El acuerdo EU-Mercosur en la era biotecnológica
El acuerdo con el Mercosur presenta una batería de amenazas para el modelo alimentario campesino. La entrada al mercado comunitario europeo de productos agrícolas y ganaderos obtenidos en unas condiciones de seguridad mucho más laxas y precios bajos, pone en peligro al modelo agrícola familiar frente al modelo latifundista, tiene graves consecuencias sobre las/os consumidoras/es europeas/os, agravará el cambio climático y concentrará las materias primas en manos de menos empresas -más fuertes y poderosas, lo cual supone un riesgo para la seguridad alimentaria. Así mismo, el campesinado pasará a ser un mero operador de los proveedores de insumos y los compradores de la producción, en manos de los grandes fondos de inversión. Sin embargo, no se suelen analizar las implicaciones de estos Tratados de Libre Comercio (TLC) en el contexto de esta segunda ola de biotecnología aplicada a la agricultura y ganadería, ni sus consecuencias sobre la privatización y acaparamiento de los recursos genéticos para la alimentación.
Potenciar un problema actual
La Unión Europea es dependiente de las importaciones de proteínas vegetales y cereales de América del Sur y es evidente que la firma de este acuerdo empeorará esta situación. El campesinado europeo no puede competir con los precios de estas importaciones que no consideran las consecuencias ambientales, sociales, económicas y sanitarias sobre las poblaciones locales y los recursos naturales. Cabe destacar que sólo en Brasil en 2019, debido a la extensión de estos monocultivos se asesinaron al menos 32 sindicalistas, campesinas/os e indígenas por el creciente acaparamiento de tierras.
Entre el 90 y 100% de la soja y el maíz producidos en estos países son Organismos Genéticamente Modificados (OGM-transgénicos) resistentes a uno o varios herbicidas (glifosato, isoxaflutole, dicamba, inhibidores de ALS, 2,4-d y glufosinate) y toxinas BT. En Europa algunos de estos herbicidas no están autorizados o han sido retirados e incluso la toxicidad de sus residuos en los alimentos no ha sido evaluada. Esta situación impide aplicar la reglamentación europea sobre los Límites Máximos de Residuos (LMR) “tolerados” en la alimentación. Además, en muchos casos, las multinacionales proporcionan ensayos para las evaluaciones de riesgo de transgénicos con valores de dosis de herbicidas menores a las que recomiendan y son realmente utilizadas en campo [1]. Los potenciales efectos sobre la salud del consumidor/a europea/o no están, en la actualidad, plenamente controlados.
¿Cómo revertir la falta de rigor de la administración en la evaluación de riesgos?
Para los OGM «apilados», que son aquellos que tienen varias modificaciones genéticas, la evaluación de riesgos no se realiza para el organismo completo, sino considerando que sólo presentan los riesgos de cada modificación genética por separado. Estudios científicos [2] apuntan la falta de rigor de esta lógica de evaluación.
Apilar resistencias conlleva nuevos riesgos que se tienen que analizar. El uso de herbicidas en variedades resistentes influye en las cadenas metabólicas y la regulación del genoma de las plantas y puede tener consecuencias sobre la expresión de otras modificaciones deseadas o no. También preocupa o se debe considerar el contenido de residuos de otros pesticidas, así como los riesgos que pueden presentar estos cócteles de residuos. Los estudios de toxicología de OGM tienen que estar basados en ensayos realizados en las condiciones reales en las que los alimentos se producen.
Un acuerdo “puerta de entrada” de OGM no declarados
Actualmente en el mundo se están liberando nuevos OGM no evaluados, por ejemplo los creados con nuevas técnicas “de edición” genética como la tecnología CRYSPR/Cas9, ya que en muchos países la industria biotecnológica ha logrado imponer su punto de vista y no se consideran OGM. Sin embargo, la Sentencia de la gran sala del Tribunal de Justicia de la Unión Europea del 25 de Julio de 2018 indica que los organismos obtenidos mediante técnicas o métodos de mutagénesis in vitro son OGM [3].
