Disputas por el territorio, tensiones entre la guerra y la paz
Parece que el efecto planteado por la Ley de la inercia funciona a nivel del poder instituido y hegemónico, el rumbo marcado por los más poderosos lleva, sin duda alguna, a una catástrofe planetaria a pesar de las alertas y movimientos de resistencia.
El desastre no parece tener reversa.
Esta afirmación se sustenta en:
Por un lado, las políticas internacionales biodiversidad y de la llamada “sostenibilidad” muestran que la mayoría de los países promueve y defienden el actual sistema capitalista de mercado como única alternativa, abogando en últimas, por el crecimiento económico ascendente. Es claro que ésta lógica genera mayor presión al planeta ante la necesidad de extraerle materias primas cuya capacidad el planeta ya no soporta.
Por otro lado, las mejoras en la eficiencia en el uso de los recursos, la optimización de la energía e intentos de cambio en términos ambientales no han permitido reducciones globales absolutas en bajar las emisiones de gases efecto invernadero, el exagerado uso del petróleo, el uso en general de los recursos y la contaminación, así como la cereza de una abierta corrupción, suman al fracaso de los intentos por hacerle ajustes dentro del sistema capitalista, para evitar que la catástrofe ambiental y social avancen sin problema.
En este sentido, es lógico advertir que luego de cada cumbre global por el clima, por la defensa de los bosques, por la defensa del medio ambiente, lo que queda sea desesperanzador en tanto se evidencia, año tras año, que lo que sí sigue creciendo es el daño ambiental y que la preocupación real es la de cómo activar más y más el modelo económico. Modelo que es incompatible tanto con el equilibrio ecológico como con el respeto por los derechos y el bienestar humanos.
Ahora bien, si no se ha prestado suficiente atención a la cuestión de cómo se puede desvincular el crecimiento económico de la pérdida de biodiversidad, mucho menos se ha cuestionado el modelo económico producción-consumo que, en esencia, es el que debe ser superado.
Recientemente, la crítica del crecimiento económico se ha relacionado directamente con los debates sobre la conservación de la biodiversidad. Algunos autores han resaltado la necesidad de alejarse de la cocepción de crecimiento económico ilimitado, mientras discuten el papel de la ciencia de la conservación en la transición a una sociedad centrada, por el contrario, en la biodiversidad y el bienestar (Büscher et al., 2017; Martin et al., 2016; véase también Czech, Krausman y Devers, 2000).
Sin embargo, sigue sin explorarse por qué y cómo una evaluación crítica del crecimiento económico puede mejorar las políticas de biodiversidad de una manera ambiciosa y realista.
Basándonos en la bibliografía sobre las alternativas al crecimiento económico, exploramos esta contradicción y sugerimos vías para frenar el declive de la biodiversidad mundial. Entre ellas se incluyen propuestas políticas para superar el paradigma del crecimiento y, al mismo tiempo, aumentar la prosperidad general, que pueden aplicarse combinando la gobernanza descendente y ascendente en todas las escalas. Por último, llamamos la atención de los investigadores y responsables políticos sobre dos pasos inmediatos: reconocer el conflicto entre el crecimiento económico y la conservación de la biodiversidad en las políticas futuras; y explorar trayectorias socioeconómicas más allá del crecimiento económico en la próxima generación de escenarios de biodiversidad. (Otero, I, Farrell, KN, Pueyo, S, et al., 2020)
Va quedando claro que, éste modelo económico de producción y consumo ascendentes, no es viable, no es posible seguir insistiendo en él, pero por ahora no parecen existir alternativas, y parece que no hemos, en serio, pensado en un cambio de fondo e integral: cultural, de maneras de relacionarnos, de consumir, de explicar el mundo, la vida, etc., si no transformamos de fondo el sentir-pensar de los sujetos que habitan el Planeta Tierra será poco lo que logremos.
El geógrafo Matt T. Huber, en una entrevista realizada por Zimmermann y Brentler (2021), hace una interesante relación entre la lucha de clases y la política climática. Advierte que lo que se debe revisar son las formas y relaciones de producción, la forma en que producimos nuestra existencia como sociedad es en esencia una cuestión ecológica. Y es que ya Marx (1967) lo dejaba claro con su concepto de ruptura metabólica, según el cual, el proceso de producción capitalista interfiere con la relación metabólica entre sociedad y naturaleza.
