Ecuador: la patente o la vida
"Al autorizar al laboratorio indio Eske la venta en Ecuador del ritonavir como medicamento genérico, el costo del tratamiento de los pacientes seropositivos baja por lo menos a la mitad y los precios caerán aun más gracias a la competencia, ya que un segundo laboratorio se prepara a ofrecer ritonavir en el mercado ecuatoriano. Mientras Abbott cobra en Estados Unidos casi diez dólares por pildora de ritonavir, Eske la venderá al público en Ecuador a 0,98."
"Las naciones poderosas tienen una tendencia a imponer a las naciones pobres teorías que ellos nunca han aplicado y probablemente nunca aplicarán", afirma el economista noruego Erik S. Reinert en su libro Cómo se enriquecieron los países ricos... y por qué siguen siendo pobres los países pobres, que acaba de publicar Third World Network (por ahora sólo en inglés).
Reinert, que es un historiador de las políticas económicas realmente aplicadas y no de las ideas económicas que se promocionan, recuerda cómo hacia 1820, cuando Estados Unidos comenzaba su industrialización, el lema más repetido en Washington era "no hagas lo que el inglés te dice que hagas sino lo que el inglés hizo".
El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, bien puede haber pensado en este consejo al decretar la semana pasada la licencia obligatoria del ritonavir, principio activo del medicamento antirretroviral Kaletra de la empresa farmacéutica estadounidense Abbott, indispensable para pacientes con HIV-SIDA.
La licencia obligatoria no desconoce la propiedad intelectual de quien posee la patente, pero le obliga a renunciar a su monopolio en ciertos casos. Estados Unidos es gran defensor de los derechos de propiedad intelectual a nivel internacional, sin embargo, como recuerda la organización de defensa de los consumidores Public Citizen, "nadie en el mundo utiliza tanto las licencias obligatorias como Estados Unidos: el gobierno las utiliza permanentemente en la industria de defensa y la justicia regularmente ordena licencias obligatorias para remediar prácticas anticompetitivas en biotecnología e informática".
Al autorizar al laboratorio indio Eske la venta en Ecuador del ritonavir como medicamento genérico, el costo del tratamiento de los pacientes seropositivos baja por lo menos a la mitad y los precios caerán aun más gracias a la competencia, ya que un segundo laboratorio se prepara a ofrecer ritonavir en el mercado ecuatoriano. Mientras Abbott cobra en Estados Unidos casi diez dólares por pildora de ritonavir, Eske la venderá al público en Ecuador a 0,98.
Para calcular cuánto debe pagar Eske a Abbott por el uso de su patente, el gobierno ecuatoriano tomó el precio de venta en Estados Unidos y aplicó una tasa de cinco por ciento sobre este precio, para obtener una regalía ficta de medio dólar. Luego, siguiendo un modelo aconsejado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), aplicó a este valor un coeficiente proporcional a la diferencia de ingresos medios entre Ecuador y Estados Unidos. En 2009, según cifras del Fondo Monetario Internacional, el ingreso promedio de Estados Unidos fue de 46.000 dólares per cápita y el de Ecuador, de menos de 4.000, o sea un ocho por ciento. Siguiendo la misma proporción, el consumidor ecuatoriano pagará a Abbott un ocho por ciento de la regalía ficta, o sea cuatro centavos de dólar por cada pildora fabricada por Eske o cualquier otro fabricante de medicamentos genéricos. En su decreto, la Dirección Nacional de Propiedad Intelectual de Ecuador se manifiesta "consciente de la necesidad de contribuir e invertir en la investigación y desarrollo de nuevos medicamentos", pero esta contribución debe ser proporcional a los medios de cada país y por ello se adopta este método de cálculo, denominado TRM (Tiered Royalty Method), propuesto inicialmente por James Love en 2005 en un documento conjunto de la OMS y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo.
Un vocero de Abbott declaró que las licencias obligatorias "socavan el sistema de patentes y desincentivan a las compañías basadas en la investigación a que inviertan en nuevos tratamientos".
Por su parte, la oficina comercial de Estados Unidos ya había puesto a Ecuador en su lista de observación sobre "prácticas comerciales restrictivas" el año pasado, con motivo de la firma del decreto sobre licencias obligatorias que ahora se aplica por primera vez. La inclusión en esta lista puede disparar la pérdida de preferencias arancelarias en Estados Unidos, según la controvertida cláusula 301 de la legislación comercial de ese país. La categorización de la decisión ecuatoriana como una "barrera al comercio" es un ejemplo de la brecha entre el lenguaje económico y el sentido común, ya que lo que efectivamente hace Ecuador es permitir la libre competencia entre varios laboratorios, y con ello bajar los precios. No se impide la presencia de Abbott en el mercado ni se desconoce su patente, sólo se pone coto a su monopolio.
Según el boletín especializado Intellectual Property Watch, antes de la concesión de la licencia obligatoria, Abbott alertó al Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual sobre la potencial mala calidad del producto genérico, pero los oficiales de patentes respondieron que este tema era competencia del Ministerio de Salud, que se encarga de todos los controles necesarios antes de autorizar su venta.
Por su parte, Francisco Rossi, vocero de la fundación colombiana Ifarma, que trabaja sobre temas de acceso a la salud, dijo que esta decisión ecuatoriana llena un vacío y debe ser imitada: "Ecuador muestra la enorme diferencia que hay cuando existe voluntad política y cuando la salud pública es más importante que los acuerdos de comercio o el afán de atraer inversores a cualquier precio".
El decreto ecuatoriano cita, en efecto, en su primer artículo al derecho constitucional a la salud y el principio ancestral del "buen vivir" o Sumak Kausay, que "se basa en construir en forma democrática y paulatina las condiciones materiales y espirituales de la colectividad, bajo parámetros de entendimiento, identidad cultural, armonía social y ambiental, solidaridad y respeto a la salud y a la vida".
Pero al mismo tiempo el gobierno ecuatoriano hace una cuidadosa lectura de las normas de la Organización Mundial de Comercio y su Acuerdo sobre los Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPs, por su sigla en inglés), así como de las decisiones de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual (OMPI), que reconocen y permiten los mecanismos de licencias obligatorias en casos de interés público, emergencia o seguridad nacional.
"Ecuador se ha vuelto un ejemplo para países que quieren acceder a medicamentos esenciales para la vida pero no pueden pagar costos cada vez mayores", dijo Peter Maybarduk, director del Programa de Acceso a Medicamentos de Public Citizen. "La competencia es la manera más efectiva de bajar el precio de los medicamentos y, por lo tanto, las licencias obligatorias deberían ser herramientas básicas de toda política de salud pública".
La lista de países que ya han adoptado licencias obligatorias incluye a Brasil, Eritrea, Indonesia, Malasia, Mozambique, Tailandia... y por supuesto a Estados Unidos.
Fuente: Agenda Global