El enriquecimiento de la biodiversidad, derecho ancestral de los campesinos
Treinta años de política neoliberal han demostrado que ésta aumenta la pobreza, y deteriora la condición y dignidad humanas mientras se incrementan la riqueza y la fuerza de las transnacionales
Humanización frente a la globalización
Superar los principales problemas sociales, erradicar el hambre y la desnutrición, garantizar la educación y el enriquecimiento cultural, acabar con la ignorancia, combatir la pobreza son acciones fundamentales de la vía humanista de desarrollo que se enfrenta a la arrolladora velocidad de la globalización. El neoliberalismo usa dichos términos como adorno de sus discursos en Davos, pero se encarga de no llevarlos a la práctica.
Biodiversidad: la vida en buenas manos
Para Vía Campesina, el concepto de biodiversidad comienza por el reconocimiento de la diversidad humana, la aceptación de que somos diferentes y de que cada pueblo y cada persona tiene libertad para pensar y para ser. Vista así, la biodiversidad no se circunscribe a la flora y la fauna ni refiere sólo al suelo, el agua o los ecosistemas; incluye también a las culturas, los sistemas productivos, las relaciones humanas y económicas, las formas de gobierno; es, en esencia, libertad.
La diversidad manifiesta la riqueza de la vida. La diversidad vegetal nos da alimento, medicinas y vivienda; la diversidad humana ?la gente de diferente condición, ideología y religión? nos da riqueza cultural. Entonces, debemos evitar que se impongan modelos en donde predomine una sola forma de vida o modelo de desarrollo.
Por ello, nos oponemos a que se privaticen, a que se patenten los materiales genéticos que dan origen a la vida, a la actividad campesina, a la actividad indígena. Los genes son propiedad de la naturaleza. Nosotros los campesinos la hemos resguardado, cuidado, protegido, con el respeto profundo que hemos adquirido de generación en generación. Somos los campesinos quienes hemos realizado el mejoramiento genético y nuestro mayor aporte es la evolución natural de las especies que pasan por nuestras manos.
En la Vía Campesina proponemos que la biodiversidad debe ser base para garantizar la seguridad alimentaria como un derecho fundamental, básico y no negociable de los pueblos; derecho que debe prevalecer por encima de las directrices de la Organización Mundial del Comercio.
Los recursos genéticos: derecho de los agricultores
Para los campesinos, las semillas son el cuarto recurso de la naturaleza después de la tierra, el agua y el aire. Desde que el hombre creó la agricultura, los campesinos hemos protegido y preservado la diversidad genética, hemos seleccionado las variedades más productivas y mejorado aquellas menos eficientes. Los recursos genéticos ?inicialmente considerados una responsabilidad de los productores rurales? pretenden ser controlados siguiendo el esquema de patentes ahora que empresas transnacionales de la biotecnología han incursionado en la manipulación genética de plantas, animales y seres humanos.
Como campesinos, estamos conscientes de que tenemos el derecho soberano de explotar nuestros recursos asegurando el manejo ambientalmente sano de éstos; por lo tanto, tenemos la facultad para participar en la regulación del acceso a los recursos genéticos.
Proponemos el reconocimiento pleno del derecho del agricultor, el cual sólo podemos explicar en la historia y en la diversidad. Este derecho rebasa los marcos jurídicos de la propiedad intelectual. Es un derecho aceptado por los gobiernos y pueblos del mundo mediante la resolución 5-89 de la FAO, el Convenio 169 de la Organización Internacional del Trabajo, la cláusula 8-J del Convenio de Biodiversidad y el punto 14.60 de la Agenda 21, firmada por los jefes del Estado de casi todos los países del mundo.
Así, campesinos, indígenas y comunidades rurales reclamamos el derecho a la propiedad de la vida, reconocemos la gran diversidad vegetal y humana que existe en el mundo, apoyamos el desarrollo de una legislación nacional al respecto que defienda los recursos genéticos a través del respeto y puesta en marcha de los derechos del agricultor.
Propiedad intelectual
Nos oponemos a la propiedad intelectual sobre cualquier forma de vida. Queremos elevar a principio universal que los genes, como esencia de la vida, no pueden tener dueño. El único dueño de la vida es quien la porta, quien la detenta, quien la vive, quien la alimenta y quien la conserva.
La propiedad del conocimiento sobre formas de vida tiene un grave riesgo: la monopolización de patentes con fines estrictamente lucrativos. Este puede ser un fenómeno que rebase a los gobiernos, y el uso inadecuado de los genes por las transnacionales puede acarrear graves problemas de bioseguridad al promover grandes poblaciones homogéneas susceptibles a patógenos. No nos oponemos al avance del conocimiento sino a su monopolización y a su uso inadecuado.
Alimentos transgénicos
En el mundo se siembran 37 millones de hectáreas con cultivos transgénicos, que si las comparamos con la superficie agrícola mundial de mil 400 millones de hectáreas, significa el 2.6 por ciento. De esta superficie se obtiene un volumen considerable de alimentos que se distribuyen por el mundo sin regulación.
Los productos transgénicos se constituyen en materias primas de una gran cantidad de alimentos, la mayoría de ellos industrializados y en los que no se expresa debidamente en la etiqueta que se trata de alimentos transgénicos, tampoco se controla su importación y exportación masivas. Además de los posibles riesgos a la salud humana, los transgénicos pueden impactar negativamente a la economía campesina y al ambiente.
Para la economía campesina, los transgénicos pueden significar la pérdida de la autonomía y mayor dependencia de las empresas transnacionales, tanto económica como tecnológicamente.
Sumemos a esto los impactos negativos en el ambiente: las plantas transgénicas podrían provocar una contaminación genética. Además, como los vegetales transgénicos son resistentes a herbicidas, pueden llegar a convertirse en plagas difíciles de controlar.
Por estos motivos, la Vía Campesina propone:
Que se declare una moratoria a la liberación y comercio de organismos transgénicos y sus productos derivados.
Que se aplique el principio de precaución y previsión, que señala la Agenda 21, de la Cumbre de la Tierra y el Protocolo de Bioseguridad, donde se establece el derecho a no autorizar los organismos transgénicos hasta que exista una completa evidencia de su seguridad y de la ausencia de riesgos, y que la sociedad haya tenido la oportunidad de conocer y debatir de manera informada sobre estas tecnologías, así como ejercer el derecho de decidir sobre su utilización.
Que todas las decisiones relacionadas con el uso, manejo y liberación de organismos transgénicos sean objeto de consulta y participación informada de todos los sectores de la sociedad que pueden ser afectados negativamente.
Que se realice la evaluación y manejo de riesgos considerando en forma integral e interdependiente todos los aspectos de la bioseguridad, incluyendo las interacciones en el ambiente, la biodiversidad, la salud humana, la seguridad alimentaria, y los aspectos socioeconómicos y culturales.
Que se garantice la protección eficaz de los sistemas agrícolas locales y tradicionales, de la seguridad alimentaria, y de los derechos humanos y colectivos.
Finalmente, que los acuerdos y consideraciones de bioseguridad y los acuerdos multilaterales sobre el ambiente predominen sobre los acuerdos y las políticas comerciales.