En este sentido es claro advertir que la clase capitalista es quien posee y controla los medios de producción, siendo así mayor su responsabilidad en esta profunda crisis climática. Esto des-configura la idea-plan de que todos somos igualmente responsables, pues estaría desvirtuándose el impacto real que ocasionan las personas que controlan las industrias y se benefician de ellas.
Lo que no nos preguntamos es: a) ¿Quién mantiene el consumo de los ricos? Si los ricos vuelan, hay una industria aérea que se beneficia de ello. Pero también, b) ¿Qué hacen esos ricos para generar el dinero que les permite consumir como lo hacen? Quizá trabajen en un banco. ¿Qué hace ese banco? ¿Cuál es el impacto del banco en el clima? ¿No es más importante que cualquier estilo de vida o elección de consumo en la que participe una persona rica? Tal vez la persona rica trabaje para una multinacional química. ¿No debe esa actividad estar en el centro de nuestra preocupación, de responsabilidad política? ¿Y no deberíamos centrarnos más en lo que ocurre en el lado de la producción de todo esto? Porque las emisiones, a fin de cuentas, son una red relacional de actores que hicieron posible esa emisión. Así que cuando conduces tu coche, no eres solo tú; son las compañías de automóviles, las compañías petroleras, las compañías de neumáticos las que se han beneficiado del suministro de esa mercancía. (Zimmermann & Brentler, 2021)
En este sentido, Huber propone caminar hacia una democratización de la economía.
Lamentablemente, en muchos casos, ese poder estaba sustentado en la extracción de petróleo, gas, minerales, etc. Y cuando hay extracción, a menudo hay comunidades que son desplazadas o envenenadas. Para mí, la cuestión es si la izquierda puede empezar a construir instituciones capaces de integrar mejor a las comunidades locales en sistemas democráticos que puedan realmente dar forma a cómo se produce la extracción, que incluso tengan la capacidad de decir: «En realidad, no, no vamos a tener la extracción aquí porque esto es demasiado importante para nosotros como comunidad». En el capitalismo, obviamente, estas comunidades no tienen voz. (Zimmermann & Brentler, 2021)
Reafirmando lo dicho, vale recordar que aún en plena Pandemia del Covid19, quedó claro que las decisiones más relevantes de los gobiernos y corporaciones se orientó a proteger y fortalecer al 1% de la población global, a los super-super ricos (Garay & Espitia Zamora, 2020) fortaleciendo sectores como el financiero y el sector militar como contención de la creciente protesta social.
Las evidencias científicas nos ratifican que el crecimiento económico capitalista, es el responsable directo de esta dinámica de muerte global, en tanto produce a su paso una constante pérdida de biodiversidad como consecuencia directa del constante impulso de un mayor consumo de recursos y el aumento exagerado de las emisiones de CO2.
En la búsqueda de alternativas parece no contemplarse la posibilidad de aprender de otras formas de vivir, producir y relacionarse con la Naturaleza.
Autores como Martin, Maris y Simberloff (2016) han advertido la necesidad de repensar la lógica de producción-consumo, pero su reflexión no llega al nivel de cuestionarnos los sistemas explicativos del mundo, esa forma occidental de pararse ante la vida, la naturaleza, la sociedad, un asunto que nos exige como seres humanos, como especie atender con urgencia.
Estas preguntas, en estos niveles de profundidad se tornan imperativos ante una degradación sin precedentes de la biosfera, que socava el bienestar humano y cuestiona el modelo de desarrollo estándar (IPBES, 2019a).
Tal vez no se ha enfatizado lo suficiente en torno a la necesidad de poner mayor cuidado al modelo económico en toda su dimensión: política, social, axiológica, ese modelo que tiene como corazón palpitante el desarrollo como producción-consumo a una escala ascendente (Escobar, 2015) y tal vez, ni siquiera hemos considerado poner especial atención a un asunto más esencial aún, la cosmovisión que sustenta la integralidad de estos modelos que ya son modos de vida y relación y que tal vez no nos permiten ver el cambio que con urgencia requerimos y mal nos permite comprender y señalar sus impactos.