Estas nuevas técnicas, generan, al igual que las anteriores, modificaciones “no deseadas” y no predecibles, que implican riesgos a evaluar y además permiten el desarrollo de nuevos protocolos de identificación y detectabilidad. De momento Europa no quiere cumplir con su obligación de desarrollar métodos de detección ni protocolos de vigilancia.
El TLC UE-Mercosur se basa en las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC) sobre los Obstáculos Técnicos al Comercio y su firma dificultará el cumplimiento del principio de precaución en materia de seguridad alimentaria en Europa. Además presionará a los legisladores para la desregularización de las normas de control de los OGM.
¿Sacrificar al campesinado e imponer un modelo de privatización de la vida?
Hace 22 años de la publicación del primer informe sobre el Estado Mundial de los Recursos Fitogenéticos para la Alimentación y la Agricultura donde se describía una situación alarmante que no ha hecho más que empeorar. A lo largo de un siglo, los cuellos de botella tecnológicos y reglamentarios habían provocado la pérdida del 75% de la biodiversidad cultivada, poniendo en riesgo la seguridad alimentaria de la humanidad por el incremento de la vulnerabilidad genética [4].
La aplicación de las reglas de la OMC en materia de propiedad intelectual permite patentar en Europa las semillas, los animales y los caracteres genéticos obtenidos por procesos biotecnológicos. Los caracteres patentados pueden también encontrarse u obtenerse de manera natural o con procedimientos que son esencialmente biológicos. Estos, son llamados caracteres “nativos”- como por ejemplo color, precocidad, resistencias entre otros muchos. La patentabilidad de los caracteres nativos genera ya batallas legales donde los más débiles -campesinado, pequeñas y medianas empresas semilleras- no tienen recursos financieros para defenderse y luchar en procesos judiciales.
El aumento de patentes sobre estos bienes comunes -conservados, diversificados y seleccionados por las prácticas campesinas durante milenios- nos alerta sobre el acaparamiento de los recursos genéticos en manos de un puñado de multinacionales y de fondos de inversión. Es crucial desarrollar un sistema de identificación y trazabilidad de los nuevos OGM para evitar que las patentes se extiendan más allá del propio OGM.
Los TLC que desarrolla la UE presionan a los países par que apliquen los Acuerdos sobre los aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio (ADPIC) de la OMC. También implican la firma del Tratado de Cooperación en materia de patentes (TCP) que de manera indirecta tienden a homogeneizar las legislaciones.
Por otro lado, estos acuerdos generalizan la aplicación de la versión de 1991 del Tratado UPOV (Unión de Protección de las Obtenciones Vegetales). Esta reglamentación viene acompañada de normativas «biodiverticidas» que criminalizan, como en Europa, al campesinado y sus prácticas de “selección campesina” que integran, adaptan y conservan en sus fincas la biodiversidad cultivada.
Los Tratados de Libre Comercio continúan y profundizan el trabajo de la OMC. Son los instrumentos de las multinacionales y los fondos de inversión para imponer las desregulaciones necesarias con el fin de privatizar y acaparar la vida usando como herramienta sus nuevos OGM. En todos los continentes, las organizaciones campesinas, no pueden permitir que se firmen. Unidas con el resto de la sociedad ganaremos esta lucha y sacaremos la alimentación de la OMC.
Notas:
[1] https://doi.org/10.1186/s12302-019-0274-1
[2] https://doi.org/10.1101/2020.08.25.266528 , https://doi.org/10.1186/s12302-020-00379-6
[4] http://www.fao.org/3/a-w7324e.pdf
Rocío Hernández - Adjunta de Comunicación del Baix Llobregat de Unió de Pagesos de Catalunya
Olivier Chantry - Responsable Clima y Biodiversidad del Baix Llobregat de Unió de Pagesos de Catalunya
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