios locales, salimos a las rutas. Hicimos todo lo que pudimos… yo hasta me crucifiqué con otros compañeros en la reja del Ministerio. Ni nos atendieron. Eso es odio de clase: no les importan los trabajadores, no les importan los campesinos, odio de clase. Y fue así que cuando se reunía el ministro Etchevehere con el gabinete se jactaba que era el que más recorte había hecho. Aniquiló la Secretaría de Agricultura Familiar con todos los proyectos, más un montón de otros compañeros que laburaban en el ministerio.
Hqn: ¿Cómo estás viendo y viviendo el cambio de gobierno?
RG: De lo grueso a lo fino, para empezar yo tenía terror de que gane Macri. Perdió Macri y el nuevo gobierno generó una esperanza, no sólo en mí, creo que en todo el mundo. En todos mis compañeros y compañeras despedidas. A partir de ahí la mesa de la SAF logra reunirse con el nuevo secretario de agricultura familiar, Miguel Gómez, algo que en todo este tiempo no pudo ser y plantear la necesidad de las reincorporaciones con buena recepción. El día y la noche en comparación con Santiago Hardie que era el Secretario de Agricultura Familiar con Macri.
Yo tengo expectativa y esperanza por un lado, pero por otro también temor porque esa expectativa también está en mi familia y las familias de los compañeros, y si esa expectativa no es cubierta sería tremendo. Yo voy a seguir luchando hasta que me reincorporen. Espero que sea con este gobierno, porque es justicia que nos reincorporen. Yo tengo 30 años de precarizado en el Estado.
Hqn: Qué te dejó estos años? volvamos un poquito a estos años de estar con los campesinos; Productores Independientes de Piray (PIP), la recuperación de tierras, los pueblos originarios…
RG: Yo miro la tele y veo la gente de mi edad, yo tengo 59 años, que se presentan y son doctores en tal cosa, o directores de teatro, que ocuparon un lugar relevante. Y yo miro y digo ¿qué hice en estos años?; y caigo que lo que yo logré es algo que no cotiza en el capitalismo: estar vinculado a las luchas de los campesinos y los indígenas por la vida. Y eso es algo que no se humedece, que no te roban, que no te embargan. Eso yo lo tengo y me queda a mí, a mi familia, a mis hijos, y yo estoy orgulloso. De participar a fines de diciembre en una jornada de cosecha de los frutos del trabajo de los campesinos de PIP, en la tierra que le arrancamos a la multinacional Arauco; y donde crecían pinos, ahora hay un zapallo, batata, porotos negros, porotos cariocas, melón, sandía, arroz de secano. Ser testigo de eso, de la alegría que tienen los campesinos… Hicieron un arbolito de navidad, que por supuesto no era un pino, le pusieron unos maíces, lleno de estos productos, y era el festejo de la vida. Comimos asado, sopa paraguaya, chipa guasú, ensaladas, con toda esa producción; comer de eso, que ellos hagan su balance, y que cada tanto en ese balance me nombraban. Soy millonario, entendés?
Esos campesinos también me hicieron a mí. Nosotros dimos muchas cosas pero después hay muchas cosas que los campesinos nos dieron a nosotros. Y nos hicieron de una manera. Entonces ser parte de esa sopa de esa interacción es un tesoro para mí.
Y digo, para los que piensan que somos un gasto los trabajadores del Estado, digo que el fruto de nuestro trabajo se ve plasmado en cientos de hectáreas que ellos a van a seguir cultivando siempre. No este año y el anterior. Y esa tierra va a seguir mejorando, porque ellos saben cómo mejorarla. Ellos recibieron una tierra dañada, ofendida por el pino. Tierra maltratada por Alto Paraná, o Arauco ahora. Y ellos están curando la tierra, con la producción de alimentos, con el trato. Respetando la tierra… Eso es algo que va a quedar por siempre, y vale mucho más que lo que “la sociedad gastó pagando mi sueldo”, mucho más.
Hqn: ¿Qué cosas te gustaría aportar como puntas para avanzar hacia la soberanía alimentaria?
RG: Yo estoy convencido de que como sociedad debemos procurar con todos los medios posibles rescatar el conocimiento que hay en pueblo campesino. Esos jóvenes de PIP de 20 años si no tuvieran la tierra, estarían en la villa de Retiro. Muchos han vuelto de la villa de Retiro a Piray. Si están en la Villa de Retiro, o en cualquier lado de Buenos Aires, o de Corrientes, trabajando de cualquier otra cosa, no tienen la oportunidad de aprender de sus padres y de sus abuelos como se cultiva la tierra, y ese conocimiento se pierde. Como se pierde de producir harina del maíz blanco para hacer la sopa paraguaya o el chipa guazú, o un borí de gallina, se pierde como cultivar el maní. Entonces lo primero que tenemos que hacer es recuperar ese conocimiento, pero ese conocimiento se recupera con tierra, porque si vos tenés una tierra en el fondo de la casa no alcanza. También hay que recuperar la tierra. Hay que democratizar el uso de la tierra.
A mí me crió una pareja, que son mis abuelos postizos, que venían de Mercedes – Corrientes. Yo recién me enteré de que ellos migraron de Corrientes, porque toda la zona de Mercedes, y todo Corrientes era un gran latifundio. No había lugar para ellos, para criar a todos sus 9 hijos. Y se vinieron a José C. Paz, Buenos Aires. Ahí había tierra baldía, y ahí hicieron su chacra, o sea eran campesinos, pero tuvieron que dedicarse a otra cosa. Mi abuelo era carpintero. Entonces nosotros tenemos que democratizar el uso de la tierra. Nosotros tenemos que finalmente hacer una reforma agraria. Tenemos que empezar a nombrarla. No puede ser que por un lado haya ciudades que estén apiñadas con gente mal viviendo y por otro lado grandes latifundios. No me importa si esos latifundios son productivos o improductivos, o si están en manos de una empresa nacional o una extranjera, porque a fin de cuentas es lo mismo, no la tienen los trabajadores que la necesitan para producir alimentos de acuerdo a su cultura. Entonces recuperar el conocimiento, recuperar la tierra. Y eso si hay voluntad política se puede hacer, pero hay que animarse. El que haga eso, como dicen los paraguayos “se pone el sombrero”. Destapa una olla. Te imaginas?
Es salir de la caverna, el mito de la caverna viste? Que los tipos creen que el sol es la sombra de ellos contra la pared y viene un tipo de afuera y dice no! el sol es un astro que está allá arriba. Salgamos de la caverna, democraticemos. En vez de poner la plata ahí en el régimen de promoción forestal de la 25.080 que agarren la mitad de esa guita para comprar tierras para comunidades, y empecemos con experiencias pilotos. Misiones recibe casi mil millones de pesos por año como fondo especial de tabaco. Viniendo por Corrientes, hay lugares que decís: en esta loma gigante vamos a fundar un pueblo con 3 mil habitantes, vamos a producir. Y eso mueve la economía. La gente compra un tractor, semillas, maquinas, vende, se instala el comercio, los servicios, se pone un banco. Entonces el desarrollo de mercado interno a partir de recuperación de tierras, sería un sueño. En vez de envenenar la tierra hacer un círculo virtuoso. Hagamos un padrón de gente que quiera ir al campo, con asistencia técnica del INTA, el INTI en el tema de incorporar valor agregado, Agricultura Familiar, y atrás todos los ministerios. Cambia todo.