Como vemos, se trata de un asunto de mayor profundidad que se debe atender para detener la pérdida de biodiversidad, evitar seguir aniquilando la vida en el planeta. Es un asunto en donde se debe escuchar con mayor atención a esas otras formas de vivir y habitar el planeta, esas formas no hegemónicas y aún no hegemonizadas, las de los pueblos originarios, exterminados, excluidos e invisibilizados por este modelo que cuestionamos (Gudynas, E., 2016).
Pero, este sistema enfermo elimina a los cuidadores del medio ambiente.
Global Witness en su informe (2020) ha dejado claro el aumento de la persecución, criminalización, señalamientos y asesinato de líderes defensores del medio ambiente y de las formas de vida tradicionales. América Latina repunta en este índice y en especial Colombia.
Pareciera que el modelo mismo busca como liberarse de todo obstáculo para avanzar irracionalmente en su carrera predadora del planeta, en su empeño en aceitar la maquinaria de la producción y consumo en escala ascendente indefinida, lo que no solo es irracional, sino que se constituye de suyo en un proceso de autodestrucción.
Los modos de vida de las comunidades originarias, que son múltiples y sustentados en los principios de la defensa del territorio y la vida, han demostrado con creces ser coherentes y equilibradas con lo que algunas de ellas identifican como la Madre Tierra.
No serán los gobiernos quienes apuntalen un cambio real, serán los pueblos organizados, articulados, visibilizando, aprendiendo de esas otras formas societales que son hoy el marcador de nuestro retorno a lo que somos, parte de la naturaleza.
Solo el pueblo Salva al Pueblo y solo el pueblo consciente logrará armonizar su relación con esa Madre Tierra. Somos parte, no dueños.
El reto también está para los centros Educativos que insisten en formar seres humanos para el desastre con discursos de éxito y porvenir.
El mayor reto será transformar la relación: acción – escala real de valores – cosmovisión. Si logramos transformar nuestras cosmovisiones (Herrera Ospina, J. de J., & Insuasty Rodríguez, A. 2015), de fondo, mediante experimentos de prácticas alternativas fundadas en las lógicas del cuidado y el respeto, lograremos ajustar la escala real de valores que mueve la voluntad de conocer para mover la voluntad de hacer, será un gran reto formativo.
Referencias:
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Garay Salamanca, J. L. (2020). Colombia. Transformaciones estructurales en un contexto internacional en transición. Bogotá: PlanetaPaz.
Garay, J. L., & Espitia Zamora, J. E. (30 de marzo de 2020). Medidas Económicas De Emergencia Covid-19. Una Visión Alternativa A La Gubernamental. Obtenido de Kavilando: https://www.desdeabajo.info/colombia/item/39210-medidas-de-emergencia-para-mitigar-los-efectos-socio-economicos-de-la-propagacion-del-coronavirus-covid-19-una-vision-alternativa-a-la-gubernamental.html
Garay, L. J., & Espitia Zamora, L. E. (2020). Medidas sociales y económicas de emergencia ante la pandemia del covid-19 en Colombia. Bogotá: DesdeAbajo.
Global Witness. (29 de julio de 2020). Defendiendo el Mañana: La crisis climática y amenazas contra defensores de la tierra y el medio ambiente (6.37MB, PDF). Obtenido de Globalwitness: https://www.globalwitness.org/es/defending-tomorrow-es/
Gudynas, E. (2016). El buen vivir repolitiza los debates sobre el desarrollo. Revista Kavilando, 6(1), 27-29. Recuperado a partir de https://www.kavilando.org/revista/index.php/kavilando/article/view/73
Herrera Ospina, J. de J., & Insuasty Rodríguez, A. (2015). Diversas concepciones en torno a la naturaleza como sujeto político. De la necesidad de cambio de paradigmas. El Ágora USB, 15(2), 537–555. https://doi.org/10.21500/16578031.1629
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Otero, I, Farrell, KN, Pueyo, S, et al. (2020) Política de biodiversidad más allá del crecimiento económico. Cartas de conservación. V13(4) e12713. https://doi.org/10.1111/conl.12713
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Alfonso Insuasty Rodríguez es docente investigador Universidad de San Buenaventura Medellín, integrante grupo autónomo Kavilando y Gustavo Muñoz Gaviria es docente investigador Escuela Superior de Administración Pública, integrante grupo autónomo Kavilando.
Fuente: Desinformémos