Día Internacional de la Lucha Campesina: el sistema agroalimentario en disputa
"Ya no se trata de lograr únicamente la distribución de la tierra con el objetivo de democratizar las estructuras agrarias sino de cuestionar los patrones de poder y acumulación. Para ello, la reforma agraria y la soberanía alimentaria se entrelazan con la propuesta/opción por la agroecología."
Cada 17 de abril, la Vía Campesina, una alianza internacional de organizaciones campesinas, indígenas, pescadores artesanales y de trabajadores rurales, rememora la masacre de Eldorado dos Carajás, donde 19 campesinos Sin Tierra fueron asesinados en 1996 en Pará, Brasil. Este año el “Día Internacional de las Luchas Campesinas” lleva como consiga “¡Por tierra y por la vida! ¡Basta de Tratados de Libre Comercio, basta de impunidad!” Se trata de una consigna contra el capitalismo, racismo, patriarcado y masiva violación a los derechos humanos de miles campesinos y campesinas, donde los Tratados de Libre Comercio (TLC) son considerados como herramientas impulsadas por corporaciones y Estados que establecen reglas para vender los bienes naturales. En este contexto, se trata de una lucha para para defender y conquistar la reforma agraria, entendida como el derecho de los pueblos a la tierra, territorios, al agua y a las semillas nativas, base fundamental para la Soberanía Alimentaria.
Pero no debemos confundir la idea de la reforma agraria con aquellas proclamas que surcaron los territorios latinoamericanos en la década del 50’ y 60’. En efecto, ya no se trata de lograr únicamente la distribución de la tierra con el objetivo de democratizar las estructuras agrarias sino de cuestionar los patrones de poder y acumulación. Para ello, la reforma agraria y la soberanía alimentaria se entrelazan con la propuesta/opción por la agroecología. Para la Vía Campesina, la agroecología –aunque puede asumir otros nombres- más allá de componer un sistema tecnológico apropiado para los campesinos, es ante todo “práctica campesina de resistencia ante el agronegocio y el avance del capital” (Vía Campesina, 13/10/2015). Ésta contiene en sí tres dimensiones fundamentales íntimamente relacionadas: a) como una teoría crítica al sistema agrícola industrializado en torno a los aspectos ecológicos, agronómicos, social y económicos, b) una práctica desplegada por aquellos que aplican -explícita o implícitamente- la visión alternativa que se despliega en el nivel de la teoría y c) como un movimiento social que no sólo incluye a aquellos relacionados con el nivel de la práctica y la teoría sino también a aquellos interesados por alimentos sanos y seguros, por un ambiente limpio, en la justicia social y una relación equilibrada entre campo y ciudad. En este contexto, la agroecología interpela tanto a académicos como a productores y organizaciones sociales, sean estas campesinas o no, en torno a la relación entre el hombre y la naturaleza a partir de la necesidad de una mirada integral u holística sobre la sociedad y la producción agraria. Incluso, algunos autores consideran a la agroecología como parte de un nuevo paradigma civilizatorio.
La agroecología entendida como práctica refiere a las diversas búsquedas de modelos para la sustentabilidad ecológica de la producción primaria. Este aspecto puede observarse en la proliferación de experiencias de producción agroecológica en distintos países, siendo Latinoamérica y el Caribe lugares donde adquieren especial importancia, vinculada sobre todo con los modos campesinos de producción, los cuales incluso han sido definidos como modalidad sustentable de uso de los bienes de la naturaleza y los ecosistemas que habitan.
En Argentina, también existen múltiples experiencias agroecológicas o denominadas agriculturas de proceso por basarse en las interacciones biológicas de la naturaleza. Los movimientos y asociaciones de campesinos y de productores familiares llevan adelante proyectos de agroecología en forma cooperativa, pero también acompañan con apoyo técnico y económico a sus integrantes en fortalecer sistemas sustentables de producción de alimentos para el autoconsumo y los mercados locales, en pequeñas y medianas ciudades. También se destacan como parte del fortalecimiento de la propuesta agroecológica las escuelas campesinas de agroecología del Movimiento Campesino de Santiago del Estero Vía Campesina (MOCASE-VC) o la Unión de Trabajadores sin Tierra (UST), y la Universidad Campesina en la frontera de Santiago del Estero y Córdoba, donde los conocimientos científicos y campesinos se encuentran y dialogan, con participantes de diferentes provincias. De forma creciente ocurre que productores familiares del corazón pampeano del agro argentino vinculados a una agricultura industrial, insumo químico intensiva, denominada también como convencional, están haciendo un giro hacia el paradigma de la agroecología. Reflejo de ello son la creación de la Red Nacional de Municipios y Comunidades que fomentan la Agroecología (RENAMA) con fuerte presencia en la provincia de Buenos Aires, la red provincial de productores agroecológicos Nueva Semilla de Córdoba, la reconversión productiva de los horticultores del área metropolitana que alimentan Buenos Aires, y la expansión de la Asociación para la Agricultura Biológico Dinámica de Argentina (AABDA) también en esa provincia así como en Misiones y Santa Fe. Algunos de los establecimientos de la producción familiar que se destacan en la transición agroecológica son Naturaleza Viva en el norte santafecino, la Aurora en Benito Juárez premiada por la FAO como modelo de producción agroecológica, o los Jardines de Yaya en Villa General Belgrano, entre otras. Muy significativas también son en el plano de la comercialización de productos agroecológicos las decenas de ferias de la agroecología que funcionan semanalmente en diferentes provincias, incluso con ayuda del INTA y de lo que fuera en su momento la Secretaria de la Agricultura Familiar. Estas realidades se diferencian no solo de la agricultura industrial ligada a los mercados internacionales de commodities, sino de la agricultura orgánica certificada que también busca sus nichos de mercado fuera del país. Esta propuesta de agricultura en plena expansión pretende proveer de alimentos sanos al consumo popular local en primer término, rescatando las identidades campesinas y chacareras del país. Su potencial es tal que se ha constituido en una alternativa real para sustituir el modelo de agricultura dominante hoy día que deprime las - onomías regionales, se orienta mayormente a la exportación, enferma a los productores directos y los pueblos agrarios, y a los consumidores de las grandes ciudades, por la magnitud y características de los agroquímicos que emplea, y deja en manos de un puñado de empresas el sistema agroalimentario del país.
Por Pablo Barbetta y Diego Domínguez - Grupo de Ecología Política Comunidades y Derechos, Instituto de Investigaciones Gino Germani (FSOC-UBA). Investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas.